Miguel Kast nació en Oberstaufen, una pequeña localidad de la Alemania de postguerra, un 18 de diciembre de 1948. Sin embargo, su vida no iba estar marcada por la reconstrucción de su patria, sino que sus padres, Miguel Kast y Olga Rist, decidieron emigrar a Chile, donde ya existía una extensa colonia de su nacionalidad. Al lejano país de ultramar llegó el pequeño Miguel con dos años y su hermana mayor Bárbara. En su nuevo hogar de Linderos fueron llegando el resto de sus hermanos hasta totalizar diez. Sus hermanos chilenos serán Erika, Mónica, Christian, Verónica, Gabriela, Hans, Rita y José Antonio.
Miguel, el mayor de los varones, estudió en el colegio Hispano-Americano de donde pasó a la Pontificia Universidad Católica de Chile para estudiar Administración de Empresas, donde terminaría con las máximas calificaciones. Su ánimo activo y participativo le llevó a buscar un cauce a sus inquietudes, en un inicio en la Democracia Cristiana, ayudando de forma activa a la candidatura presidencial de Eduardo Frei Montalva. No obstante, la deriva que iba tomando aquel movimiento, alejándose de los principios morales católicos y adoptando los más radicales de la izquierda, le fueron distanciando de su activismo político.
Miguel junto a su hermana Bárbara se habían comprometido en el Movimiento Apostólico de Schoenstatt, participando en las misiones apostólicas que desarrollaban en las comunas más populares de la capital, Santiago. Este Movimiento fundado por el P. Kentenich, quiere la formación del hombre nuevo en la nueva comunidad y recuperar la misión salvífica para occidente, este último como concepto cultural e histórico. La profunda religiosidad de Miguel le acercó en la Universidad a conocer a Jaime Guzmán, apóstol del gremialismo, movimiento que canalizaba a los católicos en la dura realidad social del momento. Su capacidad de trabajo y de liderazgo pronto le convirtieron en uno de los principales dirigentes del gremialismo. De esta forma fue presidente del centro de alumnos de la Escuela de Economía y finalmente Secretario General de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC). El gremialismo de Jaime Guzmán había conseguido desalojar a los marxistas de la universidad, al ganar la representatividad de los estudiantes, gracias a la valía de personas como Miguel Kast.
Por otro lado, el excelente expediente académico del germanochileno le valió la obtención de una beca de la Fundación Ford para estudiar en la Universidad de Chicago de Estados Unidos. En la ciudad industrial estadounidense se estableció, recién casado, donde nació su primer hijo. Terminado su master de postgrado con excelente evaluación, tenía oportunidad de evitar la vuelta al Chile inestable y revolucionario de Salvador Allende, trabajando en México. Pero el golpe de Estado de 1973, protagonizado por las fuerzas armadas chilenas, para preservar la república del proceso revolucionario protagonizado por Allende, había cambiado la situación. Su más cercano amigo, Ernesto Silva le llamó para reincorporarse a Chile, en ODEPLAN, necesitaban personas de su capacidad profesional para hacer remontar la crítica situación que sufría el país. Su vocación apostólica le llevaría a diseñar diferentes planes contra la pobreza a desarrollar en las comunas más populares y necesitadas. Pronto fue nombrado por su valía secretario del consejo social de ministros. En 1978 ya era el ministro director del propio ODEPLAN, donde desarrollaría su amplia capacidad en proyectos de salud y laborales, y uno de sus planes estrella sería el mapa de la extrema pobreza. Otro de sus planes fue la confianza en los jóvenes economistas recién egresados, que eran enviados a trabajar a las regiones y becados a los Estados Unidos, para poder asimilar en poco tiempo conocimientos de vanguardia y capacidades de trabajo. Así se formaría una generación de economistas como Joaquín Lavín, Cristián Larroulet, Evelyn Matthei, José Yuraszeck y Patricia Matte.
Sus buenos resultados fueron compensados con el nombramiento en 1980 para el ministerio de Trabajo y Previsión Social. Desde su cargo ministerial desarrollaría la ayuda a la familia, asignando ayudas a los niños situados en la pobreza radical. Dos años después fue nombrado Presidente del Banco Central. Pero Miguel quería abandonar su servicio al Estado y volver a la vida privada. La vida académica en la Universidad le llamaba, y poder dedicarse a la empresa privada. Sin embargo, a pesar de su juventud, empezó a encontrarse agotado y con síntomas de cansancio. Por otra parte, algo normal en alguien con la gran capacidad de trabajo que podía asumir. En 1983 le fue detectado un cáncer, que le fulminó el 18 de septiembre. Sus últimos momentos estuvo arropado con su familia y amigos, pero sobre todo, dio un ejemplo a todos, de aceptación de la muerte y de profundo amor a Dios.
Su amigo y discípulo Joaquín Lavín escribiría tres años después su biografía en Zig-Zag, Miguel Kast: Pasión de vivir.
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José Luis Orella
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