La política exterior del Califato Omeya ha sido ejemplarmente tratada por Peter Brown en su libro El Mundo de la Antigüedad Tardía: de Marco Aurelio a Mahoma del que existe una magnífica edición española en Editorial Taurus a cargo de Antonio Piñero (Madrid, 1989). Según Peter Brown el Califato Omeya pretende crear un Califato Islámico en todos los territorios que antes pertenecieron al Imperio Romano. Para cumplir tales miras el Califato Omeya tiene que destruir el Imperio Romano. El Imperio Romano engloba el conocido impropiamente por Imperio Bizantino y los distintos reinos germánicos que se hallan en la Cristiandad Occidental. En teoría estas monarquías son federadas del Imperio Romano aunque en la práctica son independientes. Así se explican varios acontecimientos: - El traslado de la sede del Califato de Medina en Arabia a Damasco (prueba del interés geoestratégico de los Omeyas por el Mediterráneo) - La influencia del Imperio Romano de Oriente en el ceremonial palaciego y la administración omeya en Damasco. Esto demuestra las tentativas omeyas de suplantar el Imperio Romano con un Califato que recoja todos los elementos buenos, útiles y aprovechables del Imperio Romano. El cronista Teófanes llamó ya la atención de la copia omeya del ceremonial palaciego de Constantinopla - Eco bizantino muy marcado en el arte omeya que resulta particularmente visible en la Gran Mezquita Omeya de Damasco, la Cúpula de la Roca de Jerusalén, las lunetas de los techos de Rhibat al-Marfán y los frescos del Palacio de Qusair’Amra. Los Omeyas pretenden superar con estos edificios las basílicas paleocristianas de Constantino I y Justiniano I en la región siriopalestina Estas directrices impulsan a los Omeyas a la conquista del Noroeste de África desde su ocupación de Cartago en 698, el asalto de la Hispania Visigoda y su invasión de la Galia Merovingia. También les lleva a intentar la conquista de Constantinopla en dos ocasiones (674 - 678 y 717 - 718). En ambas direcciones los Omeyas no consiguen todos sus objetivos. Fracasan en los antedichos sitios de Constantinopla. La expansión occidental se hunde en la batalla de Poitiers de 732 ante la caballería franca de Carlos Martel precedida diez años atrás por el fiasco de los Omeyas ante los arqueros astures de don Pelayo en Covadonga. Frente a aquellos fracasos se crea una oposición dentro del Califato Omeya que además reúne a todos los musulmanes de etnia no árabe. Éstos últimos se hallan muy descontentos por la preponderancia que los Omeyas conceden a los musulmanes de etnia árabe y sus descendientes respecto a los musulmanes de etnia no árabe y sus sucesores. Estos últimos son los aborígenes de las zonas conquistadas por los Califas Perfectos y Omeyas y sus hijos y nietos quienes aceptan el Islam. Esa preferencia incumple la doctrina de la Umma o comunidad de los creyentes basada en su absoluta igualdad . Tiene lugar entonces la rebelión de los abbasíes contra Marwan II, el último Califa Omeya. Marwan II nace en Damasco en 688. Marwan II es un buen militar. Antes de suceder al califa Jezid III Marwan II destaca como gobernador de Armenia. En un primer momento de la revuelta abbasí Marwan II da muerte al representante de la familia abbasí de nombre Ibrahim ibn Mohammed. Sin embargo Marwan II no consigue evitar que los simpatizantes de los abbasíes proclamen califa a Abdah bah-Abul-Abas. En los años medios del siglo VIII los abbasíes derrotan a Marwan II en las batallas de Ispahán, Kerbala y Arbela. Marwan II, siempre perseguido por sus enemigos, huye primero a Palestina y luego a Egipto. Marwan II muere asesinado en una iglesia cristiana de Bushir, localidad del Alto Egipto. Los Abbasíes hacen una serie de cambios respecto a los Omeyas: - Mudan su interés estratégico del Mediterráneo al Asia Central y al Océano Índico. Para ello fundan en 762 la ciudad de Bagdad a la que trasladan el centro del Califato desde Damasco. Ese cambio se aprecia incluso en la cultura. Las mil y una noches lo reflejan. Peter Brown dice que las aventuras de Simbad el Marino se desenvuelven en el Índico y no en el Mediterráneo. Igualmente la Narración del tercer Calenda hijo de rey recoge el tema de la montaña-imán que atrae a los barcos para destruirlos. Éste es un cuento sumerio de navegantes que luego lo recogerá Julio Verne en La esfinge de los hielos cuando Julio Verne intente completar Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe. Peter Brown dice que con los Abbasíes Mesopotamia recupera el papel central en la Historia Universal que había perdido con las conquistas de Alejandro Magno - Adopción por los Califas Abbasíes del protocolo de la Persia Sasánida. Peter Brown indica que el regalo de un elefante que el Califa Abbasí Harun al-Raschid hace a Carlomagno supone un recuerdo de los obsequios que los dinastas sasánidas (y dentro de ellos Khusro I Anosharvan de modo especial) realizan a favor de sus vasallos - El Califato Abbasí no intenta destruir el Imperio Romano de Oriente. Ambos estados establecen normales relaciones diplomáticas. Uno de los embajadores del Emperador Romano de Oriente ante el Califa Abbasí es Focio de Constantinopla. Focio entretiene sus ocios en Bagdag resumiendo en su Bibliotheca o Myriobiblion la antigua Biblioteca de la Escuela Filosófica de Alejandría que el Califa Omeya Omar II traslada a Damasco y que los Califas Abbasíes llevan a Bagdag enriqueciéndola con la Biblioteca de la Escuela Nestoriana de Nísibe. Los epítomes de la Bibliotheca de Focio han permitido reconstruir los contenidos de las Bibliotecas de Alejandría y Nísibe que se pierden con la conquista mogol de Bagdag en 1258 - Son muy similares las tomas de Bagdag por los mogoles en 1258 y la de Constantinopla por los otomanos en 1453 Sólo me queda esclarecer los motivos del hundimiento del Califato Omeya. Aparte de las antedichas causas de los fracasos militares y el resentimiento de los musulmanes de etnia no árabe pueden establecerse los siguientes motivos nuevos: - Los Califas Omeyas son incapaces de acabar con las tendencias de chiitas y jariyíes. Los chiitas sostienen que el Imanato (nombre que dan al Califato) ha de recaer en un descendiente directo de Mahoma dado que Husein, el primer Imán, es hijo de Ali y Fátima y nieto por vía materna de Mahoma. Los chiitas añaden dos suras más al Corán (Suras 115 y 116) donde Mahoma declara su preferencia por Ali, Fátima y sus descendientes. A su vez los jariyíes preconizan que la dignidad califal emana de la comunidad cuyos miembros debe elegir libremente al más digno aunque sea un esclavo negro. Incluso chiitas y jariyíes controlan algunas zonas que escapan al dominio omeya. Eso ocurre en el Jurasán (Noroeste de Persia) respecto a los chiitas y entre los bereberes norteafricanos en relación a los jarichíes quienes gozan además de gran predicamento en Persia, Kurdistán y en los beduinos bien que su principal dominio aparezca fundamentalmente en Berbería - Aumento de las cargas impositivas no sólo a los dhimni sino también a los musulmanes de etnia no árabe. Los dhimi son judíos, cristianos y zoroastrianos sometidos. Los dhimi tienen autonomía jurídica con sus propios tribunales y autoridades. No obstante se enfrentan a una serie de limitaciones como son el pago de una capitación, la prohibición de todo género de proselitismo y del ejercicio público de su religión y ser una población de segunda clase respecto a los musulmanes. Ello se aprecia de manera muy clara en el terreno judicial. A pesar de su autonomía si la legislación propia de los dhimni colisiona con el Derecho Coránico o hay problemas de un judío con un cristiano o un zoroastriano, la primacía siempre corresponde a las medidas islámicas. - Continuos cambios de las facciones aristocráticas como consejeros de los Califas en la corte de Damasco creándose grandes rivalidades entre unos y otros grupos de presión - Alejamiento de las conquistas del poder central de Damasco favoreciendo los Califas Omeyas a las zonas fronterizas en detrimento de las regiones centrales - Conservación de los latifundios de la nobleza bizantina, visigoda o merovingia sometida con la salvedad de la quinta parte de las tierras sometidas que se prorratea entre sus antiguos dueños y se entrega al Califa. La mayor parte de estos nobles suelen convertirse al Islam. Sólo muy pocos se trasforman en los dirigentes laicos de los cristianos sujetos al estatuto de dhimni. En todo caso los conquistadores musulmanes les conservan sus latifundios aunque han de pagar impuestos de los que se hallan exentos los musulmanes de etnia árabe. Incluso el Califato Omeya crea nuevos latifundios en las zonas conquistadas que otorga a los jefes militares que han obtenido aquellas victorias. Con ello se crean fuertes problemas sociales dentro del Islam
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Gonzalo Fernández
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