OCULl AUTEM EJUS SICUT FLAMMA IGNIS,
ET IN CAPITE EJUS DIADEMATA MULTA,, HABENS
NOMEN SCRIPTUM QUOD NEMO NOVIT, NISI IPSE (Ap.XIX-12)
Pregunta: ¿Que cosa es la Metapolítica? Respuesta:
es la Escatología adquirida. En un sentido recíproco, mas correspondiente, la
Escatología puede considerarse como la Metapolítica inspirada. Esta
segunda es propia de los Profetas, los cuales la revelan en el símbolo; la
primera es propia de los Sapientes, los cuales la interpretan según un sistema tradicional de doctrinas que tiene ya el
carisma de los milenios. La Metapolítica es el punto de encuentro del
Oriente y del Occidente, de la Contemplación
y de la Acción, del Ser y del Deber Ser. De naturaleza típicamente
mediterránea, no casualmente desemboca en los confínes del Cielo, de la
Tierra y del Mar.
De hecho son Metapolíticos: Platón y San Agustín,
Dante y Santo Tomás, San Buenaventura y Vico, Leibnitz y De
Maistre, Sturzo y Pío XII. Todos estos espíritus magnos no son
solamente cultores de la Metafísica pura, o sea de la Ciencia de los
Primeros Principios, sino testigos e
intérpretes de la Metafísica aplicada, o sea de la Ciencia de los Fines
y de los Medios: precisamente la Metapolítica.
Si se quiere inquirir todavía y
aclarar hasta el detalle, puede agregarse que las dimensiones de la Metafísica, de la
Escatología y de la Política están todas
presentes en el carácter quadridimensional de la Metapolítica la cual,
en sustancia, resulta de una singular combinación de cada una de las tres. De
hecho, si la Metafísica es propiamente el Arte de los Medios, y
la Escatología la Ciencia de los Fines, la Política verdadera y
mayúscula es la Ciencia y el Arte de los Medios, a la primera pertenece
la Sapiencia divina, a la segunda la Justicia cósmica, a la tercera pertenecen,
simultáneamente, la Fortaleza y la Prudencia humanas v terrestres.
Tal precisión puede servir también para distinguir
mejor la Escatología verdadera y propia de los Profetas que se condensa en una
visión lejana de los destinos últimos, de modo que la Metapolítica, además de
una concepción principial de nivel metafísi y de un ancuadramiento último de tipo escatológico, predispone medios políticos
idóneos para una acción iluminada, duradera y coherente.
Cantaban los poetas-iniciados de
la antigua Hélade: "Feliz el hombre que recorre los Misterios;
él conoce el principio y el fin de la vida". Pero el misterio
metapolítico - que se perfecciona con los Profetas y con los Apóstoles del
Evangelio - es mucho más complejo y no se circunscribe al conocimiento
vertical de lo individual. El se extiende en cruz hasta abrazar el horizonte entero de la humanidad y
comprende el conocimiento y la escogitación
de los medios para que los principios se traduzcan en el fin común.
En conclusión, si los Metafísicos se limitan a
conocer: los Metapolíticos crean. Es decir modelan, sobre las hormas de
la Providencia Divina, la civilización universal; y, mientras anuncian el Cielo. Ni el uno sin el otro. Y he aquí por qué
los temas fundamentales y siempre
recurrentes de la Metapolítica, son los dos Soles: el Imperio y la Iglesia. Todo el resto gira entorno a ellos con
jerarquía de amor a guisa de los
satélites ("sí come rota ch 'ugualmente é mossa", come recita
Dante concluyendo su "Divina Comedia").
Platón da a su obra maestra -piedra; miliar de la más
excelsa intelectualidad en los siglos- no
ya el nombre técnico y abstracto de "Metafísica", sino el
nombre viviente de "Politéia", en el sentido entonces genuino de "civilización y ciudad
por excelencia", de ciudad de los sapientes y de sapiencia de la
ciudad verdadera (Cfr. el origen de civitas, del sánscrito chit: que significa "pensamiento
universal"). En el sentido, es decir, que hoy se puede dar precisamente a
la palabra Metapolítica". Además el
"Estado" ideal platónico no es en absoluto una utopía -como se
ha creído y se continúa a creer vanamente- sino más bien el recuerdo
nostálgico, punzante, proyectado con apasionada esperanza en el porvenir, de
la áurea y armoniosísima civilización de los Atlantes: testimonio, admonición y
signo de los orígenes perdidos, dirigidos y dejados en legado a las
generaciones futuras.
San Agustín tradujo mejor que cualquier otro el
sentido exacto de la obra maestra platónica dando, a su vez, a la propia obra
maestra, el sentido global ínsito en el título De civitate: naturalmente,
De Civitate Dei. Pero esta "Civitas Dei" es también, en el inmenso cuadro agustiniano, el triunfo de la
verdadera humanidad creada con potencia por el Padre, redimida con sapiencia
por el Hijo y perfeccionada con amor por el Espíritu Santo. El iter agustiniano - que tanta y variada
sugestión ejerció sobre San Benito y Carlomagno, sobre Gregorio VII y
sobre Dante - está compuesto de pasajes progresivos, pero continuos y
reversibles: la Romanitas es la perfección del hombre, así como la Cristianitas
es la perfección que viene de Dios. (De donde Cristo, verdadero Dios y
verdadero Hombre "es romano"; y civis romanus es el
cristianísimo Pablo). Por consiguiente desde la humanidad, de toda la humanidad, a Roma: y desde la cristiandad
romana, a Dios. Pero si Dios debiese descender, o redescender a la
tierra, pondría su trono en Roma. "Roma non perit, si romani non
pereant": es la respuesta al saqueo del bárbaro visigodo Alarico, y a aquellos materiales o ideales de todos los
tiempos.
Dante, además del imperativo de la Monarquía universal
y de la colaboración de los dos grandes Dominios -el Espiritual y el Temporal-inclusive nos hace asistir, en la "Comedia" y en su
divina cumbre -el Paraíso-, al coro inaudito de la Civitas Dei. Pero quien "da / 'umano al divino, all' eterno dal tempo
era venuto " se aprestaba a redescender entre la "perduta gente " como
celeste enviado, para enseñar la vía: "con altra voce ormai, con altro vello - ritorneró poeta " (Par. XXV-7).
Santo Tomás -Angélico por vida. Angélico por doctrina,
Angélico por visión- no se escandalizó,
fariseamente, por incluir el tratamiento del arte política, inclusive en la
catedral de la "Summa Theologica". Para Él, la verdadera
Política, la Política trascendente y última - o sea la Metapolítica - es parte
genuina de la sapiencia teológica y del sistema integral de la Verdad.
San Buenaventura, aun cuando
contrario a volar entre los serafines - o tal vez precisamente por esto - traza una Historia
Cósmica que da a su magisterio de teoresis un sentido escatológico y
metapolítico incluso más agudo que aquel de
San Agustín. Para el "Doctor Sublime" estamos, con el adviento
del Cristianismo, en la sexta y última época del Mundo; para el "Doctor
Seráfico" estamos, inclusive, en la sexta edad de la Iglesia profetizada
por el Apocalipsis: "sed quantum durabit quis potest dicere vel discit? Certum est quod in illo sumus;
certum etiam quod durabit usque ad deiectionem Bestiae ascendentis de abysso,
quando confundetur Babylon et deicietur".
(¿Cómo negar que
la crisis moderna tenga
inicio en la declinación del Medioevo?.
Comprender y hacer entender esto, obrar eficazmente en consecuencia, es
una de las máximas y más urgentes tareas de la Metapolítica).
Vico, sobre el rastro de la mas antigua sapiencia
mediterránea, egipcia y atlántida , ha reactualizado entre nosotros la
intuición de la ciclicidad de la Historia: y platónicamente ha comprendido que
sobre la Tierra se reflejan las Ideas Eternas, que todo aquí abajo, con el
concurso positivo o inclusive negativo del hombre, realiza en el acto el plan
supremo de la Providencia Divina. Con intuición metapolítica que reimprime una
bíblica horma, él además volvió a comprender y enseñó -contra el sectarismo
racionalista de filósofos y científicos - que los verdaderos sujetos de todo el
saber y de todo el obrar del mundo no son los individuos, sino los pueblos y
las gentes; esto es: la humanidad universal. De modo que, por encima del mundo
físico de la Naturaleza y del mismo mundo psíquico de la Historia está el mundo
metafísico (o sea metapolítico) de las Mentes Humanas, consideradas en su
unidad suprasensible y espiritual.
Leibnitz,
el místico poeta de la
armonía total e infinita del Uno y de los Muchos, ha jerarquizado la pirámide
de los seres de modo tal que sobre la cima resplandezca de luz agustiniana y
resuene de coros dantescos, la suprema "Ciudad de los Espíritus".
De Maistre, después de haber refutado con vehemencia
todos los sofismas del inmanentismo político-cultural, ha vuelto a ofrecer el
sentido trascendente de un Gobierno invisible de la Providencia Divina en la historia visible de la tierra y del hombre.
Primero entre los contemporáneos, él ha, además, revelado abiertamente que los
tiempos están de veras maduros para "un gran evento": el
retorno del Salvador como Mesías y Juez.
Luigi Sturzo, demostrada punto por punto la
presuntuosa falsedad del positivismo y de los sociólogos, pero igualmente
denunciada la aridez de ciertos teólogos separatistas, ha sabido reencontrar el
hilo unitario que liga las Artes del Espíritu y las Ciencias de la Sociedad.
Sobre la huella juanina, él ha osado hablar de una "Sociología de lo sobrenatural": precisamente porque, después
del Adviento mesiánico, la semilla del Espíritu se ha trasplantado en la
Tierra y en el Hombre (cfr.Isaías, el profeta "protoevangelista!) y
así el mundo civil no es más sólo natural, sino natural y sobrenatural
conjuntamente.
Pío XII, la flor de líz caída de las manos de la
Divina Madre asunta en los cielos, implícitamente ha advertido, con su
proclamación dogmática, que la entera humanidad está cercana de la gran
Asunción: aquella que la misma Virgen, vestida de Sol, primero ha reflejado en
el Apocalipsis, pero luego, finalmente, ha propalado en la plena luz de Fátima.
El Pontífice tres veces romano (por nacimiento, por fe, por martirio), el
Pontífice cuyo nombre impera en lo más alto del interior de la Basílica
Vaticana, mientras bajo tierra en las Grutas Sagradas, está sepultado de frente
al Cuerpo del Primer Pedro, ha sido el Angélico Pastor esperado desde los
tiempos de Dante y de Savonarola. Ha sido el escogido por el Sol de Justicia para el rito del Gran Anuncio, benéfico
y terrificante al mismo tiempo. (No sólo benéfico: eso sabe a
anti-Cristo; no sólo terrificante: eso sabe a pseudo-Cristo). Él es el
pontífice que representa el rito último y sublime ofrecido a lo largo de todo
un pontificado y que introduce a la tempestad, mientras que, al mismo tiempo, prelude al "Gran Retorno".
Los dos extremos, la Metafísica pura y la impura
Política, la Mujer estéril y la Mujer
adúltera de la Biblia, cuál por exceso, cuál por defecto, no tienen más
la incidencia de una vez y pueden, hoy, tener alguna semejanza con la higuera
evangélica que se secó. Sólo la Metapolítica, viva y justamente fecunda,
sentada a los pies de los Profetas pero orientada a la señal de los Apóstoles,
puede aún dar al hombre confuso del siglo último el sentido escatológico y
divino de todo aquello que es, que fue, y que será en medio de un diluvio de
fuego purificador . La Celeste Virgen (la Nueva Jerusalén) y con ella la Tierra
(la Roma Eterna) están preñadas de Cristo Rey. ·- ·-· -······-·
Silvano Panunzio (Traducido por Gianfranco Sangalli Ratti)
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