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Creación y Evolución
por
Arsenio Alonso Rodríguez
Un tema de Razón y Fe en la tradición de la fe cristiana
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1. Noción de creación.
Al hablar de mundo como creación de Dios, estamos
entendiendo por ese término todo lo que existe fuera de Dios: Dios como creador
ha de extenderse a todo ser distinto y realmente existente.
La definición clásica de creación dice así: la creación es
la producción de algo a partir de la nada. La creación de todo se produce de la
nada (“ex nihilo”), es decir, no de la substancia de Dios (“ex nihilo sui”) y
por consiguiente el mundo no emana de Dios: Plotino. Y tampoco se
produce de algo preexistente (“ex nihilo subjecti”), ni por tanto, de la
ordenación de una materia eterna previa: Platón. La fórmula que se convertirá
en canónica dice así: la creación es “productio rei ex nihilo sui et subjecti”.
Esta noción corresponde a un universo entendido en clave
fijista, estático. La nueva concepción evolutiva y dinámica de la vida (Darwin)
y después del cosmos, hizo que la noción clásica de creación experimentara una
revisión. Una revisión que trajo consigo un ahondamiento enriquecedor de la idea
de creación hasta entonces ensayada. La nueva lectura de la creación a la luz
de la teoría científica de la creación suponía que “tal hecho está implicando
que se da en la historia del cosmos un permanente plus-devenir; los
seres se autotrascienden, rebasan su umbral ontológico, van de menos a más.
¿cómo es posible? ¿Cómo lo más puede salir de lo menos, siendo así que nadie da
lo que no tiene? La respuesta no puede hallarse en la sola causalidad creada;
tiene que estar en la causalidad divina; una causalidad no inferior en rango
ontológico a la de productio ex nihilo y que, por tanto, ha de ser
llamada creación. Esa causalidad creativa es de orden transcendental;
Dios opera desde dentro de la causalidad creada informándola, potenciándola,
para hacer factible que ella misma traspase su límite. La acción divina no
interrumpe la secuencia de las causas intramundanas, no se intercala en la
cadena como un eslabón más; de hacerlo así, Dios se degradaría, pasando a ser
él mismo una causa intramundana entre otras. La acción de Dios no es
perceptible fenomenológicamente, no puede serlo; Dios no es una causa junto a
otras en una serie homogénea. Sin embargo, la suya es una causalidad hasta tal
punto efectiva que es ella la que posibilita el proceso de plusdevenir de lo
real, que de otra manera restaría inexplicado a falta de razón suficiente.
Es esta interpretación de la causalidad creativa de Dios ,
las ideas de causa eficiente y causa final se acercan hasta coincidir
prácticamente. En efecto. El Dios creador no es sólo el que está en el origen
de la criatura (causa eficiente); es además el que “tira” de la creación hacia
adelante, el que la “atrae” o la “mueve” (causa final) al suscitar en ella una
incesante dinámica de autotranscendimiento. Que Dios sea creador significa,
pues, que: a) da a la criatura el ser; b) introyecta en la criatura una pulsión
hacia ser-más”.
Por tanto “además de esa productio ex nihilo, hay otra modalidad de
creación, esto es, de acción exclusiva y absolutamente divina para dar el ser
a las cosas. Allí donde surge algo inédito, cualitativamente distinto, mejor y
mayor que lo anterior, allí está surgiendo algo que, por hipótesis, supera la
capacidad operativa d elo ya existente y, consiguientemente, demanda otro
factor causal, amén del empíricamente detectable: la acción creadora de Dios”.
La cosmovisión
subyacente a esta noción de creación es la propugnada por el evolucionismo
emergentista, compatible con la idea de creación.
Cabe, naturalmente otra
lectura del fenómeno evolutivo, la del monismo fisicalista que niega que se den
“rupturas cualitativas entre ser y ser, afirmando que toda entidad mundana es
reducible al nivel físico. En este marco, la evolución no supondría la
emergencia de novedad ontológica, sino la aparición de simples variaciones
sobre el único tema de la física. La idea de creación resulta aquí
perfectamente inútil: la materia autogenerada, autosuficiente y eterna sería el
único factor causal de la realidad mundana. El fisicalismo se configura así
como la forma más compacta del monismo materialista”
2. Dualismo, panteísmo y deísmo. Soluciones equivocadas al
problema del origen y en contradicción con la idea cristiana de creación .
* Frente al dualismo: hay que afirmar que todo procede de
Dios y en cuanto tal todo es bueno. Se rechaza la devaluación del mundo
material como mal absoluto. El mundo es un valor, pero relativo. Más aún, porque
nada queda al margen de la acción creadora, nada hay realmente existente
que no resulte alcanzado por la acción salvadora; al nada del concepto
de creación responde el todo del concepto de salvación.
* Frente al panteísmo: Dios transciende infinitamente el
mundo; el mundo posee una realidad propia distinta de la de Dios. Se rechaza la
valoración del mundo como bien absoluto. Sólo Dios , y no el mundo, es
absoluto.
Se salvaguarda en ambos casos la dignidad de los seres
mundanos, alejándose del pesimismo dualista y del ilusorio optimismo panteísta
(apariencia, “maya”). El cristianismo elige, pues, un término medio,
absolutamente original, entre el dualismo y el panteísmo.
* Frente al Deísmo: Dios no crea el mundo y se desentiende
de él, sino que lo conserva, gobierna y lo sostiene impulsándolo a su plenitud.
3. Creación y evolución: un tema de razón y fe.
3.1. Ciencia, filosofía y teología. Relación y
diferencias.
3.1.1.- La Razón: Ciencia y filosofía:
- Ciencia y filosofía son investigaciones complementarias que
se exigen mutuamente.
“Mientras las ciencias investigan cómo son y cómo acontecen
las cosas reales, la filosofía investiga que es ser real (es la investigación
de en qué consiste ser real). Ciencia y filosofía aunque distintas, no son
independientes. Es menester no olvidarlo”.
“Toda filosofía necesita de las ciencias. Toda
ciencia necesita de una filosofía.
Filosofía y ciencia son dos momentos unitarios de la
investigación. Pero como momentos no son idénticos”.
- Ciencia y filosofía son órdenes de conocimiento distinto
y por tanto no puede haber conflicto entre ellas.
- Los dos saberes constituyen la razón y tienen su
fundamento en la misma.
- Ambos saberes se necesitan , se implican y explican
mutuamente y hay entre ellos una conexión bidireccional. “La ciencia sin la
religión está coja y la religión sin ciencia está ciega” (A. Einstein).
- Esquema orientativo sobre las diferencias entre filosofía
y ciencia según Ortega y Zubiri:
Ciencia
(Ciencias de la naturaleza y humanas)
|
Orden talitativo
(contenido)
|
Cómo son y cómo acontecen las cosas reales
(orden del aparecer o fenoménico)
|
Saber regional
|
Saber penúltimo: saber con supuestos previos.
|
Filosofía
(Metafísica)
|
Orden trascendental
(formalidad de realidad)
(Zubiri)
|
Qué es o en que consiste ser real.
(orden ontológico o del ser )
(Zubiri)
|
Saber totalizante o universal (pantonomía; el filósofo
un especialista en universos,, un especialista en descubrir lo universal en
cada cosa. (Ortega)
|
Saber último: saber sin supuestos.
Saber radical (de raíz).
(autonomía, ciencia sin suposiciones, método ascético o
de renuncia.(Ortega)
|
3.1.2.- La Fe: Teología:
- La teología es “la inteligencia de la revelación”. La
verdad revelada “hay que investigarla y exponerla según las exigencias de
nuestro tiempo” (FR 92).
- Es otro tipo de saber (conocimiento por la fe).
- Este saber no procede de la razón sino de la Palabra de
Dios (Revelación) y se acoge mediante la obediencia de la fe razonable. El
origen es Dios mismo.
- “El objetivo fundamental al que tiende la teología
consiste en presentar la inteligencia de la revelación y el contenido de la
fe. Por tanto, el verdadero centro de su reflexión será la contemplación
del misterio mismo de Dios Trino” (FR 93). El objeto de su investigación es “la
Verdad, el Dios vivo y su designio de salvación revelado en Jesucristo” (FR
92).
- También toda teología presupone una filosofía y
desde luego, esta filosofía necesita de las ciencias. ”La gracia no
destruye la naturaleza, sino que la perfecciona”. Así, pues, “la teología
necesita la aportación de una filosofía del ser, que permita ante todo a la
teología dogmática desarrollar de manera adecuada sus funciones” (FR 97).
- Esta filosofía debe estar concebida no como filosofía
“separada” que reivindica una autosuficiencia del pensamiento, sino en unión
vital con la fe. Una filosofia que sin contradecir la fe (cristiana) pretenda
abarcar todos los progresos importantes del pensamiento filosófico que no se
hubieran realizado sin la aportación, directa o indirecta, de la fe cristiana.
“Estos temas amplían de hecho el ámbito de lo racional” (FR 76).
- Una filosofía que reconozca sus límites y desde sí
misma, se autotrascienda en apertura constitutiva a una acción que venga de
afuera, la fundamente y le de sentido último. Esta acción posibilitadora y
fundante es la Palabra de Dios, Dios mismo.
- Tipo de relación entre filosofía y teología.
Esta relación debe estar marcada por la circularidad.
Efectivamente, “ya que la Palabra de Dios es Verdad…la razón está como
alertada, y en cierto modo guiada, para evitar caminos que la podrían conducir
fuera de la Verdad revelada y, en definitiva fuera de la verdad pura y simple;
más aún es animada a explorar vías que por sí sola no habría si quiera
sospechado poder recorrer. De esta relación de circularidad con la Palabra de
Dios la filosofía sale enriquecida, porque la razón descubre nuevos e
inesperados horizontes”. (FR 73).
3.1.3.- Razón y fe: binomio inseparable.-
- Razón y fe constituyen dos tipos de conocimiento. “Una
está dentro de la otra y cada una tiene su propio espacio de realización” (FR
17).
- “Hay una profunda e inseparable unidad entre el
conocimiento de la razón y de la fe” (FR 16).
- Creo para comprender y comprendo para creer: “Credo ut
intelligam, intelligo ut credam” (San Agustín).
- “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las
dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva a la contemplación de la
verdad” (FR 1).
- Sin embargo la Fides et ratio nos advierte
de la “frontera” y el “escollo” entre la fe y la razón y de todo intento de
diluir la fe en la sola razón (Cfr. FR 23).
3.2. Deslinde nítido de los términos creación y
evolución.-
a) La evolución es un hecho científico. Que hay una cosmogénesis,
una biogénesis y una antropogénesis nos lo dice la ciencia; son teorías
científicas. Esto quiere decir que su cuestionamiento debe hacerse desde el
método propio de las ciencias naturales. La astrofísica, la paleontología, la
genética, la biología molecular y otras ciencias empíricas son las únicas
llamadas a pronunciarse sobre el hecho evolutivo. Su campo propio de estudio
versa sobre el aparecer, sobre el cómo descriptivo y cuándo aparece la realidad
física, la vida, lo humano. La descripción fenomenológica del hecho empírico es
el ámbito propio de la ciencia y marca al mismo tiempo sus propios límites.
Al hablar de límites de la ciencia no nos referimos aun
déficit temporal de nuestros conocimientos sino a una imposibilidad connatural
o constitutiva de la ciencia para dar cuenta de todo lo real; pues, como decía
Popper “hemos de hacernos a la idea de que (para la ciencia) casi todo lo que
es verdaderamente importante ha de quedar esencialmente inexplicado”.
b) La creación.
Es en primer lugar, una interpretación filosófica,
y en concreto, metafísica, acerca de lo real. La creación responde a preguntas del
tipo “ por qué es algo y no más bien la nada” (Leibniz, Heidegger) o “quién soy
yo y qué será de mí” (J. Marías). Se trata de preguntas que la razón humana
profiere acerca del ser de lo real (metafísica) y no meramente acerca del
aparecer del cosmos (la ciencia); esto es, preguntas de corte interpretativo o
explicativo y no meramente descriptivo como en la ciencia.
En segundo lugar, la creación es también un misterio
de fe. La creación es una interpretación teológica acerca de lo real. La
creación, como categoría teológica, responde también aquí a la pregunta que el
hombre es para sí mismo, por su origen y destino absolutos. Pero pretende dar
un paso más dejándose iluminar por la revelación de Dios en la atenta escucha
de la fe. La Revelación le dice al hombre que el mismo Dios que “habita en una
luz inaccesible” se ha comunicado al hombre y le ha dado a conocer su intimidad
y los designios que para él tiene. Efectivamente, “Dios quiso, con su bondad y
sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad… En
esta revelación, Dios invisible movido de amor, habla a los hombres como
amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía”.
Esta revelación de Dios debe ser acogida en la obediencia de la fe razonable.
En este sentido la revelación de Dios es gracia , luz y verdad en la que debe
dejarse iluminar la finita razón humana, pues “ la fe es la gran amiga de la
inteligencia”.
La razón humana, en este encuentro de la razón y la fe, lejos de ser negada es
enriquecida y elevada por la Palabra de Dios que siendo la Verdad misma, es la
fuente de toda verdad.
La pregunta acerca del origen de la materia, de la vida y
del hombre, y correlativamente de su destino último, constituye desde siempre
una cuestión fronteriza. Efectivamente, a la ciencia, como a la filosofía y
como a la teología les interesa lo mismo, el origen y destino de todo lo real,
pero no de igual modo. Preguntan sobre lo mismo pero de distinta manera, desde
distintos métodos y modelos de racionalidad llegando a respuestas también
distintas pero necesariamente conexionadas y complementarias. Así la fe y la
razón, la teología y la ciencia se exigen e implican mutuamente y “no pueden
dejar de encontrarse”, ya que buscan lo mismo, la verdad que es única.
3.3. Dos maneras equivocadas de interpretar esta relación
creación y evolución:
a) Por el lado creyente, el llamado “creacionismo
científico” y b) por el lado increyente el que podríamos llamar “monismo
fisicalista o cientifismo”. Detengámosnos brevemente en cada uno de ellos.
a) El llamado “creacionismo científico”: Pretende
defender la creación como si fuera una teoría científica y ve en el
evolucionismo una amenaza para la fe en la creación. En nombre de la palabra de
Dios hay que negar la evolución. Esta posición “presenta el creacionismo como
una teoría alternativa tan válida como cualquier otra”. Esto es “una
equivocación grave”. Pues de este modo “puede terminar desprestigiando la
doctrina de la creación en lugar de ensalzarla”.
¿Por qué? Porque hace, en primer lugar, una interpretación literalista y por
ende deficiente de la Biblia (fundamentalismo bíblico) al pretender defender
como vinculante para la fe el llamado fijismo desde el que se
escribieron los textos Sagrados.¡La Biblia no enseña el fijismo ni el
evolucionismo!; y, en segundo lugar, y esto es lo más grave y el problema de
raíz, por invadir el campo epistemológico de la ciencia (la legítima autonomía
de la ciencia) al presentar como hecho científico lo que es objeto de
construcción filosófica y dato de fe (la creación).
b) El monismo
materialista (cientifismo): Es la
postura increyente, secularista o atea. La creación es una hipótesis inútil. De
este modo se pretende hacer pasar como científica lo que sólo es una interpretación
metafísica de la evolución, el llamado monismo materialista ( fisicalista o
biologicista), con lo que también –una vez más los extremos se tocan- se
está invadiendo el campo epistemológico de la ciencia. Detrás dicho monismo está
como es obvio, la filosofía positivista de la ciencia, el cientifismo. Pero
esto es no hacer ciencia, sino metafísica, filosofía e incurrir así en una
lamentable confusión de campos epistemológicos distintos.
El cientifismo no es
ciencia sino una filosofía positivista de lo real y una interpretación
metafísica (inmanente, atea) sobre la ciencia. Parte de los siguiente
postulados: a) Un reduccionismo ontológico: todo lo real es materia y sólo
la materia es real; b) Un reduccionismo epistemológico pues sólo se puede
conocer lo verificable o falsable por contrastación empírica, y c) la creencia
del poder ilimitado de la ciencia pues ésta llegará a explicarlo todo
desentrañando la ultima urdimbre de lo real agotando así todos sus misterios
(todo un “un materialismo prometedor”, en palabras de K.Popper).
Se configura así un
tipo de ateísmo en nombre de la “ciencia” (cientifismo). A este tipo de ateísmo
se refiere el Concilio Vaticano II cuando afirma que “muchos rebasando
indebidamente los límites de las ciencias positivas, pretenden explicarlo todo
sobre esta base puramente científica” (GS).
4. Conclusión.
Ciencia y religión se complementan y se necesitan
mutuamente. La evolución no se enfrenta a la creación sino al fijismo. La
creación no se opone a la evolución sino a una interpretación o explicación
filosófica de la evolución: el monismo materialista (fisicalismo).
La creación puede sostenerse desde una concepción fijista
(así fue durante siglos hasta ayer) como desde una concepción evolucionista. La
interpretación filosófica de la evolución del llamado emergentismo exige
una explicación creacionista para dar razón suficiente de lo real.
Esto prueba por enésima vez que la creación no se opone a la ciencia sino a una
determinada interpretación metafísica (filosofica) de la evolución. La teología,
en línea de mínimos” declararía el nihil obstat para la fe de una
concepción evolucionista del cosmos y de la vida como la que ofrece la ciencia.·- ·-· -······-·
Arsenio Alonso Rodríguez
RUIZ DE LA PEÑA, J.L: Teología de la creación,
Sal Terrae, Santander, 1986, pp. 120-121. Las reflexiones anteriores se deben a
RAHNER,K., y reciben actualmente un amplísimo consenso. (Cfr. ID: Escritos
de Teología V, Madrid, 1964, pp.188ss; ID: El problema de la
hominización. Sobre el origen biológico del hombre, Cristiandad, Madrid,
1973 (original alemán de 1965).
ZUBIRI, X.: Escritos menores, Alianza
Editorial, Madrid, 2006, pp. 323-324.
ORTEGA, J.: Qué es filosofía, Espasa Calpe,
Madrid, 1995, pp. 107 ss.
Fides et ratio (=FR): Carta encíclica de Juan
Pablo II, 1998.
Aspecto subjetivo: la purificación de la razón por la
fe. Contra el pecado de presunción. Aspecto objetivo que afecta a los
contenidos: 1) Dios personal, libre y creador; 2) la realidad del pecado y del
pecado original la cual ayuda a plantear filosóficamente de modo adecuado el
problema del mal; 3) la concepción de la persona como ser espiritual; 4) la
dignidad, igualdad y libertad de los hombres;5) el descubrimiento de la
importancia del hecho histórico; 6) la posibilidad de una vocación sobrenatural;
Esta intuición ya la encontramos en la misma Escuela de Frankfurt. Horhkeimer
dirá que “el pensamiento que no se decapita a sí mismo desemboca en la
trascendencia”.
CONCILIO VATICANO II: Dei Verbum, n. 1
CONCILIO VATICANO II: Mensaje a los hombres de
pensamiento y de la ciencia.
Rowan WILLIANS, Arzobispo de Canterbury y Primado de
la Iglesia Anglicana (Diario El Mundo, 22-03-2006, p. 30). Cfr. VVAA: Creación
y evolución. Un encuentro con el Papa Benedicto XVI. Claret, Barcelona, 2008.
La bibliografía sobre el tema es ingente y constituye un tema estrella hoy en
los Estados Unidos de América. En Europa está llegando la ola sobre todo a
partir de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Darwin (1809) y
el 150 aniversario de su obra La evolución de las especies (1859).
Como botón de muestra de la actualidad del tema
véanse dos noticias en la prensa nacional de cientifismo resistente y defensores
de la postura del conflicto entre creación y evolución, fe y razón, Dios y la ciencia.
Richard DAWKINS, etólogo, profesor de la Universidad de Oxford (Cfr. Diario
El Mundo de 7 febrero de 2009, p. 18) y David ALVARGONZÁLEZ, profesor de
filosofía de la Religión en la Facultad de Filosofía de la Universidad de
Oviedo (Cfr. Diario La Nueva España, de 7 de febrero de 2009, p. 41).
Es lo que han hecho por ejemplo Maurice Blondel,
Teilhard de Chardin y K. Rahner tanto en filosofía como en teología.
Para los diversos modelos de interacción entre
Teología y ciencia véase: POLKINGHORNE, J.: Ciencia y teología. Una
introducción. Sal Terrae, Santander, 2000; BARBOUR, Ian G.: El encuentro
entre ciencia y religión. ¿Rivales, desconocidas o compañeras de viaje? Sal
Terrae, Santander, 2004.
Barbour recoge cuatro formas
posibles de relacionarse la ciencia y la religión: 1) Conflicto,
2)independencia, 3) diálogo y 4) integración. La primera forma, como es de
suponer, sería incompatible con la teología católica. Esta clasificación de
Barbour se va haciendo canónica entre los especialistas del tema.
***
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