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Manuel Aznar, hispanista
por
Jesús Tanco Lerga
Su polifacética vida como periodista, diplomático y publicista destaca en el panorama del periodismo y de la cultura española del siglo XX. Dentro de sus líneas de actuación como embajador y como escritor en periódicos, fue la de un firme defensor de la Hispanidad como comunidad cultural e histórica de las naciones actuales que un día conformaron el llamado imperio español, muchas de ellas situadas a miles de kilómetros de distancia pero que estuvieron en la órbita de la corona española como los territorios peninsulares
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La
Hispanidad no se entiende sin hispanos de vocación, de
carne y hueso, que practiquen o hayan practicado, en su trabajo
profesional o en su dedicación intelectual esta actitud y
forma de ver la cultura que precisamente, da la comunidad plural pero
real, de quienes comparten generalmente al mismo tiempo que una
lengua, una cosmovisión, una manera de entender la vida
y el devenir de la Historia.
En
las previsiones o en los presupuestos quiero dejar claro e papel de
Portugal dentro del Hispanismo. Este concepto deriva de Hispania y no
de España, nación diferenciada de Portugal. Autores
señeros como Antonio Sardinha (1888-1925), autor de La
alianza Peninsular, escrita en Oporto en 1924, abre un
paralelismo entre la obra de España y la de Portugal en
su proyección Ultramarina. Cuando Portugal y Brasil se unen a
la familia de pueblos hispanos, se habla de Iberoamérica, pero
conceptualmente en Sardinha y muchos autores de su escuela, la
Hispanidad incluye también a la nación lusa.
Quiero presentarles ante todo, al personaje.
A
manera de resumen de su dilatada vida profesional diremos de él
que fue hijo y nieto de funcionario municipal, la familia de Manuel
Aznar es representativa de las de clase media que abundan en la
región navarra.
El
comienzo de su carrera profesional es en Pamplona, año 1912,
en el periódico integrista muy relacionado con las instancias
eclesiásticas, La Tradición Navarra en
el que realiza un periodismo ágil y culto en crónicas
deportivas, comentarios sociales, crítica política,
actividades literarias, musicales y conmemorativas del año en
que Navarra celebró especialmente el VII centenario de las
Navas de Tolosa. Desde
su primer artículo en el mismo periódico el día
2 de julio de 1910 hasta el último, en La
Vanguardia el
día del Pilar de 1975, cuatro semanas antes de su muerte,
destacan algunos rasgos en su extensa obra periodística: el
gusto por las biografías sobre todo en artículos
necrológicos; la facilidad para narrar crónicas
temporales en perspectiva como los resúmenes de
acontecimientos relevantes que escribía anualmente; la
facilidad con que relacionaba aspectos relativos a diferentes épocas
con la actualidad que le tocó vivir; su interés por el
periodismo militar y las relaciones y conflictos internacionales, en
especial por el mundo árabe e Iberoamérica; la finura
en exponer sus convicciones religiosas y patrióticas, sin
herir o depreciar a quienes eran distintos; la aversión a las
polémicas y controversias, etc.
Tentado
por proposiciones económicas mejores, acepta pertenecer
en 1913 a la redacción fundacional del primer diario
nacionalista vasco, Euzkadi, en el que destaca sobre
todo por las crónicas y comentarios militares con motivo de la
Gran Guerra que firmó con el seudónimo Gudalgai.
Sin estar ajeno en los cuatro años (1913-1917) al periodismo
militante que representaba Euzkadi y en el que volcó
su amor por los ideales católicos y por el País Vasco,
los escenarios internacionales de la misma guerra y el
contacto con intelectuales de primera talla, le hacen ver un nuevo
periodismo y sobre todo, ampliar sus horizontes intelectuales tras
conocer además al filósofo Ortega y Gasset y
al empresario Nicolás Mª de Urgoiti. Desde 1916 colabora
en la preparación de un periódico innovador y tras un
intento de relanzar El Imparcial, trabaja de lleno
en poner en marcha El Sol, uno de los mejores
periódicos de la historia del periodismo español, en el
que incorporará como secretario del consejo en su aparición
en 1917 y un año después, como director, al suceder a
Félix Lorenzo, quien a su vez, le volvería a sustituir
en 1922 y le cedería el puesto en un cambio accionarial en los
albores de la República en 1931.
Las
tensiones políticas propias de las dos primeras décadas
del siglo XX afectan especialmente a El Sol, empeñado
en mantener una línea liberal reformista, independiente de los
gobiernos de turno, sin renunciar a valores patrióticos como
el defender la presencia del ejército español en la
incomprendida guerra de Marruecos. Desde la dirección de El
Sol lucha a brazo partido por la supervivencia del periódico
muy afectado por la real orden de Dato en 1920 sobre reajuste de
precios y dimensiones de periódicos, que condicionó en
la mayoría de ellos su adscripción editorial. Para
apoyar a la empresa de Urgoiti funda el vespertino La Voz,
en la misma onda que el periódico insignia, la agencia
Febus o el semanario Nuevo Mundo. Las divergencias
con Urgoiti ocasionan el abandono de El Sol e
intenta, sin éxito, poner en el mercado un periódico
relevante, La Opinión. Buscando nuevos aires
profesionales y políticos, intenta modernizar el periodismo
cubano proclive a la comprensión sobre el papel de España
en América y el también cuestionado, en Marruecos. Es
director de El País, director técnico
de Diario de la Marina, el periódico de los
Rivero, director después de Excelsior que se
fusiona con El País. Es buscado in extremis
en 1931 para reconducir El Sol a las tesis
monárquicas tras un cambio en el accionariado del periódico.
Enterado
del cambio de Régimen en la travesía, intenta sacar un
periódico conciliador, de altura cultural y centrista en lo
político dando cabida en sus páginas a colaboradores de
un amplio espectro ideológico. Fracasa en su intento de
integrar, en torno al periódico, a Manuel Azaña, como
republicano capaz de reconducir los desmanes y Ortega y
Gasset como pensador influyente en aras de una República con
autoridad y respetuosa con la tradición religiosa del pueblo
español. En 1933 abandona El Sol y colabora
en distintas actividades empresariales y periodísticas,
destacando en Heraldo de Aragón sus crónicas
nacionales. Precipitados los acontecimientos sociales y políticos,
se relaciona con José Antonio Primo de Rivera y además
milita en el partido republicano conservador de Miguel Maura.
Precisamente es en la formación centrista de Portela en la que
participa precipitadamente en las elecciones de febrero de 1936 por
Albacete sin obtener acta de diputado.
Después
del 18 de julio de 1936 y encarcelado en una cheka madrileña,
logra pasar a zona nacional en la que también es denunciado y
expulsado. Una vez superado el trance, se instala en Zaragoza donde
todavía en plena guerra, escribe crónicas y comentarios
bélicos de gran relieve en Heraldo de Aragón.
Al final de la guerra dirige El Diario Vasco y La
Vanguardia, rotativo que volvería a encabezar en 1960 y
donde escribiría sus últimas colaboraciones en los años
setenta con un fino estilo periodístico y con gran habilidad
lingüística y conceptual. Fundó la
revista Semana, colaboró en Arriba y Blanco y
Negro
La
vida profesional de Manuel Aznar es una simbiosis entre información
y diplomacia. Fue diplomático tras la guerra, primero como
agregado en la Francia invadida de 1944, luego como
colaborador del embajador Lequerica en Estados Unidos y ante la
ONUpara colaborar en la normalización de relaciones de España
con la comunidad internacional. Nombrado embajador en Santo Domingo
(1948-1951) y Buenos Aires (1952-1955), regresa a España para
presidir la Asociación de la Prensa de
Madrid y la Federación de Asociaciones y vincularse
a la agencia EFE de la que sería
director y presidente. Tras la breve pero intensa dirección
de La Vanguardia (1960-1962), vuelve a la diplomacia
como embajador en Rabat (1963-1964), para culminar su carrera como
representante permanente en las Naciones Unidas desde 1964
a 1967 en que renuncia ante el ministro Castiella por razones de
salud.
Durante
su vida desarrolló una intensa labor de publicista con la
pluma y la palabra. Dotado de dotes oratorias singulares,
ofreció numerosas conferencias y disertaciones a públicos
dispares. Su obra editorial también es considerable, aunque
como periodista, hay que encontrar en las hemerotecas sus trabajos
apenas recopilados y publicados posteriormente. Tuvo una inclinación
especial por las naciones hispanoamericanas ultramarinas, así
como una visión europea del continente habiéndose
decantado como aliadófilo en la primera contienda mundial y
ardiente defensor de la causa árabe en los escenarios
internacionales. También adoptó posturas claras acerca
del papel civilizador de la Iglesia Católica y su
papel conformador de Occidente.
Obtuvo
en su vida premios, distinciones y homenajes a su doble labor de
periodista y diplomático. Entre ellos, los premios Mariano de
Cavia, Luca de Tena y Francisco Franco. Fue incomprendido y
controvertido por muchos al observar en él adaptaciones a
situaciones políticas cambiantes; a pesar de su relativa
amistad con Franco, no fue nombrado ministro en su régimen y
con un sentimiento español profundo, apostó por la
reforma y apertura en los años setenta. Un nieto suyo ocuparía
dos décadas después de su muerte, la presidencia del
Gobierno (2).
La
presencia de España en África
Después
de haber sido corresponsal de guerra en los frentes de la Gran
Guerra, Aznar, especialista en información militar, se
desplaza al protectorado español de Marruecos para escribir en
el periódico El sol, crónicas de una guerra que a
partir de junio de 192i, después del famoso Desastre,
dividiría a los españoles que tenían diversas
ópticas acerca de la presencia de nuestras tropas en el norte
de África. Además de crónicas de El Tebib
–Víctor Ruiz Albéniz- o de Ramiro de Maeztu, el
intelectual y también gran hispanista, el dos de diciembre de
1921 escribe Aznar estas frases bien elocuentes:
"Pobres
de nosotros, si a los soldados que acompañan a los
comerciantes, los industriales, los capitalistas, los hombres de
negocios. ¡Pobres de nosotros, porque si no lo hacemos así,
no por eso
dejarán de ir esos hombres de negocios, esos capitalistas,
esos comerciantes al RIF, sólo que serán franceses o
ingleses o alemanes! ¡Ah! Pero los soldados, los que viertan su
sangre, serán siempre españoles” (3)
Aznar
quiere justificar la presencia de España en Marruecos por
exigencias de la comunidad internacional, más allá de
los intereses económicos. En el mismo artículo, dice
que España aspira a dos cosas: “lograr que los capitales
españoles sigan interviniendo en los negocios marroquíes,
y que no vaya al soldado la falsa, la envenenadora, la injustísima
idea de que combate y muere por salvar los intereses de un puñado
de mineros codiciosos” La presencia de España en África
en varios espacios como los territorios de Guinea, Fernando Poo y Río
Muni, anteriormente, como plaza fuerte que pasó de Portugal,
en Ceuta, el encargo de actuación en el Sahara, suscitó
a lo largo de la Historia Contemporánea muchas
interpretaciones. Con una España volcada hacia América,
sin olvidar la presencia en el Extremo Oriente en Filipinas, África
tan cercana geográficamente hablando, tuvo para España
siempre un carácter de misión civilizadora en la que
estuvo más por imperativos de la comunidad internacional que
por deseo propio.
El
Instituto de Estudios Africanos, en el seno del consejo Superior de
Investigaciones Científicas, realizó en su momento un
importante papel intelectual al respecto (4)
En
el periodismo cubano.
A
partir de 1923, Manuel Aznar emprende una nueva andadura profesional,
abandonando las tareas en El Sol para trasladarse
con su familia a la Gran antilla, la isla de Cuba, tan sólo
veinticinco años de su separación de España.
Empieza en la dirección de El País periódico
liberal, una serie de artículos que quieren favorecer la
elación cultural entre España y Cuba, bajo el epígrafe
de La España de hoy que daría
título a uno de sus libros recopilatorios de trabajos
periodísticos (5).
Es en
1926 cuando salta al Diario de la Marina un
buque insignia del periodismo cubano, propiedad de la familia de los
Rivero, que contrata como director técnico al periodista
español cuya proyección profesional y social iba en
aumento conforme avanzaba está década de los Veinte (6)
Quiso también montar una potente delegación del
periódico cubano en Madrid e instalar una emisora de radio de
la empresa que sirviera de enlace entre el mundo informativo de ambas
orillas del Atlántico. Quiso además relanzar las
relaciones económicas y también políticas,
intentando unir más a los primeros mandatarios de los dos
países. Gerardo Machado en cuba y Miguel Primo de
Rivera en España. A este último visita Aznar en
septiembre de 1926 para exponerle sus planes de acercamiento mutuo.
Por
la sección del mismo nombre –La España de
hoy- desfilan personajes y acontecimientos de gran interés
para el público lector; además, Aznar consigue
colaboraciones de prestigiosos escritores españoles de la
época, haciendo un periodismo plural con personajes distantes
en la política como era el caso de Marcelino Domingo, José
Mª Salaverría, Fabián Vidal o Juan de la
Encina. Las sociedades españolas como el Casino Español,
el Centro Asturiano de La Habana, el Centro Andaluz el Gallego o
el Castellano ocupan espacios generosos en el diario, como
popularmente se llamaba al periódico de los Rivero.
No
sólo los acontecimientos políticos tienen cabida en la
pluma de Aznar. Ocupa mucho espacio de su cometido, el tema cultural
como la música de Guridi o la pintura de Zuloaga. El vuelo del
Plus Ultra, primero de los trasatlánticos, realizado en 1926
por los aviadores Franco (7), Ruiz de Alda (8), el marino Durán
y el mecánico navarro Pablo Rada, así
como la Exposición Iberoamericana, o cualquier relación
hispano cubana, era ocasión aprovechada por Aznar para
reflejarla en Diario de la Marina .
Después
de una época fecunda en el Diario, Aznar funda un periódico:
Excelsior que acabará fusionándolo, fuera de
la órbita de los Rivero, con El País su
primer rotativo al llegar a América. Los problemas de Machado
con un tercer mandato presidencial forzado al margen de la
constitución, las turbulencias políticas que en España
se producían después de haber sido apartado por el Rey
Primo de Rivera y sustituido éste por Berenguer, para intentar
hacer una salida viable a la excepcional Dictadura, fuerzan a
Aznar a tomar una decisión: volvería a España a
intentar poner al servicio de la monarquía el periódico
que con Urgoiti y Ortega había puesto en marcha en
1917 y que en los últimos años era el adalid
intelectual de la causa republicana. Con un cambio de actitud en el
accionariado de la empresa, hay un viraje brusco en el periódico
y José Félix de Lequerica, artífice de la
operación monárquica en el gran periódico
liberal, llama a Aznar para que regrese inmediatamente de Cuba a
Madrid. Era el mes de marzo de 1931.
En la
España convulsa de la II República y
Guerra Civil.
En
el barco que lo traía a España se entera de la
implantación de la república en España pero no
por eso cambia el plan de tomar el timón de El
Sol. Procura
reemplazar a los que tras el cambio de accionariado y orientación
se han marchado del rotativo con primeros espadas de la altura de
Unamuno, Valle Inclán, Mourlane Michelena que con una
inteligente política de conjuntar voluntades como
Azaña, Ortega y otras figuras políticas e
intelectuales, claves en un régimen que quería
institucionalizarse. Fracasa en el intento y tras una operación
económica y política, tiene que abandonar el periódico.
Trabaja sin embargo en otras empresas periodísticas y según
Azaña, aspira el periodista navarro a una embajada en un país
hispanoamericano. No consigue su propósito y es profético
en el enfrentamiento que se va gestando en la España de
la primera mitad de los años treinta.
Aznar
intenta una conexión entre el mundo oficial, con tentaciones
sectarias y totalitarias, y la Iglesia. Entre los
intelectuales dados a un idealismo republicano y los políticos
que querían transformar radicalmente los fundamentos
constitucionales, entre el mundo de la prensa y el mundo de la
sociedad. La experiencia cubana le ha marcado y desea que
España, buque insignia de la Hispanidad, siga por las
rutas de la sensatez política. Para ello, fracasada su acción
moderadora, intenta obtener como otros muchos periodistas, un escaño
en las Cortes españolas de 1936 (9), en las que con fraudes
electorales palpables, vence el Frente Popular. Después de
superar la difícil prueba de ser fusilado en las dos zonas de
la contienda, con tres hijos en el frente y combatientes nacionales
(10), se instala en Francia donde empieza una labor de difundir ante
los ambientes hispánicos y católicos la realidad de lo
que está pasando en España. A partir del verano de
1937, ya desde España la pluma combatiente de Aznar, en los
frentes de batalla y en las redacciones periodísticas
del Heraldo de Aragón, El Diario Vasco y La
Vanguardia procurará trascender las fronteras e
impactar en el mundo hispánico donde según los países
predominaba una percepción más o menos favorable a la
España alzada. Las legaciones diplomáticas de los
países hermanos de allende los mares salvaron muchas vidas.
Entre los españoles ilustres que se acogieron al refugio de
una de ellas se encuentra san Josemaría, fundador de nuestra
Universidad, que por un tiempo estuvo en la representación
diplomática de Honduras en Madrid.
La
amarga experiencia que tuvo en la Guerra marcó a
Aznar como a tantos españoles de su generación. Quiso
después de haber finalizado, salir de España y servir a
su país con el servicio diplomático.
La
difícil inserción de España en el ámbito
internacional
Como
sabemos, España, neutral en las dos grandes contiendas
nacionales, aparecía al comienzo de la segunda de ella, en
1939, como una nación que necesitaba reconstruirse espiritual
y materialmente. Aznar, de la mano del embajador Lequerica (11),
estuvo en el servicio exterior, primero en 1940 como agregado de
Prensa en la embajada en París, después en Washington
como ministro plenipotenciario y en y Nueva York, como miembro
del equipo español que quería hacerse presente en la
embrionaria organización de Naciones Unidas al filo de
la paz universal y preparar así la integración
de España en los organismos internacionales.
En
1941 figura en el equipo que fundó el Consejo de la
Hispanidad, con un amigo suyo, Manuel Halcón, en la
presidencia. Seintentaba fomentar las relaciones con los países
del ámbito hispánico, en los que la emigración
política de los vencidos tenía influencia. Sin
abandonar este campo de procurar la progresiva vuelta de los que
pudieran hacerlo, Aznar dedica su esfuerzo a trabajar en el campo de
la cultura y de la propaganda. De esta época es, por
ejemplo, la realización de la película Raza bajo
la dirección de José Luis Sáenz de Heredia y
guión supervisado al menos, por el propio Franco, que aparece
con el seudónimo de Jaime de Andrade .
Especial mención tiene en estos años, el tratamiento
informativo de la guerra en Filipinas, parte de la Hispanidad,
que tras su liberación del dominio japonés, firmaría
en 1946 un tratado de cooperación con España, muy
necesario para las dos naciones, y especialmente para España
que se las veía y deseaba para ostentar un papel relevante en
el concierto de la política internacional.
El
carácter de aliadófilo que tuvo siempre Aznar, desde
sus crónicas de guerra en la Primera Gran Guerra,
hasta sus simpatías hacia la Francia siempre cercana
a su corazón, fueron muy bien aprovechadas por la incipiente
diplomacia del nuevo régimen español, sometido, como se
sabe, a un bloqueo físico y diplomático a partir de
1945. El 10 de enero de 1946 quedaba constituida la Asamblea
General de la ONU y el 13 de diciembre de ese año,
una resolución de la misma recomendaba la retirada de las
misiones diplomáticas de Madrid. La propuesta tuvo 34 votos a
favor de la retirada, 13 abstenciones, y votaron en contra de la
misma Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El
Salvador y Perú. Estas naciones, junto a Portugal, van a
constituir el núcleo de hermandad en el que se va a apoyar
España para salir del atolladero, difícil situación
de una reconstrucción interior, y de un bloqueo exterior sin
precedentes. No disimuló nunca su simpatía por el mundo
árabe de cuyo conocimiento siempre hizo gala, y procuró
la comprensión mutua entre lo hispánico y el mundo del
Islam, bien es cierto que la problemática del mismo distaba
mucho de los tres cuartos del siglo XX en los que trabajó y
escribió Aznar a la del momento actual,
Embajador
en Santo Domingo
El 7
de abril de 1948 Aznar tomó posesión de su puesto de
embajador en Ciudad Trujillo, capital de Santo Domingo, y desde el
cual influyó notablemente en la justificación de la
Hispanidad como comunidad de pueblos, y en la necesidad de
mantener unas relaciones fluidas con España. Tengamos en
cuenta la labor que en sentido contrario hacían las naciones
también hermanas pero que contaban como en Méjico con
el activismo de los exiliados políticos que exigían una
actitud hostil hacia España, con el Gobierno de la
República en el exilio, la propaganda ejercida por
políticos como Indalecio Prieto, y el apoyo de grupos
internacionales de corte marxista que también se sumaban a las
campañas antihispanas. Para complicar más las cosas,
desde una parte del exilio se pidió a don Juan, hijo y
heredero de Alfonso XIII que encabezase una operación política
de alto calado para dotar a España de una constitución
y una monarquía que si el pueblo la votaba, sustituiría
al Caudillo al frente del Estado. Franco actuó de inmediato,
descartó de la línea de sucesión a don Juan que
se había prestado a la operación, para pasar el relevo
a don Juan Carlos con la exigencia inexcusable de ser educado en los
principios del Movimiento Nacional del 18 de Julio.
Aznar
no se limitó en Santo Domingo a las relaciones meramente
protocolarias sino que desplegó también una campaña
de relaciones públicas y de publicidad del papel de España
y de la Hispanidad en el Mundo. En uno de los viajes a
Madrid, el embajador Aznar comenta a un periodista cómo había
viajado tras la toma de posesión del presidente hondureño
a Panamá, Nicaragua, El Salvador y Venezuela y señaló
que el efecto mayor que le había producido la gira fue “la
autenticidad con que se conserva en esas naciones la emoción
de lo español; si alguna vez decayó tal emoción
en tiempos anteriores, la culpa fue nuestra y no de ellos” Para
Manuel Aznar había habido en tiempos pretéritos una
mala diplomacia española ante América, pues “ la
política española incurrió en pecados de pereza
y abandono, y esa desidia culpable se está rectificando
actualmente con resultados espléndidos”. Aznar impulsó
el desarrollo del Instituto de Cultura Hispánica que estuvo
dirigido entre otros por Gregorio Marañón Moya, hijo
del médico intelectual, también favoreció la
política cultural del envío de libros en una y otra
dirección del Atlántico, y organizó en 1950
demostraciones de Coros y Danzas del folklore español, bajo la
organización de la Sección Femenina, por el
continente americano. Su labor de publicista incansable le llevó
a dar conferencias a alto nivel sobre la Isla de la
Tortuga y otras islas que fueron utilizadas por los corsarios
enemigos de España para sabotear las relaciones mercantiles
con la Península. En otra de sus disertaciones habla
del concilio de Trento como obra intelectual de teólogos
españoles de un lado y de otro del mar, haciendo gala de su
gran cultura en Historia de la Iglesia, fruto quizá
también de su estancia en los grados de Filosofía y
Teología en el Seminario.
En
Buenos Aires
En
diciembre de 1951 fue nombrado Aznar embajador en Buenos Aires, plaza
en la que se requería un especial tacto, después de
algunos incidentes diplomáticos que pusieron en solfa, las
buenas relaciones entre Franco y Perón. El 3 de
abril de 1952 presentó sus cartas credenciales a un Perón,
que sin la ayuda carismática de Evita, tenía ciertas
susceptibilidades por comportamientos que no había entendido
del embajador saliente, José Mª de Areilza(12). Su
actitud ante el nuevo destino queda reflejada en estas palabras que
publicó la revista Semana ,
por él fundada: “Otra vez me encamino hacia tierras y
hombres de América en la actitud natural y familiar, sencilla
y espontánea, que me parece propia de las relaciones entre los
pueblos de la estirpe hispánica. En esta ocasión
cumpliré la misión de reiterar ante uno de los pueblos
más vitales y hermosos del planeta –la República
Argentina-nuestra ilusión por la común tarea”
(13).
Pone
en marcha el periodista embajador una red de informadores y
periodistas que desde Buenos Aires impregnan periódicos de
contenidos españoles, dedicando muchas horas a la relación
personal con ellos y a las tertulias oficiosas en la embajada.
Gustabarepetir, “un diplomático sin información,
nada” Resume así un día tipo al frente de la
embajada: “Me levanto a las ocho. Comienzo a dictar en el
despacho privado a las nueve, poco tiempo, hasta las diez y media o
cosa así. A esa hora bajo al despacho oficial y estudio algún
asunto pendiente o empiezo a recibir visitas. Allí estoy hasta
la una, que almuerzo. Después casi invariablemente, paseo un
par de horas a pie por la ciudad, siempre por la calle Florida,
que es como un viejo río norteño que me ayuda muy bien
a conocer Buenos Aires. Voy deteniéndome y entrando en
librerías y tiendas de anticuarios. A las cuatro, vuelvo a
despacho y trabajo hasta las ocho y media. Entonces, casi
invariablemente, hay que vestirse para asistir a alguna comida.
Cuando llega el domingo hay que presidir casi siempre un banquete de
paella obligada, un banquete de españoles. La colonia española
es enorme. Un millón aproximadamente. Allí no se llama
colonia, sino colectividad española” (14).
El 12
de octubre, fecha emblemática a ambos lados del Atlántico,
es bien aprovechada para la diplomacia española en América,
especialmente en la nación amiga de Argentina. Una revista
bien querida para él, resumía así su
importancia: “ la conmemoración del día de la
Hispanidad –se leía en Semana- ha
tenido este año (1953) en la Argentina un éxito
resonante nunca alcanzado hasta ahora. Los diversos actos de tipo
cultural, histórico y social, organizados con la intervención
personal de nuestro embajador Manuel Aznar, que se vieron realzados
por las más relevantes personalidades argentinas, culminaron
con un desfile de carrozas alegóricas, que representaban a las
diversas provincias españolas” (15).
En su
labor de conferenciante habla, con la facilidad que le era
proverbial, por ejemplo del libro español de la mano del
escritor Enrique Larreta. Impulsó cuanto pudo la
celebración de banquetes, conciertos, concursos, desfiles
y actos de relieve en relación con la colectividad española.
En el terreno académico fue investido Doctor Honoris Causa
por la Universidad oficial de Córdoba, en junio de
1954, en la primera ocasión que el centro superior de esta
ciudad serrana lo otorgaba..
A
finales de 1954 cesa en su misión diplomática en
Argentina para ocupar puestos en el mundo de la Información,
que aunque no le llevaron al puesto por muchos anunciado, de ministro
de Información y Turismo, le hicieron tener gran influencia:
por ejemplo el ser director y presidente de la agencia EFE, ser
presidente electo de la Asociación de la
Prensa de Madrid y de la Federación española
de Asociaciones de la Prensa, además de colaborar en
medios tan prestigiosos como Blanco y Negro o La
Vanguardia Española de la que volvería a ser
director en 1960. No se desvinculó, ni mucho menos, de la
actividad diplomática, puesto que siguió colaborando
con el ministerio de Exteriores, ostentado por ministros de la órbita
de la Asociación Católica de Propagandistas,
Alberto Martín-Artajo (16) y Fernando Mª Castiella (17).
En
las Naciones Unidas
Aznar fue
nombrado tras el ingreso efectivo de España en la
ONU miembro de la representación española y
posteriormente, embajador permanente ante la Asamblea de
las Naciones Unidas. Es desde su tribuna de orador, o en viajes
oficiales, donde marca sus líneas acerca de la
Hispanidad. “España -indicaba en un discurso
referido a la política de segregación en Sudáfrica-,
sigue en sus relaciones raciales una política conforme a los
preceptos del Evangelio”
Sobre
la mezcla de la Religión y la política
escribe el 10 de enero de 1959 un artículo sobre la revolución
cubana titulado “Cuba: lecciones de una derrota” En él
destaca cómo Fidel Castro aparece “ardiente la mirada,
el ademán resuelto, en alto el fusil, abierta sobre el pecho
la camisola del soldado, y pendiente del cuello una cadenita con una
medalla ¿Acaso Nuestra Señora de la Caridad del
Cobre? Quizá la Virgen de Regla?” Advierta
Aznar de la seriedad del cambio que se observa en Cuba y haciendo
hincapié en la responsabilidad de Castro insinúa que
“Los agentes del internacionalismo marxista habrán
iniciado ya, seguramente, las sutiles maniobras de contacto y de toma
de posiciones previas al gran asalto, como acontece en las guerras.
La mayoría del país tiene la sensación de haber
sido liberada de una pesadilla, y será estrechísimo
deber de Fidel Castro evitar que caiga en otra más siniestra y
más difícil de disipar” (18). Participa en varias
tomas de posesión de presidentes hispanoamericanos como la
de Betancourt en Venezuela en 1959, José Mª Velasco
Ibarra en Ecuador, Rafael Caldera en Venezuela o Alfredo Stroessner
en Paraguay en 1968, visitas a Belaunde Terry presidente peruano en
el mismo año, o en actos conmemorativos posteriores como el de
la batalla de Boyacá. Ante el presidente de Colombia, Lleras
Restrepo dijo en torno solemne en el sesquincentenario de la famosa
batalla: “Lo que a los españoles nos importa es el
caudal de fe, amor y esperanza que de las entrañas de esta
tierra, como de un hontanar, brotó para siempre. Ese caudales
llama Colombia” En 1968 acudió también a Bogotá
al frente de la delegación española que saludaría
al papa Pablo VI que visitó Colombia con motivo del congreso
Internacional eucarístico y habló de su encíclica
social Populorum Progressio
En 1963, compatibilizando sus responsabilidades de representante en
la delegación de la ONU, es designado embajador en Rabat,
extendiendo así sus ansias hispanizadotas en un territorio que
poco a poco iba adoptando la figura de un estado moderno, de la mano
del sultán, titulado rey Mohamed V. Aznar supo sortear los
problemas de soberanía que representaban el Sahara e Ifni, sin
que en aquella época se planease ninguna reivindicación
sobre las ciudades de Ceuta y Melilla. Ya en 1964 como embajador
representante de España en la ONU emprende,
siguiendo instrucciones de Castiella, ministro de Exteriores, una
campaña para pedir la revisión de la soberanía
de Gibraltar. Los esfuerzos fueron impresionantes pero la diplomacia
británica bien auxiliada por el mundo anglosajón
consiguió aguantarla. En 1965 recibe la ONU la
visita histórica el Papa Pablo VI a la asamblea de Naciones
Unidas y que causa especial impacto en Aznar. Coincidiendo con la
Feria Mundial de ese año en Nueva York invita, como era
costumbre anual, el 12 de octubre a todos los embajadores
hispanoamericanos a una comida fraternal. Habla a los postres Aznar
de la cultura hispana en Estados Unidos, en estos términos:
“ Al
pasado de este país –USA- nos unen ciudades, misiones y
caminos que hasta hace pocos años parecían que habían
salido de la nada; tanto era el olvido, pese a que, desde las costas
de Florida hasta las bahías de California, las huellas de
capitanes, de frailes y aventureros geniales van señalando la
presencia viva del desvelo hispánico; en Gelveston, Pensácola,
Nueva Orleans, en la profunda majestad del gran río que acogió
a Hernando Soto bajo sus aguas; en Tejas, Colorado y Arizona; en
California y Nuevo Méjico, a los pies de Sierra Nevada, como
la granadina, de de los Montes de la Sangre de Cristo, para
coronarse de belleza en la constelación de santidades que
salen a recibirnos por San Francisco, Sacramento, Los Ángeles,
San Bernardino, san diego, Monterrey, El Carmelo, Santa Fe, san
Bernardo, San José, santa Clara, Santa Bárbara y cien
más, sin contar los elementos civiles desde Alburquerque hasta
el norte de Cabo Blanco” (19).
En la
primera Asamblea General que hay delegación completa y de
alto rango de España es en la XI Asamblea, con un equipo
bien conjuntado dirigido por el ministro Martín-Artajo,
asistido por Lequerica, Aznar, el embajador Juan Pablo Lojendio y
Jaime Piniés que estaría al frente de la delegación
después del mandato de Aznar.
Recta
final de su vida
En
1969, en la ciudad de Barcelona, en una conferencia del Instituto de
Cultura Hispánica en la Cámara de Comercio,
iba a proponer la unión económica hispanoamericana: “la
integración iberoamericana –decía Aznar-
pertenece a los problemas extraordinarios y nadie se sorprende de que
el avance sea forzosamente lento. Que nadie se descorazone, y todos
deben sentirse estimulados para lograr la solución de cada
momento, porque a fuerza de entenderse en lo secundario se irán
creando las condiciones propias para el concierto en lo importante y
decisivo”.
Aznar
desde planteamientos espirituales o los más pragmáticos
económicos quiso unir al mundo hispánico. Empezando
claro, por la cohesión interior de España y el
profundizar en los pensadores y escritores clásicos de la
cultura española como Balmes, Menéndez Pelayo, Maeztu y
Ortega. Es un ejemplo más de un hispanista que donde quiera
que tuvo ocasión preconizó la realidad de los pueblos
que unidos por el corazón y la historia, desean
fortalecer sus relaciones y aunar voluntades: hacer cosas juntos,
sentirse miembros de esta gran familia de naciones que hablan el
mismo idioma, siguiendo aquel párrafo de Unamuno: “La
lengua es la sangre de mis venas; mi patria, allá donde
resuena”
Murió
Aznar en noviembre de 1975 dejando una extensa obra en periódicos,
libros y sobre todo, en actuaciones públicas. Sus amenas
conversaciones con colegas y amigos, su asistencia a banquetes,
tertulias y encuentros informales, sus partes e informaciones que se
encuentran en los Archivos, fueron exponente claro de su labor de
hispanista militante. Sobre esta faceta he querido poner mi modesta
aportación, volviendo al planteamiento de que necesitamos
encarnar en personas, el hisanismo que todos queremos que no sólo
se mantenga sino que en todo el mundo, no es un concepto geográfico,
se extienda y se comprenda mejor. Desde la Universidad hay
una buena perspectiva para ello. ·- ·-· -······-·
Jesús Tanco Lerga Notas
1.- Bibliografía
básica sobre Manuel Aznar. Del mismo autor, “Manuel
Aznar. Periodista y diplomático” Editorial Planeta.
Barcelona, 2004; 501 pp.
Obras
de Manuel Aznar Zubigaray:
- “La
España de Hoy” Librería e Imprenta La
Nueva Poesía. La Habana, 1926.(Recopilación
de artículos de El País de La
Habana)
- “Así
fue la II Guerra Mundial ”Ed. Rezoli-Noguer.
Barcelona, 1972. Introducción-Prólogo de Manuel Aznar.
- “Historia
de la II Guerra Mundial” Ediciones Idea. Madrid, 1941
y ss. Tomo I :“Antecedentes diplomáticos y declaración
de guerra” Madrid,1941. Tomo IV:”La batalla de Francia
y el Armisticio.1940” Madrid, 1943.
- “Política
de Inglaterra y España”-Sucesores de Ribadeneyra.
Madrid, 1940 (Recopilación de seis artículos).
- “El
Alcázar no se rinde” Madrid, 1957; 201 pp.
- “La
Radiotelevisión y la guerra” Escuela Oficial de
Radio. Madrid, 1971; 31 pp. (Conferencia publicada sobre el tema)
- “El
pensamiento de Balmes en el mundo actual”. Ayuntamiento de Vic,
1968.
- “Las
Naciones Unidas, la guerra fría y la seguridad” CESEDEN.
Madrid, 1969.
- “Un
joven de 1915 ante José Ortega y Gasset”.
Ediciones Cultura Hispánica, 1971; 18 pp.
- “Franco”
Prensa Española. Madrid, 1975.
2.-
Academia de la Historia. Diccionario Biográfico Español.
Voz del autor sobre Manuel Aznar Zubigaray.
3.-El
Sol, 2-XI-1921.
4.-Vid.
Por ejemplo, Ángel Flores Morales: África
a través del Pensamiento Español Instituto de
Estudios Africanos, 1949; 223 pgs. Prólogo de José
Díaz Villegas.
5.-
“La España de Hoy” Librería e
Imprenta La Nueva Poesía. La Habana, 1926
6.-
Al frente del periódico se encontraba en esta época
José Ignacio (Pepín) Rivero (1895-1944), que había
sucedido en1919 a su padre Nicolás Mª Rivero.. El
origen del periódico se remonta a 1832.
7.- Ramón
Franco Bahamonde, hermano de Francisco, nació en El
Ferrol en 1896 y murió en acción de guerra en 1938.
Audaz aviador, tuvo simpatías republicanas notables a
diferencia de su hermano, con el que se alineó en la contienda
española.
8.- Julio
Ruiz de Alda, oficial del Ejército, nacido en Estella en
1897, fue con José Antonio, uno de los fundadores de Falange
Española. Murió fusilado en en la Cárcel
Modelo de Madrid, el 20 de agosto de 1936.
9.-
Fue candidato por la provincia de Albacete dentro de un partido
centrista que encabezaba el presidente del consejo de ministros, el
gallego Manuel Portela Valladares.
10.-
Se trata de sus hijos varones Manuel, Javier y José María.
Éste se escapó al frente con sólo 14 años
y luego continuaría la carrera militar. Murió en
accidente de aviación como oficial de instrucción de
vuelo de la Academia del Aire.
11.-
José Félix de Lequerica y Erquiza (1891-1963) fue
diputado en el congreso desde 1916 a 1923, en los asientos
simpatizantes de Antonio Maura. Fue subsecretario efímero de
Presidencia en 1920, y de Economía Nacional en 1930. Sucedió
a José Mª de Areilza como alcalde de Bilbao en 1938, para
ser nombrado después embajador en París en 1939 hasta
1944. Ministro de Exteriores dos años, fue el primer embajador
en Estados Unidos tras el reestablecimiento de relaciones y también
en la delegación permanente de Naciones Unidas a cuyo frente
le sucedió Aznar.
12.-
José Mª de Areilza, conde de Motrico (1909-1998), tuvo
una dilata vida política que comenzó con su militancia
en las JONS. Primer alcalde del Bilbao tras el cambio de adscripción
en junio de 1937 a la zona nacional, fue nombrado embajador
de España en Argentina en 1947, para suceder a Lequerica en
Estados Unidos con el mismo rango. Fue también embajador en
París de 1960 a 1964, y ministro DE Asuntos
Exteriores en la monarquía de Juan Carlos I entre 1975
a 1976. Diputado en el congreso en 1979 por Coalición
Democrática de centro derecha, para ser presidente después
de la Asambleaparlamentaria del consejo de Europa (1981-1982).
Próximo a los postulados de don Juan de Borbón, vio
frustradas sus aspiraciones de liderar el centro reformista español
en cuya tarea estuvo acompañado de Manuel Fraga.
13.-
Revista Semana 11-XI-1952.
14.
Declaraciones a César González ruano en Arriba,
7-II-1954.
15.-
Homenaje a España en Buenos Aires Semana,
227-X-1951.
16.-
Alberto Martín-Artajo (1906-1979) fue director de El Debate
desde 1931 a 1936 y secretario general del consejo de
Estado desde 1940 a 1945. Ministro de Asuntos Exteriores,
entre 1945 y 1957, negoció con gran habilidad en 1953 los
acuerdos con los Estados Unidos y el concordato con la santa
Sede, ambos instrumentos fundamentales para la inserción
española en los organismos supranacional y la normalización
de las relaciones con la comunidad internacional.
17.-
Fernando María Castiella y Maíz ( 1907-1976), fue
director del Instituto de Estudios Políticos (1942-1948),
cargo que compatibilizó con su cátedra universitaria en
Madrid. Nombrado primero embajador en Lima, lo fue también
en la Santa Sede, tras la normalización de relaciones y
el consiguiente Concordato. En 1957 sucedió a Martín-Artajo
como titular de la cartera de Asuntos Exteriores, cargo que desempeñó
hasta 1969. Fue el precursor de las relaciones con la Comunidad
Europea que contaba entre sus padres fundadores a católicos
fervientes, que cristalizaron en un acertadísimo Acuerdo de
Cooperación con el Mercado Común Europeo. Fruto de su
permanente preocupación por la recuperación del Peñón
de Gibraltar y de otras aspiraciones internacionales, es el libro
escrito con Areilza, Reivindicaciones de España (1941),
precedente del famoso Libro Rojo sobre Gibraltar, completo memorial
presentado en las Naciones Unidas por España en los años
Sesenta para conseguir el dominio de la Roca.
18.- Blanco
y Negro, 10-I-1959.
19.-
Discurso en el Pabellón de España en la Feria de
Nueva York, 12-X-1965, recogido ampliamente por la prensa española.
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