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Orígenes, esplendor y crisis del humanismo
por
Jorge Enrique Mújica, L.C.
Hoy son pocas las instituciones que siguen ofreciendo, con la pureza y profundidad de antaño, ese bagaje que nos remitía a una adecuada valoración del hombre. No es difícil ni descabellado encontrar una relación entre el abandono del humanismo como conjunto de contenidos y valores que nos enseñaban a ser auténticas personas y la progresiva crisis que en el campo moral estamos viviendo. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué el humanismo ha dejado de estar presente en la educación y como consecuencia en la vida diaria? ¿Cuándo ha comenzado ese proceso de abandono del humanismo y qué camino ha seguido? ¿Cuáles han sido sus consecuencias?
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Muchos aún guardan frescos
en la mente agradables recuerdos de programas académicos que contemplaban la
enseñanza de las humanidades clásicas como parte de los currículos ordinarios
de aprendizaje en el bachillerato pre universitario.
Algunos, los más jóvenes, todavía tuvimos la oportunidad de repasar, acaso con
menor intensidad, algunas de las ciencias y disciplinas propias o relacionadas
con el humanismo (lenguas griega y latina, historia, literatura, arte,
oratoria, estilo, música, etc.).
Hoy son pocas las
instituciones que siguen ofreciendo, con la pureza y profundidad de antaño, ese
bagaje que nos remitía a una adecuada valoración del hombre. No es difícil ni
descabellado encontrar una relación entre el abandono del humanismo como
conjunto de contenidos y valores que nos enseñaban a ser auténticas
personas y la progresiva crisis que en el campo moral estamos viviendo.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué el
humanismo ha dejado de estar presente en la educación y como consecuencia en la
vida diaria? ¿Cuándo ha comenzado ese proceso de abandono del humanismo y qué
camino ha seguido? ¿Cuáles han sido sus consecuencias?
Antes de tratar de ofrecer
respuestas conviene recordar que el humanismo no es sólo un concepto que abraza
un conjunto de conocimientos respecto a las letras humanas hacia las cuales se
tiende o se poseen; el humanismo es también un proceso que, como tal, fue
evolucionando en distintos momentos históricos y en diferentes ambientes
geográfico-culturales.
I. Orígenes
A. Los fundamentos
Surgido como un movimiento
intelectual-literario que estudiaba las lenguas y obras clásicas, el humanismo
tomó cuerpo en el siglo XV en Italia y fue difundiéndose poco a poco por Europa
incluso ya entrado el sigo XVI.La caída de
Constantinopla, hoy Estambul, en 1453, favoreció la acogida en Roma de artistas
y pensadores. El humanismo se enmarca dentro de un periodo de matriz artístico
más conocido, el Renacimiento, y se desarrolla especialmente en aquellos
lugares donde el latín seguía siendo la lengua culta.
Durante este periodo
podemos identificar características más o menos generales en los planos
políticos (concentración de poderes en los príncipes y en los reyes),
económicos (concentración de fortunas en pocas familias así como los inicios de
una aplicación metodológica al dinamismo comercial), tecnológicos (el invento
de la imprenta), sociales (se vive de manera diferente, se desarrolla el trato
de “etiqueta”), ideológica (el racionalismo se va abriendo paso y dejando
huellas) y religiosos (surgen contestaciones al clero y se critican algunas
prácticas religiosas además de imponerse la así llamada devotio
moderna cuya idea central es que basta la práctica interna de la
religiosidad).Los cimientos sobre los cuales se construyó todo este nuevo
edificio de conocimientos fueron la herencia medieval, el redescubrimiento de
la antigüedad y una filosofía específica de este humanismo.
A.1 La herencia medieval
Al hacer referencia al
legado de la Edad Media se incluye otro legado que le precede y le fundamenta.
Se trata de la primera forma de humanismo, el humanismo griego. En sentido
estricto es en este humanismo en el que se debería asentar el humanismo del
siglo XV pero, ¿por qué no es así?
Aquella máxima helena,
“Dioses como hombres y hombres como dioses”, da de hecho la noción de la
importancia que poseía el hombre en una cultura como la griega y los valores
universales que de ese mismo antropocentrismo manaban. Pero esa realidad de
facto guardaba una necesidad de purificación y perfeccionamiento que no obtuvo
sino hasta que entró en contacto con el cristianismo.
Gracias a la impronta que
logró dejar el cristianismo en la cultura griega, con el consiguiente impacto
en todos los centros de influencia de ella, la esclavitud desapareció, la moral
llegó a la vida de todos los seres humanos y la mujer fue dignificada. Es por
eso que la herencia medieval se considera parte aguas pues poseía una
concepción del hombre más perfecta y elevada, hecho que se vio más enriquecido
con las aportaciones de grandes filósofos como Tomás de Aquino quien logró una
síntesis armónica entre dos grandes pensadores griegos, Platón y Aristóteles.
A.2 El redescubrimiento
de la antigüedad
Muchas de las obras de
autores griegos y romanos clásicos se habían ido conservando gracias a las
copias elaboradas por los amanuenses de los monasterios, especialmente
benedictinos, de forma que a través de ellos llegaron hasta el siglo XV e
incluso hasta nuestros días. Sin embargo, la aparición de la imprenta
posibilitó una mayor edición de obras en cuanto a títulos y cantidad lo que
facilitó que más personas tuvieran acceso a ellas e incluso que se empezaran a
editar obras contemporáneas lo que, además, ayudó a difundir nuevas ideas.
A.3 Una filosofía
específica
A partir de 1421 la figura
y el pensamiento de Platón se hacen con el protagonismo que hasta entonces se
le había negado. Este hecho se verá acentuado en la influencia que dará al
humanismo que idealizará el cuerpo del hombre en cuanto imagen de Dios; el
hombre del Renacimiento, de esta manera, prosigue la línea del antropocentrismo
griego pero ahora elevada y matizada gracias a los elementos aportados por la
fe cristiana y, poco a poco, si bien también fueron elementos de conflictos, de
la razón.
II. Esplendor
El Renacimiento es el
periodo histórico-artístico y movimiento de renovación cultural de tendencia
clasicista que se inicia en Italia a mediados del siglo XIV y se extiende a
otros países a finales del siglo XV. Se caracterizó, especialmente, por la
imitación de la naturaleza, por la rebelión contra el hieratismo bizantino, por
la conquista de la perspectiva, por el orden arquitectónico, los arcos de medio
punto, el uso universal de la cúpula, por la admiración de los elementos
clásicos de las culturas griega y latina antiguas y la centralidad del hombre.
Es éste el periodo del esplendor humanista; tiempo en el que, además, fueron
consagrándose las nuevas lenguas romance gracias, en parte, a la publicación de
gramáticas, la aparición de libros en lenguas vernáculas y la doble
vertiente que tuvo toda manifestación: la religiosa o la profana. Propiamente
con el Renacimiento inicia la Edad Moderna.
Son bien conocidos los
nombres de quienes hicieron la literatura renacentista: en España Fernando de
Rojas, Jorge Manrique, Alonso de Ercilla, Fray Luis de León, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y
el gran Miguel de Cervantes; Dante, Ludovico Ariosto,
Torcuato Tasso, Nicolás Maquiavelo, Pietro Bembo, Giovanni Pico della Mirandola, Pietro Aretino y Barcciolini Poggio en Italia; en Portugal Luis Camoes; François Rabelais, Maurice Sceve, Michael Montaigne y la Pléyade en Francia; y en Inglaterra William Shakespeare, John Lyly y Edmund Spencer.
En el campo de la escultura
son conocidos los nombres de autores como Nicolás Pisano, Lorenzo Ghiberti, Verochio, Donatello y Berruguete; en el de la pintura Fra Angélico, Tomasso Masaccio, Botticelli, Mantegna, Cimabue, Giotto di Bondone, Luca Signorelli, Leonardo Da Vinci, Raphael Sanzio di Urbino, Miguel Ángel y Tiziano; Filippo Brunelleschi y León Bautista Alberti en Arquitectura.
El esplendor del humanismo,
dentro del marco de la magnificencia del Renacimiento, es tal no únicamente por
la cantidad de autores y obras producidas sino por la calidad de las mismas y
todo lo que está detrás de ellas: un esfuerzo de síntesis de pensamiento, de
rigor mental y creatividad humana. Ciertamente, de entre todos, hubo un grupo
selecto al que su tiempo y la historia han tenido el detalle de identificar
como “los humanistas”. Fueron ellos quienes impulsaron las letras, cultivaron
su espíritu, potenciaron el conocimiento e influyeron notablemente en su época
a través de sus ideas.
Entre ellos hubo un
permanente contacto que se enriqueció gracias a los viajes, las clases,
recibidas primero y luego ofrecidas, en diferentes universidades, la ocasional residencia
en países distintos al de nacimiento y a la correspondencia epistolar.
A. Erasmo de Rotterdam (1469-1536)
Neerlandés, clérigo regular
de san Agustín y sacerdote, se dedicó al cultivo de las letras clásicas y
gracias a su fama de latinista dejó el monasterio para hacerse secretario del
obispo de Cambray en 1493. Fue dispensado por León X de tener que vestir el
hábito para que viviese en el mundo y llegó a ser consejero del emperador
Carlos V.
Estudió en París, visitó Padua, Siena, Roma, Alemania e
Inglaterra en tres ocasiones. Fue ahí donde conoció a Tomás Moro con quien
entabló amistad y a quien dedicaría la famosa obra “Elogio de la locura”
(1511) antes de enseñar griego y teología en Cambrigde.
Tradujo a Luciano, Eurípides, Plutarco, Séneca, san Jerónimo y el Nuevo
Testamento (1516, con texto griego anotado y traducción latina) que le dio
renombre.
La obra de Erasmo ilustra
las ambiciones del humanismo. Su importancia estriba en que es de los primeros
en recopilar, traducir, comentar y editar textos antiguos pues no se hacía.
Además, fue el humanista más vendido y leído de su tiempo.
B. Luis
Vives (1492-1540)
Nacido en Valencia, España,
en una familia de judíos conversos al catolicismo. Estudió en las universidades
de Valencia y París y luego se estableció en Flandes donde llegó a ser profesor
en Lovaina, ahí conoció a Erasmo con quien hizo amistad. También amigo de Tomás
Moro, éste le llevó a enseñar en la universidad de Oxford a partir de 1523.
Su influencia en la escena
renacentista fue primordial pues a él acudieron artífices de la reforma
protestante como de la contra-reforma católica además de haber sido tutor y
educador de numerosos nobles que luego ocuparon puestos de responsabilidad
durante la monarquía de Carlos V.
Frente al platonismo imperante,
fue de los pocos que apeló a Aristóteles además de, en el terreno de las
relaciones internacionales, influir con ideas a favor de la paz, la unidad
europea y la atención a los pobres. Destacan obras como Sobre el alma y la
vida y Sobre la verdadera fe cristiana de 1538 y 1543
respectivamente.
C. Tomás Moro
(1478-1535)
Humanista y político
inglés, estudio en la Saint Anthony School antes de
servir al cardenal-arzobispo de Canterbury. También
pasó por Oxford y por el Lincoln´s Inn
. Fue miembro del Parlamento inglés desde 1516 gracias a
sus conocimientos jurídicos y a la avispada inteligencia que le caracterizó y
llevó a estar en relación con otros grandes pensadores europeos como Erasmo y Luis Vives.
Como buen humanista, abarcó
grandes áreas del saber, no sólo las letras. En su obra más importante, Utopía
(1516), criticó el orden político, social y religioso proponiendo un modelo de
Estado caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y
el imperio de la ley.
Su capacidad intelectual e
integridad moral le hicieron hombre de confianza del rey de Inglaterra, Enrique
VIII, al grado de ser nombrado Embajador en los Países Bajos, miembro del
Consejo Privado, portavoz de la cámara de los comunes y primer canciller laico
a partir de 1529 además de haber ayudado a rechazar las doctrinas de Lutero y mantener la paz en el reino. Fue asesinado por
fidelidad a su conciencia al no haber admitido la nulidad matrimonial de
Enrique VIII y Catalina de Aragón.
III. CrisisCiertamente el Renacimiento ofreció las
condiciones que auspiciaron el nacimiento, primer desarrollo y esplendor del
humanismo, pero éste no ha sido un movimiento exclusivo de un periodo histórico
ni de unos personajes que hoy ya no están con nosotros.
El humanismo ha conocido un
desarrollo posterior que se vio beneficiado durante otros periodos
histórico-socio-culturales tales como la Edad Moderna (Barroco, Neoclásico y
Romanticismo) así como del mundo contemporáneo (Modernismo y las vanguardias) y
con matices más precisos, ricos o no, en los contextos particulares de los
países en los que siguió su evolución.
Es verdad que el humanismo
está atravesando una crisis en cuanto a la aplicación concreta y la incidencia
de sí mismo en la vida actual que en parte se debe a la abdicación que la
literatura -como consecuencia de las filosofías nihilistas, materialistas y
relativistas- ha hecho por el hombre en su dimensión espiritual y trascendente,
características esenciales de éste por las cuales se puede hablar de valores
universales y trascendentales. Obviamente esto ha repercutido en lo que
respecta a los contenidos auténticos que debe o no ofrecer el legítimo
humanismo a las generaciones actuales.A. La
Edad Moderna posterior al Renacimiento
A partir de la Edad Moderna
posterior al Renacimiento, el vínculo entre el hombre y la naturaleza no es más
el de la contemplación sino el de la técnica. La naturaleza no es más en la
modernidad una fuente de contemplación porque para los filósofos se ha quedado
muda. ¿Por qué? Porque de ahora en adelante -así piensan- ya no es portadora de
“palabra”, de “verbum”; la palabra y el “verbum” no son reales; real es lo que se puede
medir, lo que se puede contar. Y así, ¿cómo puede el humanista contar y medir
el arte, la música, la literatura? Las artes, -se dice- no son matematizables, materiales. El sentimiento expresado en
ellas no cuenta, no confiere valor. No entran dentro de los esquemas del
mecanicismo.
A.1 El mecanicismo
El mecanicismo, como nueva
ciencia de la naturaleza, se presenta como su paradigma. En lo sucesivo, toda
otra ciencia que no manifieste los caracteres de este tipo de conocimiento se
considerará opinión o fe y, como tales, meras cosas “subjetivas”, acientíficas.
Y así, ¿cómo iba a encontrar cabida el humanismo entendido como hasta ahora lo hemos
hecho? Con la reducción en la extensión del significado de ciencia, las que lo
componían quedaban fuera.
A.2 La
ilustración-racionalismo
La ilustración, ambiente
cultural que se proponía iluminar con la luz de la razón humana toda la
realidad combatiendo los errores y prejuicios atribuidos a la Edad Media, no
constituyó un sistema filosófico pero sí fue capaz de sofocar todavía más los
componentes que daban cuerpo al humanismo al hacerlas aparecer como
instrumentos de la fe no dotada de razón para mantener enajenadas a la gente
sencilla. A todo lo anterior se añadirá la aparición de la Enciclopedia que
estará orientada casi en su totalidad por la cosmovisión imperante en este
tiempo.
A.3 La revolución
francesa y la caída del Antiguo Régimen
Sin embargo, los príncipes
y reyes, monarcas absolutos, supieron valerse de ese ambiente “ilustrado” y
continuaron patrocinando lo mismo a los nuevos científicos que a los
humanistas. Pero pronto las transformaciones económicas (crecimiento de la
población, desarrollo de teorías fisiocráticas que estudiaban científicamente
la agricultura y un comercio cada vez más complejo) van dando un protagonismo a
la burguesía que no gozaba de los privilegios de la clase noble ni de la
educación y disposición para el mecenazgo de humanistas.
Con la revolución francesa
se asesta un duro golpe a las fuentes que facilitaban el que el humanista se
dedicase únicamente al cultivo de las letras, a su profundización y promoción.
De ahora en adelante, el humanismo será una forma de vida que no dará más para
vivir por lo que quedará muy restringida y comúnmente asociada a círculos de
intelectuales, algunos eclesiásticos, otros de laicos, que lucharán por no
dejarle desaparecer de la escuela.
B. La Edad Contemporánea
No obstante, siguieron proliferando en la Edad Moderna posterior al Renacimiento autores de probado valor literario tales como Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz, Jean Racine, Moliere, Bossuet, Fontaine, Holdering, Goethe, Becqer, John Keats o Manzoni. Ni que decir de maestros del arte tales como Bernini, Stefano Maderno, Murillo, Ribera, Rembrandt, Caravaggio, Louis David, Goya, Eugene Delacroix o Constable
B .1 El materialismo, el
nihilismo y el relativismo
Las corrientes de
pensamiento que fueron desarrollándose posteriormente no hicieron más que
reducir con mayor intensidad la falta de aprecio por el humanismo. Si ya el
pensamiento marxista posterior a la revolución industrial le hizo aparecer como
parte de las estructuras de poder por las cuales las clases ricas buscaban
perpetuarse en él, el materialismo y el nihilismo se constituyeron antagonistas
al valorar únicamente el aspecto material pero vaciar de contenido el impulso
que movía a la elaboración de la obra y calificarla así de sin sentido. La
confrontación relativismo-humanismo sigue aún hoy.Gracias
al humanismo cristiano que consistió en la sublimación de los valores
anteriores y la defensa de todos aquellos que había apostado la religión
cristiana, el humanismo se conservó. Pero el relativismo, que niega la
existencia de valores absolutos y universales, entró en directa confrontación
con el humanismo al negarle un carácter universal válido para todas las
culturas.
B.2 El modernismo y las
vanguardias
Todos esos “peros” puestos por las filosofías contemporáneas se
hicieron más visibles con la aparición de nuevas corrientes literarias que eran
sus consecuencias.
El futurismo de Marinietti ensalzó lo innovador, lo futurista, y así rechazaba todo legado de letras y pensamiento anterior. Huidobro y el creacionismo se interesaron sólo por el aspecto creativo. No importaba qué, se debería crear pero su “creación” no necesariamente debía apelar al pasado, era “nueva creación”. El cubismo de Apollinaire se afanó en descomponer la realidad y, en esa realidad, también quedó descompuesto el humanismo. El dadaísmo de Tristán Tzara se opondrá a la racionalidad, y siendo que el humanismo poseía mucho de ella y defendía el valor de la auténtica libertad humana, el movimiento se le opondrá al entender ese valor no dentro de los marcos morales objetivo. El ultraísmo de Guillermo de la Torre lleva a sus últimas consecuencias al humanismo desfigurando el correcto lugar que al hombre le corresponde. Y, por último, el surrealismo, se decanta por toda una nueva forma de expresión basada en el rechazo a todos los cánones establecidos de belleza: pretende liberar la imaginación y exprimirla aunque no siempre sea comprensible, novedad que se contrapone al orden y respeto a los cánones que el humanismo conservaba y defendía.
C.
Consecuencias
Las humanidades como
disciplina de estudio se han conservado gracias a las raíces que occidente debe
al cristianismo. Raíces desconocidas gracias precisamente a su falta de estudio
fomentado en antaño por las humanidades.
Ha sido la influencia de
congregaciones y órdenes religiosas católicas dedicadas a la educación quienes
a través del probado rendimiento de sus programas de estudio basado en una
enseñanza ardua del humanismo fueron luego copiados en instituciones estatales
y así posibilitaron una permanencia de humanidades en las sociedades.
La unificación de programas
de estudio en la mayor parte de todos los países obligaron a que toda escuela
siguiera los esquemas únicos de estudio aprobados por los distintos gobiernos.La “tecnologización” de
las sociedades, a últimas fechas, ha ido haciendo que el hombre haga un énfasis
en la preparación técnica en detrimento de la teórica-humanística que le
posibilité conocerse, saber sus orígenes, los sucesos históricos y la
interpretación correcta de los hechos, causas y consecuencias de los mismos.
Ese hecho ha influido en la
casi nula capacidad crítica que se puede tener al momento de hacer una elección
política, juzgar las culturas o enfrentarse a las corrientes ideológicas que
atentan contra la verdad del hombre y del mundo. La falta de humanismo ha ido
dejando a las sociedades al vaivén de las imposiciones de los que están más
arriba.
Posiblemente la
consecuencia crítica más visible sea la común y extendida incapacidad para
poder articular con decoro el propio pensamiento por escrito u oralmente. Las
humanidades no sólo proporcionan el bagaje de cultura general que posibilita
opinar sino también una estructura de pensamiento que ordenaba las ideas para
hacerlas desfilar militarmente al momento de ponerlas a marchar en el diálogo o
en un texto.
Las humanidades nos hacían
presente las enseñanzas de la historia de modo que el hombre, por su capacidad
racional, no volviese a caer en el mismo error. Sí, la deshumanización en la
que hoy estamos sumidos se debe en buena parte a que no hay los suficientes
humanistas que recuerden al hombre que somos precisamente eso: hombres.Pero gracias a las voces de los humanistas que aún
quedan, el mundo puede seguir siendo habitado. De ahí que hoy se alce otra vez
el grito interior: hacen falta humanistas para un mundo deshumanizado. Con
ellos, el mundo conocerá de nuevo el esplendor del antropocentrismo que mira
más allá del hombre mismo y, precisamente, por eso queda elevado y es capaz de
conocer, vivir y transmitir el amor. ·- ·-· -······-·
Jorge Enrique Mújica, L.C.
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