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Los cismas masónicos. Las disputas entre antiguos y modernos en la masonería inglesa del Siglo XVIII
por
JMRR
Cómo muchos católicos cuya fe sobrenatural estaba muy basada en la costumbre y en el emotivismo han asumido sin más los criterios desarrollados por la filosofía masónica para interpretar y edificar la vida humana en sociedad. De ahí que lo que debiera ser auténticamente importante para un católico es tener precisos criterios de discernimiento para identificar en esta sociedad postmoderna las estructuras, valores e ideas que son patrimonio de la filosofía masónica y que por diversos motivos han acabado imponiéndose como valores de “ética democrática” y finalmente como “valores de civilización”.
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Cada vez
que me acerco a una publicación reciente sobre la Francmasonería, me sorprende
la analogía en sus distintas presentaciones. Cada uno de ellos se presenta como
el libro definitivo que permitirá una profunda comprensión de lo que es la
masonería para aquellos que se acercan a indagar acerca de la naturaleza y
fines de la Orden. El lector pretende descubrir en los mismos las claves de la
urdimbre de conspicuas conspiraciones políticas y religiosas, y al terminar se
siente sumido en la más profunda de las ignorancias. Exagero un poco, pero algo
de verdad hay en lo que digo. Cada uno de los autores que ha pretendido
explicar de manera ecuánime lo que es la orden, lo ha hecho aportando los datos
derivados de sesudas investigaciones, pero siempre desde una óptica mediatizada
por su propia orientación profesional. No me refiero a la subjetividad proclive
o contraria a la existencia de la orden, sino simplemente a que cada obra sobre
la masonería viene a estar determinada en su tratamiento por la óptica de aquel
que aborda el tema. Filósofos, historiadores y teólogos harán hincapié, bien en
el origen histórico, o bien en las ramificaciones filosóficas, o bien en su
relación con el hecho religioso y de algún modo el punto de vista abordado va a
determinar su estudio. Por eso, y porque la masonería abarca todos estos
órdenes, para una visión de conjunto sería menester confeccionar un manual en
que estos distintos puntos de vista se complementaran con más coherencia, y de
una vez, de verdad el estudio de la naturaleza de la masonería sea asequible al
que no esté familiarizado con esta terminología. Probablemente como apunta José
Antonio Ullate “… nos damos cuenta de cómo una excesiva obsesión con la
organización masónica de algunos, un exagerado interés por la hipotética
condición masónica de algunos personajes claves de la historia, han traído como
consecuencia una inflación de la importancia de la institución en sí misma
(que, indudablemente la ha tenido y la tiene, como advirtieron los Papas), en
detrimento de un atento estudio de sus ideas, de la génesis de éstas y de su
progresiva difusión en nuestro mundo (como también señalaron los romanos
pontífices)” [i] .
En efecto, y sobre todo cómo muchos católicos cuya fe sobrenatural estaba muy
basada en la costumbre y en el emotivismo han asumido sin más los criterios
desarrollados por la filosofía masónica para interpretar y edificar la vida
humana en sociedad. De ahí que lo que debiera ser auténticamente importante
para un católico es tener precisos criterios de discernimiento para identificar
en esta sociedad postmoderna las estructuras, valores e ideas que son
patrimonio de la filosofía masónica y que por diversos motivos han acabado
imponiéndose como valores de “ética democrática” y finalmente como “valores de
civilización”. Ya no se trata de una llamada de alerta como hicieron los
primeros Romanos Pontifices cuando escribieron por primera vez sobre la
masonería, ahora es toda una lucha contracultural. A día de hoy, un católico
sin sólidas categorías filosóficas, sociales y políticas para discernir los
movimientos de ideas desarrollados en la sociedad civil, so capa de defender
una opción “opinable” dentro del mundo actual –como sigue pasando con los
católicos “liberales- es incapaz de discernir todo lo que de filosofía masónica
hay en esos sistemas que pretende sean neutros. Y para ello, uno de los
obstáculos como veremos es la distorsión existente en la propia metodología
masónica sobre la unidad esencial de la doctrina masónica acerca de cuestiones
claves sobre Dios, su existencia, la profesión de fe o la caracterización de
las religiones positivas por parte de la masonería. De unos años a esta parte una serie de autores de renombrado prestigio han
reiniciado la tarea de explicación sobre la naturaleza de la masonería. Hagamos una breve reseña.
El
profesor Manuel Guerra, en su obra “La trama masónica” apunta en el capítulo II
que “No hay una única masonería, sino varias y en algunos aspectos incluso
muchas y hasta innumerables. Como se expone en este capítulo, el tronco
masónico irradia tres grandes ramificaciones, a saber, regular, irregular o
liberal y marginal o esotérica. De cada ramificación se derivan numerosas
ramas, o sea, Obediencias, ritos, etc. Pero hay un tronco común, un aire de
familia. Consiguientemente de la masonería no puede hablarse de un modo unívoco
a no ser en lo troncal y en la similitud de sus hijas y sus frutos” [ii] . Ese capítulo II
es imprescindible para el acercamiento a la comprensión de la estructura formal
o visible de la Francmasonería. La cualidad de historiador de las religiones y
estudioso de los nuevos movimientos religiosos hace de este capítulo del
profesor guerra muy clarificador, en lo que es la clasificación de las
principales ramas de la masonería y la clasificación en obediencias. Sin
embargo, no clarifica demasiado bien la razón última de tales divergencias y de
si es posible superarlas en base a algún criterio unificador. Guerra cree
encontrarlo en que finalmente el método masón al ir interiorizando el método
masónico a través de su propia vida es como desarrolla la extensión de los
principios filosóficos esenciales de la masonería. Siendo esto último verdad no da cuenta de cómo encontrar un criterio que nos
permita unificar la multiplicidad en en la única doctrina masónica desarrollada
en el mismo proceso iniciático. A pesar de lo cual, ese capítulo II es de lo
mejor que a día de hoy podemos encontrar en lo que se refiere a la
clasificación de la estructura de la masonería visible.
Otras
obras se prodigan en analizar el origen histórico y los antecedentes de la masonería. César Vidal en "Los masones, la sociedad secreta más influyente de la historia " [iii] desarrolla con
gran ecuanimidad este punto, si bien lo que el prestigioso historiador hace es
calcar casi literalmente el mismo tema tratado por Jasper Ridley en su obra "Los
masones, la sociedad secreta más poderosa de la tierra" [iv] ; Vidal incluso
coincide con Ridley casi en el título. Vidal, tras hacer ese desarrollo
histórico se entretiene en cuestiones marginales sin duda interesantes como los
procesos de emancipación de América, y el surgimiento de nuevos movimientos
religiosos en relación con la masonería. Dedica demasiado espacio a desbaratar la hipótesis de la conexión entre judaísmo y masonería, causando sorpresa la
importancia que da a este tema en cantidad de páginas, cuando no le concede
verosimilitud a este hecho.
Ricardo
de la Cierva por su parte, maneja una gran cantidad de fuentes, y nos da una
visión cabal del origen histórico de la Orden [v] ,
y su influencia en el mundo moderno. Su estudio habría que complementarlo con
una síntesis acerca de la estructura de la masonería, del profesor Guerra. En
“La Masonería invisible” de la Cierva complementa el libro anterior con
consideraciones sobre los distintos ritos, aclara episodios oscuros de la
masonería y da una explicación cabal de la justificación de la existencia de la
masonería a día de hoy. Ricardo de la Cierva en ocasiones comete errores
técnicos al confundir ciertos elementos rituales; en concreto tanto en “la
masonería invisible” como en “el triple secreto”, las ilustraciones en las que
aparece el “cuadro de logia” –una especie de tapiz o tabla pintada colocada
sobre el ajedrezado de la logia- De la Cierva lo intitula como “plancha de
trazar”, cuando la plancha de trazar es el documento donde se va dejando
constancia de los trabajos masónicos con una estructura numérica. En lo que
respecta a lo que podríamos llamar “filosofía masónica” encontramos una
brillante síntesis, muy asequible, y que no precisa un previas introducciones
en “El secreto masónico desvelado” de José Antonio Ullate.
Así pues,
el primer gran escollo que se encuentra el “profano” es con la cuestión acerca
del origen de la masonería, su estructura visible, su desarrollo ritual. Sin
embargo, al llegar a cierto punto se produce una notable sensación de
incapacidad de síntesis. Y ese punto no es otro que las divergencias notables
aunque como veremos, aparentes, de las principales ramas de la masonería. Ese escollo deriva de que esa misma división en la masonería entre regulares e
irregulares o liberales y dogmáticos, parece que nos obliga a replantearnos si
existe de veras una única filosofía masónica, o si realmente habría que dar dos
tratamientos distintos a las diversas obediencias en el caso de que sean regulares
o irregulares. Los cismas dentro de la masonería y su explicación no deben en
modo alguno desviar nuestra atención de lo que es verdaderamente importante
como criterio para el estudio de la masonería: más allá de posibles
posicionamientos políticos o religiosos, la masonería no funciona como una
organización que module su doctrina por colisión con las circunstancias
políticas o religiosas del momento. La masonería es ante todo un método
iniciático desarrollado en los distintos rituales que emplea, y es ahí desde
donde hemos de caracterizar a la masonería. La masonería es un sistema de moralidad velado por alegorías y explicado mediante símbolos; símbolos y
alegorías que el mismo proceso iniciático va desarrollando, en donde la
variedad de rituales se explica por el mayor énfasis puesto en determinados
aspectos del método iniciático, pero nunca en relación con su misma finalidad:
que el iniciado asuma a través de este proceso las grandes claves éticas e
ideológicas que el método masónico busca y propicia, ya que finalmente la
masonería no es otra cosa que el resultado que la iniciación y la vivencia del
ritual produce en el masón, y es en el mismo masón donde se puede decir que la
masonería se encuentra. Trataremos de echar un poco de luz sobre esas disidencias
que se vienen produciendo en la Orden desde su constitución moderna,
trascendiendo las explicaciones dadas por la propia masonería que en general
suelen resultar confusas para los profanos.
La
superación de este malentendido. Una cosa son los pretextos que a posteriori la
misma masonería emplea para justificar ad extra la división entre esas dos
grandes ramas, y que los masones posteriores a la escisión del Gran Oriente de
Francia asumen como tal, y otra a explicación de los hechos tal como ocurrieron.
La gran escisión de la masonería es la conocida ruptura del Gran Oriente de
Francia con la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1877 que perdura a día de hoy.
Según la versión oficial, tal ruptura tuvo como génesis el cese de la
dedicación de los trabajos masónicos al Gran Arquitecto del Universo por parte
del GOF, y el no exigir a sus iniciados la creencia en un ser supremo.Ello
habría supuesto la creación de una diversidad dentro de la doctrina masónica,
en donde la masonería inglesa sería la conservadora, tradicional, cristiana
desde sus presupuestos éticos y la francesa la revolucionaria, republicana y
anticristiana. Los historiadores masónicos, sobre todo los vinculados a
obediencias liberales celebran este hecho como la asunción por parte del Gran
Oriente del ideal ilustrado y, laicista de la Europa del XIX y su
reconocimiento al racionalismo positivista que hizo mella en la Francia de la época. Nos daría cuenta de una mutación substancial en los fines y método masónicos si
realmente fuese tan simple como eso. Esa división aparente es una más dentro
de las muchas luchas intestinas que acompañan a la masonería desde su aparición
en 1717 a las que a posteriori se les achaca una causa relativa a la toma de
posturas en el terreno político o religioso, con lo cual el prestigio de la
orden aumentaría al demostrar la honda preocupación fundamental de los masones
por este tipo de cuestiones. Ahora bien, la realidad es muy distinta.Como
veremos, la masonería desde sus orígenes se debate en continuas discrepancias
internas relativas a la pretensión de mayor antigüedad de unas logias sobre las
otras, acerca de la preeminencia en un territorio nacional alguna obediencia
sobre otra, el rechazo o la aceptación de nuevos rituales que pretendidamente
eran rescatados de antiquísimas tradiciones y la infiltración dentro de la
masonería de personajes que pretenden reconducir el “espíritu” de la masonería
a otras posiciones. Sin entrar a mencionar los intereses de preeminencia por
recibir los “derechos” de iniciación de todo aquel que ingrese en la masonería.
1717,
1813, 1877. Masones aceptados y constitución de la Gran Logia. En el
presente artículo nos centraremos en primeras disensiones dentro de la masonería
inglesa, en un período que va de 1717 a 1813 y que nos dará ya las primeras
claves para todos los posteriores procesos de esta naturaleza. Adelantemos que
tres son las fechas esenciales para entender la configuración de la masonería
tal y como la conocemos hoy. Tales fechas son 1717, 1813 y 1877: a) la
aparición de la Gran Logia de Londres; b) La reunión de los antiguos y modernos
bajo los auspicios de la corona británica; c) El Cisma del Gran Oriente de
Francia, y los avatares de la configuración de la masonería francesa desde su
importación desde Inglaterra y el impacto que produce al entrar en contacto con
aquél país. No entraremos aquí acerca del devenir de la masonería medieval
operativa hasta convertirse en especulativa pero daremos una breve noticia de
ese conocido proceso. Recordemos que las logias –talleres- de constructores
operativos medievales, al llegar el Siglo XVI entran en un profundo declive
sobre todo en Inglaterra. La época de la construcción de las grandes catedrales
les había colmado de prestigio, derechos y franquicias, pero aquella época había
acabado. Tal prestigio propició que notables ciudadanos pidiesen el ingreso en
las logias como masones “aceptados” esto es, no operativos con un puesto
simplemente honorífico en las logias, pero en donde estos notables y las logias
se retroalimentaban en todo lo que es prestigio social y prestaciones
económicas. Los nuevos movimientos de ideas característicos del Renacimiento,
junto con el anhelo por un pasado que trascendiese lo medieval, trató de
vincularse a movimientos filosóficos y científicos – o más bien
pseudocientíficos- que se suponía habrían pervivido durante la edad media a
través de corrientes iniciáticas, esotéricas, y ocultistas. Al neoplatonismo
redivivo por Marsilio Ficino y Pico de la Mirandola, iba unido un fuerte
interés por el hermetismo, el pitagorismo, la cábala, y la alquimia, como
formas científicas que con un fuerte componente esotérico se presentaban como
la superestructura perfecta para fundamentar el modelo de nuevo hombre del
renacimiento, medida de todas las cosas, al decir de Protágoras. Son
precisamente estas nuevas corrientes deudoras de tradiciones esotéricas
irreales las que iban fluyendo por muchos de esos notables que se adscribían
como masones aceptados en las viejas logias operativas. A principios del siglo
XVIII las logias estarán formadas exclusivamente por esos masones aceptados. Y
será en 1717 cuando se produzca la consagración formal de ese hecho al cual la
masonería parecía que se iba orientando: el 24 de junio de 1717, cuatro logias
londinenses se unen para formar una macroestructura con fines muy específicos.
No tendría como fin la construcción de nuevos edificios, sino la edificación
del hombre nuevo, el templo de Dios en la tierra, el llamado así tercer templo.
Esta macroestructura, se daría en llamar al llegar 1738 “Gran Logia de
Inglaterra”.
Primeras disensiones. Afán de antigüedad y preeminencia: Los Antiguos y Modernos.
Ante todo hemos de señalar que el año 1720 acaece un episodio de la máxima
trascendencia: todos los documentos de la vieja masonería operativa son
quemados. La razón esgrimida es el escrúpulo de algunos masones a la publicidad
que pudiera darse a tales documentos. Esto permite a la masonería romper con su
pasado medieval, operativo y católico. Desde este momento todo lo que hace la
masonería en esta primera época es reescribir su historia, una historia irreal
basada en relaciones fabulosas entre los antiguos misterios iniciáticos y la
nueva hermandad, que va a permitir asimismo en las diferentes ramas que desde
el momento emergen una pretensión por parte de cada una de ellas de ser la
auténtica heredera de una antigüedad áurea. Pero no todo son discusiones
relativas a ritos y antigüedades. Existe un sinnúmero de episodios mucho más
prosaicos que conviene reseñar. Citamos el episodio producido en 1722 y
relatado por el imprescindible historiador masón F.T.B. Clavel : “En 1722, la Gran Logia de Londres sostuvo el maestrazgo del duque de Montagu. Semejante reelección fue
mirada con disgusto por el duque de Warton, quien había concebido esperanzas de
sucederle en el cargo. El 21 de junio convocó este una gran asamblea, para la
cual había hecho preparar un suntuoso banquete. Estando ya en los postres, y
por consiguiente cuando las cabezas estaban algo acaloradas con los vapores del
vino, que se habían servido con profusión, los partidarios de Warton, tomando a
un tiempo la palabra, atacaron la reelección del duque de Montagu, que
reputaron como acto impolítico y suficiente para desalentar a los hermanos,
cuyo acto e influencia social podían ser empleados en beneficio de la masonería. Hicieron valer todos los motivos y razones que debió haber tenido presente la Gran Logia para conferir el cargo del gran maestrazgo al duque de Warton; y por último
propusieron a la asamblea, de la cual, los miembros de la dieta masónica, según
ellos decían, no eran más que delegados, anular la elección del duque de
Montagu y elegir en su lugar al duque de Warton. En aquellas circunstacias era
muy difícil resisitir a la fuerza de los grandes argumentos que se pusieron en
juego para infundir la convincción de los ánimos; por lo que los partidarios de
Warton obtuvieron un triunfo completo, resultando aquél elegido por unanimidad” [vi] . Sin embargo, no
todos los masones ingleses apoyaron esta iniciativa. La decaída logia de York,
que según una vieja tradición databa del Siglo X –la pretensión de antigüedad
estará siempre presente en las disensiones internas de la masonería- permaneció
independiente. Así, la logia de York reaccionó agrupando a varias de aquellas
logias, editando sus propias constituciones en 1722 (las constituciones de
Roberts) distintas a las de Anderson, y siguió con sus propias actividades, sin
manifestarse especialmente hostil contra la logia de Londres, pero mostrando
visiblemente su discrepancia hacia la misma. En 1734, la Gran Logia de Londres introduce profundas novedades en los rituales, de acuerdo a las
constituciones de Andersos y la nueva orientación de la masonería especulativa,
lo cual va a producir el descontento en muchas logias que aprovecha la Gran Logia de York para proporcionarles su protección jurisdiccional. Asi, estas logias
descontentas con la Gran Logia de Londres se ponen bajo la jurisdicción de la Gran Logia de York , lo que produce la ruptura de las relaciones entre las dos grandes logias,
y la Gran Logia de Londres se otorga el derecho de sobreponerse a la
jurisdicción de la Gran Logia de York y de erigir logias en su distrito.
Pero la
cosa no iba a quedarse ahí. Desde 1739 a 1753, miembros de algunas logias iniciaron un movimiento que culminó en la formación de una nueva Obediencia en
1751, integrada por nueve logias de formación reciente: la “Gran Logia de los Masones Libres y Aceptados, según las Antiguas Instituciones”. Esta nueva
formación pasó a ser conocida como la “Gran Logia de los Antiguos” . La Gran Logia de Londres, de los modernos, excomulgó a la nueva sociedad, puso
entredicho en los talleres de su jurisdicción y, para evitar todo contacto
entre estos y los suyos, innovó los rituales y los medios de conocimiento
mutuo. Así, los antiguos utilizaron este hecho para atraerse a los partidarios
de la ortodoxia masónica, hecho que dio sus frutos. Llegaron a obtener la
protección de personas de la mayor distinción, entre las cuales eligieron un
Gran Maestre y tuvieron la habilidad de hacerse reconocer por las Grandes
Logias de Escocia y de Irlanda, como la única e indiscutible autoridad masónica
de Inglaterra. Este cisma proseguiría con profundas tensiones entre antiguos y
modernos hasta que en 1806 se produciría un acontecimiento que iba a hacer
variar notablemente la situación. El gran maestro de los modernos, el Principe
de Gales, es elegido como tal por la Gran Logia de Escocia, y consigue que la primera sea reconocida por esta última, a la que hasta el momento consideraba
cismática. Este movimiento llevó a la Gran Logia de Irlanda a reconocerla asimismo. Este doble reconocimiento de la Gran Logia de los modernos desmoralizó a la Gran Logia de los antiguos, que ya no tenía control efectivo sobre las
logias de su dependencia y que sin problema alguno comenzó a entablar
comunicaciones con la Gran Logia de los modernos.
La
reunión de Antiguos y Modernos bajo los auspicios de la corona. Interpretaciones de estos hechos realizadas a posteriori por los mismos masones. Al
llegar 1813, el príncipe de Gales es designado regente de Inglaterra y le
sucedería en su cargo al frente de la Gran Logia de los modernos, su hermano, el duque de Sussex. Éste realiza la reunión de las dos autoridades masónicas en
Inglaterra. Así, después de reunirse con el duque de Atholl, que poseía la
maestría de los antiguos masones, obtuvo su dimisión a favor del duque de Kent,
que se había iniciado bajo sus auspicios. Esta elección fue ratificada por la Gran Logia de los antiguos. Se verificó una samblea de las dos grandes logias el primero de
diciembre de 1813 en la taberna “la corona y el ancora”. Los artículos de la
unión fueron leídos y aprobados y el 27 de diciembre de verificó la unión en
otra asamblea.
Este
proceso que durará casi un siglo será reinterpretado por los estudiosos masones
con un criterio ajeno a la realidad histórica de aquel momento relacionándolo
con el mismo origen de la ruptura casi cien años después del Gran Oriente de
Francia. Lo enfocan desde lo que serán más tarde las disensiones entre la
masonería inglesa y la francesa, refiriéndose al hecho de que la Gran Logia de los Antiguos eran teístas y confesionales, remitiéndose a que los antiguos
masones operativos eran católicos practicantes y que la masonería moderna
habría descristianizado los rituales [vii] .
Este argumento es muy recurrente en la masonería para explicar estas
divisiones, que plantea dos doctrinas masónicas referentes a la cuestión
religiosa en las logias [viii]
y es causa de muchos equívocos sobre la naturaleza de la doctrina masónica.
Como hemos visto, todas esas disensiones internas tienen otros motivos. Y
realmente ni los antiguos ni los modernos tienen que ver, ni en sus rituales ni
en sus doctrinas con la vieja masonería operativa. Los masones exageran la
divergencia entre antiguos y modernos cuando realmente las diferencias eran
mínimas, referentes a la disposición de la logia y a algún elemento ritual.
Pero el dato definitivo para desbaratar la posibilidad de una incipiente lucha
entre teístas y librepensadores dentro de la masonería es que precisamente son
los antiguos quienes introducen la leyenda hirámica, esencial en la exaltación
a la maestría de la moderna masonería especulativa , desconocida por la
masonería operativa y asimismo son ellos los que introducen una de las más
importantes innovaciones rituales como es la inserción junto a los tres grados
de la masonería tradicional, de un cuarto grado llamado del Arco Real con una
fuerte carga de paganismo gnóstico; el grado del Arco Real comenzó a ser
practicado en 1736 que es el momento incipiente de la división entre antiguos y
modernos. Este grado no tiene función constituirse como un “grado superior” al
modo de cómo se desarrollará en la masonería francesa la escala de los altos
grados y el desarrollo del filosofismo, sino completar la historia hirámica y
por ende el grado de maestro. En este grado se produce la revelación de la
“palabra perdida” , expresión que designa el conjunto de secretos masónicos
conocidos por Hiram Abiff y perdidos con su muerte; estos secretos tras el
descubrimiento del cadáver de Hiram Abiff serían substituidos por una palabra
elaborada por Salomón, basada en los signos que acompañaron al descubrimiento
del cadáver de Hiram. Tal palabra seria hallada en la reconstrucción del templo
de Jerusalén, tras el exilio babilónico.Esta palabra no es otra que la de un
sincrético nombre de Dios. Así dice el ritual del Real Arco reproducido por
Ricardo de la Cierva en el triple secreto de la masonería : “ La palabra unida
al triángulo es aquel Sagrado y Misterioso Nombre que usted se acaba de obligar
a no pronunciar jamás, a no ser en presencia y con la asistencia de dos o más
Compañeros del Arco Real o en el cuerpo de un Capítulo legalmente constituido
del Arco Real cuando actúe en condición de Primer Principal. Es una palabra
compuesta y la combinación forma la palabra JAH-BUL-ON. Proviene de cuatro lenguajes, caldeo, hebreo, siríaco y egipcio. JAH es el nombre caldeo de Dios y
significa “Su Esencia y Majestad Incomprensible”. Es también una palabra hebrea
que significa “Yo soy y seré”. BUL es una palabra siríaca que significa Señor o
Poderoso y es en sí misma una palabra compuesta formada por la preposición Beth, en o sobre, y Ul, Cielo o en lo alto; por lo tanto el significado es Señor
del cielo o en lo Alto. ON es una palabra egipcia que significa Padre de todo,
y expresa por ello la Omnipotencia del Padre de Todo, como en aquella oración
bien conocida, Padre nuestro que estás en los cielos” [ix] . Así nos
encontramos un nombre de Dios sincrético en el que se junta el Dios bíblico,
con el dios asirio Baal –el Dios bestial al que la Biblia en repetidas
ocasiones menciona como una deidad falsa y que los Santos Padres identifican
con una representación diabólica y ON, nombre abreviado de Osiris, el dios
egipcio. Así pues, este grado del arco real manifiesta un sincretismo pagano
gnóstico de grandes dimensiones y en modo alguno puede mantenerse que la Gran Logia de los Antiguos que fue quien desarrolló este ritual mantuviese sus discrepancias
frente a los modernos por su teísmo y su vinculación al catolicismo de los
masones operativos medievales. Aquí si que lo podemos intitular ya como mero
pretexto y dejar en claro la unidad de la doctrina masónica substancial a ambas
Grandes Logias más allá de los problemas jurisdiccionales y de su lucha por la
primacía masónica. Mucho más plausible para explicar esa divergencia entre
Antiguos y Modernos es la que nos da D. Ligou en su Diccionaire de la Franc –
Maçonnerie, en donde sostiene que los miembros de la Gran Logia de York, en su mayor parte inmigrantes irlandeses,que no habían pertenecido a la Gran Logia de Inglaterra, sino que eran miembros de la Gran Logia de Irlanda no fueron acogidos favorablemente a su llegada a Londres. Esto habría constituido el origen de
la disputa que daría paso a la lucha por la hegemonía masónica en Inglaterra,
entrando en franca competencia y tratando cada una de las dos grandes logias de
captar adeptos entre las más influyentes personalidades de Inglaterra. Sólo en
1813 se pone fin a esta división después del encuentro entre las dos Grandes
Logias, pero por los motivos extramasónicos que hemos reseñado. Según
historiadores masones la Revolución francesa y las guerras napoleónicas
producirían en ambas instituciones un deseo de cohesión en torno a la corona
británica. Mostraría de esta manera las virtudes cívicas de la masonería, pero
de nuevo es un dato inextacto. Propiamente es la corona británica quien fuerza
la unión de antiguos y modernos en la Gran Logia Unida de Inglaterra. Unión aceptada por ambas Grandes Logias para salvaguardar su
propia existencia, ya que la corona británica en el año 1799 se plantea la
prohibición de las sociedades secretas para evitar lo acaecido en Francia en
1789, y se impone a la masonería la reunificación de ambas organizaciones con
el patrocinio de la corona para mostrar lealtad a la misma. Y será desde ese momento que la masonería se convierte en un importante factor de
cohesión del imperio británico en torno a la corona. El recurso a una disensión relativa a la naturaleza deísta de la Gran Logia de los Antiguos es un recurso utilizado por masones de obediencias liberales, que
de este modo descubrirían la causa remota de una polémica que cristalizará más
tarde en Francia, pero que no es tal. En el proceso histórico que va de 1717 a 1813 no encontramos controversias referidas a este punto, sino más bien esas disputas sobre la
primacía masónica en Inglaterra y el esfuerzo por atraerse las personas más
notables a sus respectivas obediencias con lo que estas disensiones aparentes
no restan un ápice de la unidad substancial de la doctrina masónica.
·- ·-· -······-· JMRR
[i] José Antonio Ullate
Fabo, El secreto masónico desvelado, Libros libres
[ii] Manuel Guerra Gómez, La
trama masónica, ed. Styria, Barcelona 2006, p.59
[iii] César Vidal, Los
masones, La sociedad secreta más influyente de la historia, ed. Planeta, Madrid
2006, pp.29-37
[iv] Jasper Ridley, Los
masones, la sociedad secreta más poderosa de la tierra, ed. Javier Vergara,
Barcelona 2002, pp. 39-67
[v] Ricardo de la Cierva,
El triple secreto de la masonería, Ed. Fénix, Madrid 1994, pp. 21-69
[vi] F.T.B. Clavel, Historia
de la Francmasonería, Edicomunicación, Barcelona 1988,pp.30-31
[vii] Cfr Amando Hurtado,
Nosotros los masones, Edaf, Madrid 2005, pp 51-52
[viii] Juan Carlos Daza,
Diccionario Akal de Francmasonería, Akal, Madrid 1997, voz “francmasonería”
[ix] El triple secreto…
p.341
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