A
menudo suele decirse que: “La guerra es la continuación
de la política por otros medios" (Clausewitz, s.
XIX), empleando la frase del militar y tratadista prusiano
como resumen de la línea argumental que tiene como eje el que
la violencia entre grupos humanos, y concretamente entre naciones, es
algo natural, consustancial incluso a la especie humana. De hecho, la
esencia de toda guerra se resume en la imposición violenta de
la voluntad de un grupo sobre otro. Esto, a nosotros, los cristianos,
no debería llamarnos la atención, imbuidos de que el
pecado original trajo la discordia al género humano, grabando
en su naturaleza con unas tendencias al mal, al egoísmo
generador de todo tipo de violencias, que duran desde el asesinato de
Abel hasta nuestros días.
Frente
a este hecho universalmente constatable, se impuso en el género
humano la conciencia del derecho, individual y colectivo, de legítima
defensa.
Por
ello, y dado que es de todo punto racional esperar que otros grupos
humanos puedan atacar de cualquier manera al nuestro, a nuestra
Patria, el derecho natural y positivo de la legítima defensa
debe tenerse previsto ejercitarse. En esencia, ese es el objetivo de
los Ejércitos nacionales, su única razón de ser:
defender su existencia contra todo tipo de agresiones, externas o
internas (estas últimas generalmente alimentadas desde el
exterior); aunque se les pueda agregar otras misiones auxiliares o
conexas.
Todo
lo anterior es de sencilla constatación, tanto por parte de la
memoria individual como de la colectiva, sea reciente o refrendada
por la Historia. En este sentido, el aforismo romano “Si vis
pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepárate
para la guerra,basada
en la de Vegecio “Igitur qui desiderat pacem, praeparet
bellum”): es
una constatación de que el peligro de guerra es permanente y
la mejor forma de alejarlo es mediante la disuasión que
proporciona un Ejército preparado y eficaz.
Dicho
lo cual, a modo de introducción, permítasenos un
inciso. De siempre, en español, se ha empleado la palabra
Ejércitos para definir las organizaciones, terrestres o
navales (luego también aéreas), que las naciones
organizaban para hacer la guerra a otras. El término “Fuerzas
Armadas” (FAS) es relativamente reciente, generalizándose
su empleo a finales del siglo pasado, a caballo con el cambio de
régimen en España, como una manera más de
romper, mediante el lenguaje, con la tradición y, en esencia,
la historia y el sentimiento nacional con relación a sus
guerreros. No obstante lo anterior, emplearemos indistintamente la
palabra Ejércitos y el acrónimo FAS.
En la Actualidad, conflictos de nuestros tiempos
Aunque
lo dicho hasta ahora es fácilmente constatable, la labor de
muchísimos años de tendenciosas e interesadas
propagandas pacifistas, de muy diverso signo y origen, han inundado a
la sociedad de mensajes que tratan de imponer la idea-fuerza de que
“eso de las guerras nacionales” es cosa del pasado, que
estamos en la era del imperio de la paz, que los mecanismos
internacionales velan eficacísimamente por la misma, y que,
como mucho, hay “conflictos” muy localizados en áreas
geográficas periféricas.
Para
desmontar lo anterior, no es ningún ejercicio de hueca
erudición el hacer un somero repaso de los conflictos, es
decir, las guerras, que han tenido lugar desde que los vencedores de
la Segunda Guerra Mundial establecieron la Organización de las
Naciones Unidas (ONU, San Francisco, 25 de junio de 1945), por no
hablar de las acaecidas desde la creación de la Sociedad de
Naciones por, prácticamente, los mismos estados (la Société
des Nations nació dentro del Tratado de Paz de 1919-20
“para la promoción y el trabajo de las naciones y para
garantizar la paz y la seguridad internacional”). Antes
de pasar a ello, es obligado recordar que la Declaración
de la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció,
entre otros principios fundamentales, “la prohibición
del uso de la fuerza en contra de la integridad territorial o de la
independencia política … (y) la prohibición de
la intervención en los asuntos internos de un Estado”;
también que el Consejo de Seguridad de la ONU,
con EE.UU., Inglaterra, URSS/Rusia, Francia y China como miembros
permanentes, con derecho a veto, es “el organismo competente
para adoptar medidas para la protección y el
restablecimiento de la paz mundial y la seguridad internacional”.
Juzgue el lector la diferencia entre la realidad y los supuestos
invocados.
Desde
1945
apenas 60 Estados de
los más de 200 que hay en la actualidad (192 en la ONU, más
el Vaticano y otros 10 que en la práctica tienen tal
consideración),
no se han visto afectados por conflictos armados, y la cifra se
podría reducir aun más teniendo en cuenta las guerras
no declaradas y las de dudosa clasificación (ejemplos:
Invasión Comunista del Pirineo en 1944-45, Ifni-Sahara 1957-58
, ETA 1960-2010; todas ellas mezcla de agresión indirecta y
guerra subversiva). Se calcula que entre 1945 y 1995
aproximadamente 45
millones de personas
murieron víctimas de las guerras, declaradas o no y en sus
diversas formas, (a modo de aproximación genérica al
tema, véase:
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Guerras_por_n%C3%BAmero_de_muertos );
estamos hablando de casi tantas como en toda la Segunda Guerra
Mundial. El
90% de
esos conflictos se han producido en el llamado Tercer
Mundo formado por los países en vías de desarrollo, es
decir, en los débiles, mientras que las naciones
“desarrolladas y militarmente fuertes” están más
inmunizadas a la guerra o, más bien, a las ambiciones
externas.
Los conflictos más graves durante la Guerra Fría, hasta
la desaparición del Telón de Acero (el Muro de Berlín
cayó en 1989 y el
21 de diciembre de 1991 la URSS dejó formalmente de existir),
con su correspondiente carga de muertes, fueron la Revolución
China (1945-49), las guerrillas
comunistas (guerras civiles) de Filipinas (1945-53) y Grecia
(1947-49), la Independencia (1947) de la
India y su división (Paquistán y Blangladesh: guerras
de 1947-65-71-99), la Independencia de Indonesia (1945-49), la
Creación y expansión del Estado de Israel (1948) y la
consiguiente 1ª Guerra Árabe-Israelí, la División
de Alemania (1949) y el Muro de Berlín (1961), la Guerra de
Corea (1950-53), la Derrota Francesa en
Vietnam (1949-54), la Invasión
del Canal de Suez (1956), las Invasiones de Hungría (1956) y
Checoslovaquia (1968), la Revolución Cubana (1956-59) y la
Crisis de los Misiles (1962), las de Independencia de Argelia
(1956-62) y Túnez (1952-56), la Guerra de Vietnam (1964-75),
las Guerras Árabe-Israelíes de los Seis Días
(1967) y Ramadán (1973), el
Conflicto Sino-Soviético (1969),
las Guerras Civiles en Angola
(1975-2002), Mozambique (1975-92) y el
Líbano (1977-89), la
Revolución sandinista en Nicaragua (1978-90), la
Intervención Soviética en Afganistán
(1979) y la Guerra entre Irán e
Iraq (1980-88). Sin duda la lista se
queda corta, pero es reveladora en su misma sencillez.
Otros muchos conflictos armados, de menor
trascendencia internacional, tuvieron lugar y, de ellos, destacamos
la rebelión Mau-Mau en Kenya
(1952), la represión China del Tibet (1959; había sido
“ocupado” en 1950), la Guerra
civil en el Congo (1960), la
ocupación de Goa Portuguesa por la India (1961), la fracasada
Invasión de Cuba (1961), la civil
del Yemen (1962-70), la Guerra entre Indonesio-Malaya (1962-66), la
Insurrección en Malasia (1967-89), el Conflicto
de Chipre (1963), la independencia de
Rhodesia (1964-79), La Guerra de Independencia en Namibia(1966-88),
la Guerra
Civil de Biafra (1967), el
derrocamiento de Salvador Allende en Chile (1973), Ogadén
(Etiopía-Somalia, 1977-78), y la Guerra
de Las Malvinas (1982). Todo ello, sin
olvidar los numerosos “movimientos de liberación
comunistas”, tal que los Tupamaros uruguayos, los Montoneros
argentinos, el MIR chileno, el Sendero Luminoso peruano, las FARC
colombianas, por no hablar de nuestros ETA/GRAPO, y un largo etcétera
(incluido el conflicto anglo-irlandés, bastante distinto a los
anteriores), impusieron, de hecho y en prácticamente todo el
mundo, un casi permanente estado de guerra subversiva.
Pero
el derrumbe de la Unión Soviética no trajo, como no
podía ser de otra forma, un nuevo estado de paz. Se estima
que, apenas terminada la Guerra Fría, en el primer lustro de
los años noventa del pasado siglo murieron casi dos millones y
medio de personas en un centenar de conflictos. En 1945 había
tres conflictos armados mientras que en 1995 eran 49 y muchos de
ellos persisten en la actualidad. A principios del año 2003
había en el
mundo entre
30
y 35 conflictos armados de intensidad alta y media,
y unos cuantos más denominados conflictos políticos
violentos, en los que no se habla de guerra a pesar de la violencia
que comportan.
Repasemos los más importantes de ellos:
- Argelia (1991-2010): El Frente
Islámico de Salvación -FIS- ganó las elecciones
en 1991 pero un golpe de estado pretendió frenar a los
integristas.
- Guerras de Secesión de Yugoslavia
(1991-2001): Independencia de Eslovenia (1991), Croacia
(1991-1995), Bosnia (1992-1995; campaña de bombardeos
de la OTAN en Bosnia y Herzegovina en 1995),
Kosovo (1999; operación aérea de castigo de la
OTAN), Macedonia (2001).
- Ataque a Iraq,
2ª Guerra del Golfo (1991,1ª
de la “Coalición”, Operación Tormenta del
Desierto).
- Invasión de Afganistán “contra
los talibanes” (2001-2010).
-
Invasión de Iraq (2003-2010, 3ª
Guerra del Golfo, 2ª de la Coalición, Operación
Libertad Iraquí).
Son
de reseñar que los más importantes de todos ellos, como
no podía ser de otra forma al ser la potencia dominante, han
sido liderados por Estados Unidos. A este respecto se acompaña
un cuadro con las intervenciones bélicas norteamericanas desde
la creación de la ONU.
Intervenciones
bélicas norteamericanas desde la creación de la ONU
|
1945-46:
envío de tropas y bombardeos en China.
1945-53:
apoyo militar al gobierno Filipino
frente a los comunistas.
1950
a 1953:
Guerra
de Corea,
bombardeos en China.
1958:
bombardeos en Indonesia.
1960:
bombardeos en
Guatemala.
1961:
Cuba,
Invasión (encubierta) de Bahía de Cochinos.
1958-75:
Guerra de Vietnam.
Intervención en Laos,
Vietnam
del Norte
y Camboya.
1964:
Panamá.
1965:
Indonesia.
República
Dominicana.
Bombardeos en Perú.
1967-69:
bombardeos en Guatemala.
1979:
Irán,
frustrado rescate de rehenes.
1980-90:
El
Salvador,
ayuda militar al gobierno.
1980
a 1990:
Nicaragua,
apoyo militar a los Contras.
1983:
Líbano.
Invasión
de Granada.
1986:
Libia,
bombardeos.
1989:
Filipinas,
ayuda contra un golpe de Estado. Panamá,
derrocamiento de Noriega.
1991:
2ª Guerra del Golfo
(1ª de la “Coalición”), Operación
Tormenta del Desierto.
1993-94:
Somalia,
en apoyo a la ONU.
1994:
Haití.
1995:
Bosnia
Herzegovina.
1998:
Iraq,
bombardeo.
1998:
bombardeo en Sudán
y Afganistán.
1999:
Yugoslavia.
La OTAN (Organización del
Tratado del Atlántico Norte),
capitaneada por EE.UU., bombardeó Servia
en aras del llamado derecho de injerencia
humanitaria y sin aguardar a una
resolución de la ONU autorizándolo (concedida a
posteriori y, de alguna manera, forzando la jurisprudencia
anterior).
2001-10:
Afganistán
(tras los atentados del 11-S). Anteriormente apoyó a los
anticomunistas (1979-92).
2002:
Filipinas,
apoyo al gobierno.
2003-10:
3ª
Guerra del Golfo, Iraq
(Operación
Libertad Iraquí).
2004:
Haití
(puede
considerarse que el US. Army ha asumido, unilateralmente, el
control de esa nación tras el desastre natural).
Las
últimas intervenciones en Nicaragua y Panamá fueron
condenadas por la Corte Internacional
|
Rusia
se ha visto envuelta en las guerras de Chechenia (1993-96
y 1999-2002), Georgia (2008-); a ellas habría que añadir,
de alguna manera, los conflictos producidos entre antiguos estados de
la URSS: Ucrania-Moldovia (1992), Abjasia (1992-93), Tayikistán
(1992-97).
Respecto a Israel, hay que recordar el rescate
de Entebbe (1976; Uganda), el ataque
aéreo a Iraq (1981), la
Invasión del sur del Líbano
(1982), las Intifadas
en Palestina (1987 y 2000), la Guerra contra Hezbollah en Líbano
(2006), y el ataque a Hamás en Gaza (2008-09; Operación
Plomo Fundido).
En la
última década África ha sido escenario de
numerosos conflictos bélicos, incluido el Sahara Español;
en 30 de 53 países africanos han ocurrido guerras que han
desembocado en masacres. Cabe destacar las guerras “civiles”
africanas (internacionales en la práctica) de Sierra Leona
(1991-2002), Chad (prácticamente en guerra desde su
independencia en 1961), Etiopía y la separada Eritrea (1961-91
y 1998-2000), Nigeria (1967-70), Etiopía
(1974-91), Burundi (1993-2006),
Uganda (genocidio Tutsi de 1994), República Democrática
del Congo (Zaire, 1996-97 y 1998-2003; la más mortífera
desde la Segunda Guerra Mundial), y Liberia
(1989-96 y 2002-03).
En
Asia hay que destacar las guerras de China-India
(1962), Laos (1962-75), Camboya
(1967-80), Skri-Lanka (1976-2009), Filipinas (con el Frente Moro,
creado en 1970, y similares), Chino-Vietnamita
(1979), Timor Oriental Portugués (invadido por
Indonesia en 1975 y ocupado hasta 1999).
Este rápido, e incompleto, repaso a los conflictos bélicos
desde la creación de la ONU, aunque pueda parecer tedioso, es
fundamental para entender cabalmente la realidad mundial, la cual es
suma de las normas internacionales y el peso de los hechos. Sin tener
en cuenta los dos extremos (teoría y realidad) difícilmente
se puede valorar el decisivo papel de los Ejércitos en nuestro
tiempo.
Las alianzas y compromisos internacionales. La experiencia
española
Alguien
podría decir, y de hecho no sería la primera vez que se
esgrimiera la falaz idea, de que, aun admitiendo la necesidad de
contar con Fuerzas Armadas para defenderse, no es necesario que los
Ejércitos sean nacionales, dado que se puede contar con los de
otras naciones, e incluso (de existir) con Ejércitos
internacionales, mediante las correspondientes alianzas y compromisos
internacionales. En una palabra: ¡que nos defiendan otros!.
Desde
que el mundo es mundo, el hombre, ser social por naturaleza, se ha
asociado con otros para innumerables tareas. Las alianzas defensivas
entre grupos o naciones son tan antiguas como ellas mismas. Pero
siempre, siempre, se ha tenido claro la “perogrullada” de
que nadie se defiende mejor y más permanentemente que uno
mismo, entre otras cosas porque nadie “regala” nada. Es
decir, hay que poner los términos del debate en su justo
punto, porque admitiendo el efecto multiplicador de las alianzas, e
incluso su necesidad en determinadas ocasiones, la base para el
ejercicio del derecho natural de autodefensa es la propia fuerza. Si
no se cuenta con los medios militares necesarios y suficientes para
la defensa nacional no solo será gravosa la alianza, ya que la
otra parte de la misma exigirá una contrapartida desorbitada
por su contribución, sino que podría llegar a ser
ineficaz y, por ende, peligrosa. La historia está repleta de
casos en que el que fuera aliado de una nación acaba por
sojuzgarla dada su superioridad, así como de otros en que se
cambiaron las tornas y el aliado se convirtió en pertinaz
enemigo.
Tampoco
en esta ocasión está de menos ilustrar lo dicho. España
tiene multitud de dramáticos ejemplos. Napoleón,
continuando “los pactos de familia” franco-españoles,
entró en España como nuestro aliado (en Europa estaban
desplegadas lo mejor de nuestras unidades bajo mando francés,
la División del Marqués de la Romana -15.000 hombres-)
y, tras una cruelísima y larga lucha, salió de nuestra
Patria como pertinaz enemigo al que tanto costó derrotar.
Inglaterra, aliada del bando del pretendiente Archiduque Carlos (“los
Austrias”) en el contexto de la Guerra de Sucesión
Española, en 1704 ocupó (junto con Holanda) Gibraltar
en nombre del Archiduque; aquel “aliado” aun conserva
dicho enclave, mal que nos pese y por la coacción de la fuerza
de las armas, la última y única colonia en Europa (lo
que no quita para que siga siendo nuestra aliado). En el caso inglés,
otro hecho histórico es que las primeras tropas sajonas que
desembarcaron en la Península para luchar contra Napoleón
fueron las que estaban dispuestas para, por enésima vez,
atacar los virreinatos españoles en América: se trataba
de la expedición del General Arthur Wellesley, asesorado por
el traidor Francisco Miranda, organizada en el puerto irlandés
de Cork desde finales de 1807.
Pero
no hace falta alejarse mucho en el tiempo para sacar enseñanzas
relativas a ilustrar la fuerza o la debilidad de las alianzas, hay
casos en nuestros días suficientemente ilustrativos. Veamos:
- La
OTAN admitió la exigencia francesa de considerar Argelia como
parte del territorio francés a defender, mientras que en
nuestro caso no se contempla Ceuta y Melilla. Así mismo,
admite que Gibraltar sea parte de Gran Bretaña.
- La
Constitución Europea (Tratado de Lisboa, 2007) tampoco acoge a
Ceuta y Melilla. Y, sin embargo, admite como “Territorios
Ultraperiféricos” los franceses de San Pierre y
Miquelon, Guadalupe, San Bartolomé, San Martín,
Martinica, Guayana (América); los de Reunión, Mayotte y
Tierras Antárticas Francesas (Índico); y los de la
Polinesia Francesa, Islas de Wallis y Futuna e Islas de Nueva
Caledonia (Pacífico). Así mismo acoge los Territorios
Británicos del Océano Índico (Islas Chagos e
Islas de Diego García); en el Pacífico la Isla de
Pitcairn; en el Caribe las Islas Bermudas, Turquesas y Caiques,
Montserrat, y Vírgenes; y en el Atlántico las Islas de
Santa Helena y Dependientes, las Georgias y Sandwich del Sur, y las
Malvinas; en sentido amplio, para la UE forma parte de Gran Bretaña.
Otras dos naciones gozan de Territorios Ultraperiféricos:
Holanda (Isla de Aruba e Islas Antillas Neerlandesas; en el Caribe) y
Dinamarca (Territorio de Ultramar de Groenlandia). Se han citado
todos los territorios y todas las naciones para que resalte aun más
la ausencia española.
No
hace falta comentar lo anterior.
De
nuevo surge la evidencia de que es necesario contar con fuerza propia
para defenderse. Incluso es imprescindible la misma a la hora de
negociar las alianzas defensivas.
La
fuerza militar es incluso lo que mantiene a los fuertes en su
privilegiada situación internacional. En un horizonte no muy
lejano es previsible que el peso del poder en el mundo se desplace a
Asia de la mano de China e India (la
economía de China crece más del 90% al año y la
de India al 80 %, y Japón es el mayor beneficiario del
crecimiento económico chino):
“En el caso de Estados Unidos (en comparación con la
Inglaterra de comienzos del siglo XX, angustiada por la Guerra de
los Boers y la pujanza de Alemania y EE.UU.), la angustia es
resultado de un conflicto inesperadamente prolongado, sangriento y
costoso: la guerra de Iraq (y Afganistán), en la que un
pequeño grupo de rebeldes extranjeros desafía al
ejército más poderoso que ha visto el mundo; la
preocupación por el creciente poder económico de China
e India, y una combinación de agotamiento imperial y problemas
socioeconómicos en casa China es en estos momentos la segunda
economía consumidora de energía del mundo, después
de Estados Unidos, y además posee la segunda reserva de
divisas extranjeras, después de Japón (Estados Unidos
está en noveno lugar) … (y) Según algunos
economistas, el índice de ahorro neto real —teniendo en
cuenta toda la deuda y el gasto público— de Estados
Unidos es cero. Nada. Es un país que no ahorra; es un país
que gasta”. (Timothy
Garton Ash, historiador
británico y profesor de Estudios Europeos en la Universidad de
Oxford; http://www.portalplanetasedna.com.ar/gigante_tiembla.htm).
Estados Unidos es la primera potencia mundial hoy en día
fundamentalmente por su poder militar. Gracias a él lidera e
impone alianzas.
Doctrina de la ONU y la Unión Europea. Misiones
internacionales
(Véase,
como ampliación:
http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=1629)
El Derecho Internacional, al que los españoles Francisco de
Vitoria (1486-1546) y Francisco Suárez (1548-1617),
respectivamente franciscano y jesuita, dieron un impulso fundamental,
regula principalmente sólo las relaciones entre estados que,
por decisión de estos, se hayan sustraído del Derecho
Nacional de cada uno de ellos, así como las de las
organizaciones internacionales que tienen derechos y obligaciones
propios. El Tratado de la Comunidad Europea creó un orden
jurídico propio una vez que fue adoptado por los ordenamientos
jurídicos de los Estados miembros.
Ya hemos mencionado anteriormente las prohibiciones del uso de la
fuerza por parte de la ONU, así como su papel de garante de la
paz internacional (con todas las salvedades y excepciones que también
se han reseñado). No obstante, tanto de derecho como de hecho,
existen limitaciones e interpretaciones a la normativa ONU, bien sea
por el derecho de ingerencia por razones humanitarias, en los que se
basan las denominadas “Misiones de Paz”, o la
intervención por motivos preventivos, ambos recogidos también
por las normas de la Unión Europea. En este sentido, y para
interpretar esos derechos, hay que decir que la Corte
Internacional de Justicia (Corte Permanente o Tribunal
Internacional de La Haya) nació en 1922, en el seno de la
Sociedad de Naciones. El Consejo de Seguridad de la ONU estableció,
de forma excepcional y a la vista de las reticencias de muchos
estados a la citada Corte, los Tribunales (Cortes) Penales
Internacionales para la ex Yugoslavia (1993) y Ruanda (1994), que
dieron paso a la Corte Penal Internacional (Acta de 1998, aunque su
Estatuto entró en vigor en 2002, no siendo firmado ni
ratificado, entre otros países, por Estados Unidos, Rusia,
China, India, Israel, Cuba e Iraq).
Es de resaltar, además de la poco ejemplar negativa yanqui a
acatar la Corte Penal Internacional, el que la ONU autorizara, a
posteriori, el ataque de EE.UU. y sus aliados a Servia para forzar la
independencia de Kosovo, así como que la Corte Internacional
bendijera, a posteriori también (2010) la secesión de
Kosovo. Para muchos, la dependencia de la ONU de los Estados Unidos
es apenas disimulable desde la caída de la URSS.
Dentro
del ámbito de la ONU, se entiende como Misiones de
Paz las medidas preventivas amparadas por las Naciones Unidas
para la salvaguardia de la paz en un estado o territorio, o las
coercitivas para imponerla. Pueden ser:
-
Acciones Diplomáticas
- De Establecimiento de la Paz: tratan de que las partes
beligerantes se acojan al Capítulo VI de la Carta de las
Naciones Unidas (arreglo pacífico de controversias).
- Mantenimiento de la Paz y Seguridad: Que requieren la
presencia de fuerzas militares o civiles en la zona ya en conflicto,
con el beneplácito de las partes, y cuyo objetivo es
separar a los contendientes y garantizar la ayuda humanitaria.
-
Imposición de la Paz:
Al amparo del Capítulo VII (Acción
en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de
agresión) de la
Carta de la ONU, son las medidas de imposición de la paz se
establecen como la última solución cuando las partes no
han aceptado o ha sido imposible alguna de las medidas anteriores.
Son establecidas por el Consejo
de Seguridad
y utilizan
fuerzas armadas (de
diversas naciones, voluntariamente) en
un conflicto abierto, bajo bandera de las Naciones Unidas o bien bajo
su amparo.
- Consolidación de la Paz: Por acuerdo de las partes, o
tras el éxito de las medidas de imposición de la paz,
fuerzas armadas bajo amparo de la ONU realizan tareas de separación
de las partes y mantenimiento de un mínimo de orden civil.
Puede incluir la ayuda humanitaria y el desarme de los beligerantes.
La OTAN (North Atlantic Treaty Organization,
NATO) nació en 1949 para articular la defensa en territorio
europeo frente a la URSS. Su misión era la defensa conjunta de
cualquiera de sus miembros ante el ataque armado de un tercer país.
Tras el derrumbe de la URSS en las conferencias de Londres (1990),
Roma (1991) y Bruselas (1994) se replantearon sus misiones y
ampliándose fuera del “Atlántico Norte” el
área de aplicación. La OTAN dejó de ser
solamente una organización de defensa colectiva para ser,
además, una organización de seguridad colectiva, con
competencias que van más allá de los países
miembros y las zonas recogidas en la Carta de Naciones Unidas; los
aliados reconocieron que, además de a las amenazas militares,
debían hacer frente a riesgos como el terrorismo, el crimen
organizado, los problemas en el suministro de recursos energéticos
y los movimientos masivos de población, creando una serie de
nuevas misiones, que incluyen el mantenimiento de la paz, la ayuda
humanitaria y el control de crisis, así como el
establecimiento de relaciones de cooperación y asociación
con el fin de apoyar la estabilidad de regiones clave. Actualmente,
la OTAN es una alianza que se compone de 28 países miembros
independientes y 22 países asociados. Todo lo cual convierte a
la OTAN en una especie de “llave maestra” en manos
fundamentalmente norteamericanas.
La
Unión Europea
Occidental (UEO,
1948) es una
organización de defensa y seguridad de ámbito europeo
formada por los estados miembros de la Unión Europea (UE) y
los miembros europeos de la (OTAN). Tras la aprobación de la
Constitución Europea, todas sus actividades concluirán
en junio de 2011[,
trasfiriéndose todas sus competencias a la Unión
Europea (Organismo de
Política Exterior y de Seguridad Común -PESC-,
en el marco de la política europea de seguridad y defensa
-PESD-)].
El
Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad
(“Mister PESC”) realiza la coordinación entre los
países de la UE para dar poner en práctica la política
exterior. La UE no tiene un ejército permanente, recurriendo a
agrupaciones de fuerzas para operaciones concretas. Dichas fuerzas
proceden de los países miembros y llevan a cabo misiones de
mantenimiento de la paz, gestión de crisis y ayuda
humanitaria. Para poder actuar con rapidez, la UE ha creado grupos de
combate de unos 1.500 efectivos. En todo momento hay dos de estos
grupos listos para entrar en acción.
El Eurocuerpo fue formado por Francia y Alemania en 1992. Es
un Cuerpo de Ejército al servicio de la UE y la OTAN, la cual
lo tiene considerado como Cuerpo de Ejército de Reacción
Rápida y Fuerza de Respuesta OTAN. En el mismo se integran
fuerzas de Alemania, Bélgica, España, Francia y
Luxemburgo. La decisión del empleo de esta Gran Unidad es
competencia de cada Estado. Puede ser empleada en el marco de la UE,
de la OTAN o de forma independiente. Sus misiones pueden ser de
Defensa Común de los Aliados, Mantenimiento y Restablecimiento
de la Paz, y Acciones Humanitarias. Su Cuartel General está en
Estrasburgo (Francia). En el año 2000 participó en la
KFOR (Kosovo Force) III bajo y en 2005 finalizó su
participación en ISAF (International Security Assistance
Force, misión encargada por la ONU a la OTAN) VI en
Afganistán, ambos bajo mandato OTAN.
Eurofor es una Fuerza de Reacción Rápida creada
en 1995 en el seno de la UEO y que está compuesta por unidades
de Francia, España, Portugal e Italia (en la actualidad en la
mencionada PESD). Eurofor participó en los conflictos Albania
(defensa de las líneas de abastecimiento de la OTAN hasta
Kosovo) y Macedonia (bajo mando de la UE y en tareas de seguridad
interna en aquella nación).
La
Organización
para la Seguridad y la Cooperación en Europa
(OSCE)
está conformada por 56 Estados de América
del Norte (Canadá y Estados Unidos), Europa (todos los
países de la UE y Rusia), Asia Central y África. La
tienen misión facilitar la resolución de los conflictos
existentes o pendientes de solución en los que se ven
implicados algunos Estados participantes (prevención de
conflictos, gestión de crisis y rehabilitación
posconflicto); las decisiones se toman por consenso.
Como se puede apreciar, la mayoría de las misiones de estos
organismos internacionales terminan, y en algunos casos empiezan, por
el empleo, con diversos grados de intensidad, de los Ejércitos
de las naciones miembros. De nuevo queda en evidencia la trascendente
importancia de las Fuerzas Armadas.
Otros Cometidos
A nadie se le escapa que los Ejércitos tienen otros
“valores añadidos” o plusvalías derivadas
de su misión fundamental de defensa nacional. Además de
“templos” en los que se cultiva el amor a la Patria y las
virtudes militares y civiles, siendo escuela de ciudadanos en muy
diversos campos espirituales y materiales, son una reserva para las
situaciones de catástrofes naturales o crisis de orden público
porque, además de sus variadísimos
medios de todo tipo (logísticos, sanitarios, de movilidad y
obras, de telecomunicaciones, etc) y la alta preparación de
sus miembros, su disponibilidad a tiempo total en caso de crisis,
suma de sus obligaciones reglamentadas y la deontología de sus
miembros, los hace insustituibles en muchísimos casos. Lo
anterior no quiere decir que deba desvirtuarse la misión
principal de combate (defensa armada de la nación) al
posponérsela por las secundaria de, digámoslo así,
“protección civil”, entre otras cosas porque para
esos cometidos hay organismos con misiones y medios específicos.
Recapitulación
Como resumen, sentado todo lo expuesto, y con independencia de la
letra y jurisprudencia de los Tratados Internacionales, hay que
considerar que una Nación no puede hacer frente a su defensa
sin una eficiente fuerza militar disuasoria y unos aliados fuertes.
Casos como el del ataque aéreo de la OTAN a Yugoslavia no se
habrían producido si la URSS no se hubiera encontrado en
franco proceso de descomposición, o si Yugoslavia hubiera
contado con armamento nuclear, como es el caso de Corea del Norte.
Por lo tanto, hoy en día, como siempre, la necesidad y
trascendencia de los Ejércitos en las relaciones
internacionales, además de su papel coexionador y de reserva
ante contingencias internas de todo orden, es fundamental. ·- ·-· -······-·
José María Manrique
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