Cualquiera que analice la actitud de Europa hacia sus raíces cristianas, puede percibir no sólo un olvido de las mismas, sino incluso en ciertos sectores laicistas, un furibundo ataque a su respecto, que emplea cualquier arma para borrarlas totalmente.
En efecto, argumentando una mal entendida neutralidad del Estado y una libertad de conciencia de corte abiertamente nihilista, paso a paso, todo lo que huela a religión tiende primero a ser relegado al ámbito privado, para luego, idealmente, ser eliminado por completo, mostrando de paso una tolerancia y respeto que no pasan de ser más que palabras huecas para incautos y en el fondo, un juego sofista para conseguir su objetivo.
Así, por ejemplo –y sólo son algunos casos en un verdadero mar de medidas–, ya es común el retiro de crucifijos de escuelas y lugares públicos en varios países; en España se busca quitar a la Iglesia Católica las ayudas económicas o tributarias que los ciudadanos quieran libremente darle; y en Inglaterra, el año pasado, se prohibió que los organismos públicos expusieran adornos y motivos navideños para no ofender a otros credos.
Sin embargo, al mismo tiempo, se permite al Islam expandirse a sus anchas, construir mezquitas, tener horarios para rezar y un largo etcétera. Evidentemente, nadie está en contra de poder ejercer el propio credo; pero parece absurdo y demencial favorecer tanto a un credo extranjero y quitarle la sal y el agua al propio, aunque no se profese.Esto me recuerda una vieja y fatal estrategia para vencer a un rival: la de apoyarse en un oponente suyo y tomarlo como aliado. De esta manera, se considera que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, sin darse cuenta que en muchos casos, a la postre ese supuesto “aliado” puede muy bien acabar con quien ilusamente lo tomó por tal. Es cosa, por ejemplo, de analizar la historia del Imperio Bizantino, para darse cuenta que terminó pagando muy cara la frecuente alianza de alguno de sus bandos con el Islam para vencer al otro, pues esto le fue quitando pedazo a pedazo sus territorios, hasta que finalmente, terminó siendo engullido por éste.Aquí pasa lo mismo: los laicistas radicales, con su verdadero odio a la religión cristiana, en particular a la católica, están echando mano a cualquier cosa, incluso a otra religión hostil –es cosa de analizar la Historia–, para desembarazarse de su enemigo, sin darse cuenta que de seguir así las cosas, Europa podría transformarse –como ya está empezando a notarse– en una prolongación del Islam. Por eso algunos ya comienzan a hablar de “Eurabia”, la Europa árabe. Y no es para menos: si a fin de cuentas, desde la perspectiva islámica, Europa reniega y se avergüenza de sus raíces, ¿por qué tendrían que respetar a esta cultura que los acoge? ·- ·-· -······-·
Max Silva Abbott
***
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video
Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.
|