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El General Jake Smith mando a los soldados estadounidenses  «kill and burn...», mantando a todos lo muchachos filipinos que tuvieran más de 10 años.

La persecución del uso oficial del idioma español en Filipinas

por Guillermo Gómez Rivera

Tras la invasión de Filipinas por los Estados Unidos se pesiguió la lengua Española y la fe Católica. Solo en el primer asunto han tenido relativo éxito

La primera estrategia: negar que el idioma español se habló, y se habla, en filipinas

Es verdad que nunca fueron todos los habitantes de las Islas Filipinas los que tuvieron al idioma español como su lengua materna. Pero tampoco es justo decir que este idioma nunca se habló en Filipinas en escala nacional o "que nunca tomó tierra".

El mero hecho de que el español empezó a ser el idioma oficial de las Islas Filipinas desde el 24 de junio de 1571, día de la fundación de Manila como la ciudad cabecera del Estado Filipino bajo la Corona de España, hasta en 1987, año en que se promulgó la cuestionable constitución de la presidente Corazón 'Cory' C. Aquino, bien puede poner en solfa a todos aquellos que digan que este idioma nunca se habló en, o que nunca llegó a, Filipinas.

Siendo idioma oficial durante tantos siglos debe muy bien entenderse que fue el idioma de la judicatura, de la legislatura y de las escrituras y las publicaciones oficiales, como judiciales, de este Archipiélago.

También es innegable que existe un gran cuerpo de obras literarias, en fin una tradición literaria, por autores filipinos desde 1593, año en que se fundó la primera imprenta en estas islas, hasta el presente.

Todo esto es evidencia de que el idioma español bien se habló en Filipinas, y no en la extensión regateada en que los cuestionables documentos usenses o norteamericanos nos quieren decir.

Y decimos ‘cuestionables documentos’ porque ya es un hecho que los colonialistas usenses han tenido, ---¡y tienen!---, una "language agenda" a favor del inglés desde 1898 y en contra del idioma español en Filipinas al que miran como un obstáculo latente a sus objetivos "lingüísticos" y de imperio económico.

En cuanto a la irresponsable aseveración de que el idioma español "nunca tomó tierra en Filipinas" reproducimos las palabras de un prohombre filipino, Rafael Palma, socio fundador, en 1924, de la Academia Filipina y, más tarde, Presidente de la "University of the Philippines" fundada en 1908 por el colonialismo WASP usense. Escribe el antiguo, y arrepentido, revolucionario filipino, señor Rafael Palma:

"¡Aun vive la vieja alma de España aquí! En todas partes veo su sombra, proyectándose como desde una inmensa altura y ocupándolo todo. Rastrea su influencia en todas nuestras poblaciones, en los monumentos, en los templos, en las calles, en los cuadros de las casas, en los libros del que aprendimos, en nuestras maneras, en el lenguaje, hasta en lo último, en nuestros vicios y defectos. Se nos ha trasvasado en las venas la sangre de aquella España decadente que nosotros despojamos aquí…

"La sombra de España peregrinará por nuestra tierra años y años. Aun hablaremos su lenguaje los que crecimos odiándola por sus instituciones y sus hombres, los que con la pasión de la libertad masónica deshicimos su cabeza con el hacha de la revolución. Por eso, me empequeñece el hablar mal de España y los españoles.

"Siento rubor y vergüenza cuando injurian a esa vieja nación los hijos de esta tierra… España no es ya más que una sombra en tierra filipina é injuriar a una sombra es propio de pequeños y cobardes. (Fragmento de su artículo: "¡Saludo a esa vieja España!" (Palma, 1914, 127-129, en el periódico de Cebú, ‘El Nuevo Día’, editado por Sergio Osmeña, luego presidente de Filipinas.)

Otro escritor filipino de gran renombre, Tirso de Irrureta Goyena, en un artículo que publicó en la segunda década de los 1900, no solamente corrobora lo que el rebelde katipunero Rafael Palma escribió en 1914, sino que define al idioma castellano, o español, como el verdadero idioma nacional de los filipinos. Dice:

“El idioma castellano no tiene ni puede tener en Filipinas la misma consideración que el inglés, con merecerla, y mucho, este idioma. El castellano en algo más. Es, en la actualidad, un idioma tan filipino como lo son el tagalo y el bisaya. Y lo es, porque en ese idioma se ha moldeado la nacionalidad filipina.

“Antes del descubrimiento de las islas había en el archipiélago un sistema de gobierno primitivo en relación con el de los países occidentales. Sí, pero gobierno al fin, que integraba un principio de autoridad, un derecho y una persona que era el símbolo de la soberanía. Pero esta soberanía no era única, porque existían varias, tan independientes unas de otras, como lo son en la actualidad los distintos estados sud-americanos. No existía entonces una verdadera nacionalidad filipina, sino que existían una nación cebuana, una tagala, una mora ó mahometana, er cétera. Y aun dentro de estas agrupaciones, la división política se fraccionaba de una manera múltiple. Tres cientos años de dominación hispana, hicieron desaparecer esas soberanías independientes y borraron el fraccionamiento político del archipiélago. Las distintas nacionalidades, como la tagala, la bisaya, la ilocana dejaron de ser tales nacionalidades y dejaron de ser tales soberanías políticas independientes, y separadas entre sí, para convertirse en meras regiones de una nacionalidad superior que es la actual filipina.

“El descubrimiento y la conquista obraron en Filipinas el mismo fenómeno que en America. En México, por ejemplo, no existía la nacíon mexicana. Existian los mexicanos, los tlascaltecas, los zempoales. La invasión hispana borró esas diferencias y la entidad México surgió por primera vez como un sólo cuerpo ante la Historia. Así también surgió aqui, en estas islas, por obra de la conquista, la nacionalidad mayor, la nacionalidad filipina.

“Quizás se arguya que lo que se creó fué, no una nacionalidad nueva, sino una especie de estado nuevo. Pero no es así. Un estado no representa más que la unidad política, como la que existe en la India, donde los ingleses han creado un veirreinato colonial a explotar, pero han tenido buen cuidado de conservar las diversas religiones, costumbres y aún gran parte de las soberanías políticas limitadas que había antes de la ocupación, llegando al extremo de poner unos sultanatos frente á otros, para dominar sobre las bases de la división interna y de las luchas intestinas.

“La unidad establecida por el dominio hispano en Filipinas fué una unidad más alta, más noble y más desinteresada. Fué una unidad de religion, de costumbres y de tradiciones. Esa religión no era ninguna de las anteriormente existentes en el país antes del descubrimiento. Algunas de esas costumbres fueron importadas directamente de España y los Virreynatos de América, y, sí, el resto lo constituyeron las mismas costumbres autóctonas, fueron profundamente modificadas en el troquel de la civilización hispana. Las tradiciones son también un producto resultante de las leyendas nativas y las españolas, y durante el transcurso de tres centurias se creó un acervo tradicional natamente hispano-filipino. . Se creó, en realidad, la verdadera nacionalidad é historia de Filipinas.

“Ninguno de los lenguajes del archipiélago habia hecho sentir su predominio sobre los otros. Pues vino este último, el castellano, á estas islas, y constituyó el nexo de unión entre todos los miembros de la naciente nacionalidad filipina. Fué el medio de que pudieron servirse para entenderse entre sí el tagalo con el bisaya, el ilocano con el bicolano.

“Si asi no hubiese ocurrido, la literatura revolucionaria del país hubiera sido tan solamente tagala ó pampanga, pero no fué asi. Los patriotas de la época revolucionaria, para inflamar á su pueblo, emplearon el idioma castellano. Este fué el vehículo espiritual de la guerra libertadora. Esto no puede dudarse. No puede suponerse que lo hicieron los insurgentes tan solo para hacerse oir y entender del gobierno de la metrópoli contra la cual luchaban, porque los patriotas de la revolución redactaban en ese mismo idioma sus proclamas, sus órdenes, sus arengas, sus decretos, sus resoluciones y sus leyes. Gobernaban y dirigían al pueblo filipino en castellano.

“Y al cristalizar aquel movimiento en un gobierno formal, ese gobierno redactó su constitución política y deliberó, resolvió y dió fé de vida de todos sus actos oficiales en el idioma de Castilla. Las relaciones contractuales y demás documentos representativos de las diversas transacciones de la sociedad filipina durante la época revolucionaria y hasta mucho después, se realizaron, en su mayor parte, en castellano.

“¿Y por qué lo hicieron así? Porque, sencillamente, consideraban al castellano como el idioma nacional de todos los filipinos. Si hubiesen tenido al castellano como extrangero, no hubieran redactado en castellano los filipinos su código fundamental, sus leyes, sus decretos, su prensa, sus documentos; todos los actos de su vida. En fin, no habrían hablado ni escrito en ese idioma.

“Pretender ahora que ese idioma desaparezca de aquí y sea suplantado por otro, sea el inglés ó sea cualquier otro, sería pretender borrar la verdadera historia, la verdadera nacionalidad filipina y la verdadera vida del país. Hay que conservar el castellano, porque es uno de nuestros idiomas, y como lazo de unión, como factor común, es nuestro idioma superior, nuestro idioma filipino, nuestro idioma genuino y verdaderamente nacional.” (Fragmento de su artículo de prensa que luego fue recogido como parte de su libro “Por el Idima y Cultura Hispanos en Filipinas”, página 40, Imprenta UST. Manila, 1917.)

La razón de ser del idioma español en Filipinas

Por cierto que esa razón de ser, como queda muy bien señalado, es mucho más de lo que el idioma inglés pueda tener ya que los habitantes de Filipinas se convirtieron, además, en plenos ciudadanos españoles mientras que los mismos, bajo la férula de EE.UU., jamás fueron aceptados por los neocolonialistas WASP usenses como plenos ciudadanos de ningún Estado de Norte-América, durante todo el tiempo que duró el directo régimen colonial norteamericano, (de 42 años), sobre este archipiélago.

Esta misma verdad sobre la razón de ser del idioma español en Filipinas con relación al status de ciudadanos españoles otorgado a todos los filpinos es un hecho que se ve citada, aunque renuentemente, por un historiador WASP usense, John Leddy Phelan, en su libro "The Hispanization of the Philippines" (La Hispanización de Filipinas, -- Imprenta de la Universidad de Wisconsin,1953, EE.UU.).

En medio de su visceral hispanofobia, Mr. Phelan, no pudo ocultar del todo el hecho de la ciudadanía española de los habitantes de estas islas cuando sus mismos reyezuelos indígenas libremente aceptaron al Rey de España como su "natural soberano" ("natural sovereign" Op.cit. pp. 23-25) a cambio de los servicios que la corona española les iba de dar y que, de hecho, les dio, tales como la fundación y la organización del Estado Filipino desde los tiempos del Adelantado Miguel López de Legazpi que, para empezar, fundó Manila como la Capital y asiento del gobierno del Estado Filipino.

Al aceptar al Rey de España como su natural soberano, los habitantes aborigínes de estas islas se convirtieron en plenos sujetos españoles, es decir ciudadanos españoles.

Y, al hacerse ciudadanos de España, (específicamente entre 1810 y 1830 con la Constitución Democrática de Cádiz), tenían de hecho la necesidad de aprender el idioma español, idioma de sus leyes, y utilizarlo como el idioma oficial de su Estado Filipino cuyo nombre es Filipinas. Ésa, en breve, es la razón de ser del idioma español en Filipinas puesto que tras casi cuatro siglos, los tagalos, los visayos, los ilocanos, los chinos del Mayí, etcétera, se desarrollaron y se convirtieron en filipinos por precisamente hablar en español hasta que la ya existente nacionalidad filipina pensó en su independencia política con la fundación de la Primera República de Filipinas en 1896. Y la razón de ser del idioma español en estas islas no pudo negarse ni por la República revolucionaria de 1898 porque tuvo este mismo idioma como su lengua oficial.

Cuando los Estados Unidos se anexionaron las Islas Filipinas en 1900, tras despiadadamente destruir en una guerra injusta a la mencionada República de Filipinas, forzó el idioma inglés sobre los habitantes de estas islas, mediante un sistema de educación pagado por dichos habitantes, sin hacerles, a los mismos, ciudadanos de Estados Unidos.

De Agustín de Cavada a Malolos

Pasemos ahora al campo de las estadísticas. Es verdad que cuando Filipinas tan solamente tenía una población de un poco más de cuatro millones y medio (4,500,000), Agustín de la Cavada y Méndez de Vigo, señaló que los indios, o indígenas, que hablaban español en estas islas no rebasaban el 2.8 por ciento del número de la población citada.

Pero este libro de tal estadística salió a la luz en 1870 o tan solamente siete años después de que, por decreto de la Reina Isabel II en el año 1863, se establecía el sistema de instrucción pública en todas las islas cuyo medio de instrucción era predominantemente el español, ----con los idiomas principales del archipiélago sirviendo de medios auxiliares de educación.

Al llegar el año de 1898, en que se separó Filipinas de España, el porcentaje de los filipinos de habla española tendría que haber aumentado considerablemente. Y si, de hecho, el aumento del número de hispanohablantes no hubiese crecido en proporciones más altas y de extensiones más profundas en todas estas islas a partir del dado 2.8 por ciento en 1870, los delegados filipinos a la primera convención constituyente celebrada en Malolos, Bulacán, en 1898, no hubiesen declarado al idioma español como la optada lengua oficial de la República de Filipinas, ---- tal como nos lo tiene provisto la Constitución de Malolos.

Tampoco hubiesen utilizado, los gobernantes filipinos bajo el Presidente Emilio Aguinaldo, al idioma español en todas sus proclamas y sus publicaciones oficiales, ----entre las cuales se encuentra el diario-vocero denominado "La Independencia".

Y José Rizal, un políglota que bien sabía siete lenguas incluyendo la tagala y la inglesa, no hubiese escrito sus obras fundamentales en español. Las hubiese escrito en inglés y en tagalo. ¡Pero no! Todo lo escribió José Rizal en español para sus compatriotas que naturalmente podían leerle en esta misma lengua.

Manuel Arellano Remondo

En un libro publicado en 1908 por la Tipografía del Colegio de Santo Tomás de Manila, titulado Geografía General de Las Islas Filipinas, cuyo autor es el Muy Reverendo Padre Fray Manuel Arellano Remondo, se encuentra el siguiente dato en la página 15.

"La población disminuyó por razón de las guerras, en el quinquenio de 1895 a 1900, pues al empezar la primera insurrección se calculaba en 9,000,000 y actualmente (1908) no llegarán a 8,000,000 los habitantes del Archipiélago".

La referida "primera insurrección" fue la que ocurrió el 29 de agosto de 1896 en contra del gobierno español. En ese caso, la población de Filipinas en ese año llegaba a los citados nueve millones (9,000,000) de habitantes, según esta fuente, aunque hay otras fuentes que dicen diez millones (10,000,000).

Las estadísticas de 1903-05 se hicieron a base de una adrede equivocación

Los censos norteamericanos de 1903 y 1905, calculan de soslayo que los hispanohablantes de este archipiélago nunca han rebasado, en su número, a más del diez por ciento (10%) de la población durante la última década de los mil ochocientos (1800s).

Esto quiere decir que 900,000 filipinos, el diez por ciento de los dados nueve millones citados por el Fray Manuel Arellano Remondo, tenían al idioma español como su primera y única lengua.

No es verdad que ese 10% de aludidos filipinos tenía al idioma español tan solamente como una segunda, o una tercera, lengua. Subrayamos, a riesgo de repetirnos, que lo tenían como su única lengua. Su primera lengua. Su lengua materna.

Además de esos nuevecientos mil (900,000), Don Luciano de la Rosa, katipunero y el abogado defensor de los demandados por libelo a raíz del editorial "Aves de Rapiña" del diario manileño, ‘EL RENACIMIENTO FILIPINO’ de 1907, concluye, en un estudio que citamos en el libro: Filipino: Origen y Connotación, Manila, 1960, "que es el 60% de los filipinos" de su tiempo "los que tenían al idioma español como su segunda lengua".

Si añadimos a los 60% los anteriores 10%, tenemos al 70% de la población filipina como usuaria cotidiana del idioma español entre 1890 y 1940.

Dean C. Worcester, verdugo de la prensa libre en Filipinas

El dato dado por el abogado Luciano de la Rosa queda corroborado por la declaración jurada del Secretario del Interior y el demandante en aquel escandaloso caso contra el diario "El Renacimiento" , Dean C. Worcester, cuando éste reveló bajo juramento judicial que:

"El español se habla y se lee a un grado más o menos alto en todos los pueblos; en prácticamente todos los barrios importantes, y, a un grado limitado, en el territorio habitado por las tribus no-cristianas". (Vide: página 86 de "TRIAL TECHNIQUE AND PRACTICE IN COURT" Vol. IV, 3ra Edición, Por el abogado Vicente J. Francisco (fundador del famoso "Francisco Law School"), que contiene el archivo del célebre caso de libelo contra el diario El Renacimiento sobre su editorial "Aves de Rapiña" en 1908.)

Por otro lado, unos recientes estudios por el Dr. Rafael Rodríguez Ponga señalan, sin embargo, que los filipinos de habla española, al liquidarse la presencia peninsular en este archipiélago, llegaban al catorce (14%) por ciento de la población de la década 1891-1900. Es decir, el 14% de una población de nueve millones (9,000,000), que serían un millón (1,260,000) y dos cientos sesenta mil de filipinos que eran primordialmente de habla hispana. (Vea Cuadernos Hispanoamericanos, enero de 2003).

El primer genocidio fue verdaderamente sangriento

El Padre Fray Manuel Arellano Remondo, al informarnos que "la población disminuyó por razón de las guerras", se refiere indudablemente a las víctimas de la Guerra entre la primera República de Filipinas de 1898 y el invasor Estados Unidos de Norteamérica. Esa disminución de la población filipina nos lo señala luego otra fuente, esta vez usense norteamericana, como constituyendo "la sexta parte de la población filipina".

La fuente norteamericana a la que nos referimos es la del historiador James B. Goodno autor del libro The Philippines: Land of Broken Promises, Nueva York, 1998, cuya página 31 nos suministra esa importante cifra y dato. Si hemos de creer que fue LA SEXTA PARTE de la población filipina la que pereció como víctima de las sangrientas masacres perpetradas por la soldadesca invasora de Estados Unidos entre 1898 y 1902, las bajas de una población total de nueve millones sumarían, de hecho, a un millón y medio (1,500,000). Y, diga lo que se diga, este hecho histórico es evidencia de nada menos que de un genocidio cometido en contra del pueblo filipino que precisamente es de habla española. Si ahora se puede inclusive decir que el español "nunca se habló en Filipinas", ese resultado es la evidencia misma del genocidio perpetrado durante la guerra filipino-usense que se prolongó hasta 1907, ----incluyendo la masiva resistencia armada puesta frente a la invasión militar de Estados Unidos, por parte del segundo presidente y general de la República Filipina de 1898, Macario Sacay y de León.

El Presidente Macario Sacay asumió el poder tras la captura y arresto domiciliar del Presidente Emilio Aguinaldo. Pero en 1906 Sacay fue engañado, mediante políticos filipinos (que empezaron a creer en la "benevolencia" norteamericana), con una falsa oferta de amnistía y un posible puesto en la proyectada Asamblea Nacional de 1907.

Tras capturado durante un baile dado en su honor, el Presidente Macario Sacay fue calladamente ahorcado en 1907 de una forma injusta y totalmente criminal en comparación con el caso de José Rizal. ¡Ahorcaron criminalmente al segundo presidente de la República de Filipinas! Pero ningún libro de texto para la enseñanza de la historia filipina denuncia este crimen de la misma forma en que se denuncia el fusilamiento de José Rizal.

El citado Don Luciano de la Rosa también nos informa que "es de esperar que una enorme proporción de esas bajas sean filipinos de habla hispana ya que eran los de este habla los que mejor entendían los conceptos de independencia y libertad y los que escribieron obras en idioma español sobre dichas ideas"

El manipulado censo de 1903-05

Es por eso que es el mismo libro del P. Arellano Remondo el que nos da la siguiente información estadística, para la primera década de los mil nueve cientos (1900s), en los siguientes términos:

"6o. Población. ---El censo oficial de 1903 obtuvo el siguiente resultado en su conjunto: 7,635,426. Y, de éstos eran civilizados o cristianos unos 7,000,000, y salvajes, o no-cristianos, 647,000". (Página 15, Op. Cit.). Ese mismo censo de 1903 informa que los criolos, luego mestizos de español eran 75,000 o apenas un por ciento (1%) de la población. Se quiso dar a entender que éstos eran los que primordialmente hablaban español. Al decir ‘mestizos de español’ se entiende que el padre es peninsular y la madre es indígena.

No se contaron como también de habla española a los que eran hijos de matrimonios entre mestizos de español é indígenas que, por cierto, eran más numerosos que los dados 75,000 de mestizos a razón del 50 al 50.

Tampoco se contaron a los descendientes de los chinos cristianos, muchos de ellos siendo mestizos terciados por ser mezcla de español, indígena y chino, que constituían el grupo más numeroso que tenía al idioma español como su primera lengua.

Tampoco se clasificaron como de habla española a los indígenas que componían las comunidades de habla criollo, o chabacano, de Cavite y los de Extramuros de Manila, (Ermita, Pacô, Binondo, San Miguel y Quiapo), amén de los de Zamboanga, Cotabato, Davao, Joló y Basilan en Mindanao que muy fácilmente sumaban a otros 500,000. Filipinos de raza española

En 1916, el ya mencionado escritor, miembro de la Academia Filipina de la Lengua Española y abogado, Don Tirso de Irrureta Goyena hace esta otra observación en su citado libro “Por el Idioma y Cultura Hispanos" (Pp.38 y 39).

“Hay una minoría de filipinos, descendientes de individuos de raza española que tiene el castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único”.

“Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aun muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado”.

“Y, los mestizos de americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés”.

Y en otro capítulo de su mismo libro, Don Tirso concluye como sigue:

"No necesitó del inglés el pueblo filipino para dar el grito de Caloocan y luchar con Bonifacio en Balintawak; ni conocía el idioma de Shakespeare aquella hueste heróica que en los llanos del centro de Luzón hizo frente, con tanta grandeza de corazón como escasez de balas y fusiles, a los ejércitos de Norteamérica dotados de todos los medios de combate y provistos de numerosa artillería.

"Y el Congreso de Malolos, que promulgó una Constitución para el pueblo entre el silbido de los proyectiles y el estruendo de las bocas de fuego, deliberó en castellano y lo declaró idioma oficial de la República Filipina.

David P. Barrows o los informes wasp usenses sobre el español frente al inglés.

En el Octavo Informe Anual (Eight Annual Report) del Sr. Director de Educación, David P. Barrows, fechado 1 de agosto, 1908, (publicado por el Bureau of Printing, 1957, Manila) se encuentran las siguientes observaciones sobre el idioma español:

"Of the adult population, including persons of mature years and social influence, the number speaking English is relatively small. This class speaks Spanish, and as it is the most prominent and important class of people in the Islands, Spanish continues to be the most important language spoken in political, journalistic and commercial circles." (P.94. Op.Cit.).

Esta observación señala que la población adulta del país, que incluye a personas de años maduros y de influencia social, "tenía al idioma español como su lengua por lo que el mismo idioma español continuaba siendo la lengua más importante hablada en todos los círculos comerciales, políticos y de prensa".

Esta observación confirma el dato dado por el abogado Don Luciano de la Rosa sobre el español siendo el segundo idioma del sesenta (60%) por cien de la población total de Filipinas durante las primeras cuatro (4) décadas de 1900.

Aumentan, en vez, los hispano-parlantes con el inglés

Lo más curiosamente significativo es que la supuesta alfabetización o escolarización en inglés, dada en las escuelas públicas establecidas por los norteamericanos desde 1900, "tendía a producir a un número mayor de filipinos de habla española y no de habla inglesa". Es por eso que es el mismo Director de Instrucción, Mr. David P. Barrows, el que, alarmado y casi indignadamente, escribe lo que sigue:

"It is to be noted that with the increased study and use of English, there has been an increased study of Spanish. I think it is a fact that many more people in these islands have a knowledge of Spanish now than they did when the American occupation occurred." (Los subrayados son nuestros.)(p. 96. Op.Cit.).

Tras pedir más fondos con miras de presupuestar "night schools", o escuelas que también tengan clases nocturnas, por las que se tenía que redoblar la enseñanza é imposición del inglés sobre los niños y adultos filipinos con el objetivo de no dejarles dentro de la influencia del predominante idioma español, dicho Mr. Barrows se pone a asegurar al mundo, y muy a la manera de un autoconsuelo para si mismo y para sus superiores en Washington D.C., que el idioma español, con ciertas medidas tomadas en su contra, tendría que desaparecer a la larga porque los filipinos están lejos de los países de habla española por lo que no podrían tener ningún apoyo por parte de aquellos.

Afirma Mr. Barrows:

"Pero, a pesar de estos hechos, a favor suyo, el idioma español va a desaparecer porque carece del apoyo de los países de habla española adyacentes a nosotros…" (p.96, Op. Cit.).

En esta observación bien puede espigarse la política de los WASP usenses de adrede aislar a Filipinas del mundo hispánico al que pertenece.

Un verdadero caso por el que abiertamente se prohibe la enseñanza del español, ocurrido en Silay, Negros occidental, en 1914.

Reproducimos la crónica del caso que habla por si sólo. SILAY, Y EL ESPAÑOL. Página 142, del libro CRÓNICAS VISAYAS Por Iturriaga de Panay, Ciudad de Iloilo, Filipinas, julio de 1914. Escribe el Señor de Panay.

"Recordarán ustedes que el pueblo de Silay, Negros Occidental, sintiéndose filipino por derecho propio, acordó cultivar y defender el idioma español que modela y define la personalidad nacional de estas Islas, aunque el cobeto se dibuje siempre con sus dialectos propios. Y para tan noble empresa, fundó el pueblo de Silay la primera Escuela de la Lengua Española que registra el amor nacional filipino.

"Pues bien. Esa Escuela que hace muy poco tiempo empezó a trabajar con un altruismo incomprensible para los científicos modernos de a tanto el kilo de meollo, y que ha sido, y está, siendo objeto de alabanzas, donativos y estímulos generales, resulta ahora, nada menos que amenazada de muerte por el elemento que asi mismo se llama director de la educación escolar filipina, ---bien que ese elemento, por ser oficial, niega la intención del crimen, aunque no puede ocultar sus deseos.

"El diario de Bacolod, El Atalaya de Negros, (dirigido por D. Aurelio Locsin y Lacson) ha publicado el primer acto de ese drama pasional, que nosotros, sin ser los autores, dedicamos especialmente al Honorable (Rafael) Palma, el mismo que, discurriendo en español, (porque de otro modo discurriría menos que un colchón), aconsejó a los maestros de las Escuelas Públicas (puestas por los WASP usenses con dinero filipino, ggr) que velasen por la enseñanza del idioma inglés, para hacer méritos y obtener medro personal. El argumento es el siguiente:

"En Silay se ha dicho, hasta en los más apartados bahais (cabañas de bambú y palma de nipa, ggr), que los alumnos de las Escuelas Públicas que asistan en horas libres a la Escuela de Lengua Española, serán expulsados de dichas Escuelas Públicas… Y, naturalmente, la enormidad del dicho provocó de las partes interesadas reclamos y explicaciones".

“Porque, si por medios indirectos y ventajosos se tira a inutilizar la acción legal, cultísima y patriótica de la Escuela de la Lengua Española de Silay, es evidente la indigestión de español que padecen los que, prometiendo dejar libre a Filipinas antes de nada, le impiden el libérrimo derecho de estudiar el romance castellano, que es, aunque el Honorable (Sr. Secretario de Instrucción) lo disimule, el único en que Palma puede ser útil a su patria.

En 1913, un secretario de instrucción wasp usense desautoriza al “Centro Escolar de Señoritas de Manla” por seguir utilizando el idioma español como medio de instrucción

Anterior al caso, en 1914, de la Escuela Española de Silay, Negros Occidental, por el que el Secretario norteramericano de Instrucción Pública, amenazó expulsar de las escuelas públicas a los alumnos que por voluntad propia se apuntaran en unas clases privadas de idioma español, ocurrió el escandaloso caso ”de opresión lingüística” (en 1913) por el que Gilbert Newton, el aludido Secretario WASP usense del “Bureau of Education”, canceló el permiso de “escuela pública” otorgado al Centro Escolar de Señoritas de Manila, por seguir utilizando el castellano como medio de instrucción.

La carta oficial de Newton W. Gilbert, fechada 16 de junio de 1913, dirigida a la Srta. Librada Avelino, Directora del mencionado Centro Escolar, principia de la siguiente manera: “Asistí la noche del sábado último, durante una hora aproximadamente, a la apertura del curso de su colegio, celebrada en el Grand Opera House, y sufrí una gran decepción al ver que el colegio del que se me había hecho pensar que daba a sus alumnas una enseñanza en inglés principalmente, celebraba en castellano los números de la velada de apertura. Voy a hacer una minuciosa investigación de la clase de trabajo que se cumple en su colegio y a averiguar si los profesores pueden o no explicar bien sus asignaturas en inglés… Si la enseñanza en inglés que se da en su colegio fuese suficiente, como no parecen indicar los resultados de su curso, se habría usted visto precisada a celebrar en inglés los números de su velada inauguaral.. Si ese colegio fuese pequeño y de escasa reputación, el caso no sería tan grave; pero teniendo una escuela de gran importancia y reputación como la que usted regenta, el caso queda muy infortunado..”

La Srta. Librada Avelino en vez de contestar de inmediato la carta que se le dirigió, convocó una asamblea general de su plantilla de administradoras y profesoras, y mostró la carta de Mr. Gilbert. Además de avisar a su inmediato personal y colegas, informó también a la prensa de Manila y convocó a los padres de sus miles de estudiantas que, a su vez, la apoyaron unánimemente en su uso del castellano como medio de instrucción principal. Doña Librada Avelino, se llegó a decir después, inadvertidamente organizó un plebiscito por la retención del idioma español en Filipinas. Sus colegas, casi todas maestras filipinas formadas en español como ella, indignadas escribieron y firmaron la siguiente resolución dirigida a Mr. Gilbert con copia a todos los periódicos de Manila que, en aquel entonces, estaban todos redactados en español. La referida resolución lee en parte:

“Por cuanto, los cargos que en la presinserta carta se formulan son completamente infundados, puesto que el colegio, ademas de las claes de enseñanza puramente inglesa, enseña en inglés, pero se ven obligados sus maestros a usar el castellano, después de haber explicado en inglés las lecciones, para beneficio de aquellas alumnas que no comprenden bien este lenguaje norteamericano;

“Por cuanto, los números del programa inaugural se tuvieron que ejecutar en castellano, menos uno que estuvo en inglés, por la sencilla razón de que el público, que en masa acudió a tal acto, no conoce el inglés, pues es un hecho que muchos de los colegios particulares de Filipinas se ven igualmente precisados a celebrar sus veladas escolares en castellano porque saben que la concurrencia, formada principalmente por los padres de las alumnas, conoce el castellano y no el citado idioma inglés.

El resultado final de este conflicto es la separación del Centro Escolar de Señoritas de Manila del Departamento Americano de Instrucción Pública. El colegió se incorporó como una fundación privada y de esa manera se vió libre en muchos aspectos de los dictados del mencionado “Bureau of Public Schools”. Pero el encuentro entre la Directora Librada Avelino de este colegio y el mencionado Secretario norteamericano, fue un auténtico escándalo que tuvo un considerable eco en la prensa filipina de aquel tiempo. Entre los más señalados comentarios, presentamos el siguiente.

“Y aquí, en este país, que unos hombres de habla castellana desubrieron y evangelizaron; en este país que se abrió á la luz de la civilización en el idioma de Castilla; que ha vivido oyendo durante tres cientos años, (que es el doble de la vida de independencia de los Estados Unidos), por diez generaciones enteras, el idioma español; donde sus pensadores, sus revolucionarios, sus guerreros, sus poltícos y sus mártires, han hablado, han escrito y han luchado en español; donde un Rizal, tagalo, escribió sus obras inmortales y despidióse, en el trance supremo de su holocausto, en el idioma de Castilla; donde sus médicos, sus abogados, sus jueces, sus periodistas, sus literatos, sus hombres de ciencia y de cultura, hablan español; donde la Cámara Baja, la representación popular, habla castellano y redacta sus leyes en dicho idioma; en este país, cuyo estado de sumisión y coloniaje dícese que no es indefinido; donde se pregonan á los cuatro vientos las palabras libertad, igualidad, tolerancia, “equal opportunity for al,” (idéntica opurtunidad para todos); donde no se hace más que abominarse, á cada paso, de la supuesta tirania y del supuesto despotismo del antiguo régimen, y se le ha hecho una guerra indigna en periódicos, folletos y libros de texto; en este país, que la nación norte-americana no considera como de su propiedad absoluta, sino como un sagrado fideicomiso, se trata de arrancar por la fuerza, y en el perentorio plazo de veinticinco años, de una generación escasa, el idioma español; de borrar en los corazones filipinos el habla castellana.

“Porque el español es, según algunos funcionarios conloniales, un idioma latino, inferior, un idioma que incapacita á los que lo hablan para el “self-government”, y el que solo posea el español dentro de diez años, por ese solo y único hecho, por ese horrible delito de no hablar el inglés, se le amenaza con satiarlo por hambre, con aislarlo como un apestado. Y, sin embargo, en los Estados Unidos, en la propia Norte-América, hay miles y decenas de miles de chinos y japoneses, de polacos y de bohemios, de rusos, de alemanes y de italianos que hasta ahora no conocen el inglés.

“Ya que en Filipinas ha habido un modesto colegio particular que se resiste valientemente á esa imposición del idioma inglés; que no quiere sajonizarse bajo la presión oficial, negándose de un modo gallardo á doblar la rodilla ante la gradas del trono, debemos rendirle, todos los Filipinos amantes de la libertad, ( y creo que lo somos los millones de habitantes de este archipiélago, salvo la denigrante excepción de unos cuantos lacayos), nuestro más respetuoso homenaje; debemos enviar á esas ilustres maestras filipinas el testimonio de nuestra adhesión más ardiente, y prometernos sequir su gallardísimo ejemplo cuanto de meternos el inglés en el cuerpo á viva fuerza se trate.

“Los idiomas no se imponen con leyes ni con cañones; y á la sajonización avasallante hay que responder con aquella firme serenidad que oponen los alsacianos á Germania y los polacos á Rusia. El imperio de las armas domina los cuerpos, pero no llega á los espíritus, no hay poder en la tierra que pueda forzar á un hombre á hablar contra su voluntad un idioma determinado.

Como un tremendo recuerdo de tan injusta y violenta persecusión, un educador filipino de origen chino cristiano, Don Mariano Jócson, fundador de la Universidad de Manila, compuso el conocido “Himno Filipino al Idioma Español” cuyas letras, escritas por su sobrino, el poeta Remigio Jócson, son las que siguen:

“Vibre la lengua divina de Cervantes inmortal
En la nación filipina, de Burgos y de Rizal.
Cantemos filipinos, un himno de homenaje
Al idioma glorioso de nuestra libertad.
Que retumbó en nuestros valles
Y en las selvas ignotas,
Triunfe su ritmo sonoro con rumor de tempestad,
Noble lengua del decoro del amor y la verdad.

·- ·-· -······-·
Guillermo Gómez Riverar



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