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La ruta del odio: entrevista a su autor, Fernando José Vaquero Oroquieta
por
Manuel Morillo
Entrevistamos a Fernando José Vaquero Oroquieta, autor de libro, sobre algunos aspectos que hemos considerado de interés para nuestros lectores.
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Miembro
del Consejo de Redacción de Arbil, autor de numerosos
artículos, entrevistas, y críticas de libros en este
medio, Fernando, pamplonés de toda la vida (PTV, sector no
pijo), se ha lanzado a la aventura de redacción y difusión
de un libro de una temática que, por diversas circunstancias,
conoce muy bien.
Pregunta:
Se editan, anualmente, cerca de una veintena de títulos en
España sobre esta temática. ¿Qué hace
diferente a este libro respecto a los demás?
Respuesta:
Ante todo, su afán didáctico, su enfoque
simultáneamente global y local, su estilo claro y un
anecdotario ameno. Modestia aparte.
P.:
¿Qué le ha impulsado escribir este libro? ¿Acaso
“ser el primero” en redactar una especie de catecismo, un
impulso ético, una convicción política, un
criterio mercantilista…?
R.:Lo del criterio mercantilista, para nada. Si yo fuera un autor
conocido, se venderían unos cuantos miles. Pero, en ese
sentido, soy realista. Lo más que aspiro es a no perder
dinero. Pero es lo de menos. Ante todo constatar que en la inmensa
mayoría de títulos se eluden juicios éticos
profundos, obviándose cuestiones tan relevantes como la íntima
conexión entre terrorismo y determinadas culturas políticas,
especialmente la autodenominada progresista en su variante
marxistas-leninista.
P.:¿Ha pensado realizar alguna presentación pública?
R.:Afirmativo. Concretamente en Madrid, Pamplona y Zaragoza. De hecho ya
están muy avanzadas las gestiones al respecto. Después…,
lo que Dios y los lectores activistas propongan.
P.:Hablemos de una cuestión de actualidad. ¿Qué
opina de SORTU?
R.:Incuestionablemente es el brazo político de ETA, como lo
fueron Herri Batasuna, Batasuna, E.H., ANV, etc. No obstante, y
aunque algunos no lo compartan, se han movido no poco de su escenario
y tácticas habituales. No quiero, con ello, afirmar que deban
ser legalizados. Al contrario: soy partidario de una “cuarentena
democrática”. Que no maten, extorsionen ni nada parecido
durante cinco años, por ejemplo, y se podría legalizar
a ese espectro político. Tras esa “prueba”, si se
disuelve ETA, entregan las armas, piden perdón a las víctimas
y les resarcen en la medida de sus posibilidades por el infinitivo
daño causado, la sociedad y con ella el Estado, podrían
ser generosas. Nunca antes: por prudencia y decencia. Y por
aprendizaje de tantos errores cometidos por el Estado y los políticos
profesionales durante toda la historia, triste historia, de ETA.
P.:Dedica cierto espacio a las víctimas del terrorismo. Y se
pregunta, respondiendo afirmativamente, que son las grandes olvidadas
de esta patología social. ¿Ha variado la situación?
R.:Se han dado pasos muy importantes, pero falta mucho. Lo cierto es
que para muchos políticos es una cuestión incidental e
instrumental. Políticos de todo el arco parlamentario. Y es
que tenemos una clase política egoísta, cortoplacista y
endogámica que vive de espaldas de la sociedad que dice
representar y, lo que casi es peor, que se cree por encima del bien y
del mal; es decir, que carece de ética. Pero también la
sociedad, en su conjunto, sufre de cierta atonía moral: desde
el consumismo, el individualismo y el materialismo más rudo y
grosero, no se puede construir nada duradero. Y estamos en tiempos de
crisis, lo que exige generosidad, compromiso y movilización
cívica. Difícil coyuntura.
P.:¿No considera que el juicio que emite en su libro sobre el
papel de la Iglesia católica es muy benevolente?
R.:
¿Lo dice por mis parcas referencias a la actitud de
algunos obispos vascos? Creo que mi juicio es certero. Pero, tal vez
dada mi conciencia moral, no quería cargar contundentemente
contra algunos obispos y clérigos que, con el ejercicio de una
presunta equidistancia moral, han imposibilitado la acogida católica,
la caridad y la más elemental justicia. Han sido nefastos,
ciertamente. Pero, cómo se decía sobre el general
Franco, “Dios y la Historia” les juzgarán. La
Iglesia, como Madre, no ha defraudado. Es más: en muchos
lugares del mundo ha sido su principal víctima.
P.:
¿Sigue siendo, España, objetivo del yihadismo?
R.:
Sin duda. Esperemos que los políticos, las fuerzas de
seguridad y los servicios de inteligencia, hayan aprendido la lección
y actúen en consecuencia. No obstante, es una cuestión
muy delicada que linda con otras no menos, tales como la integración
de los ciudadanos musulmanes en España, la reciprocidad entre
musulmanes y cristianos, el modelo (¿pero existe?)
multicultural que se pretende para este país todavía
llamado España, etc. En cualquier caso, por ejemplo, en el
tema de la reciprocidad, difícilmente ésta se puede
impulsar desde los políticos, quienes viven en su inmensa
mayoría de espaldas del hecho religioso, cuando no
expresamente con actitudes anticatólicas muy pronunciadas.
Desde el “limbo” ético no se puede dialogar con
identidades religiosas o culturales fuertes. No, no soy optimista.
Como dirían los chinos, “veremos cosas interesantes”;
inquietantemente interesantes.
P.:
¿Veremos el fin del terrorismo?
R.:
Lo siento, pero nosotros, con cuatro, casi cinco, décadas a
nuestras espaldas, seguro que no; y difícilmente las próximas
generaciones. Pero estoy abierto a la esperanza y sueño y rezo
para ver, al menos, el fin de ETA.
P.:
¿No teme que con libros como éste le coloquen la
etiqueta de “conservador” o “políticamente
incorrecto”?
R.:
¿Lo dice por equiparar terrorismo, con aborto y genocidio?
Espero que también por otros aspectos del libro. Me encanta
ser políticamente incorrecto; pues quiere decir que soy un
poquito libre. También me llamarán carca, y
ultramontano, y anarcocatólico, y carcelero resabiado….
Francamente, no sólo no me molesta, sino que me divierte. Y
mucho.
Redactor:
Terminaré con un castizo “suerte, maestro”; antes
de que también lo prohíban.
Entrevistado:
Y que ustedes lo vean.
Muchas
gracias.
·- ·-· -······-·
Manuel Morillo
***
Visualiza la realidad del aborto: Baja el video
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