Los blogs dan para todo. Ya sean los de un autor que a título personal muestra su pensamiento, ya correspondan a los comentarios de columnas institucionales o a foros de entrevistas radiales, los blogs suscitan más y más posteos en el Chile de hoy. Son una apasionante muralla da grafittis.
Hay quienes los nutren con pensamientos serenos y desafiantes. Se ha meditado lo que se postea, se pondera la opinión ajena y se está dispuesto al diálogo. Son muy valiosos.
Pero, más interesantes aún, son los que escriben en los blogs desde la pobreza de alma, de conceptos y de lenguaje. Son otra manifestación más de la catástrofe social que, sin porcinos de por medio, se extiende por Chile.
Están los fanáticos integrales que solo teclean para insultar; siempre usarán unas pocas palabras: fascista, asesino y (léanse variados sapos y culebras). Figuran también los monoconceptuales, que sólo enfocan la realidad en binomios como democracia-dictadura, ricos-pobres, Allende-Pinochet, libertades-inquisición, etc.
Y hay una tercera especie, notable, que ciertamente pertenece a los hijos del mensaje de texto. No se les entiende: no hay sintaxis, ni ortografía, ni vocabulario; no hay castellano.
Pero ellos se sienten muy habilitados para seguir manchando papeles y pantallas.
Las tres especies influyen, animan a otros a marcar posición, incitan al odio en variadas medidas; no razonan, agreden.
¿Quiere conocer a su país? No, no es cuestión de viajar solamente; es necesario también entrar con frecuencia a los blogs, asomarse así al alma nacional y verla tan herida, tan enferma.
Y entonces, a escribir para ofrecer curaciones ·- ·-· -······-·
Gonzalo Rojas Sánchez
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