La cuestión social
La revolución industrial del siglo XIX desarrollada en parte
de Europa y América, unida a un capitalismo salvaje fruto de una mentalidad
individualista e utilitarista creó la llamada “cuestión obrera”. La explotación
del hombre por el hombre, la lucha de clases, la riqueza de unos pocos a costa
de la miseria de muchos, la situación del proletariado clamaban al cielo (como
hoy lo hacen la división del mundo entre el Norte desarrollado y el Sur
subdesarrollado). Los socialistas autollamados científicos, liderados por Marx
y Engels, en el Manifiesto comunista, denunciaron la situación injusta y
llamaron a la revolución, que se materializó, por primera vez, en la
Rusia de 1917 dirigida por Lenin.
Los socialistas, llamados utópicos, anteriores a los
marxistas, ofrecieron sus alternativas al sistema. También los cristianos,
inspirados por la Palabra de Dios, los padres de la Iglesia, los teólogos de la
Edad Media (en concreto Sto. Tomás de Aquino), despertaron su conciencia, y se
hicieron reformadores. Se puede citar como ejemplo a Federico Ozanam,
laico, profesor y reformador (entre otras obras creó las Conferencias de S. Vicente
de Paúl, todavía activas).
Esta conciencia social se fue transmitiendo a las leyes. Se
permitieron los sindicatos, para defender a los trabajadores, surgió el Derecho
del Trabajo, y se legislaron normas laborales.
León XIII en su profética encíclica “Rerum Novarum”,
de las cosas nuevas, de 1891, texto valiente y clarividente, preparó el
desarrollo de la moderna “Doctrina Social de la Iglesia” (DSI), que será
continuada por los Papas sucesivos hasta la “Deus est caritas” del Papa
Benedicto. No entro en su desarrollo histórico en este artículo.
La doctrina social de la Iglesia.
La DSI es un servicio desinteresado que la Iglesia ofrece
según las necesidades de los lugares y los tiempos. Responde a los problemas de
la sociedad a lo largo de su historia. No es un sistema abstracto, cerrado y
definido, sino concreto, dinámico y abierto.
La empresa capitalista es una institución de derecho privado
en la que se defiende la propiedad privada de los medios de producción. Se
pretende suavizar el contrato de trabajo con elementos del contrato de sociedad
reformando la empresa para superar la confrontación de los trabajadores
y los propietarios del capital y para lograr una mayor participación de los
primeros. “El trabajo, por su carácter subjetivo o personal, es superior a
cualquier otro factor de producción. Este principio vale, en particular, con
respecto al capital” Compendio de la DSI 276.
El ideal es transformar a la empresa en una verdadera comunidad
humana y humanizadora, compuesta de personas libres y autónomas, en medio
de una sociedad abierta y pluralista, propiciando un esfuerzo creativo, más
participado y responsable, por el que se consiga una producción eficaz de
bienes y servicios. La finalidad de la empresa no es simplemente la producción
de beneficios, sino su existencia misma como comunidad de personas que, de
distintas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y
constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera. La persona, como
centro de la empresa, y de la vida social en general, es superior a las cosas,
el trabajo prima sobre el capital, la ética sobre la técnica, el espíritu sobre
la materia. “El trabajo humano no sólo procede la persona, sino que está
también esencialmente ordenado y finalizado a ella” Compendio de la DSI nº 272
El trabajo debe respetar los derechos humanos que, basados
en Dios mismo, son consecuencia de la dignidad del hombre. “El trabajo humano
no sólo procede la persona, sino que está también esencialmente ordenado y
finalizado a ella” Compendio de la DSI nº 272. De las distintas visiones del
hombre, la tradición judeo-cristiana, que comparto, lo declara como “imagen
de Dios”, valor absoluto y, por tanto, un fin en sí mismo. La libertad es el gran
don del hombre que en conciencia, debe elegir el bien presentado por la razón.
Se entiende que la conciencia está formada de acuerdo a la ley natural.
Un principio básico es la participación de los trabajadores,
como se ve en el siguiente texto: “La relación entre trabajo y capital se
realiza también mediante la participación de los trabajadores en la propiedad,
en su gestión y en sus frutos” Compendio nº 281
La DSI, en su encíclica “Laborem exercens” distingue la
actividad personal (trabajo subjetivo), el objeto sobre el cual actúa esa
actividad (aspecto objetivo) y el medio por el cual actúa (aspecto
instrumental). En el trabajo actúa todo el hombre. La dignidad del trabajador
radica en su dimensión subjetiva. El trabajo se deshumaniza cuando
prevalece una civilización materialista, que lo considera como mero medio de
producción. El trabajo considerado como servicio a los demás, desarrolla la
inteligencia y robustece la voluntad. Contribuye a la propia perfección, cuando
se ofrece a Dios y redime al hombre colaborando con la creación.
La responsabilidad social corporativa, ¿responde a la
DSI?
Wikipedia la define como: “el conjunto de prácticas y
sistemas de gestión que persiguen de forma voluntaria la sostenibilidad
económica, social y medioambiental de la empresa y la interacción con los
grupos de interés que operan en el ámbito de las operaciones de la empresa”. Me
voy a centrar en el grupo de interés del trabajador.
La DSI considera los valores de la equidad, la participación
de los trabajadores y la búsqueda de intereses colectivos. Independiente de si
se gana dinero o no, la persona es el fin último y sus derechos se derivan de
su dignidad inalienable. Ej. La sensibilidad al medio ambiente, la oposición al
trabajo infantil son factores a los que la empresa responde requerida por los
clientes concienciados en estos temas.
Coyuntura vs permanencia. La protección a la persona,
la importancia del trabajador siempre, por definición de la DSI, será así,
mientras que la RSC mira la coyuntura, depende de lo que piensen los clientes y
accionistas en ese momento.
Instrumental vs. Normativa. La persona según la RSC
es un medio para el fin de la empresa (ganar dinero y permanecer en el
mercado). En la DSI se defiende por principio, es un fin en sí misma, a la que
cualquier medio debe someterse, según el viejo principio de “el fin no
justifica los medios”.
Participación. Debido a que la persona es
protagonista tiene derecho a participar en las decisiones empresariales, según
la DSI. Cooperativas, como el grupo Mondragón, se han constituido de esta
forma. La autogestión es un valor en sí mismo. La empresa capitalista, sin
embargo, no tiene por qué ofrecer esa gestión del personal en las decisiones de
la empresa, competencia de la Dirección y el Consejo de Administración.
Responsables somos todos
Se podría hablar de clientes responsables, que elijan
consumir e invertir en marcas de empresas responsables. No se puede exigir a
las empresas una mayor exigencia que la de los ciudadanos.
El poder de los trabajadores es crear sindicatos
responsables, que atiendan no sólo a los intereses de los trabajadores de la
empresa sino al del conjunto, incluyendo parados y trabajadores del llamado
tercer mundo. El poder de los consumidores está en agruparse en asociaciones
desde las que exigir estos valores. El poder de los ciudadanos es elegir a sus
representantes mediante el voto.
Además de todo ello queda el testimonio personal. No puedo
cambiar mi empresa, pero sí mi puesto de trabajo. No puedo vencer el consumismo
reinante consecuencia de una propaganda apabullante, pero puedo ser austero. No
se puede menospreciar lo pequeño, porque como decía Schumacher, en su famoso
libro, lo pequeño es hermoso. Muchas cosas pequeñas quizá no cambien el mundo
pero ayudan a hacerlo más habitable. La alegría también se basa en seguir la
conciencia cuidando los detalles, como ofrecer y acabar una tarea, prestar un
servicio con buena cara, cumplir los horarios y normas laborales. En
definitiva, tener en cuenta al otro y sus necesidades en las relaciones
personales de esta comunidad humana que es la empresa. ·- ·-· -······-·
Javier Pueyo Usón
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