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Política, el aporte de Santo Tomás
por
Jorge Arancibia Clavel
El artículo recoge las principales obras en que Santo Tomás se refiere a la comunidad política y que lo evidencian como un pensador político para, a continuación, analizar algunos de los conceptos que se estimen de mayor interés, finalizando con algunas conclusiones
|
Introducción.
Santo Tomás de Aquino no dejó a la
posteridad un tratado sistemático de sus concepciones políticas -al contrario
de lo que ocurre dentro de su gran obra respecto a otras materias de Filosofía
Jurídica, como son sus tratados de la Ley y de la Justicia- sino que, por el contrario, sus ideas políticas se hallan dispersas en varias de
sus obras.
Por ello, es que se hace difícil,
siquiera intentar, una recopilación y sistematización del pensamiento político
de Santo Tomás. Sin embargo, a fin de determinar su aporte en materia política
se considerará lo que él mismo formula, cuando escribe: "(...) En toda
investigación es necesario comenzar por algún principio". En base a lo
anterior, en primer término, se establecerán las principales obras en que Santo
Tomás se refiere a la comunidad política y que lo evidencian como un pensador
político para, a continuación, analizar algunos de los conceptos que se estimen
de mayor interés, finalizando con algunas conclusiones.
Obras de Santo Tomás en Materia
Política.
Santo Tomás expresa sus ideas
políticas en distintas obras, pero singularmente en las siguientes:
1. "Comentarios a
cuatro libros sentenciarios de Pedro Lombardo", que data de los
años 1253 a 1255, y que a pesar de ser una obra de contenido predominantemente
teológico, contiene varios textos para reconstrucción sistemática del
pensamiento político Tomista.
2. "Comentarios a la
ética nicomaquea de Aristóteles", de los años 1261 a 1264.
3. "Sobre el Régimen de
los Judíos", que data de los años 1263 a 1267.
4. "El Régimen de los
Príncipes", que procede de 1266 y que quedó interrumpida al final
del Capítulo 4 del Libro II, debiendo atribuirse el resto a su discípulo y
confesor, Tolomeo de Lucca; de menor calidad y no siempre de acuerdo con las
apreciaciones de Santo Tomás expuestas en otras obras.
5. "Suma
Teológica", la más importante de sus obras, cuya primera y segunda
parte datan de los años 1266 a 1272; mientras que la tercera parte, que Santo
Tomás dejó incompleta y que Reginaldo De Piperno completó con un suplemento,
fue escrita en 1273.
6. "Comentario a la Política de Aristóteles", obra en que los libros I, II, III y IV pertenecen a
Santo Tomás y el resto a su discípulo Pedro de Aubernia.
7. "Suma Contra
Gentiles", obra en que Santo Tomás expone frente al mundo su
"Weltschauung" (Visión del mundo) y que fue escrito entre 1259 y 1264.
8. "Comentarios a las
Epístolas de San Pablo", escrito exégito en que sólo los
comentarios a la Carta de los Romanos y a la primera de Los Corintios pertenecen
a Santo Tomás, en tanto que el resto se debe también a Reginaldo De Piperno
(1269 y 1273).
9. "Cuestiones
Quodlibetales y Cuestiones Disputadas", siendo los primeros
escritos breves que abordaban por vía de ensayo una temática teológica variada
(1265-1272) y la segunda, piezas literarias que trataban monográficamente
problemas fundamentales.
Santo Tomás como pensador
político.
El influjo que Santo Tomás recibe
como pensador político, proviene, fundamentalmente, de dos grandes figuras: San
Agustín y Aristóteles.
Con el primero, entra en su obra
la vena del Cristianismo antiguo y de la Patrística, es decir, el conocimiento de la doctrina y obras de los Santos Padres, así como también un platonismo y estoicismo
ya cristianizados.
En cambio, Aristóteles
representaba diferentes ideas y personificaba la culminación el conocimiento
pagano acerca del Estado. La forma extraordinaria de cómo Santo Tomás es capaz
de concertar estas dos fuentes inspiradoras demuestran, a decir de Galán en su
obra, la Filosofía Política de Santo Tomás, "su talento excepcional y
poseedor de una mentalidad arquitectónica sinpar".
Ahora bien, la diferencia
fundamental entre la Filosofía Política del Aquinate y las concepciones de San Agustín consiste en que Santo Tomás supera el pesimismo metafísico y el recelo de
la iglesia antigua hacia el mundo, lo que había producido una desvalorización
de la vida política, llegándose incluso al extremo de considerar la concepción
del Estado como un pecado, es decir, existía evidentemente, una actitud
negativa frente al mundo político.
Estas influencias del mundo
antiguo habían penetrado muy profundamente en las concepciones de la Edad Media, en el siglo XIII, hasta el punto de que en la fase anterior al estudio de las
obras de Aristóteles, se hallan, sin excepción, dominadas por la idea de que la
comunidad política es una situación artificial, producto del libre convenio del
hombre, y no algo que proviene de la misma esencia y naturaleza humana.
Sin embargo, el pensamiento de
Aristóteles, representaba el reverso de estas concepciones. En efecto, no hay
para el hombre, según él, ninguna situación ni forma de vida extraña a la
convivencia política. La coexistencia política es la forma natural de vida del hombre.
El hombre es, por naturaleza, un ser social y político, y no puede dejar de ser
esto sin dejar de ser hombre. Entonces, la comunidad política presenta un valor
ético intrínseco y propio, es decir, tiene una dignidad indiscutible.
Ahora bien, Aristóteles sostenía
que no todos los hombres son iguales, sino que unos han nacido para dominar y
otros para servir y, precisamente, como consecuencia de esta diferencia natural
se explica el Gobierno.
Pero, no debe olvidarse que
Aristóteles fue un autor prohibido por la Iglesia (Papas Gregorio IX, Inocencio IV y Urbano IV); sin embargo, poco a poco su pensamiento fue introduciéndose
en el seno de la Escolástica, principalmente por su fuerza y agudeza,
resultando especialmente conveniente para el pensamiento cristiano que el aristotelismo
fuese analizado por Santo Tomás de Aquino.
Sin embargo, la filosofía, como
ciencia fundamental, está determinada por una concepción del mundo y de la vida. Luego, en definitiva, la filosofía aristotélica resultaba solidaria en la concepción
pagana del mundo de la época. Por lo tanto, el influjo de Aristóteles sobre Santo Tomás presentaba dos inconvenientes: el primero, subjetivo, ya que el Santo era, como pensador, dependiente de otra concepción del mundo y de la vida: la representada por el Cristianismo. Y otro, objetivo, puesto que los errores e insuficiencias radicales de la concepción pagana del mundo introducían sus defectos en la filosofía de Aristóteles.
Por ello, concordamos con Galán
cuando expresa: "la labor de Santo Tomás frente a Aristóteles, no ya por
la que hace al pensamiento político, más también con respecto a la filosofía general,
sobrepasa la mera recepción pasiva de sus teorías".
En realidad, Santo Tomás recibe lo
de Aristóteles y lo enriquece y lo perfecciona, desde el punto de vista de
aquella concepción más profunda y exacta del hombre, de la sociedad y del mundo
que le entrega el cristianismo.
Es por ello, que el pensamiento
político de Santo Tomás, "el más santo de los sabios y el más sabio de los
santos", se proyecta más allá de la época histórica en que le correspondió
vivir; porque fue, más que un teórico completo, un filósofo. Y como tal, supo
llegar hasta la médula esencial en sus estudios y, pese a que el condicionamiento
de sus doctrinas por las circunstancias de su tiempo existe, su pensamiento es
esencialmente válido para todos los tiempos, especialmente para los actuales.
Santo Tomás y la Ciencia Política.
Entre las numerosas cuestiones de
filosofía social abordadas en la obra de Santo Tomás, hay una que parece haber
sido estudiada en atención a ella misma, o al menos de una forma separada y es
la que normalmente se considera previa antes de iniciar una investigación de
este tipo. ¿Qué es la Política? ¿Existe una ciencia original de la ciudad? Las
respuestas a estas interrogantes las proporciona Santo Tomás en su
"Prefacio" al "Comentario de los libros de Aristóteles"
(1272) y definen la posición Tomista en materia de Ciencia Política.
En efecto, en sólo ocho párrafos
Santo Tomás desarrolla los principios, objeto y caracteres de una Ciencia de la Ciudad, pero es necesario aclarar que Santo Tomás, en su necesidad de establecer lo que es
exactamente la Ciencia Política, no inicia una búsqueda "aparte",
sino que admite ciertos principios generales anteriores a cualquier doctrina
social y que son la base doctrinal en que la visión Tomista se refiere, directa y constantemente, para definir tanto el sujeto como el
objeto de la Ciencia Política.
El primer principio que Santo
Tomás exige para definir la Ciencia Política emana de una doctrina fundamental contenida en su filosofía de las cosas humanas. En efecto, Santo Tomás inserta en
las primeras líneas de su Prefacio "Acts Imitatur Naturam", es decir,
las actividades humanas se inspiran para la realización de sus propios fines,
en la observación de los procedimientos naturales. Pero añade "El
principio de toda producción humana es la inteligencia divina, y ésta deriva,
según cierta semejanza, de la Inteligencia, principio ella misma de las cosas
naturales".
Sin embargo, esta doctrina sobre
el hombre y la naturaleza es utilizada frecuentemente a lo largo de los ocho
tomos que comentan el texto de Aristóteles. Por ejemplo, en el libro III
aclara: "(...) en todos estos tópicos, aquello que esté de acuerdo a la
naturaleza, debe ser deseado y promovido; todo lo que sea contra natura,
evitado y rechazado". En resumen, esta doctrina aparece íntegra en los
momentos decisivos de las principales cuestiones políticas tratadas por el
Santo.
Hugues Keraly, en su obra
"Prefacio a la Política" establece que "Acts Imitatur
Naturam" no es una vaga declaración liminar: "en el orden de las
predicciones humanas, cada cosa debe estar allí, imperativamente ordenada, por
lo menos si quiere tener éxito, si quiere durar..." Y agrega: "Así,
pues, también la constitución de la comunidad civil es una obra que se ha de
realizar de acuerdo con los principios del orden natural".
Luego, el primer principio de una
doctrina de la ciudad lo proporciona una ciencia diferente a la Política. En realidad, en la perspectiva Tomista, los principios fundamentales de cualquier ciencia
teórica o práctica son inferidos o de proposiciones evidentes a priori.
El segundo principio que introduce
Santo Tomás, puede resumirse así: "debido a que opera imitando a la
naturaleza, el conocimiento humano de las producciones técnicas es a la vez
teórico y productivo".7 Es decir, la teoría y la práctica.
Las consecuencias, propiamente
políticas, de este principio están en que la comunidad civil, sujeto del orden
político, no se presenta ni como un fenómeno físico (un hecho de la
naturaleza), ni como un efecto de la voluntad humana (una entidad moral). En realidad,
la sociedad consiste más bien en algo intermedio entre estas dos clases: es un
hecho físico-moral. Es decir, dependerá, a la vez, pero no bajo el mismo
aspecto, de una "Teoría" y de una "Práctica". O sea, hay
dos ciencias en Política: la de los principios y la de su aplicación, las
cuales no deben ser separadas ni confundidas.
El último principio introducido
por Santo Tomás es el de la "Totalidad". Este principio afirma
"donde existe relación de todo a parte (y sólo en la medida que exista),
la parte es para el todo, pudiendo éste disponer de aquella para sus
intereses".
Santo Tomás usa este principio
profusamente: "El ser de la parte es para el ser del todo. "Cada
parte ama naturalmente el bien común más que su bien particular". Sin
embargo, éste es uno de los problemas más difíciles de toda filosofía política:
el de las relaciones entre individuo considerado como "parte" del
todo social y la sociedad misma. Porque no se podría sostener que el individuo
"es para la ciudad" y que ésta podría "disponer de él en su
provecho", ya que se entraría en conflicto con todas las concepciones no
totalitarias de la vida social en las que se postula ante todo la primacía del
hombre sobre la sociedad.
El mismo Keraly se pregunta:
"¿Santo Tomás se oponía así a lo que se nos presenta como un verdadero
principio de derecho natural, hasta como una regla de gobierno y, más aún, a la
más explícita enseñanza de la Iglesia en materia social?" Sin
embargo, la respuesta de Santo Tomás es múltiple y muy explícita: "Es
evidente que todos los que forman parte de una comunidad son a la comunidad
como las partes al todo. Ahora bien, la parte es del todo en cuanto es lo que
es y, consecuentemente, todo bien de la parte puede ser ordenado al bien del
todo". "El bien particular se ordena al bien común como a su
fin, pues la razón de ser de la parte se encuentra en el todo. Por consiguiente,
el bien de la nación es más divino que el bien de un solo hombre".
Largo sería enumerar todas las
citas en que Santo Tomás se refiere al tema, pero es necesario citar una, en la
cual se condena sin apelación a la doctrina comunista y todas sus corrientes:
"El hombre no está ordenado a la comunidad política ni en todo lo que es ni
en todo lo que posee; por lo cual no hay por qué sea meritorio o vituperable
cada uno de sus actos con relación a la comunidad política". En síntesis,
podríamos decir que la relación que une al individuo y sociedad no es simple
sino doble, o mejor, depende de una doble aplicación de la misma doctrina
fundamental que expresa y resume el principio de totalidad.
Una primera aplicación a esta
relación, subordina al individuo a la sociedad, y los bienes particulares al
bien común; en una segunda, el hombre ya no es considerado como una simple
"parte" del "todo" social, sino que de una perspectiva más
amplia, donde la sociedad misma es sólo una parte. Luego, se podría inferir que
este principio subordina la sociedad a la persona. Pero, como la persona no es, para Santo Tomás, un fin en sí misma, es la sociedad y
la persona las que en definitiva se subordinan a Dios, fin último de todo
Universo creado.
Santo Tomás resume esta
argumentación en su obra "De Regno", que es, lamentablemente,
demasiado larga para reproducirla aquí. Una vez enunciados estos tres
principios, Santo Tomás se refiere ahora, en el mismo Prefacio, al hecho social
mismo, siendo ésta su primera consideración de filosofía política propiamente
tal. De ella se desprende que toda comunidad humana se define primero como un producto
de la razón práctica aplicada a la organización de las diversas actividades
humanas en la ciudad, es decir, que el fenómeno social es objeto de una
"Ciencia" posible, cuyos fundamentos deben ser inspirados por el
orden natural y conformes con las exigencias del principio de totalidad.
Santo Tomás entrega una definición
más general de la sociedad cuando dice: "Bien parece que la sociedad no
sea otra cosa que un conjunto de hombres reunidos para realizar y perfeccionar
algo en común". Es decir, la sociedad es definida como un
"Todo" orgánico complejo, integralmente dispuesta en función de la
finalidad primera de toda civilización: la educación para el bien común. Un
Estado que por cualquier razón no reconozca esta finalidad civilizadora, pierde
su razón formal.
A la larga, se disuelve en
disensiones, la anarquía o la esclavitud totalitaria.
Podemos concluir, entonces, que
sea razón formal de la sociedad es la que debe constituir la preocupación
principal y profunda de los gobernantes. Por ello, coincidimos con Keraly
cuando expresa: "Mientras más aspire la autoridad política a la
perfección, más querrá identificarse, para encarnarla duraderamente a los ojos
de sus "súbditos", con esta suprema Razón e Estado. No depende de
ella fijar los fundamentos y los fines del orden social, sino comprenderlos suficientemente
para mantener a la ciudad dentro de su cauce natural, 9 que consiste en
conformarse con él. Así el fin de la autoridad política y el de la sociedad
entera se encuentran confundidos: "El Estado cumple su bella función de
principio director que mueve al bien de todos: garantiza que no se perderá la
razón formal de la sociedad"
Hemos visto, muy sumariamente,
cómo Santo Tomás ha establecido los principios generales de los que debía
partir una doctrina de la ciudad, así como los caracteres propios de su objeto.
Todos estos elementos los reúne y entrega su definición de Ciencia Política.
En ella establece que todo lo que
puede ser conocido por la razón debe ser objeto de una ciencia; luego, la
sociedad puede ser conocida por la razón y, por lo tanto, la sociedad debe ser
objeto de una ciencia. Más adelante agrega que, la ciencia política pertenece
al dominio de los conocimientos prácticos y establece que esta ciencia debe
pertenecer al ámbito de la Filosofía Moral.
Podemos concluir que la Política es ciertamente una ciencia; auténtica e integralmente "científica". Es una
ciencia práctica, cuyo fin no es exclusivamente elaborar teorías sobre los
fenómenos de orden social, sino participar ella misma de lo que estudia y es
una ciencia moral, tanto por lo que estudia (actos humanos de la vida social),
como por el carácter moral de su vocación propia: conducir a la comunidad
entera al único bien que cada uno de sus miembros tiene verdaderamente en
"común" con los otros, el de una vida plena y buena; y plena por
buena.
Creo que en este Prefacio, que tan
sucintamente hemos comentado, hay uno de los grandes aportes de Santo Tomás en
materia política, hasta el punto que lo dejó expresamente escrito antes de
iniciar sus comentarios sobre Aristóteles.
A continuación, nos referiremos a
algunos conceptos que Santo Tomás ha expresado, en materia política, pero que
se encuentran dispersos en varias partes de su obra genial.
Santo Tomás y el Gobierno.
"No se es buen príncipe si no
se es moralmente bueno y prudente", escribe Santo Tomás y, en la Suma Teológica agrega: "Es imposible que el bien común de la Nación vaya bien, si los ciudadanos no son virtuosos, al menos aquellos a quienes compete
mandar". Por ello, es que Santo Tomás establece que el buen
gobernante debe estar dedicado en mente y corazón al bien común y que por eso, es
tan difícil serlo. Es, entonces, la ciencia política la que estudia esa actitud
virtuosa y educa para ella. Recordemos que, según Santo Tomás: "La
principal de las ciencias es la que versa sobre el objeto más noble y perfecto.
Y siendo ello así, la Política es la principal de las ciencias prácticas y la
que las dirige a todas, en cuanto que considera el fin perfecto y último de las
cosas humanas". Y más adelante agrega: "Se ocupa efectivamente del
bien común, que es mejor y más divino que el bien de los particulares".
Santo Tomás establece que es
necesario que los hombres que viven en sociedad sean gobernados por un jefe. Ve
en la autoridad el principio del orden y de todo el dinamismo social. Siendo la
sociedad una organización de hombres, lo formal es la estructura política, cuya
clave es la autoridad, de la que dimanan las leyes como nervios de la
organización; y lo material son los hombres, más o menos infraestructurados.
Pero además, Santo Tomás aclara:
"Siendo, pues natural que el hombre viva en sociedad, los hombres
necesitan que alguien rija la multitud". Es decir, hay una necesidad
natural de autoridad.
Origen Divino del Poder
Político.
La Teología Clásica
salvo muy raras excepciones ha aceptado, difundido y ampliado esta posición
Tomista, tanto en su tesis como en su argumentación divino-natural y
divino-positiva. En efecto, hemos demostrado que la sociedad y el poder
político son una exigencia de la naturaleza social del hombre, y que por lo
tanto, ambos proceden directamente de Dios. Y así lo reconoce el Concilio Vaticano
II, cuando expresa: "Es pues, evidente que la comunidad política y la
autoridad pública se funda en la naturaleza humana, y por lo mismo pertenecen
al orden previsto por Dios, aún cuando la determinación del régimen político y
la designación de los gobernantes se dejen a la libre elección de los ciudadanos".
Cabe agregar sí, que para Santo
Tomás, la voluntad soberana del pueblo en la institución del poder y en su
ejercicio es más relativa, en ambos aspectos: si tiene derecho natural a
organizarse en sociedad y a transferir el poder de autogobierno a la autoridad
es porque Dios ha constituido al hombre naturalmente sociable y naturalmente gobernable;
y sí el pueblo, con sus gobernantes, puede legislar su conducta social, el
valor de estos dictámenes está condicionado a que respondan a las necesidades y
deberes naturales del hombre, o, al menos, a que no los contradigan. "Si
la ley no es proporcionada a la virtud, No Es Ley"
El Bien Común.
Es, según Santo Tomás, razón de
ser y del obrar de toda autoridad gubernamental. Si la autoridad nace como
exigencia natural de la sociedad en orden al bien común humano que la define,
es natural que este bien común delimite sus funciones y su misma persistencia
legítima.
Para Santo Tomás, es de tal
importancia este concepto, tantas veces citado en este trabajo, que establece
que la mayor o menor adecuación para salvar el bien común, será el criterio
definitivo para valorar la legitimidad y preferencia de las diferentes formas de
gobierno. En realidad, ese mismo bien común es el que define a la ley, que
emana de la autoridad; como define a la justicia social o legal, y como define
a la prudencia gubernamental y que, deben ser a juicio de Santo Tomás, las
virtudes morales que han de brillar singularmente en un gobernante.
Santo Tomás establece que es
necesario que los hombres que viven en sociedad sean gobernados por un jefe. Ve
en la autoridad el principio del orden y de todo el dinamismo social. Siendo la
sociedad una organización de hombres, lo formal es la estructura política, cuya
clave es la autoridad, de la que dimanan las leyes como nervios de la
organización; y lo material son los hombres, más o menos infraestructurados.
Pero además, Santo Tomás aclara:
"Siendo, pues natural que el hombre viva en sociedad, los hombres
necesitan que alguien rija la multitud". Es decir, hay una necesidad
natural de autoridad.
Origen Divino del Poder
Político.
La Teología Clásica
salvo muy raras excepciones ha aceptado, difundido y ampliado esta posición
Tomista, tanto en su tesis como en su argumentación divino-natural y divino-positiva.
En efecto, hemos demostrado que la sociedad y el poder político son una exigencia
de la naturaleza social del hombre, y que por lo tanto, ambos proceden
directamente de Dios. Y así lo reconoce el Concilio Vaticano II, cuando
expresa: "Es pues, evidente que la comunidad política y la autoridad
pública se funda en la naturaleza humana, y por lo mismo pertenecen al orden
previsto por Dios, aún cuando la determinación del régimen político y la
designación de los gobernantes se dejen a la libre elección de los
ciudadanos".
Cabe agregar sí, que para Santo
Tomás, la voluntad soberana del pueblo en la institución del poder y en su
ejercicio es más relativa, en ambos aspectos: si tiene derecho natural a
organizarse en sociedad y a transferir el poder de autogobierno a la autoridad
es porque Dios ha constituido al hombre naturalmente sociable y naturalmente gobernable;
y sí el pueblo, con sus gobernantes, puede legislar su conducta social, el
valor de estos dictámenes está condicionado a que respondan a las necesidades y
deberes naturales del hombre, o, al menos, a que no los contradigan. "Si
la ley no es proporcionada a la virtud, No Es Ley".
El Bien Común.
Es, según Santo Tomás, razón de
ser y del obrar de toda autoridad gubernamental. Si la autoridad nace como
exigencia natural de la sociedad en orden al bien común humano que la define,
es natural que este bien común delimite sus funciones y su misma persistencia
legítima.
Para Santo Tomás, es de tal
importancia este concepto, tantas veces citado en este trabajo, que establece
que la mayor o menor adecuación para salvar el bien común, será el criterio
definitivo para valorar la legitimidad y preferencia de las diferentes formas de
gobierno. En realidad, ese mismo bien común es el que define a la ley, que emana
de la autoridad; como define a la justicia social o legal, y como define a la
prudencia gubernamental y que, deben ser a juicio de Santo Tomás, las virtudes
morales que han de brillar singularmente en un gobernante.
Las Formas de Gobierno.
Santo Tomás se refiere a las
formas de gobierno, principalmente en dos de sus obras: "Comentario a la Política de Aristóteles" y en "De Regno", a pesar de que siempre hace
referencia en otras. En síntesis, podemos decir que cuando el poder está en
manos de uno, de unos pocos o de muchos y, (muy importante), lo ejercen
correctamente en orden al bien común, la forma de gobierno la llama
respectivamente Reino (Monarquía), Aristocracia (Gobierno de los Mejores) y
Política o República. Estos dos últimos términos son usados por Santo Tomás, como
sinónimos. El término "Política" que usa frecuentemente en el libro
III de la Política de Aristóteles, además de darle un significado concreto de
una forma de gobierno (poder de muchos "Policracia",
"Poliarquía" o Timocracia"), significa también la sociedad
políticamente organizada en general, régimen político o gobierno en cualquiera
de sus formas.
Proporcionalmente a estas tres
formas correctas de poder político, establece una triple forma viciada,
ejercida a espaldas del bien común, en que el gobierno está en manos de unos
pocos o de muchos y los llama respectivamente: Tiranía, Oligarquía y
Democracia; de modo que la Tiranía viene a ser la corrupción de la Monarquía, como la Oligarquía es la corrupción de la Aristocracia, y como la Democracia es la corrupción de la Timocracia o República. Con respecto a esto último establece:
"Si, finalmente, el régimen injusto es ejercido por muchos, se llama
Democracia, es decir, principado del pueblo, esto es cuando la masa plebeya
oprime a los ricos por la fuerza numérica de la multitud, en cuyo caso todo el
pueblo viene a ser un tirano".
Es interesante destacar que cuando
se refiere a las formas de gobierno en la Suma Teológica, solamente la Tiranía aparece como forma incorrecta de gobierno, no la Oligarquía, que pueden ser más o menos correctas.
A parte, entonces, del natural
influjo del número (uno, varios, muchos) en la estructuración del gobierno, la
distinción entre Monarquía, Aristocracia y Democracia se establece formalmente
según los valores que se ponen en mayor relieve en la organización política para
el bien común, es decir, sentido de unidad, de virtud, de libertad y
participación.
Gobierno Monárquico.
La posición de Santo Tomás
respecto de su preferencia por esta forma de gobierno, es frecuentemente
comentada por los autores que han escrito sobre el tema. Sin embargo, creemos
que no puede ser obviado, aunque lo trataremos someramente. En este sentido, es
indudable que la paz, en el sentido dado por Cicerón de tranquila libertad o
por San Agustín de "tranquilidad del orden", es un factor importantísimo
del buen común, por no decir la síntesis de todos sus elementos integrantes,
aspiración de todo gobierno honesto. Ahora bien, la paz, en lo que tiene de
orden o unidad, tiene naturalmente más directa relación con una forma de Estado
Unitario y con una forma de gobierno monárquico por razones intrínsecas de
unidad, por analogía con orden natural, por la enseñanza de la historia y por
su conformidad con el gobierno teocrático. Santo Tomás lo expresa claramente en
la Suma Teológica: "El mejor gobierno es aquel que se hace por uno sólo.
La razón es porque gobernar no es otra cosa que dirigir las cosas gobernadas a
su fin". Continúa analizando la unidad y concluye: "La multitud es
mejor gobernada por uno que por muchos".
La Democracia.
Santo Tomás le da un sentido
peyorativo a la Democracia y la llama, en diferentes obras, gobierno plebeyo,
gobierno popular, gobierno de los pobres, en el que la mayoría numérica de los ciudadanos
se impone sobre la minoría más calificada y la oprime injustamente (de allí su
sentido peyorativo).
Sin embargo, en los comentarios y
en la Suma Teológica, le asigna a la Democracia una ventaja en cuanto a libertad e igualitarismo. Dice: "En el Estado popular (Democracia) en el que se
busca sólo la libertad, los mercenarios tienen derecho de ciudadanía".
En la Suma Teológica, entre varios, elegimos: "En el régimen aristocrático, la principalidad
se mide por la virtud; en la Oligarquía, por las riquezas; en la Democracia por la libertad". Libertad, igualitarismo, pobreza (o bien
anticapitalismo) son las notas de esta Democracia descrita por Santo Tomás.
Pero advierte que, un régimen popular de libertad e igualdad fácilmente cede a disensiones,
enfrentamientos y desigualdades intolerables y, en definitiva, a la pérdida de
la misma libertad.
Una libertad formal, sin contenido
y sin delimitaciones éticas degenera en libertinaje, que es la peor regresión
de la libertad.
Puede sufrirla una mayoría de
parte de una minoría incontrolada; o puede sufrirla, más irremediablemente una
minoría de parte de una mayoría avasalladora y, esto, es la Dictadura del Proletariado, insospechable en tiempos de Santo Tomás de Aquino.
El Régimen Mixto.
Santo Tomás, como hemos visto, se
inclina por la forma Monárquica, aunque sea con un poder moderado para evitar
un absolutismos tiránico. Esta idea de la moderación del poder del monarca le
llevó a concebir la teoría del régimen mixto como forma de gobierno óptima: el
mejor modo de moderar y potenciar la Monarquía es rodearla de Aristocracia y de
Democracia. Basta, quizás, esta cita para explicarlo: "No es comprensible
que de las dos formas pésimas de gobierno (Tiranía y Democracia) pueda salir
una forma de gobierno óptima. Mucho mejor proceden quienes integran el gobierno
de ciudad de diversas formas de gobierno, pues cuanto más mixto sea, tanto mejor
será, al tomar más ciudadanos parte en el gobierno de la ciudad".
Santo Tomás y otros Conceptos
Políticos.
La gran cantidad de citas indica otros
aportes de Santo Tomás en materia política, que se encuentran dispersos en sus
obras y que sólo alcanzamos a enunciar: La Tiranía es el abuso de poder más funesto. Efectos desmoralizadores de un mal gobierno. Riesgos de un gobierno pluralista.
Escala de valores del Rey. Honor o Gloria.
Dignidad del Rey. La Prudencia. La Justicia, La Ley. Cuerpos sociales intermedios y, en fin, varios otros; pero
creemos haber analizado los más importantes.
Conclusiones.
Valorando los conceptos emitidos
por Santo Tomás, se puede decir:
1. En primer lugar, la prioridad de la idea de
bien, concretamente la del Bien Común, en el que se incluye su proyección desde
el Bien Común social al Bien Común trascendente, sobre todos los demás valores,
especialmente sobre la idea de libertad. La política de Santo Tomás, más que
educar para la libertad, educa la libertad para el bien.
2. La subordinación de la sociedad
a la persona, a fin de que ésta logre su perfección integral viviendo en
sociedad. La sociedad no es sólo para que los hombres vivan, sino para que vivan
bien, que es vivir, en última instancia, virtuosamente en orden al fin último
sobrenatural.
3. En Bien Común, no como un todo
unívoco, suma de partes homogéneas, sino como un todo análogo u orgánico,
incompatible con el uniformismo y el igualitarismo socio-económico.
4. El origen divino-humano el
poder, que no está tanto en función de la voluntad del hombre, sino que en la de Dios, que quiso que los hombres viviesen en sociedad correctamente gobernados, y en
función del derecho natural, del que deriva el derecho positivo. Todo el
pluralismo político y el constitucionalismo tiene allí su camino y su límite. El
Rey que no gobierne de acuerdo al bien común, deja de ser realmente Rey, aunque
siga en el poder; y la ley que contraríe al derecho natural o no guíe al bien
común, no es ley.
5. El sentido orgánico o
cualitativo de Democracia, como constante participación del pueblo en las
tareas políticas en cualquier forma de gobierno, opuesto al voluntarismo
demagógico de la masa.
6. El equilibrio y realismo de la fórmula Tomista de la mejor forma de gobierno, que es la mixta o síntesis armónica de Monarquía,
Aristocracia y Democracia, en la que confluyen las ventajas de la Monarquía para la unidad y continuidad, las de la Aristocracia para la competencia del gobierno y las de la Democracia para el ejercicio de la libertad y de la participación
política de los ciudadanos.
7. Finalmente, así como Santo
Tomás escribió sus Comentarios a la Política de Aristóteles debería escribirse una obra con los Comentarios a la Política de Santo Tomás, por cuanto sus pensamientos son muy válidos hoy en día y creo, desconocidos por la gran masa.
Quizás esto ayudaría a recuperar
los valores perdidos por Occidente. En otras palabras, que el Príncipe de Tanto
Tomás recupere el sitial suplantado por el Príncipe de 18 Maquiavelo y que las
pautas ético-teológicas de Santo Tomás sean leídas por gobernantes y gobernados
y que permitan realmente a ambos, la búsqueda del Bien Común.
·- ·-· -······-·
Jorge Arancibia Clavel
Para el presente trabajo se han
tenido a la vista las siguientes obras, desde donde se han obtenido las citas
que se mencionan:
- Chesterton G.K.: "Tomás de
Aquino", Edit. Andrés Bello, 1974.
- Antología: "Sto. Tomás de
Aquino", Edit. Gabriela Mistral, 1975.
- Bovillon, Víctor: "La Política de Sto. Tomás", Edit. Nuevo Orden, Buenos Aires, 1965.
- Gacan y Gutiérrez, Eustaquio:
"La Filosofía Política de Santo Tomás de Aquino", Edit. Rev. de
Derecho Privado, Madrid, 1945.
- Keroly, Hugues: "Prefacio a
la Política", Edit. Tradición, México, 1976.
- Rodríguez, Victorino: "El
Régimen Político de Santo Tomás de Aquino", Edit. Fuerza Nueva, Madrid,
1978.
***
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