Hace algunos años conté la historia de mi amigo Charlie, que
tuvo ciertos problemas relacionados con su avioneta y que ahora, lejos de
quedar anticuados, van cobrando una patente y fulgurante actualidad. Resumiré
la historia de mi amigo.
Charlie vive en Australia, un continente que, por sus largas
distancias, muchas veces hay que recorrer en avioneta. En ese vehículo
transporta diversas mercancías, desde comestibles a las granjas – tan alejadas
unas de otras – medicinas para la farmacia del pueblo, abonos o plaguicidas
para los cultivos agrícolas y hasta niños, desde sus casas al colegio y
viceversa. Como el vehículo es algo tosco, cuando está en apuros – por
una tormenta de arena, un renqueo irregular del motor o por falta de
combustible – dispone de un botón que al pulsarlo abre el fondo de la avioneta
y se sueltan las mercancías al vacío. Así aterriza sin problemas y a repetir
nuevas experiencias.
Historia reciente
El verdadero problema ha surgido cuando en el último vuelo,
transportando cuatro niños al colegio, ha sufrido una de esas contrariedades y
mi amigo, sin pensarlo dos veces, ha abierto la trampilla y han volado con sus
libros hacia el vacío, por supuesto, sin paracaídas. Es una pena pero ¿qué
podía hacer? Ahora las mamás indignadas por esa barbaridad quieren lincharlo,
las autoridades lo han encarcelado y van a juzgarlo acusado de asesinato.
Charlie no sale de su asombro, porque siempre ha actuado así
con todas las mercancías que transporta, antes está el avión que su contenido.
Me ha escrito desesperado desde la cárcel y yo le he recomendado, si fuese
posible, que su caso se resolviera en España. Ante su extrañeza le he explicado
que en nuestro país sería declarado inocente si le juzgasen con los mismos
criterios que todos los días, desde el 1985, se siguen en la aplicación de la “ley del
aborto”. En efecto, la avioneta es sólo suya y puede disponer de ella - y
de su contenido - a su arbitrio. En esto resulta comparable al útero materno
que también transporta niños hasta su nacimiento. Las tormentas de arena se
considerarían análogas a la angustia por las complicaciones del embarazo; el
renqueo del motor, a los problemas de salud de la madre y la falta de
combustible a la escasez de medios de subsistencia. Todo ello hace que
“legalmente” se autorice la muerte de miles de inocentes que estaban en camino.
Reflexiones
Se ha sorprendido de que, en un país tan civilizado como el
nuestro, en el que la Constitución establece con toda
claridad en su artículo 15 que TODOS TIENEN DERECHO A LA VIDA se pueda condenar a muerte a tantos seres inocentes. Ya le explicado que
ese dichoso artículo, causante de muchos malabarismos y filigranas legales, no
se refiere a los seres humanos y que probablemente debe referirse a algunas
especies en peligro de extinción como los gorilas, los rinocerontes, los lobos,
los osos de Asturias o quién sabe a qué seres deberá proteger. Porque a los
niños le aseguro que se les mata con mayor impunidad cada día que pasa. Aquí
sólo le prohibirían atropellarlos cuando están ya en el suelo, pero, mientras
dure el vuelo, la “ley de plazos” lo permite o permitirá todo. ¿Cómo
puede Australia estar atrasada en una materia de tan rabiosa actualidad? En
España los “progresistas” siempre facilitan el progreso de los seres
humanos jovencitos, libremente hacia el vacío.
Conclusión
Mi amigo, desconcertado, me ha hecho varias consideraciones:
Si en España no se puede ejecutar a los criminales incorregibles, por ejemplo,
a los pederastas o violadores que siempre reinciden ¿por qué sí se puede
ejecutar a los niños inocentes? Confieso que no sé qué contestarle: estoy tan
desconcertado como él mismo ¿Por qué se llama progreso a la muerte
programada y deliberada de los pobres niños?
Como resumen le diré que creo firmemente que, al
expulsar a Dios de la sociedad, se han resquebrajado todos los criterios éticos
o morales y a dónde progresamos es hacia el caos más absoluto: “Homo
homini lupus” o aún peor; porque los lobos no se matan entre sí ·- ·-· -······-·
José María Macarulla
***
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
|