Acoso a la maternidad
por
Max Silva Abbott
Como si no fuera suficiente con el creciente descenso de la natalidad, el envejecimiento de la población y el cada vez mayor castigo económico que significa para los padres la “fechoría” de traer hijos al mundo, se agrega, para colmo de males, el “mobbing maternal” o acoso laboral hacia las mujeres embarazadas, según concluye un revelador estudio hecho en España.
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En efecto, el “mobbing maternal” es el acoso que recibe la mujer por el hecho de estar embarazada (y en algunos casos, también por el sólo hecho de ser madre), lo que se manifiesta en su relegación a tareas secundarias, la reducción del sueldo, amenazas de despido y agresiones verbales, pues se ve al embarazo como una enfermedad y una lacra. Y para colmo de males –y pese a las tan proclamadas leyes de igualdad–, las mujeres no denuncian estos atropellos, sea por temor a ser despedidas, sea por miedo a no ser contratadas posteriormente en otro puesto de trabajo.
De esta manera, se constata que por regla general, las empresas no acogen bien los embarazos y un alto porcentaje de estas mujeres terminan siendo despedidas (se habla en España del 25%), generalmente mediante mecanismos indirectos, como la no renovación del contrato laboral, por ejemplo. Incluso se habla de una exclusión socio-laboral que afecta varios otros ámbitos de la vida de la mujer y del niño. Y de hecho, es tanta la presión por esta “maldición” que según nuestra civilizada época vienen a ser la maternidad y los niños, que muchas mujeres llegan a sentirse culpables por quedar embarazadas, lo cual ha motivado la postergación de la maternidad, o también acudir a la píldora del día después o al aborto para evitarla.
Sin embargo, lo anterior constituye una mirada demasiado cortoplacista, pues en realidad, la maternidad debiera ser tenida por un bien. De hecho, la “Fundación Madrina”, de España, ha propuesto recientemente al Parlamento Europeo (esperamos que tenga éxito) el llamado “Estatuto de la mujer”, que aboga para que la maternidad sea considerada un bien social, un derecho fundamental y un patrimonio de la humanidad.
Y no están equivocados en absoluto, ya que como contrapartida, se ha constatado, también en España, que el suicidio es la principal causa de muerte de mujeres entre 30 y 34 años, producido en general por la tensión y ansiedad entre trabajo y maternidad; esto es, debido a los trastornos depresivos causados por la mayor exigencia laboral y familiar, y porque el “reloj biológico” comienza a pasar la cuenta y se niega a esperar más. De ahí que se haya comenzado a hablar a este respecto de la “crisis de los 30”.
En el fondo, es la propia naturaleza humana que se rebela ante un orden de cosas que la ofende –y nos perjudica– profundamente. ¿Cuándo comenzaremos a reaccionar?
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Max Silva Abbott
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