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Sudán, la última estación martirial
por
José Luis Orella
Sudán fue la patria del Mahdi, el primer estado fundamentalista islámico
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Hace unas semanas aparecían crucificados de forma grotesca, varios católicos que había sido secuestrados en el sur de Sudán por la guerrilla del Ejército de Salvación del Señor, una formación armada, sectaria, que secuestraba niños en el norte de Uganda (los varones para la guerra, las niñas para prostituirlas). Financiados por el actual gobierno de Jartum, han sido el instrumento de un martirio que viene siendo incentivado desde antiguo. Sudán es un país de transición entre un norte islámico y arabizado desde Egipto, y un sur que se abre a las sabanas pobladas por bantúes, que guardan contacto con Uganda y Kenya. Desde antiguo la población del sur, ha servido de oro negro, como esclavos para la venta en la cercana península arábiga. Actualmente, un 30 % de la población no es musulmana en Sudán, de los cuáles, un 12 % son cristianos. Concentrados en el sur, perviven a la discriminación y marginación social de un país que intenta culminar su islamización.
Sudán fue la patria del Mahdi, el primer estado fundamentalista islámico, construido a finales del siglo XIX y destruido por los británicos. Allí reside, bajo vigilancia Hassan al Turabi, uno de los mayores intelectuales islámicos del momento, inspirador en su momento de un Gobierno islámico radical. El sur cristiano y animista ha querido secesionarse mediante la lucha armada. Su líder, John Garang, de formación estadounidense, consiguió la paz y ser proclamado vicepresidente del país. Pero falleció en el 2005 en Uganda, en una visita al presidente ugandés, antiguo amigo personal. La guerra civil abrió las puertas a todo tipo de humillaciones y a la aparición de las columnas de esclavos en dirección al norte del país. El descubrimiento de pozos petrolíferos en el sur, incentiva más a los musulmanes a una lucha sin fin por el control de unos recursos que los convertiría en la potencia islámica de África. La China Popular es la gran beneficiada del descubrimiento, aportando tecnología extractora a cambio de tecnología militar. Europa y EEUU negocian como entrar en tan lucrativo negocio, entretanto los cristianos sudaneses rezan por hacerse visibles a los medios de comunicación occidentales, por que de ello depende su vida. También la Iglesia prepara el futuro, desde abril de este año funciona una universidad católica en Juba, la capital del sur. El nuevo centro de los jesuitas formará profesionales que vertebrarán la sociedad sureña, a nivel sanitario, educativo y administrativo. Una sociedad nueva que surge abonada con la sangre de los mártires recientes.
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José Luis Orella
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