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La invasión de Italia por los galos y sus consecuencias para la República Romana.
por
Gonzalo Fernández,
Una de las historias/leyendas constitutivas de Roma
|
El siglo IV a.C. empieza en Roma con su conquista de la
ciudad etrusca de Veyes en 395 a.C. tras un asedio de diez años. Veyes está
situada en la margen septentrional del Tíber a la que los latinos llaman latus
tuscum (costado etrusco). Roma tiene problemas con Veyes a lo largo
del siglo V a.C. por la disputa entre ambas ciudades por el dominio de Fidenas
que controla la Vía Salaria o camino por el que la sal llega a Roma.
Marco Furio Camilo conquista Veyes en 395 a.C. y esto acarrea cuatro efectos en
Roma
- La
génesis en la Urbe de una poesía épica gentilicia que canta las hazañas
de sus héroes (vg. Aulo Cornelio Caso y Marco Furio Camilo) durante las varias
contiendas con Veyes. Esa épica gentilicia pasa luego a los analistas y de
éstos a Tito Livio quien la recoge en sus Décadas. En nuestros días se
conocen esas hazañas por medio de los relatos en prosa de Tito Livio
- El
paso de una organización gentilicia de la milicia urbana a otra estatal durante
el asedio de Veyes
- La
metamorfosis de Roma desde una ciudad-estado a un estado territorial con la
ocupación de los primeros territorios transtiberinos
- El
dominio de la Vía Salaria
Los
galos en Italia
El
éxito romano con Veyes pronto va a verse empañado por la llegada de los galos a
la Península Itálica. Hacia 400 a.C. unas tribus galas atraviesan los Alpes.
Son los galos senones, ínsubres, cenómenos, lingones y boios. En Italia se
apoderan de las colonias etruscas de Lombardía, el Trentino y la Emilia entre
las que destacan las actuales ciudades de Milán, Trento y Bolonia. Los etruscos
habían llegado hasta los Alpes desde la zona originaria de su cultura que se
extiende entre los ríos Arno y Tíber a la que se puede llamar Etruria Nuclear o
Propia. En su marcha hacia el norte los etruscos dominan a los habitantes de
aquellas zonas de la misma manera con la que sujetan a los villanovianos
aborígenes de la Etruria Nuclear: creando un sector dominado de la población
parecido a los hilotas en Esparta o a los pies de polvo de
Tesalia dentro del mundo griego.
El
control de los aborígenes por los etruscos es menor en Lombardía, Trentino y
Emilia que en la Etruria Propia. Además las colonias etruscas allende el Arno
tienen menor importancia que las ciudades-estado de la Etruria Nuclear y sus
fortificaciones son más imperfectas. Ello explica que los invasores galos
conquisten con tanta facilidad Lombardía, Trentino y Emilia. Además los
aborígenes sometidos a los etruscos en aquellas regiones no ofrecen resistencia
a los galos pues igual les da verse dominados por los etruscos que por los
galos.
Los
galos intentan ocupar el Véneto. Sin embargo allí topan con una fortísima
oposición de los vénetos. Los vénetos se hallan menos avanzados culturalmente
que los etruscos pero no tienen esos sectores dominados que no hacen
resistencia a los galos. Esto hace que los galos no puedan ocupar el Véneto.
Una de esas tribus galas es la de los senones. Sus miembros descienden por el
litoral adriático de la Península Italiana tras verse rechazados por los
vénetos.
Los
senones se dirigen hacia la Etruria Nuclear y el Lacio. Atacan la ciudad
etrusca de Clusio. Acto seguido marchan contra Roma. Los romanos intentan
frenarles en la batalla del río Alia. Su fecha se discute entre 390 y 387 a.C.
La batalla del río Alia supone un desastre total de la milicia urbana de Roma.
A lo largo de toda la historia del Pueblo-Rey el aniversario de la derrota de
Alia figuraba en los calendarios como el dies alliensis (día de Alia).
El dies alliensis recibe asimismo las calificaciones de dies
religiosus (día religioso), dies nefastus (día nefasto)
y dies fatalis (día fatal). El dies alliensis supone una
auténtica jornada de luto nacional en cuyo decurso se prohíben en Roma todas
las actividades públicas y privadas.
Los
galos senones en Roma
La
analística narra que tras la debacle del río Alia los galos se dirigen a Roma.
Al llegar a la Ciudad Eterna los senadores les esperan inmóviles en el edificio
del Senado. Los galos creen que los senadores son estatuas hasta que uno de
ellos mesa la barba a un senador. Éste abofetea al galo desencadenándose la
matanza de los senadores. Los romanos se refugian en el Capitolio. El jefe de los
galos de nombre Breno ofrece la rendición a Roma a cambio de un botín en oro
con su célebre sentencia Vae victis (!Ay de los vencidos!) . Al
oírlo Marco Furio Camilo (el vencedor de Veyes en 395 a.C.) contesta con una
frase lapidaria nec cum auro sed cum ferro (no con oro sino con
hierro) que empuja a los romanos a tomar las armas y a rechazar a los galos
de la Urbe.
Todo
esto es muy bello pero no tiene consistencia histórica. La arqueología
demuestra que en la primera mitad de la segunda década del siglo IV a.C. Roma
queda destruida por completo. Incluso es probable que los supervivientes
hubieran de pagar un tributo en oro a los galos senones para que éstos no se
quedaran en Roma. Así lo hacen y se trasladan al norte de los ríos Arno y
Rubicón donde se establecen con sus hermanos de etnia ínsubres, cenómenos,
lingones y boios. Por tanto los latinos llaman Galia Cisalpina a la zona
de Italia al norte de los ríos Arno y Rubicón y cuyo eje viene dado por la
corriente fluvial del Pó.
La
ciudad etrusca de Ceres y el ataque de Breno a Roma
Mucho
más interesante es la noticia de Plutarco en sus Vidas Paralelas correspondiente
a la biografía de Marco Furio Camilo. Plutarco recoge un texto de Aristóteles
donde el Estagirita afirma también en Italia ha habido una resistencia
a los galos, y que Roma se salvó gracias a un tal Lucio. Aristóteles se
refiere al plebeyo Lucio Albino. Antes de que Breno cierre el cerco de Roma
Lucio Albino recoge los sacra de la Ciudad Eterna que son los objetos
que Eneas había salvado de Troya según la tradición. Entre aquellos sacra el
más venerado es el Paladión. El Paladión consiste en una estatua
de la diosa griega Palas Atenea (la Minerva de los romanos) supuestamente caída
del cielo en el momento fundacional de Troya que Eneas salva antes de la
entrada de los aqueos en la ciudad y lleva consigo a Italia. Lucio Albino
traslada a la ciudad etrusca de Ceres los sacra de Roma, las Vestales y
el fuego sagrado de la Urbe que las vestales guardan.
Una
vez pasado el peligro galo Roma agradece la ayuda de Ceres concediendo a sus
habitantes el ius ceritium (derecho de los cérites). El ius
ceritium otorga a los cérites la civitas sine suffragio es decir la
ciudadanía romana menos las capacidades de votar en las elecciones (ius
sufragii), acceder a las magistraturas romanas (ius honorum) y
servir en la milicia urbana de Roma (ius militiae). Los cérites poseen
el ius comercii (derecho a comerciar con ciudadanos romanos), ius
conubii (derecho a casarse con ciudadanos o ciudadanas romanas), ius
provocationis (derecho a ejercer la provocatio ad populum o
posibilidad de apelar ante los comicios curiados en la Urbe de
las decisiones de los magistrados romanos que consideren lesivas a sus
intereses), ius actionis (posibilidad de acudir a los tribunales de
justicia del Pueblo-Rey) y testamenti factio activa (capacidad de
testar) y pasiva (posibilidad de beneficiarse de un testamento)
reconocidas en Roma. Este último derecho permite a los cérites beneficiar en
sus testamentos a ciudadanos romanos (testamenti factio activa) o
beneficiarse de testamentos hechos por ciudadanos romanos (testamenti factio
pasiva). En esta época el ius ceritum aporta una situación muy
favorable a los cérites pues el ius suffragii, el ius honorum y
el ius militiae lo ejercen en Ceres que es su ciudad natal y su sitio
habitual de residencia. A comienzos del siglo IV a.C. los cérites tienen las
ventajas de la ciudadanía romana pero no sus cargas. Con el paso del tiempo el ius
ceritum adopta un sentido más negativo cuando Roma lo otorga a extranjeros
que no son cérites y viven en la Urbe pues éstos no pueden participar en
la vida política de la Ciudad Eterna ni como electores ni como elegidos.
Los
efectos en Roma de la invasión gala
Una
vez pagado el tributo y conseguida la marcha de los galos senones la República
Romana toma dos iniciativas:
- La
reconstrucción completa de la Ciudad incluidas sus murallas
- La
creación de la legión como unidad básica de la milicia urbana con 6.000 hombres
que se dividen según la edad en las tres líneas sucesivas de príncipes
(los más jóvenes en la primera línea), hastados (los menos jóvenes en la
segunda línea) y triarios (los maduros en la tercera línea)
·- ·-· -······-·
Gonzalo Fernández,
Bibliografía
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