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Los Rotarios, la Masonería, D. Manuel González, obispo de Málaga y Palencia, y la “Educación para la Ciudadanía”.

por José Martín Brocos Fernández.

La verdadera clave argumentativa demoledora contra la asignatura “Educación para la ciudadanía” estriba en que presenta una moral natural sin Jesucristo, y esa moral natural sin Dios lleva tanto a la destrucción de la persona como a la aniquilación y putrefacción de las sociedades (León XIII)

En Emilio (1762), el filosofista Rousseau, expone sus ideas sobre la educación, el naturalismo pedagógico, y sobre la religión. A Emilio no debe inculcársele ninguna religión, sino que se procurará la formación de su razón para que en un futuro pueda elegir por sí mismo. Lo absurdo del planteamiento roussoniano es que no hay recta sindéresis sin sabiduría divina. El pedagogo ginebrino ha sido el verdadero plantador de ideas disolventes sociopolíticas y de los errores pedagógicos que cuajarán tras la Revolución Francesa.

Todos los obispos españoles se han posicionado, en mayor o menor medida, contra la asignatura “Educación para la ciudadanía”, pero este tema es recurrente y dicho planteamiento en España ya aparece por extensión análoga desarrollado y condenado en 1929 con una Pastoral colectiva de todos los obispos españoles firmada por el Cardenal Segura y Sáez, que era el Cardenal Primado, en contra de las asociaciones que predican una moral natural pero sin Jesucristo. La Pastoral Colectiva Metropolitanos españoles sobre el Rotarismo, Lyceum, Ligas de bondad e instituciones análogas de carácter neutro, de 1929, sin duda uno de los documentos más áureos del Episcopado español, contiene la condena explícita de la moral natural sin Jesucristo, ya propugnada por Rousseau, y cuyas consecuencias detalla el propio San Pablo: “Si linguis hominum loquar et angelorum caritatem autem nom habeam factus sum velut aes sonans aut cymbalum tinniens” [1] .

Esta Carta constituye uno de los antecedentes más inmediatos para rebatir la “Educación para la ciudadanía”. Debajo de un aspecto  recreativo, pedagógico, filantrópico, internacional, neutral, pero siempre laico, y  debajo del pretexto de hacer caso omiso de la religión o de serles indiferente mientras  predican una moral sin religión para llegar a la paz universal, ocultan la negación de la  moral verdadera y de la verdadera religión, que tratan de sustituir con una moral y una  religión que no es la de Jesucristo. [2]

En la “Educación para la ciudadanía” el niño, al igual que el rotario, acaba diciendo: Yo para ayudar a un ciego a cruzar la calle no necesito la gracia de Jesucristo ni de la ayuda divina.

Se viene cometiendo desde que llegan los rotarios a España el mismo error que el que en otros países se cometen con los rotarios, que es decir que son una rama de masonería, que están de acuerdo con la masonería, o que piensan como la masonería y que hay que averiguar si tienen enlaces con la masonería, y por tanto los católicos no se pueden hacer rotarios porque los rotarios es una especie de semillero u orden tercera de la masonería, y se descentra el problema real de los rotarios; y ellos encantados, porque es una vía muerta y desenfocada. El planteamiento no es si los rotarios son masones o no son masones. El problema al margen de si conjuran o no conjuran, si cenan juntos o separados, es si el cuerpo ideológico y filosófico de los rotarios es compatible o no con el cuerpo filosófico del cristianismo. ¡Y no lo es!. Y que luego, haya una dualidad de gente que son a la vez rotarios y masones no interesa nada.

Hay que preguntarles:

- ¿Ustedes, rotarios, practican la moral con Religión?

- No, nosotros respetamos todas las religiones porque queremos hacer una beneficencia religiosa.

Tenemos entonces que los rotarios son partidarios de la moral natural que tenía la tradición primordial de la humanidad antes del diluvio. Pues eso, que es ofender o despreciar a la encarnación del Verbo de Nuestro Señor Jesucristo, eso es incompatible con el cristianismo. Ustedes, rotarios, predican una moral natural sin Jesucristo, como la “Educación para la ciudadanía”.

Lo mismo que ha pasado tras el Concilio Vaticano II hasta el año 1989, aproximadamente, con el planteamiento del problema masónico: todo ha girado si es compatible la masonería con la Iglesia Católica en torno a unas supuestas declaraciones o investigaciones policíacas de que si la masonería maquina o no maquina contra la Iglesia Católica. Entonces se despliega una gran ofensiva de la diplomacia vaticana, policíaca y libresca a nivel mundial para pescarles en maquinaciones contra la Iglesia Católica; y éste es un planteamiento equivocado, porque el planteamiento si maquinan o no maquinan es accidental, porque en cualquier momento, verbigracia, pueden presentan unas logias de un lugar concreto que no sólo no maquinan, sino que recogen fondos para alimentar a los niños desnutridos de las misiones jesuíticas de la India. Y no les faltan panegiristas, propagandistas o adláteres, ni tiempo, para inmediatamente propagar urbe et orbi que ellos no maquinan, e incluso para perseguir judicialmente a los que denuncian las presuntas tramas judeomasómicas para la dominación mundial. El problema es si su cuerpo ideológico y filosófico es o no compatible con el cristianismo, maquinen o no maquinen, hagan sacrificios rituales ofrendados a Satanás o no los hagan, y eso no se ha arreglado hasta que en su día fue nombrado Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe el Card. alemán Franjo Seper. La pregunta clave es si su cuerpo filosófico e ideológico es compatible o no con el cristianismo, maquinen o no maquinen. La respuesta, al igual que con los Rotarios, es igualmente negativa.

La “Educación para la ciudadanía” no ha salido del foro de discusiones desde hace por lo menos tres siglos: es cuestión de moral natural si o no. La Segunda República hizo lo indecible por meter, con otros nombres, la moral natural y expulsar la moral religiosa. Aparece aquí, impulsado por una editorial, una profusa edición española de una novela, dedicada según leemos en la advertencia que hace el autor al inicio, “a los niños de nueve a trece años”; novela con una tirada monstruosa que la autoridad educativa mete e intoxica en todas las escuelas, titulada Corazón, y escrita por un autor italiano, afiliado al partido socialista, Edmundo de Amicis. Ésta es una novela en principio inocente y hasta entrañable, que cuenta el juego de niños en un colegio que conforman una banda, y que están divididos, unos son amigos y otros enemigos, unos se pelean y otros no, unos son buenos y otros malos. Toda la dinámica es de buenos y de malos, pero sin hablar nunca de motivaciones religiosas. Los buenos son buenos por bondad moral natural, por arte de birlibirloque, y los malos son malos por igual arte, pero sin hablar para nada de la Religión. El único obispo español que dice que ese libro es un veneno para los niños, explicarles que no se puede ser bueno como el niño Enrique, el protagonista del libro, sin practicar la religión y sin religión, que es en definitiva “La Educación para la ciudadanía”, es don Manuel González García [3] , entonces obispo de Málaga, y fundador de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, que escribe una Carta Pastoral contra esta perniciosa novela. Ese libro no es tan inocente: indica que se puede hacer el bien y lo hacen los protagonistas, pero sin un impulso religioso, y ahí está el veneno.

El discurso presente sobre la asignatura “Educación para la ciudadanía” en las diversas tribunas católicas en su mayor parte se encuentra desenfocado, errado, trufado o malévolamente presentado cuando por ejemplo se equipara la asignatura “Formación en el espíritu nacional” impartida en la escuelas durante en Régimen del 18 de Julio, asignatura que no nos equivocamos si afirmamos que en su contenido esencial forma parte del sano desarrollo integral de la persona, con la presente “Educación para la ciudadanía”. De acuerdo con la Doctrina de la Iglesia, no es cierto que el Estado no pueda formar la conciencia moral de sus ciudadanos [4] . Es más, el Estado al igual que los padres, aunque el primero en un plano supletorio, tiene la sagrada obligación de hacerlo, pero con la ineludible exigencia de convergencia de estas materias pedagógicas en el clásico Bonum y Verum, que supone la asunción de un orden moral natural y de una Ley divina positiva, ambas realidades plasmadas no teórica, sino efectivamente en el Estado del 18 de Julio. Por ello se tergiversa el enfoque refutatorio de la “Educación para la ciudadanía” cuando se alude a la intromisión del Estado [5] . La maldad de la asignatura tampoco radica en que promocione y publicite la sodomía o el bestialismo, presente la bondad del “dogma universal” de la democracia liberal, o muestre tanto el genocidio del nasciturus por el aborto provocado como el asesinato selectivo por eugenesia producido por la fecundación in vitro para conseguir el ansiado hijo, como derechos humanos, realidades todas ellas consentidas y sociológicamente aceptadas, y no enfrentadas, por la gran mayoría de la sociedad, la masa orteguiana, y ya legalmente establecidas, y por lo tanto jurídicamente defendidas, por las diferentes agencias de la ONU que continuamente “aconsejan” a las naciones “soberanas” su implementación en la legislación correspondiente; pudiera el manual escolar de turno de la “Educación para la ciudadanía”, de cualquier editorial que se intitula católica (Edebè, SM, …), no presentar estas perversas realidades como buenas y estaría igualmente impregnado de malicia intrínseca, y mucho más refinada. La verdadera clave argumentativa demoledora contra la asignatura “Educación para la ciudadanía” estriba en que presenta una moral natural sin Jesucristo, y esa moral natural sin Dios lleva tanto a la destrucción de la persona como a la aniquilación y putrefacción de las sociedades. [6]

Todo ello nos conduce al recurrente planteamiento y a la perenne exigencia de la necesaria Confesionalidad Católica de los Estados, pues si los hombres, pública y privadamente reconocen la regia potestad de Cristo, necesariamente vendrán a toda la sociedad civil increíbles beneficios, como justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia [7] .

·- ·-· -······-·

José Martín Brocos Fernández.



[1] Latin Vulgatae Bible, 1 Cor. 13, 1. Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles pero me faltase la caridad, no sería más que  bronce que resuena y campana que tañe [Traducción libre].

[2] Pastoral Colectiva de los Metropolitanos Españoles, 23 de enero de 1929.

[3] Todas las biografías realizadas sobre el obispo don Manuel González, fundador de las nazarenas, escamotean dos episodios cruciales de su vida. Además del citado, otro episodio biográfico escamoteado se refiere cuando estuvo prisionero en un barco-prisión rojo en el transcurso de nuestra guerra de Liberación. Estando en el barco-prisión, se acercan dos milicianos y le preguntan: ¿Tu quién eres? ¿Qué haces aquí? Responde: Yo soy Manuel, obispo de Málaga. Entonces los milicianos en vez de fusilarle, se ríen, dicen que está loco, se marchan y lo abandonan. Por haber sacado la cara por Jesús, la Providencia le salvó la vida. Otros flagrantes y relativamente recientes escamoteos no figuran en las biografías publicadas del P. Kolbe que el autor de estas líneas, al igual que con las biografías de don Manuel González, se gastó los dineros en comprar. Ha florecido con motivo de su canonización una serie de biografías en español del P. Kolbe, todas ellas de corte irenista, que llegan en este sentido por faltar a la verdad a rayar hasta la repugnancia, y que no cuentan dos realidades esenciales de su vida: que él por la calle y en los tranvías de Polonia iba arrancando los carteles que las organizaciones impías pegaban; y que fundó una Asociación piadosa llamada la “Liga de la Inmaculada Concepción” para luchar contra la masonería. Ninguna de las dos cosas aparece en las ediciones españolas. Así se escribe la Historia.

[4] Cfr. Pío XI, Encíclica Divini Illius Magistri, n. 24.

[5] El derecho de los padres a educar la conciencia moral de los hijos no es omnímodo. Según la doctrina católica tradicional cabría limitar o incluso privar de la patria potestad de los padres si éstos conscientemente quieren maleducar a sus hijos en una bondadosa moral natural sin Religión, o en cualquier otra variante de perversión educativa que contravenga los preceptos de la ley natural y divina. Esta idea aparece claramente expresada en la DIM: Igualmente toca al Estado proteger el mismo derecho en la prole, cuando llegare a faltar, física o moralmente, la obra de los padres por defecto, incapacidad o indignidad, ya que el derecho educativo de ellos, como arriba declaramos, no es absoluto o despótico, sino dependiente de la ley natural y divina, y, por lo tanto, sometido a la autoridad y juicio de la Iglesia, y también a la vigilancia y tutela jurídica del Estado en orden al bien común, y además la familia no es sociedad perfecta que tenga en sí todos los medios necesarios para su perfeccionamiento. En tal caso, por lo demás excepcional, el Estado no suplanta ya a la familia, sino que suple el defecto y lo remedia con medios idóneos, siempre en conformidad con los derechos naturales de la prole y los derechos sobrenaturales de la Iglesia. Pío XI , Encíclica Divini Illius Magistri, n. 24, 2. El planteamiento expuesto en la DIM, válido para un Régimen de Cristiandad donde el Estado es defensor y garante del derecho divino, obviamente hoy en día es inviable, pues paulatinamente con el progresivo asentamiento de la Revolución en los Estados modernos, éstos han terminado por convertirse en un tremendo Leviatán subversivo, intrusivo, totalizador e impositor con refinadísimos aparatos, medios y técnicas destinados al control y a la dominación social, impulsor de una conciencia global que insufla en la persona el revolucionario igualitarismo gregario, en los cerebros la incultura, la cretinez endémica y la corrupción de costumbres, y en las almas la sistemática alteración o desarrollo depravado de las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Resulta por tanto perentorio, no ya sustraer al niño de las garras educativas de un Estado apóstata y homosexualista que promueve y preconiza la impiedad y la herejía, sino aislarlos en lo posible de toda deformación educativa estatal, que alcanza y corroe ya de lleno en mayor o menor medida también a los centros escolares privados y concertados. Por ello alternativas como los llamados homeschooling, modelo USA, o los internados tradicionalistas con sistemas rotatorios de clases para un pequeño grupo homogéneo en una tradicional cosmovisión de la fe, modelo francés, son no sólo una excelente vía de escape para evitar las cadenas subversivas, aherrojantes y manipuladoras de la maquinaria adoctrinadora estatal, sino seguro de formación cultural y moral infinitamente superior, escuela de líderes católicos del siglo XXI, y garantía de mantenimiento, preservación y salvaguardia de un reducto nuestra Civilización. En España, iniciativas como la Asociación para la libre Educación (ALE) <http://www.educacionlibre.org>, merecen los más excelsos encomios y todo nuestro apoyo.

[6] Cfr. v.gr. León XIII, Encíclica Inmortale Dei, n. 12-15; León XIII, Encíclica Praestantissimum, n. 2-3; Encíclica Sapientiae Christianae,n. 15-16.

[7] Pío XI, Encíclica Quas Primas, n. 13.



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