Aun falta unas semanas para el 1 de Diciembre, día mundial de la lucha contra el sida, pero el sida se sigue transmitiendo cualquier día del año.
Veintiocho años han pasado desde que conocemos la epidemia, y han bastado para que mueran veintisiete millones de personas, además de las 34 millones que viven infectadas del VIH.
En España, hace un año, causó escándalo un libro para jóvenes sobre la prevención del sida, escrito por médicos del famoso hospital Carlos III, donde se aconseja abstinencia y fidelidad. En Guanajuato, México, acaban de prohibir la difusión de otro texto semejante. Los censores han vuelto al poder.
Menos escándalo se arma, si como en Chile un homosexual con sida relataba que en pocos años ha tenido miles de parejas, o que en Ecuador, una prostituta con sida de nacionalidad boliviana tuviera junto con su pareja un buen negocio de contactos on-line y contagios reales.
Si juzgáramos las cosas desapasionadamente, sin ideologías que quizá desvíen nuestras conclusiones, deberíamos estar de acuerdo en que unos modos de vivir son más cercanos al sida, y otros menos. No toda actividad tiene el mismo riesgo. Por ejemplo, un seguro de vida sería más caro para el que trabaja en un circo con los leones, que para el administrativo que esta sentado todo el día en su oficina.
Un gobierno laico, neutro, que solo apueste por cuidar la salud de los ciudadanos, debe promocionar modos de vida saludables.
Pero claro, si este gobierno se deja llevar por doctrinas hedonistas, por el dios placer, que manda antes morir, que subir la bragueta…
El gran punto de divergencia en los modos de encarar la prevención del sida, son los principios de partida, que podrán ser diversos: humanistas, hedonistas, consumistas, etc.
Si el razonamiento citado anteriormente, - de que deben promocionarse modos de vida sano, y desanimar las conductas peligrosas -, no fuera aceptado por todos, pues es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, decía Einstein, ofrezco un plan B.
La libertad de cada individuo conlleva responsabilidad con las consecuencias de los actos, ¿todos de acuerdo?
Si alguien vive de una forma 50 veces mas proclive a enfermarse de sida que yo, debería pagar un seguro médico 50 veces más caro que yo. Si esto no ha ocurrido, y la persona resulta finalmente infectada, entonces debería pagar todos los costes de tratamiento. Eso sería lo justo, ¿no es cierto?
Este plan B tiene dos puntos débiles en mi contra, pero estaría dispuesto a asumirles. Uno de ellos es que tus modos de vida podrían alcanzar a enfermarme a mi, si tu sangre, por ejemplo, se pone en circulación para transfundirse. Por otro lado, está tu creciente proselitismo que puede alterar a los míos. Tanto poder tienes que muchos otros libros están casi promocionando la masturbación, la homosexualidad, etc. y nadie abre una investigación.
Aquí va, entonces, este guante para quien lo tome.
Larga será la lucha contra el sida, si no hay un fármaco o vacuna milagro, que apenas ve en el horizonte. Lo que se precisaría es un cambio cultural, pero mucho cerebro anda con el freno de mano puesto, y ni siquiera se fija en los pocos países como Uganda que triunfan contra el sida.
Yo no pierdo la esperanza, estoy convencido que al final la necesidad se hará virtud. ·- ·-· -······-·
Pedro Pérez Cárdenas
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