En Hispanoamérica los partidos de derechas son coherentes con los principios morales que demandan una mayoría social católica practicante. Sin embargo, desde Europa se considera que deben “modernizarse” y adaptarse a un centrismo donde el discurso valórico desaparezca a favor de uno pragmático en lo moral, pero defensor de la una economía liberal de mercado. México por la fuerza de su economía y demográfica, es la primera potencia hispana del mundo. Desde la independencia los católicos han estado marginados del poder, e incluso sufrieron en la década de los veinte del siglo XX, una guerra civil que intentó extirpar a la Iglesia de México, sin resultado. Desde entonces el PRI fue el partido que gobernó subordinado a EEUU y a un laicismo beligerante contra la Iglesia.
Como alternativa política surgió el histórico PAN, conservador con sectores democristianos, que renovó su discurso por la integración de grupos empresariales privados, y del mundo asociativo católico. Sin embargo, Vicente Fox, el primer presidente mexicano del PAN, enriqueció con las privatizaciones a una serie de dirigentes del partido, se apoyó en grupos secretos dirigidos desde EEUU y finalmente abandonó su familia para volver a casarse con una de sus colaboradoras políticas. Para colmo de males, la influencia española ha permitido ir variando la imagen del PAN, al menos en Distrito federal. El PAN de la capital ve rostros como Gabriela Cuevas, defensora de la eutanasia, en un partido mayoritariamente provida, o Salvador Padilla, cara visible de los rotarios. El distanciamiento del PAN de las posturas provida, ha provocado un acercamiento ideológico al PRI, donde también hay defensores provida a nivel individual, pero que el partido evita tener que tomar una decisión. Ante el cambio del PAN, la indecisión del PRI, y la beligerancia del PRD y otros grupos (Nueva Alianza y PT) favorables al aborto, eutanasia, matrimonio homosexual etc… la arquidiócesis de México pidió en enero de este año la formación de un nuevo partido político que defienda la integridad de los principios no negociables. La respuesta dura de los políticos contra la iglesia fue inminente, especialmente del PAN. El resultado lo tenemos hoy, para votar la tibieza y la corrupción del nuevo centro, mejor lo ya conocido, la vuelta del PRI. Los católicos han mostrado su fuerza votando nulo o en blanco ante la imposibilidad de votar un partido afín, ya que únicamente podían hacerlo con los católicos de cuota del PAN o del PRI.
Pero el centro descatolizador avanza en América, el siguiente objetivo, Chile. ·- ·-· -······-· José Luis Orella
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