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La guerra como concepción del Mal

por Alberto Alvarez Alonso

Acercamiento crítico a la génesis del mal moral en Erasmo de Rotterdam

0. Introducción

Para Erasmo de Rótterdam, la realidad de la guerra constituye un verdadero escándalo y la máxima expresión del mal. El presente trabajo trata de mostrar, a través de una exégesis personal de “La guerra es dulce para quienes no la han vivido” contenida en los “Escritos de crítica religiosa y política”, cómo en la génesis del mal de la guerra descrita por Erasmo, que en la tipología que presentamos a continuación se podría denominar como mal moral, no siempre se atribuye el grado de responsabilidad necesario al ser humano para poder denominarla como tal. De esta forma, indagaremos en las causas que Erasmo apunta como origen del mal para ver en qué medida participa la libertad del hombre y finalmente comprobar si la categorización de la guerra como mal moral puede mantenerse o no en las situaciones propuestas por Erasmo.

1. Tipología del Mal

En la reflexión común prefilosófica es frecuente establecer una distinción entre el mal físico y el mal moral:

1.1.- El Mal físico

El mal físico es la ausencia en sí, éticamente indiferente, de una perfección ontológica exigida por la naturaleza del ser respectivo< [1] . Este es equivalente al sufrimiento o al dolor [2] . En efecto, la experiencia humana radical del mal físico puede definirse como una experiencia dolorosa.

El mal "físico" le "sobreviene" al hombre; el hombre no lo quiere, está expuesto pasivamente a él.

Negar o minimizar la existencia del mal físico sería no sólo una ingenuidad, sino también un desprecio del sufrimiento y, por tanto, una injusticia con los que sufren. La reprensión del sufrimiento conduce a la ausencia de relaciones entre los hombres, mientras que la compasión directa (e independiente de cualquier otra consideración) en el dolor de los demás puede eliminar las barreras entre los hombres y constituir una fuente de bondad, de amor y de comprensión. Por eso la expulsión del sufrimiento de nuestra sociedad, que quiere aparecer joven, sana y feliz, constituye una de las monstruosidades de la sociedad actual. Hacer del sufrimiento un tabú implica cometer una injusticia contra los dolientes y enajenar a los "sanos" de una dimensión esencial de su condición de hombres y de prójimo [3] .

1.2.- El Mal moral

El mal moral, en cambio, es un tipo de padecer que no se identifica con el físico, aún cuando quien lo experimenta no se ve librado (y hasta puede encontrar consuelo en ello) de ciertas alteraciones físicas (como la congoja, que es un mal moral, pero que puede ir acompañada de alteraciones considerables en la presión sanguínea). El mal moral constituye, primero, la libre decisión de la voluntad contraria al bien moral; y, en segundo lugar, la acción exterior resultante de ella y el hábito y actitud interior malos consolidados subsiguientes a la misma [4] . Es decir, el mal moral es aquel que no sólo se experimenta pasivamente en el sufrimiento, sino que más bien surge activamente de la acción de la libertad humana.  Si el mal moral tiene su origen en la libertad humana, su posibilidad está basada en la finitud de la libertad; su realidad, en cambio, es inderivable y sólo se obtiene mediante un salto de la libertad.

Se le llama también al mal moral pecado y culpa, y es en estos fenómenos, donde el hombre se reconoce a sí mismo como causa responsable (autónoma) del mal. El que el hombre se responsabilice de sí mismo y de sus actos y reconozca que puede llegar a ser culpable o lo es ya, constituye el núcleo de la dignidad humana. El hombre, pues, debe y puede tomar postura ante sus condicionamientos y que tal postura influya en el contacto práctico con el mal, que puede aumentar como consecuencia de una aprobación o ser refrenado mediante un rechazo activo. Cuando queda en penumbra esta dimensión personal, las teorías modernas pasan a constituir un imponente mecanismo exculpatorio y desembocan en una inocencia natural del hombre al que se atribuye lo positivo y lo bueno, mientras que los aspectos oscuros y las sombras de la historia vivida y escrita por nosotros, los atribuimos a una serie de sujetos que nos sirven de coartada: Los otros, los enemigos, la sociedad, la naturaleza, el pasado. Este ocultamiento del mal moral fomenta la estigmatización y la enemistad entre los hombres, lo cual, constituye también un mal y ahora veremos por qué. La única posibilidad de convivir humanamente reside en que nos reconozcamos mutuamente como personas, cosa que implica que nos reconozcamos también como sujetos responsables. Así pues, la visión del hombre aparentemente tan humana, porque comprende y disculpa todo, es profundamente inhumana. Cuando se elimina la categoría del mal moral en cuanto categoría de la responsabilidad personal, el hombre queda degradado a la condición de objeto [5] .

1.3.- El Mal metafísico

Un tercer tipo de mal que suele ser incluido por numerosos autores a la hora de hacer un estudio de la tipología del sufrimiento es el mal metafísico. Este término fue el resultado de un estudio de Leibniz acerca del mal. Para Leibniz el mal metafísico es la condición de posibilidad de que existan el mal físico y el moral radicando tal condición en la esencia misma de la finitud, de tal manera que pretender eliminarlo de la naturaleza de lo real ( como creatura finita) sería una contradicción, o lo que es lo mismo hacer infinito lo finito o de la creatura "un Dios" [6] . De ahí que del mal metafísico se derivan con necesidad inquebrantable el físico, como consecuencia de los inevitables desajustes de la realidad finita en su funcionamiento, y el moral, como posibilidad inseparable de la libertad finita.

Este concepto de mal metafísico nos indica que ya no se trata sólo del mal físico ni del problema del mal moral, sino del ser y el sentido de la realidad en su totalidad. Podemos así preguntarnos:

"¿De qué naturaleza es la realidad, toda vez que puede ser para el hombre "ámbito" tanto de libertad como de esclavitud y experimentarse como realidad buena y gratificante o como realidad hostil, pérdida, inquietante, fatídica?. ¿Es el ser como tal bueno, malo o radicalmente ambivalente? En otros términos: ¿remiten el mal físico y el moral a un mal metafísico? [7] .

Como vemos, la introducción del mal metafísico genera para algunos autores como Walter Kasper el debate acerca de la verdadera naturaleza de lo real abierto con la pregunta de si el ser como tal es bueno, malo o ambivalente, para concluir diciendo que sean cuales sean las respuestas puramente filosóficas que  se den al problema, la respuesta a esta pregunta es, en última instancia, religiosa [8] .

Otros autores sin embargo, cuando hacen un estudio detallado del mal llegan a la conclusión de que solamente existen dos tipos de mal: el físico y el moral afirmando del mal metafísico como falta de perfección de lo real como un término que se presta a error, ya que la ausencia de ulterior perfección ontológica es esencial a todo ente finito, por perfecto que sea en su especie.

Cabe, por último, decir que esta clasificación del mal, es clásica y general, no faltando a otros autores que han clasificado el mal en virtud de otros criterios seguidos en su estudio. Por ejemplo junto a los tipos de mal (físico, moral y metafísico) se consideran también los géneros y las variedades. Así según los géneros el mal puede concebirse como un ser o como un valor, como algo absoluto o algo relativo, algo abstracto o algo concreto, algo substancial o algo accidental... etc. Y, en cuanto a las variedades, el mal es objeto de una descripción fenomenológica que muestra el mal bajo sus manifestaciones o perspectivas. Estas perspectivas pueden a su vez examinarse de un modo general o particular describiendo todas las formas de maldad.

2.- El Mal moral en Erasmo

2.1.- El hombre, criatura para el Bien.

Esta es la conclusión extraída de la lectura del “Retrato del Hombre natural” que Erasmo incluye en su escrito de “La guerra es dulce para quienes no la han vivido”. [9] En él repasa las principales características que nos constituyen y que nos diferencian del resto de lo creado.

Para Erasmo en la antropogénesis interviene la colaboración de dos factores: La naturaleza y Dios.

Por la Naturaleza el hombre es engendrado como un animal totalmente interdependiente:

“Solo el hombre viene al mundo de tal manera que depende enteramente de la ayuda ajena durante mucho tiempo” [10]

Con esta afirmación Erasmo está dando por sentada la existencia de la dimensión social como constitutiva de lo humano. Es decir, como absolutamente necesaria (vital) para nuestra realización ya que la conservación del don natural de la vida depende del establecimiento de vínculos afectivos con los otros:

“La naturaleza quiso que el hombre debiera el don de la vida no tanto a ella misma como a la benevolencia” [11]

Esta dimensión social en lo humano no se constata sólo en su utilidad para la supervivencia sino también en la propia morfología del ser humano que denota “amor y benevolencia” [12] y en las cualidades del lenguaje y de la razón encaminadas a “ganarse y conservar la amistad” [13]

Desde esta perspectiva, la relación con los demás podría parecer el fruto de una necesidad egoísta mecánicamente ejercida para mantenernos con vida y alcanzar mayores niveles de desarrollo personal, por lo que Erasmo va a afirmar que la Naturaleza también dotó al hombre con la capacidad de hacer el bien ”incluso en ausencia de recompensa” , lo cuál, es un signo inequívoco de la imagen de Dios en el hombre. [14] Para Erasmo, la naturaleza actúa como un medio que permite el desarrollo del designio creador de Dios para el hombre, es decir, colabora con Él, por lo que esta capacidad de obrar en “ausencia de recompensa” es, en último término, obra de Dios, el cuál, quiere que el ser humano cuide de sus semejantes y del resto de las criaturas, para las que el hombre es, a su vez, su dios y su refugio:

“Dios ha puesto, por tanto, al hombre en este mundo como una imagen de sí mismo, para que atendiera a la conservación de todas sus criaturas en su calidad de divinidad terrena” [15]

La conclusión extraída de esta parte en cuanto a la acción moral del hombre es que el ser humano es naturalmente bueno. Hemos sido creados por Dios con la colaboración de la Naturaleza para hacer el bien .Esta afirmación se basa en la existencia de dos aspectos comprobables en nuestro ser:

- La dimensión social  como constitutiva de lo humano hasta el punto de que la amistad con el otro es vital para el desarrollo personal del hombre.

-La capacidad de obrar el bien desinteresadamente, en “ausencia de recompensa”.

Lo realmente escandaloso para Erasmo es haber llegado a la conclusión de que el hombre es una criatura hecha para el bien y comprobar por otro lado como se autodestruye mediante la guerra.

2.2 La guerra, ¿máxima expresión del Mal moral?

Más arriba hemos definido el mal moral como aquel que surge activamente de la acción de la libertad humana y en el que el hombre se reconoce a sí mismo como causa responsable (autónoma) de su generación. Pero si hay algo que llame la atención en las arremetidas que Erasmo lanza en contra de la guerra es el poco  protagonismo concedido a la acción libre del hombre en la génesis de la misma, lo que nos llevaría a plantearnos, en principio, si encuadrarla o no dentro de esta categorización de mal por lo que a la filosofía de Erasmo se refiere.

Lo que sí parece claro para nuestro autor es que la materialización más explicita del mal se da en la guerra:

“Nada es más impío o más dañino, más ampliamente pernicioso o más persistente y tenaz; nada es más repugnante y totalmente indigno de un hombre” [16]

Esta afirmación se basa en varias razones entre las que podemos destacar:

1.-El grado de extensión social y acogida de la guerra. Erasmo constata que  la guerra tiene un alto grado de aceptación no sólo entre los paganos sino también entre los cristianos desde las clases más humildes hasta los mismos responsables de la Iglesia o los príncipes, en un ámbito más civil, cuya obligación no debería ser otra que ” componer con sabiduría y razón los movimientos de la necia multitud” [17] .

2.-El nulo cuestionamiento que el ejercicio de la guerra despierta entre los hombres de su tiempo. El grado de acogida de la guerra antes señalado se manifiesta en una ausencia de conciencia crítica contra la guerra como recurso, hasta el punto que esta reprobación podría ser motivo de herejía. [18]

 3.-Su capacidad destructiva. En el título del trabajo presentábamos deliberadamente la guerra como concepción del mal en la filosofía de Erasmo por la doble acepción que el término “concepción” nos proporciona. La guerra, en un primer significado del término, es la materialización más explícita y clara que Erasmo concibe del mal, es su mejor definición como apuntábamos en el encabezamiento de este razonamiento, pero también posee, atendiendo ahora al segundo uso del término, una capacidad de  generar mal hasta el punto de proceder de ella todas las calamidades de la existencia:

“¿Qué sentido tiene hablar de la ruina de la moral puesto que nadie ignora que todas las calamidades de la existencia nacen a un tiempo de la guerra?(…)Ella es la fuente de la que nos brota toda esa enorme caterva de bandidos, ladrones, sacrílegos y asesinos” [19]

Es una peste tan funesta que invade, contagia y no se limita a destruir en un contexto histórico y social determinado porque “toda guerra es semilla de guerras” [20] .

Ahora bien, una vez descritas estas razones, la pregunta es ¿Qué nivel de responsabilidad derivado del ejercicio de su libertad habría que atribuir al ser humano en el grado de extensión social y acogida de la guerra, en el nulo cuestionamiento que se hace de la misma y en la capacidad destructiva que posee? La respuesta a esta pregunta es crucial para establecer si la guerra es un mal moral o no en Erasmo, pero para poder responderla  habría que indagar en las causas que Erasmo apunta como origen de la guerra en esta primera parte de su escrito :

“¡Cuánto más justo sería preguntarse qué demonio, qué peste, qué calamidad, qué furia introdujo originariamente en la mente humana una cosa hasta tal punto tan bestial, de suerte que ese animal pacífico engendrado por la naturaleza para la paz y la amistad, el único llamado a la salvación, se precipitara a una destrucción recíproca por una locura tan bestial, por conflictos tan salvajes!” [21]

Esta lamentación sería fruto, afirma,  de la reflexión de una “mirada auténticamente filosófica” [22] que previamente hubiera examinado de un lado la imagen del hombre y de otro el retrato de la guerra. Como esto mismo es lo que hará a continuación a lo largo del ensayo, el texto adquiere el valor de ser, por un lado, conclusión anticipada y por otro apelación a la justa conciencia de cada uno para intentar solucionar un grave problema en el que la libertad y por ende la responsabilidad del hombre deberían jugar un papel fundamental. Pero analicemos antes las causas que se reflejan para ver si el papel de la libertad del hombre es determinante en las mismas. Entre estas, y a primera vista, se citan elementos extrínsecos a la voluntad humana (demonio, peste, calamidad o furia) que actúan provocando la introducción en la mente humana de una “locura  bestial” cuya manifestación exterior es la guerra. Pero ¿En qué sentido afirma Erasmo que la guerra es una locura? [23] Hay dos posibilidades. La primera sería considerar esta locura como una enfermedad mental, una patología  que sobreviene al ser humano fruto de la acción directa de los elementos antes expuestos , lo que limitaría al máximo la participación de la libertad humana y su responsabilidad. La guerra ya no se podría calificar de mal moral sino de mal físico, el cuál, como apuntábamos más arriba es la ausencia en sí, éticamente indiferente, de una perfección ontológica exigida por la naturaleza del ser respectivo y que es experimentado por el ser humano como dolor y como sufrimiento al estar expuesto pasivamente a él [24] .

Pero sería un error esta consideración, ya que nuestro autor estaría cayendo en una flagrante contradicción. ¿Cómo proponer un proyecto moral alternativo al ejercicio de la  guerra como solución que apela a la responsabilidad de los seres humanos y por tanto a su libertad, si ésta ya se encuentra mermada de antemano?.

Tendremos que considerar otra posibilidad en la interpretación de la locura del texto si queremos que éste cobre el sentido y la coherencia necesarios dentro del escrito, cuyo fin no es otro que el lector repruebe el ejercicio de la guerra como recurso ofensivo o defensivo en favor del diálogo, la razón y el entendimiento, los cuáles, más acordes con la naturaleza humana, requieren de la voluntad para inclinarse hacia el bien y, por tanto, de la libertad de elección como medio y capacidad de la voluntad que lo posibilite. De esta forma habría que considerar la locura de la guerra, como la primera de las dos clases de locura humana que Erasmo describe en su elogio de la locura:

(...) Verdaderamente hay dos clases de locura: una, la que las Furias engendran en el infierno cada vez que lanzan las serpientes que despiertan en el pecho de los mortales la pasión de la guerra, la inextinguible sed del oro, un indecoroso y abominable amor, el parricidio, el incesto, el sacrilegio, y cualquier otro designio depravado; o cuando alumbran la conciencia del culpable con la terrible antorcha del remordimiento. Pero hay otra locura muy distinta de ésta, que precede de mí y que es apetecida por todos. Normalmente se manifiesta por cierto alegre extravío de la razón que al mismo tiempo libera al alma de sus angustiosas preocupaciones y devuelve el perfume de múltiples deleites. [25]

Este tipo de locura que “despierta en el pecho de los mortales la pasión de la guerra”, también “alumbra la conciencia del culpable con la terrible antorcha del remordimiento” , es decir, no posee todo el ser del hombre hasta el punto de anular su conciencia, todo lo contrario, la hace despertar mediante el remordimiento. A la vez que puede conducir al ser humano a la perdición, también constituye el punto de partida para su salvación. Manifiesta por un lado un potencial destructivo enorme pero a la vez el cimiento para su reconstrucción. En el fondo, esta locura presupone la libertad del hombre. Si en ella y por ella el hombre se puede descubrir culpable y por tanto responsable de sus actos, es porque en el origen de esta locura y en su desarrollo participa la acción libre del hombre. Podrá tener un origen infernal  pero requiere del libre asentimiento del hombre para propagarse. [26]

Es en este sentido en el que se puede calificar la guerra de locura sin anular la libertad del hombre y clasificarla, hasta aquí, como un mal moral en Erasmo de Rótterdam [27] .

2.3.- Génesis de la guerra entre los paganos

En este apartado volveremos a analizar el grado de responsabilidad que Erasmo atribuye al ser humano en las sucesivas fases o estadios de la guerra entre los paganos, considerados aquí, como aquellos que aún no conocían el Evangelio de Cristo por situarse cronológicamente en el periodo pre-cristiano:

“En efecto, antaño cuando los rudos hombres primitivos vivían en los bosques desnudos, sin murallas y sin techo ocurría de vez en cuando que eran atacados por las fieras salvajes. Con éstas tuvo en primer lugar el hombre la guerra y quién defendía a la especie humana del asalto de las bestias era considerado fuerte y tenido por jefe. Incluso parecía muy justo degollar al que degollaba, descuartizar al descuartizador, sobre todo cuando las fieras salvajes nos atacaban sin que hubiera mediado por nuestra parte daño alguno” [28]

Este texto describe el primer estadio de la génesis de la guerra entre los paganos. En él Erasmo nos describe un escenario previo a la introducción de la guerra caracterizado por dos aspectos:

1.-Un entorno hostil al hombre en el que éste tendrá que ejercer la violencia con los animales para poder sobrevivir en él, lo cuál, es realmente una paradoja.¿Cómo puede  la naturaleza  engendrar  un ser para el bien en un entorno tal, que tendrá que matar si quiere continuar subsistiendo en él?.

El entorno, como causa externa al hombre, parece jugar un papel  determinante para Erasmo en el origen de la guerra entre los paganos. El ser humano deberá ejercer la violencia frente al medio como legítima defensa, lo que lo exime, hasta el momento, de toda responsabilidad o culpa, toda vez, que el ejercicio de la violencia con los animales como antesala del que se llevará a cabo con los congéneres, es totalmente necesario.  El origen de la guerra entre los paganos desde este punto de vista no sería otro que la precariedad ontológica en la que el ser humano se inserta, por lo que sería más bien un mal físico o metafísico. Hasta aquí, no podemos hablar de la guerra como mal moral, ya que de momento no ha entrado en juego la responsabilidad del hombre.

2.-El otorgamiento de honor y poder a ”quien defendía la especie humana del ataque de las bestias”.Esta atribución que Erasmo basa en una consideración errónea de la justicia, incentivó la caza de animales cuyo fin no sería ya la legítima defensa, sino la búsqueda de un “gran honor”[29].

Es cierto que aquí sí encontramos la acción directa del hombre en la génesis de la guerra pero Erasmo la hace residir en una consideración errónea de la verdadera justicia cuya consecuencia principal fue subordinar la aniquilación de la vida (aunque de momento ésta sea animal) a la obtención de reconocimiento y poder. Por esta razón podríamos preguntarnos, ¿ hasta qué punto no está aquí limitada la responsabilidad humana si tenemos en cuenta que el estado original de ignorancia parece jugar un papel decisivo en la acción? En este primer estadio descrito por Erasmo la libertad del hombre como causa determinante en la génesis de la guerra entre los paganos brilla por su ausencia en un proceso que parece regido por el determinismo o por la necesidad, lo cuál nos hace seguir indagando en el proceso descrito para encontrar la impronta humana que nos permita inculparnos como únicos responsables de la guerra.

Así, y ya en un segundo estadio de este proceso, afirma Erasmo en relación a los seres humanos:

“¿Qué crimen se atrevieron a cometer? No temieron alimentarse de los cadáveres de las fieras que habían matado, desgarrar con los dientes la carne exánime, beber su sangre, sorber los humores y, como dice Ovidio,«engullir vísceras en vísceras»” [30]

El engullimiento de carne animal es considerado por Erasmo como un crimen. Puede que lo realmente escandaloso para nuestro autor sea la animalización a la que el hombre se somete con este acto cuyo detonante es el atrevimiento o la falta de prudencia. No obstante, una vez que la eliminación de la vida animal se había puesto al servicio de la obtención de poder y prestigio, la ingesta de la carne no vendría a ser sino una consecuencia inevitable del inicial estado de ignorancia y la prudencia, implícitamente implorada, que reclama  libre albedrío para ejercerla, estaría descartada de antemano.

En un tercer y último estadio y para completar la descripción de la génesis de la guerra entre los paganos, tenemos que hacer referencia al aspecto más importante en este proceso, la costumbre, de la que Erasmo llega a afirmar:

“No hay nada tan perverso o tan atroz que no esté aprobado si lo avala la costumbre” [31]

La costumbre para Erasmo actúa como una especie de catalizador del mal que comienza justificando la crueldad ejercida con los animales para acabar enseñando al hombre esta violencia con sus congéneres. Es una fuerza o energía que supera la voluntad aumentando la ferocidad y la ira en caso de conflicto y extendiéndolas del plano interpersonal (individual) al inter-grupal(colectivo) constituyéndose así la guerra propiamente dicha. [32]

La conclusión de este análisis es que Erasmo concede muy poca responsabilidad al ser humano en la génesis de la guerra entre los paganos haciéndola derivar de la precariedad del ser de la naturaleza, que no potencia adecuadamente las dimensiones de lo humano haciéndose incluso hostil a éste, y de la precariedad de nuestro propio ser, manifestada en la limitación de nuestras facultades intelectivas para aprehender lo real adecuadamente ,traducida aquí en  un déficit en el reconocimiento de la superioridad de la vida humana con respecto al resto de la creación lo que inevitablemente condujo a una percepción errónea de la justicia.

Si la finitud y la contingencia en el plano del ser y la ignorancia en el del conocer son las verdaderas causas no hay sitio para la responsabilidad que nace de la libertad en esta etapa inicial de la humanidad por lo que la guerra, como consecuencia inevitable de la precariedad del ser y del conocer no puede aún, para Erasmo, considerarse un mal moral propiamente dicho, sino más bien un mal cuyo origen es físico o metafísico.

 2.4.- Génesis de la guerra entre los cristianos

Sin lugar a dudas lo que más asombro y perplejidad causa en Erasmo es que los cristianos emprendan la guerra entre ellos mismos, por lo que al denunciar la extensión y la universalidad de la guerra concluye:

“Finalmente – y esto es lo que a mí me parece sin duda más atroz que todo lo anterior – el cristiano está en guerra con otro hombre y añadiré también, muy a mi pesar , con otro cristiano, que es lo más atroz de todo.” [33]

Si la guerra  entre los paganos tenía una explicación basada en  los condicionantes más arriba expuestos, la guerra entre cristianos es totalmente incomprensible para aquellos que se erigen como depositarios y custodios del Evangelio de Cristo:

“Admitamos que los paganos fueron arrastrados a esta locura por la estulticia o por la ira, o por la ambición, la avaricia o la crueldad o-como a mí me parece más probable –por Furias enviadas de los infiernos .Pero ¿de dónde nos ha venido a nosotros a la mente que un cristiano eche mano de la espada ensangrentada contra otro cristiano?” [34]  

Es esta elección por  parte del creyente, del mal que destruye y no de la paz evangélica, lo que escandaliza a Erasmo hasta el punto de llevarle a indagar en las causas del proceso de génesis de la guerra entre los cristianos para ver  si encuentra algún atenuante de la culpabilidad humana que pueda explicar mejor este comportamiento tan atroz.

En este proceso hay para Erasmo dos causas fundamentales que a la vez constituyen dos momentos claves en  la introducción de la guerra en el seno del cristianismo.

El primero de ellos es la erudición puesta al servicio de la defensa de la religión frente a los herejes. Ésta trajo consigo la discusión y con ella la división en el seno interno de la Iglesia. [35] En este proceso de introducción de la filosofía en la teología Erasmo ve clave la intromisión de Aristóteles hasta constituir una “autoridad casi más venerable que la del propio Cristo” [36] o la asunción de algunas leyes imperiales que “alaban la  guerra como una empresa insigne con tal de que sea justa.”[37]El resultado es la tergiversación o la interpretación retorcida de la sagrada escritura hasta el punto que:

“(…) no se permite hablar de la Escritura cristiana a quien no se haya impregnado totalmente hasta las orejas, como dice el proverbio, de las bagatelas aristotélicas por no decir sofísticas. Como si la doctrina de Cristo fuera de tal índole que no pudiera ser  perfectamente patrimonio de todos o estuviera de alguna manera de acuerdo con la sabiduría de los filósofos” [38]

De esta manera, Erasmo ve en la racionalización de la fe al servicio de la teodicea, que diría Leibniz, una tergiversación interesada de la Sagrada Escritura  que predispone para el enfrentamiento intelectual preparando así el escenario para una futura contienda.

El segundo momento clave sería la introducción progresiva del poder a través de títulos de honor y de riquezas, los cuáles pasaron de ser, en un principio, solamente aceptados a reclamados y exigidos posteriormente:

“Al cabo del tiempo recibimos algún título de honor, conferido espontáneamente, pero que después comenzamos a reclamar como si se nos debiera, Tal cosa no pareció injusta.” [39]

La situación de este texto, justo después de la descripción crítica del proceso de racionalización de la fe ,y su introducción mediante la expresión “ Al cabo del tiempo…”que nos sitúa en una secuencia lógico temporal de los acontecimientos, parece indicar que la atribución de títulos de honor se deriva de la reclamación por parte de los responsables de la Iglesia de algún reconocimiento meritorio por su lucha contra el hereje a través de la refutación de sus argumentos. Así, este honor  guarda cierto paralelismo con el honor atribuido por el asesinato de las bestias en la génesis de la guerra entre los paganos. En ambos casos la atribución de honor pasa a ser, en un primer momento, consecuencia de la lucha con el oponente (bestia o hereje) para constituirse con posterioridad en la causa determinante de la guerra, cuyo origen radica en un error perceptivo de la verdadera justicia, el cuál, si antes surgía de la ignorancia , ahora surge de un exceso de erudición que lleva a una interpretación errónea del mensaje de Cristo, haciéndonos ver como justo que la defensa de la fe debe reportar al que la ejerce algún tipo de privilegio con respecto al resto de creyentes.

Este razonamiento dejaría, en esta etapa como en la anterior, justificado el ejercicio de la guerra, como la consecuencia lógica y fatal de nuestra limitación en la aprehensión de la realidad concediendo muy poco margen a la voluntad del hombre como causa. Pero esta conclusión no cuadra con lo defendido por Erasmo en cuanto al origen de la guerra en el periodo cristiano ni con la continua exhortación y defensa de la paz, la cuál, necesita de la libertad y responsabilidad del hombre para ejercerla.

Entonces, ¿A qué se refiere más arriba en el texto cuando habla de la recepción de títulos honoríficos si ésta no es consecuencia de la refutación del hereje?.Parece referirse al hecho de la Donación de Constantino [40] que sirvió de base para la reclamación de poder temporal por parte de los dirigentes de la Iglesia. Es decir, la atribución de títulos honoríficos no responde al reconocimiento de ningún mérito, de ahí, el adverbio utilizado (“espontáneamente”) refiriéndose a la misma. Respondería más bien a un afán de acumular poder y riquezas en el seno de la Iglesia, lo cuál, sí es fruto de la maldad del hombre y constituye para Erasmo la verdadera causa de la guerra entre los cristianos.

Para él, ya no existe ninguna justificación para aquellos que son conocedores del mensaje moral de Cristo y de las nefastas consecuencias que la guerra había dejado tiempo atrás:

“El mundo tenía sus leyes antes de que se proclamara el evangelio: castigaba, hacía la guerra, acumulaba dinero y provisiones. El señor no vino a la tierra a enseñarnos lo que nos estaba permitido, es decir, hasta qué punto nos era lícito apartarnos de la perfección, sino a enseñarnos cuál es la meta a la que debemos tender con todas nuestras fuerzas” [41]

Por esta razón, la guerra entre cristianos no puede ser considerada ahora como una desgracia más, sino como malicia e impiedad conscientes por parte del ser humano que la inicia, lo que avala la intervención de la libertad y responsabilidad del hombre en el proceso:

“Se podría quizá soportar las guerras si nos hicieran únicamente desgraciados y no también malhechores e impíos; si la paz se limitara a hacernos más dichosos y no también mejores” [42]

La conclusión es obvia, si en un estadio pre-cristiano para Erasmo la guerra podía ser considerada como un mal físico por causas en las que la libertad  se encontraba fuertemente condicionada, ahora sí se podría considerar un mal moral cuya base es el alejamiento deliberado de la verdadera paz contenida en el evangelio de Cristo.

·- ·-· -······-·
Alberto Alvarez Alonso

Bibliografía

§ Walter BRUGGER (Ed.), Diccionario de filosofía, Herder, Barcelona 1965.

§ José FERRATER MORA (Ed.) Diccionario de Filosofía, Alianza Editorial, Barcelona 1997.

§ Walter KASPER, "El mal como problema teológico", en Fe cristiana y sociedad moderna, Madrid 1986.

§ Andrés TORRES QUEIRUGA, "El mal en perspectiva filosófica", en Fe cristiana y sociedad moderna, Madrid 1986.

§ Erasmo,”La guerra es dulce para quienes no la han vivido”,en Escritos de Crítica religiosa y política, ed. De M.A. Granada, Círculo de lectores, Barcelona,1996.

§ Joaquín BARCELÓ,”Selección de escritos de Erasmo de Rótterdam”, en Estudios Públicos  61(1996).

§ Mónica CABALLÉ CRUZ,”El Vedanta Advaita ante el sufrimiento,” en Moisés GONZÁLEZ GARCÍA Filosofía y dolor. Editorial Tecnos, Madrid 2006.



[1] Cf. NAUMANN, "Mal" en Walter BRUGGER (Ed.), Diccionario de filosofía, Herder, Barcelona 1965,   p. 294-295.

[2] Cf. "Mal" en José FERRATER MORA (Ed.) Diccionario de Filosofía, Alianza Editorial, Barcelona 1997, p. 2083.

[3] Cf. Walter KASPER, "El mal como problema teológico", en Fe cristiana y sociedad moderna, Madrid 1986, p. 201.

[4] Cf.  NAUMANN, "Mal", en Walter  BRUGGER (Ed.), Diccionario de filosofía, Herder, Barcelona 1965, p. 294.

[5] Cf. Walter KASPER, "El mal como problema teológico", en Fe cristiana y sociedad moderna[s.e.], Madrid 1986, pp. 201-204.

[6]Cf. Andrés TORRES QUEIRUGA, "El mal en perspectiva filosófica", en Fe cristiana y sociedad moderna, Madrid 1986, p. 183.

[7] Cf. Walter KASPER, "El mal como problema teológico", en Fe cristiana y sociedad moderna, Madrid 1986, p. 204.

[8] Cf. Ibid., p. 206.

[9] Cf. Erasmo,”La guerra es dulce para quienes no la han vivido”, en “Escritos de Crítica religiosa y política”, ed. De M.A. Granada, Círculo de lectores, Barcelona,1996, pp.155-159.

[10] Cf.Ibid.,p156

[11] Cf.Ibid.,p156

[12] Cf.Ibid.,p156

[13] Cf.Ibid.,p157

[14] Cf.Ibid.,p158

[15] Cf.Ibid.,p159

[16] Cf.Ibid.,p154

[17] Cf.Ibid.,p155

[18] Cf.Ibid.,p155

[19] Cf.Ibid.,p160-161

[20] Cf.Ibid.,p161

[21] Cf.Ibid.,p155

[22] Cf.Ibid.,p155

[23] En la p.160, vuelve Erasmo a calificar la guerra como “locura general”,siendo ésta su característica fundamental a lo largo del ensayo; la antítesis de la racionalidad y por tanto indicio de una desnaturalización y deshumanización del hombre.

[24] La filosofía oriental distingue entre sufrimiento como sensación psicológica de desagrado que surge cuando nos resistimos a lo que sucede y pretendemos otra cosa y dolor como factor inherente a la existencia sensible e indisociable de ella.Véase Mónica CABALLÉ CRUZ,”El Vedanta Advaita ante el sufrimiento” en Moisés GONZÁLEZ GARCÍA Filosofía y dolor. Editorial Tecnos, Madrid 2006,p.44-45

[25] ERASMO, Elogio de la locura, cit. Por Joaquín BARCELÓ,”Selección de escritos de Erasmo de Rótterdam”, en Estudios Públicos  61(1996),p.37.

[26] Algo parecido es lo que ocurre en el relato de la caída del Génesis, pero mientras para San pablo este hecho corrompe todo el ser del hombre de manera irremediable introduciendo la muerte( Rom 5,12-19), el mal de la guerra se introduce originariamente sólo en la mente humana.

[27] Quizá ,por esta razón, entre las causas barajadas por Erasmo como germen de la guerra (demonio, peste, calamidad o furia) hay dos que se imponen al hombre sin contar con su libertad, pero hay otras dos de origen infernal que como personificación del mal  intentan inculcar al ser humano la pasión por la guerra, siendo necesaria en la dinámica de una supuesta tentación, el asentimiento o la negación  del hombre  a través de su libertad. No será este el único lugar donde Erasmo haga referencia a estas figuras infernales situándolas en el origen de la guerra. Véanse líneas 175-180 Y 585-590. 

[28] Erasmo ,”La guerra es dulce para quienes no la han vivido”,en “Escritos de Crítica religiosa y política”, ed. De M.A. Granada, Círculo de lectores, Barcelona,1996, pp.166.

[29] Cf.Ibid.,p166.

[30] Cf.Ibid.,p167

[31] Cf.Ibid.,p167

[32] Cf.Ibid.,pp.169-170

[33] Cf.Ibid.,p172

[34] Cf.Ibid.,p180

[35] Cf.Ibid.,pp184-185.

[36] Cf.Ibid.,p185

37] Cf.Ibid.,p187

[38] Cf.Ibid.,p187

[39] Cf.Ibid.,p187

[40] El documento se basa en la leyenda de san Silvestre, que aparece en la : " historia de los francos" de Gregorio de Tours, escrita en Italia en el siglo V. Según este relato, el papa Silvestre l, había curado a Constantino de la lepra . En agradecimiento, el emperador había hecho a Silvestre, no solo el jefe de todos los sacerdotes de Roma, sino que había renunciado a su título imperial, en favor de Silvestre.

[41] Cf.Ibid.,p196

[42] Cf.Ibid.,p176


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