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por Arturo Robsy El hombre se socializa, aprende a ser, pensar y comportarse de la mano de su sociedad. Pocos lo dicen pero todos lo saben: si cambias la sociedad cambias al hombre y su pensamiento |
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| El señor Rajoy, para descalificar el Plan Ibarreche, recordaba que no hay derechos de tribu, en la más ortodoxa clave liberalista: sólo existe el individuo como su titular único.
Claro que el individuo como tal no existe. Nadie piensa ex novo. Nadie está indiviso. Nadie vive solo. Es él y su circunstancia, él y su ambiente. Dicho en científico, él y su dotación genética. El hombre se socializa, aprende a ser, pensar y comportarse de la mano de su sociedad. Pocos lo dicen pero todos lo saben: si cambias la sociedad cambias al hombre y su pensamiento. Y sus hechos. Las emanaciones reseñadas más arriba son claros hijos de este cambiazo artificial donde la lógica se ha transubstanciado en palabrería y aclaran más aún que el único modo de cambiarnos es modificar el código de valores y de costumbres en el que se nos educa para actuar. Somos, en gran medida, las ideas predominantes en nuestro entorno y, además, el predominio de esas ideas dominantes ya no depende de su verdad ni de su utilidad para explicar el mundo, sino de su difusión, que suele ser una actividad económica o un anejo de la expectativa económica. Esa expectativa se llama Poder y de eso trata la política. Más: de eso trata el Universo. Y es muy natural que el poder tienda a conformar la sociedad del modo que le resulte más rentable y beneficioso, como ahora con la UE. La nuestra, la liberalista, es una Democracia de Mercado que nos va igualando por las instituciones y por el consumo de bienes y de servicios semejantes. Es bien triste, a estas alturas, tener que volver a la observación de la democracia y mirar si existe. Las ideas predominantes son, si este es el caso, Ideas de Consumo. Ideas fabricadas y difundidas sobre las que ya no actúa ni teóricamente el cambio dialéctico. Se ha detenido –si existió- la evolución de síntesis y hay una voluntad, muy humana, de que las ideas predominantes de hoy se conviertan en perpetuas. Desde ahí hay que contemplar las últimas votaciones y preguntarse por la libertad, especialmente la de pensamiento y la de expresión, porque se nota cada vez más que sólo se puede expresar lo autorizado y pensar en torno a lo falsamente permanente. No estamos llamados a caer en la tentación de gastar el tiempo discutiendo lo que dicen PNV, ERC; PSOE, IU y PP. El decorado es poco importante y mala la obra que se representa. Será más útil saber qué clase de cosas (causas) han hecho posible que esto suceda, que la palabrería sustituya a la lógica y que andemos todos inermes ante el despropósito, mientras asentimos a proyectos de los que nos dicen, claramente, que van a erosionar el Estado actual que, si no se demuestra lo contrario, es el democrático. Pero lo que se ve venir no es precisamente democracia sino taimado corporativismo. ·- ·-· -···
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