Guerra:
( Del germ.:*werra,
pelea, discordia; cf. a. al. ant.: wërra, neerl. Medio:
warre).
- Desavenencia
y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.
- Lucha armada
entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.
- Lucha o combate, aunque sea
en sentido moral.
- Enemistad, hostilidad declarada.
- Aquella
en que los contendientes están dispuestos a luchar hasta morir.
- Lucha, ataque
sin intermisión.
Prisionero:
- Persona que está presa, generalmente
por causas que no son delito.
- Militar u otra persona que
en campaña cae en poder del enemigo.
Subversión: (Del lat.
subversio, -onis).
- Acción y efecto de subvertir.
Subvertir: (Del lat.
Subvertere).
- Trastornar, revolver, destruir,
especialmente en lo moral.
Revolución:
(Del lat. Revolutio, -onis).
- Acción y efecto de revolver
o revolverse.
- Cambio violento en las instituciones
políticas, económicas o sociales de una nación.
- Inquietud,
alboroto, sedición.
Moral:
(Del lat. moralis).
- Perteneciente
o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto
de vista de la bondad o malicia.
- Que no pertenece
al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento
o de la conciencia. Prueba, certidumbre moral
- Que no concierne
al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano. Aunque
el pago no era exigible, tenía obligación moral de hacerlo
- Ciencia que
trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad
o malicia.
- Conjunto de
facultades del espíritu, por contraposición a físico.
(Del
diccionario de la Lengua Española
– Real Academia Española )
Otra definición:
“La guerra es una sanción
jurídica que la autoridad competente aplica a quienes han infringido
el derecho natural o social o derecho de gentes, amenazando o dañando
gravemente el bien común u orden o bien público; y que se aplica con
un doble fin: restaurar el orden y castigar al malhechor”.
(Fuerzas Armadas, Ética
y Represión. Marcial Castro Castillo )
Entonces, podemos afirmar
con certeza, que en el centro de esta cuestión, la guerra, la necesidad
de castigar una grave ofensa al Orden Natural, el Bien Común, el Orden
Justo, los Principios Fundacionales de la Nacionalidad, es la mas legítima
causa de guerra, o como dice el Padre Francisco de Vitoria O.P., bien
llamado el Fundador del Derecho Internacional Público: “la única
y sola causa justa de hacer guerra es la injusticia recibida”,
pero no se refiere a las cuestiones personales, lo define en referencia
al Bien Común, ya que una ofensa individual no está dirigida al todo,
que en el caso de una sociedad política lo es, pues sí lo representa.
Pero no cualquier injuria
debe ser respondida con una declaración de guerra por parte de la autoridad
competente, por que la pena debe guardar proporción con la gravedad
del delito. Confirma por ello el Padre Guillermo Fraile, las condiciones
que para justificar una declaración de guerra, la ofensa debe tener
las siguientes características:
- Gravísima.
- Consciente.
- Deliberada.
- Mantenida.
Es inaudito pensar en
declarar una guerra por un partido de fútbol, por ello el daño debe
ser gravísimo y atentar directamente contra la Nación.
Debe el agresor tener
plena conciencia del daño que busca ocasionar, y en este sentido
la suma de acciones es una de las múltiples maneras de saberlo fehacientemente.
Efectuar un daño de
forma deliberada, significa llevarlo a cabo con premeditación
y voluntad plena; y aunque el agresor obrara con ligereza y sin
mayor cálculo en los resultados de su acción, por la insensatez puesta
de manifiesto, lo mismo tiene culpa, pues era su deber prever las consecuencias
de su malicia.
Si sus acciones perduran
en el tiempo y no se trata ya de una errónea acción o de una circunstancia
excepcional, la agresión mantenida certifica su decisión de
cometer el mayor daño posible.
La violencia que genera
la guerra, en consecuencia, no es un mal, sino un bien público, por
la reparación de este ofendido, el orden justo vilipendiado,
por que paga la deuda debida a la justicia ofendida. Por eso se afirma
con propiedad, que “una injusticia no reparada es una inmoralidad”
(Padre Leonardo Castellani). Además, aunque la ofensa sea irreparable,
el necesario respeto a la autoridad de la ley justa, exige el castigo,
la pena, como satisfacción de la ofensa.
Confirma en este sentido
el P. Vitoria: “no se borran la ignominia y el deshonor
de la republica con solo poner en fuga a los enemigos, sino castigándolos
y afligiéndolos con la severidad de las penas. Por que el príncipe
no solo esta obligado a defender y conservar los intereses materiales,
sino también el honor y autoridad de la republica”.
La llamada guerra
subversiva, es una clase de guerra en la que no se persiguen únicamente
y de forma preferencial las posiciones y objetivos territoriales, sino
que se busca por sobre todas las cosas, dominar el espíritu, absorber
las inteligencias, captar bastos sectores de una población determinada
o a toda ella, para dominarla mentalmente, institucionalizar desde lo
político ese dominio, y someterlo todo a una tiranía de carácter
mundial, en la cual el fin expreso y confesado a viva vos, es el de
sustraer al Hombre de la Redención, impedirle la entrada en el Reino
de Cristo, y estrujarlo con las esclavitudes del comunismo y del liberalismo.
Por esto es que se asevera
con propiedad, con conocimiento indiscutible y experto, que en la guerra
subversiva, las guerrillas comunistas urbanas y rurales, solo han
representado una faz del amplio espectro de variantes disponibles,
que de acuerdo a los giros tácticos y por las necesidades de la conducción
enemiga, pueden nuevamente instrumentarse.
Forman parte de esta
multiplicidad de instrumentos de ataque:
- Usura,
- Cultura promiscua,
- Fomento de la homosexualidad,
- Pornografía,
- Contracepción,
- Aborto,
- Eutanasia,
- Matrimonios de igual género,
- Educación sin Dios,
- Y sin Patria,
- Pérdida de la propiedad,
- De los medios de producción,
- Etc.
“Hace unos años,
la policía mendocina hizo un descubrimiento de un grupo que hacia reuniones
satanistas, lo que pone en el tapete, también en la Argentina, la existencia
de gente que ha bajado a los mayores abismos de la perversión, ya que
venera al mismo mal. Este fenómeno de inversión de todos los valores,
se da por doquier hoy, y es lo que caracteriza justamente a la Cuarta
Revolución: llamar bien al mal y mal al bien, unida al rechazo
de toda vida civilizada, de toda manifestación racional de la inteligencia:
la vuelta al salvajismo.
No todas las manifestaciones
de la Cuarta Revolución llevan en sí el sello expreso de la
sumisión al demonio. Algunos son meros fenómenos de la disolución
social o de la histeria colectiva, otros de indignidad y de desaliño
personal, de destrucción de la personalidad, pero todos tienden hacia
lo inferior, hacia la negación de todo orden, rebajan a los hombres,
siendo sus expresiones abiertamente destructivas. Siempre conllevan
el “non serviam” de lucifer, que sus fautores denominan “liberación”.
Ni Dios ni rey ni ley, es su lema, siendo este mismo el de Satán.
Es difícil definir y
delimitar a la Cuarta Revolución, determinar con exactitud qué
acontecimientos o movimientos se encuadran en ella, dado su carácter
vago e impreciso. Esto no debe extrañarnos, pues su última finalidad
es el caos.
La “familia” Manson
de asesinos fanáticos, las religiones adoradoras del diablo en California,
los hippies, el “arte” moderno de Picasso y sus congéneres, el
nudismo, el cine esotérico, el terrorismo nihilista, los movimientos
de “liberación” femenina y de amorales, etc., son expresiones características
de esta Revolución.
La Primera Revolución
fue la protestante, fue una rebelión religiosa. Se sustituyó la fe
revelada por Dios Nuestro Señor por un sistema de creencias inventadas
por el hombre, que leyendo los Libros Sagrados, le daba la interpretación
que se le ocurría. La Primera Revolución trajo el libre
examen.
La Segunda Revolución,
la francesa, fue política. Negó que la autoridad proviniera de Dios
y la puso en la multitud. La voluntad popular se volvió base
de las leyes y criterio de justicia.
La Tercera Revolución,
la comunista, fue económica. Negó el derecho natural, la justicia
en las relaciones sociales. Suprimió toda moral, calificando de saludable
todo lo que sirviera a la Revolución, al socialismo, sin traba de ley
superior alguna.
Las tres Revoluciones
son otras tantas rebeliones contra el Orden que Nuestro Señor Jesucristo
estableció. Las tres son enemigas de Dios. La primera negó la Iglesia,
Cuerpo Místico de Nuestro Divino Salvador; la segunda desconoció la
realeza social del Redentor; la tercera es expresamente atea. La cuarta,
baja aun mas en los peldaños de la maldad, y sus representantes mas
avanzados adoran a satanás.
Las cuatro revoluciones
son “humanistas”. Son expresión del orgullo humano, del hombre
que no se somete a la ley suprema, que quiere hacer su voluntad, para
terminar como esclavo o como ser que no se gobierna por su inteligencia
sino por sus instintos mas bajos”
Programa para la Tradición.
Pagina 211. Autor: Andrés de Asboth. Editorial ICTION. 1.981.
Esta madeja de perversiones,
inversiones y maldades de todo tipo, es a la cual de una manera conciente
o no, los subversivos estuvieron respondiendo con sus acciones. Pero
cabe aclarar la responsabilidad en el caso de ignorancia de estos trasfondos
tenebrosos de sus mandantes e ideólogos.
Si bien puede llegar
a darse esta situación de falta de conocimiento, pues los ideologizadores
que saben el mal que promueven tratan por todos los medios de no espantar
a sus prosélitos, el sentido de relación con el orden de las cosas
existentes, la conciencia natural a un ordenamiento justo, por
un lado, sumado a la natural aversión por la comisión de actos decididamente
inversos del recto proceder, por otro, dan una luz a la inteligencia
confundida por la propaganda y el adoctrinamiento, por que no se pierde
definitivamente este sentido de relación entre lo que debe ser y lo
que no, en el proceso de la observación inteligente de cada persona.
No existe la inocencia plena o completa en esta cuestión, por que la
propia definición de Moral, que trata de las acciones humanas con relación
a la bondad o maldad, ratifica de pleno la aberrante contradicción
de quienes sostienen grados de inocencia en la ejecución de actos aberrantes,
pues esta calificación les cupo y les cabe a todas las acciones guerrilleras,
subversivas y revolucionarias, y del tinte ideológico que se trate.
El subversivo, el guerrillero,
y el revolucionario, que son expresiones de una misma realidad, pues
se ubican en algunas de las revoluciones tipificadas con antelación,
que en su expresión generalizadora se denomina como la Revolución
o Guerra Revolucionaria, es el eslabón necesario e imprescindible
de todo el andamiaje montado, pues sobre su accionar se monta el proceso
de destrucción para su desenvolvimiento operativo. Por mas “perejil”
que sea su rol, es un elemento fundamental del proceso revolucionario,
que visto desde la visión real del proceso integral revolucionario,
las cuatro revoluciones, deja de ser perejil y pasa a ser un árbol
frutal. Entonces quienes lo calificaron inicialmente despectivamente
pasan en realidad a ser los “perejiles” en todo esto.
Y esta situación de
desconocimiento, que lleva a una falsa interpretación de los sucesos
históricos, y a la ubicación de las partes intervinientes en los múltiples
procesos dialécticos desatados, lleva a fijar posiciones indefendibles
y no pocas veces, muy lamentablemente, por parte de quienes dicen haber
participado directamente en los procesos contra subversivos, de escasa
eficiencia en la ofensiva contrarrevolucionaria, por que se desconoció
y se desconoce, la naturaleza intima de lo que cada etapa revolucionaria
representa en el contexto general de la gran estrategia.
Por ello es necesario
aclarar una vez mas, que solo habrá verdaderamente un camino de efectiva
pacificación nacional, cuando los cuadros subversivos, guerrilleros
y revolucionarios, hagan profesión publica de arrepentimiento y Fé,
bajo un sincero y profundo acto de reconversión personal.
Y por supuesto, pidiendo
y exigiendo la libertad de todos los prisioneros de guerra detenidos
por haber cumplido con el deber de defender a la Patria y sus habitantes,
en cumplimiento de ordenes emanadas de la Autoridad Publica Competente
de aplicación del estado de guerra, tal cual fueran los considerandos
del Decreto Nº 261 y concomitantes, mediante los cuales se oficializa
la definición del Teatro de Operaciones “Operativo Independencia”
en la Provincia de Tucumán, y en el resto del país, de aniquilar al
enemigo subversivo a como de lugar.
Espero que estas breves
líneas sirvan de refuerzo en el ánimo y la justificación, para
quienes aun combaten esta Guerra por la Independencia Nacional·- ·-· -······-·
Eduardo Sebastián Gutiérrez
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