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El descubrimiento del principio religioso por Juan Donoso Cortés
por
Gonzalo Larios Mengotti
El olvido, o más precisamente la reiterada marginación, si no la lucha más o menos declarada en contra de la cosmovisión católica de la vida, es lo que reconoce como raíz primera de las calamidades y desórdenes de todo orden que, describe, han envuelto a Europa y por supuesto a España
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En
1838, el político extremeño introduce el principio
religioso en todos los ámbitos de su pensamiento y llegará
a acompañar a la libertad y la inteligencia en el sitial más
alto de las categorías donosianas. El olvido, o más
precisamente la reiterada marginación, si no la lucha más
o menos declarada en contra de la cosmovisión católica
de la vida, es lo que ahora reconoce como raíz primera de las
calamidades y desórdenes de todo orden que, describe, han
envuelto a Europa y por supuesto a España. Ante ello, ya no
tratará sólo de rectificar una serie de principios
políticos o de pretender que se ejerza efectivamente la
autoridad, el problema lo percibe global y atañe a los
fundamentos, creencias y costumbres de la sociedad. Todos ellos estan
para Donoso íntimamente ligados entre sí en una serie
de relaciones que el movimiento intelectual del siglo XVIII, la
Ilustración, con la sola herramienta de la razón,
habría trastocado por completo y con resultados profundamente
negativos. Las ideas siempre han dirigido los hechos en la política
donosiana, y su entorno ahora es observado y analizado de modo
diferente. Los acontecimientos sociales de todo orden, contrarios a
las creencias y las costumbres, se le aparecen como desastres, ya que
percibe a la sociedad herida por una fiebre revolucionaria que
estaría minando los pilares fundamentales de la vida privada y
pública. Si las ideas siguen dirigiendo los hechos, habrá
que detenerse también en su consideración crítica
de las corrientes ideológicas de su tiempo, tarea que
dejaremos para el final de éste capítulo.
Detengámonos ahora en precisar la afirmación anterior,
aquélla que sitúa a la religión en un lugar
preminente dentro de su pensamiento. Hemos señalado que
disciplinas tan varias como la historia, la literatura, la diplomacia
y el pensamiento político son materias por las cuales Donoso
ha mostrado siempre especial preocupación. Veremos cómo
ahora éstas se denotan claramente inmersas dentro de una
cosmovisión teológica que prima por sobre cada una de
ellas, en el sentido que las subordina no que las aprisiona. Me
explico. La teología, o lo que Donoso llama ahora filosofía
católica, pasa a considerla como un sistema completo, sin
fisuras, que se extiende sobre cualquier otra disciplina, de tal
manera que ninguna de éstas puede contrariarla, al menos en
sus aspectos fundamentales, sin poner a la sociedad en peligro de
grandes extravíos. La sociedad responde a las ideas que la
guían, y los aspectos filosóficos, literarios y
políticos, nacionales e internacionales, están
íntimamente relacionados entre sí con los religiosos,
como las costumbres con las creencias. Parecería entonces que
Donoso ha entrado ya en su conocida última etapa de su
pensamiento. El extremeño ha dado un paso importante hacia
ella pero, no obstante, y a pesar de lo anterior, es aun un defensor
de la ley de la perfectibilidad y del desarrollo progresivo del
hombre y la sociedad. Pese a su denuncia del excesivo racionalismo
del siglo XVIII, y de su crítica a la tendencia secularizante,
es aun un liberal, si bien ahora, más que ninguna otra cosa
pretende limpiar al movimiento liberal de irreligión,
conectarlo con la historia que le antecede, con las costumbres y
creencias de España, que es donde le interesa que funcione y
cuya realidad, careciendo de verdaderos filósofos, no
conocerían aquellos quienes rindieron culto a la razón
abstracta y autónoma. Carl Schmitt, cuyo pensamiento tanto le
debe a Donoso, habla con razón de teología política
para referirse al extremeño de 1848 a 1853; sin embargo, esta
inclinación se deja ver con claridad a partir de 1837-1838 y
tiene antecedentes desde sus primeros escritos. Ahora bien, el último
Donoso era un decidido católico antiliberal, mientras que el
que estamos ahora estudiando es un liberal histórico,
conservador y antirrevolucionario. Y es que pareciera imbuido de una
ardua tarea ante su liberalismo: marginarlo del proceso
revolucionario; no será labor fácil. Históricamente
habrá de reconocer su origen revolucionario y contrario a la
religión, por ello no le queda más que postular un
liberalismo nuevo, contrario en aquellos aspectos al anterior, lo que
para muchos puede hacer parecer su pensamiento ajeno ya al
liberalismo. Como bien señaló Gabino Tejado, Donoso
pensó en católico, mucho antes de su conversión .
Algo
entre 1837-1838 lo decide a abandonar el liberalismo doctrinario, su
punto ideológico de referencia; esta decisión que será
de la mayor significación para su pensamiento, no será
ajena a su descubrimiento de la filosofía católica, si
bien podemos mencionar como causas concomitantes:
a) La
impresión que le sugieren las políticas progresistas
radicales en contra de la Iglesia en España, actitud agudizada
por el anterior ministerio de Calatrava.
b) La
decepción que le provoca la política de los
doctrinarios franceses, que en política interior acercan sus
posiciones hacia la izquierda en pos de derribar el gobierno de Molé,
confundiendo, a juicio de Donoso, la naturaleza del régimen
monárquico constitucional en apoyo de un ministerio fruto de
la Cámara y no del monarca. En política exterior no
comparte, sino que más bien se manifiesta especialmente
molesto, con la posición contraria de los doctrinarios a
intervenir en apoyo de la causa liberal en España. A ambas se
debe unir la denuncia de cierto rasgo materialista, del cual tan
reticente se ha mostrado desde sus inicios el extremeño.
c) La
reflexión constante sobre el fenómeno revolucionario de
España y Europa, que lo hace ahondar en sus causas y remedios
hacia asuntos de carácter religioso.
d) La
propia incapacidad que muestra el sistema político en España,
pese al acceso al gobierno del sector moderado.
e) Todo
ello, paralelamente, puede estar acompañado de lecturas de
apologistas católicos, ya sea en el ámbito político
como en el literario. Me inclino a pensar que pueden haber sido
francesas, probablemente Chateaubriand, o bien de españoles,
madrileños o catalanes, con quienes incluso es factible algún
contacto personal.
La acción negativa de los filósofos del siglo XVIII
deriva no sólo de su deificación de la razón
sino de su consecuencia material: la Revolución francesa. Ésta
ahora es tipificada como anticristiana, incluso el Directorio. Es en
esta consideración donde alcanzamos a notar las nuevas
concepciones donosianas. El Directorio no es ya la etapa moderada o
reparadora sino que está también sometida a la dinámica
anticristiana pues sus prohombres habrían pensado que bastaba
una política material para dirigir las naciones "y
tuvieron que retirarse de sus puestos, escarnecidos y silbados por la
Francia y toda Europa" ,
en lo que se percibe una critica velada y clarividente a la política
burguesa que los doctrinarios impulsaban en la monarquía
luisfelipista. El articulista de la Gaceta no descarta la
acción del líder providencial y nuevamente deja ver su
desmesurado culto hacia la figura de Napoleón, al estimar que
"el primer gobierno verdaderamente reparador que tuvo Francia
después de la revolución, fue el consulado"
ya que habría pretendido reconciliar al pueblo con la religión
del país. Para el articulista de la Gaceta no basta el
elemento político es necesario contar con el principio social
y religioso de otro modo "sólo fundaremos castillos de
naipes que el soplo de un niño derribará" ,
los sistemas políticos ahora no podrán ponerse en
práctica al margen de las ideas, creencias y hábitos de
la sociedad. Es necesaria entonces la armonía del poder
político y el poder social, entre la autoridad civil y la
religiosa sin que ello signifique confundir sus respectivos ámbitos
de acción. En este punto discrepa con alguno de sus
correligionarios de partido, de hecho ha encontrado insuficiente la
nueva legislación del diezmo e insiste en que se debe asegurar
la dignidad de las funciones sacerdotales, asegurando los medios de
subsistencia del clero y del culto .
Propicia la Gaceta un indudable acercamiento político
hacia la Iglesia cuando está muy latente la guerra civil y
estas cuestiones podrían tomar otro cariz si no se tratan con
delicadeza. Al margen de la oportunidad, hay una nueva estimación
del elemento religioso, por ello denuncia que la reacción del
siglo XVIII ha supuesto dar paso a las llamadas "constituciones
civiles del clero", las cuales califica como atentados
contra la necesaria independencia del sacerdocio.
Para
Donoso ahora el cristianismo, la filosofía católica, es
aquella creencia común que permite la armonía social y
es el principal fundamento del orden, una especie de dogma que
estructura la unidad básica en cuestiones fundamentales sin la
cual se haría imposible la vida en sociedad. Las relaciones de
mando-obediencia, entre súbdito y poder, sin ella, carecerían
de cimientos sólidos por lo que el Estado se precipitaría
hacia una generalizada anarquía de individualismo:
"cuando
las sociedades no están dominadas por un pensamiento común
que sirva de centro a todas las inteligencias, cuando no reconocen un
dogma o un principio bastante poderoso para imprimir un carácter
de unidad a todos sus esfuerzos y para establecer la apetecida
concordancia entre todas las voluntades, las sociedades son víctimas
de una decadencia precoz, su vida orgánica se entorpece, su
vida intelectual se apaga, el individualismo las invade, un malestar
íntimo y profundo las devora y un estúpido
indiferentismo consume su perezosa y lánguida existencia" ·- ·-· -······-·
Gonzalo Larios Mengotti
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