Las “feministas del género” constituyen una élite
intelectual numéricamente reducida, pero capaz de ejercer una profunda
influencia política mediante campañas de persuasión y difusión de su visión y a
través de la hábil manipulación de los procedimientos burocráticos e
institucionales. De esta habilidad es testigo atenta e
inteligente Dale O’ Leary, autora de muchos ensayos sobre la cuestión femenina.
La O’ Leary reconstruye detalladamente las tácticas con las cuales las
feministas radicales han conseguido meter la propia agenda política en
encuentros internacionales de alto perfil, como la IV Conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre la mujer que tuvo lugar en septiembre de
1995 en Pekín.
En el siglo XVIII el feminismo presenta una
cierta unidad teórica debida, asimismo, al movimiento por los derechos civiles.
De la misma manera, en el 68, la participación a la contestación garantiza la
cohesión del movimiento en el cual conviven reivindicación de los derechos de
la mujer, marxismo y radicalismo libertario. Es a finales de la década de los
70 que el feminismo entra en crisis como movimiento organizado.
Contemporáneamente las teorías y las temáticas defendidas por las feministas,
que a menudo han alcanzado puestos de prestigio dentro del mundo académico,
continúan creciendo y diversificándose. Pero, a pesar de la diversidad, las corrientes del feminismo asumen las tesis del feminismo radical de género, que por lo
tanto constituyen una suerte de mínimo común denominador entre las distintas
tendencias del feminismo internacional.
Las tesis del feminismo radical de género
se difunden a partir de la década de los 70. Éstas manifiestan la influencia
ejercida sobre el pensamiento feminista por el radicalismo libertario, por el
marxismo, por el post-estructuralismo y por el existencialismo. En esta ocasión
me limitaré a la consideración de las ideas del radicalismo y del marxismo que
son asumidas por el feminismo.
El radicalismo libertario traslada al
feminismo de género su concepción de la libertad. Se trata de una libertad
entendida como pura posibilidad de elección. El feminismo radical, asumiendo la
antropología libertaria, afirma que la identidad sexual no está determinada por
el sexo biológico, porque el cuerpo no debe representar un obstáculo y un límite
a la libertad. Al contrario, el individuo debe poder elegir libremente el
género al cual pertenece, esto es, si ser hombre o mujer. Según esta
perspectiva, el sexo biológico no es y no debe ser el punto de referencia en la
formación de la identidad sexual de la persona, por lo tanto es necesario
intervenir desde el comienzo del proceso educativo para que el hombre construya
su propio género de pertenencia, libre de todo ligamen cultural que lo oriente
a la heterosexualidad como elección normal.
La segunda gran contribución a la formación
de la ideología de género procede del marxismo. Para el marxismo toda la
historia es una lucha de clases entre oprimidos y opresores. Las feministas
radicales piensan que la revolución comunista, identificando las razones de la
opresión en la explotación económica, haya errado el objetivo. Según éstas la
revolución, para ser eficaz, debe dirigirse a la cancelación de las “clases”
sexuales, es decir, eliminar las diferencias entre los sexos. Si para conseguir
la liberación de la opresión es necesario quitar de las manos de los opresores
los medios de opresión, la revolución no debe limitarse a quitar la propiedad
de las manos de los capitalistas, sino destruir la familia patriarcal origen de
la explotación de la mujer. Dado que engendrar hijos y crecerlos vuelve a la
mujer económicamente vulnerable, y la vulnerabilidad es una condición que hace
posible la explotación, es necesario orientar a la mujer a trabajar la jornada
entera y entregarle el control total de la reproducción.
El objetivo inmediato del feminismo de
género es crear una opinión que considere la igualdad no como igual dignidad,
sino como participación estadísticamente igual para la conquista del poder. El feminismo de género parte de dos supuestos abstractos e irreales: el primero
consiste en la idea que el hombre no tiene una naturaleza o que ésta sea
irrelevante, el segundo en la idea que la relación entre hombre y mujer sea
expresión de un conflicto por el poder. Ambos supuestos llevan a la confusión
entre identidad sexual y preferencias sexuales.
De hecho, a diferencia de lo que afirma la
ideología de género, la identidad sexual está siempre determinada por una
naturaleza humana que se exprime mediante un sexo biológico-genético y
somático, psicológico y sociológico. El sexo psicológico es la conciencia que
cada uno tiene de su pertenencia a un determinado sexo. El sexo sociológico es
aquel que es asignado a la persona en el momento del alumbramiento: éste
exprime la percepción que el mundo tiene de ella y por consiguiente guarda
relación con la función y los roles que la sociedad le reconoce. A tal
propósito hay que decir que, si por una parte los roles sociales no deben ser
considerados como vinculantes de manera irreversible a la biología, por otra
parte la cultura no debe ser óbice a la naturaleza. Romper con la naturaleza,
actuar por encima de los límites y de las oportunidades escritas en ella,
destruye al hombre. La situación normal, esto es, la situación conforme a la
norma constituida por la naturaleza, consiste en el desarrollo armonioso de la
identidad sexual genética y somática en la dimensión psicológica y social de la
persona, de manera tal que la identidad sexual y la orientación (esto es, las
preferencias sexuales) no estén en conflicto entre ellas, sino que ambas
expriman la tendencia del hombre hacia la mujer y viceversa, tendencia que hace
a ambos conscientes de ser llamados a la comunión interpersonal. Hombre y mujer
tienen necesidad el uno del otro para desarrollar la propia humanidad, es en la
relación recíproca que ambos se vuelven conscientes que la plenitud puede ser
alcanzada sólo entregándose desinteresadamente al otro. En esta perspectiva el
sexo no se presenta como privilegio o como discriminación, sino como oportunidad de realizar la propia humanidad.
La ideología de género identifica en la
familia el mayor impedimento a la construcción de un mundo nuevo totalmente
libre, porque es en la familia que según las feministas se realiza el
condicionamiento social de los niños. Coherentemente, el feminismo radical
considera necesario emprender un cambio cultural que debe comenzar por la
deconstrucción de los roles dentro de la familia (marido/mujer, madre/padre);
el fin de la familia es visto como el fin de la institución que determina la construcción
social de la diferencia hombre-mujer y, por tanto, la condición que hace
posible el retorno a la sexualidad polimorfa originaria en la cual no se podrá
ni tan siquiera hablar de heterosexualidad, homosexualidad o lesbianismo,
categorías que serán abandonadas merced precisamente a la disponibilidad hacia
cualquier forma de relación sexual.
La peligrosidad social de estas teorías y
la capacidad que tienen de penetración está demostrada por las políticas
“sociales” del gobierno socialista. Como ya ha ocurrido con todas las teorías que
han asaltado la civilización natural y cristiana desde el Renacimiento y el
Protestantismo (pasando por la Revolución francesa, el comunismo y la
revolución cultural del 68), también en este caso nos hallamos frente a una
masificación de ideas que en su orígen estaban reservadas a un restringido
círculo de personas. Es necesario, por tanto, que la oposición a los proyectos
de enajenación del hombre de su naturaleza y de su origen y destino eternos se
lleve a cabo a través de una nueva obra de inculturación de la Fe y de la
cultura católica correspondiente. Sin un retorno al punto de partida donde
comenzó el proceso de ruptura con los principios básicos de la civilización
cristiana (Tradición, Familia y Propiedad) para desde ahí restaurar un orden de
la sociedad conforme a la ley natural y cristiana, nuestra civilización
occidental se verá abocada a la desaparición. ·- ·-· -······-·
Ángel Expósito Correa
P.S. Para una visión alternativa de un feminismo conforme a
la ley natural y cristiana (salvo en la cuestión de la “libertad de conciencia”
en tema de anticonceptivos – debido quizás a su carácter multiconfesional –, a
ciertos juicios históricos que reflejan cierta adhesión a la leyenda negra
anticristiana y a cierto tufillo feminista – tal vez debido a la voluntad
polémica de oponerse al feminismo de izquierdas), recomiendo la página web en
español de “Feminist for Life” http://www.feministsforlife.org/espanol/index.htm,
asociación de la cual es miembro la ex candidata a la vicepresidencia de
Estados Unidos, Sarah Palin http://www.fundacionburke.org/2008/10/28/dios-bendiga-a-sarah-palin/
***
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
|