En Lesznowola, un pueblo situado a 50 km de Varsovia, el despertador suena de madrugada. Para ir al colegio, Kornelia, de cuatro años, y Weronika, de nueve, se levantan a las seis de la mañana. Sus padres han decidido que estudien en uno de los colegios que la asociación Sternik ha puesto en marcha en Varsovia, donde sacedotes del Opus Dei imparten la formación cristiana, aunque para ello deban realizar cada día un recorrido de casi 100 kms. entre ida y vuelta: hacen un primer trayecto en coche, después otro en metro hasta el centro de Varsovia, y finalmente toman el autobús que les lleva hasta Swider. El colegio toma el nombre de un río cercano a la ciudad. “Al principio la combinación nos parecía un poco complicada”, reconoce Vicente Pipka, padre de la niñas, “pero en poco tiempo se ha convertido en una rutina y no cuesta un especial esfuerzo”.
Swider ha abierto sus puertas en el barrio Falenica de Varsovia, cerca de otro colegio para chicos, Zagle, palabra que en polaco designa el velamen de un barco. Con la puesta en marcha de ambos colegios, la Asociación Sternik ha querido llevar a la práctica un sueño de muchas familias polacas. Sternik en polaco significa “timonel”, y este nombre expresa muy bien los deseos de los padres que han impulsado este proyecto educativo. “Veíamos que necesitábamos ayuda en la educación de nuestros hijos”, comenta uno de los padres promotores, Janusz Siekanski. “Sabíamos que no faltan colegios con un buen nivel de instrucción, pero lo que queríamos es una atención personalizada y completa para cada uno de los alumnos y alumnas y el compromiso con una serie de valores que consideramos importantes”.
Janusz Siekanski se refiere, por ejemplo, a la llamada “entrevista con el maestro”, que en los colegios polacos se asocia con “problemas”, es decir, con dificultades del alumno que son para los padres motivo de preocupación. Efectivamente, lo normal es que el colegio llame a los padres “sólo” cuando el hijo tiene alguna dificultad o malestar, y no para dialogar sobre los objetivos y progresos del alumno. En el proyecto educativo que la Asociación Sternik quiere impulsar en Polonia, en cambio, existe la figura del preceptor, que tiene un papel mucho más “positivo” en la realización de los objetivos educativos y en la creación del ambiente adecuado para el desarrollo armónico de la persona. “Es necesario conocer bien al chico y sobre todo establecer una colaboración permanente con los padres. Una colaboración que es conjunta, pues el colegio y la familia deben tratar de infundir los mismos valores”.
Sternik ha recibido asesoramiento y recabado experiencia de la Institución Familiar de Educación, una asociación de Barcelona que ha puesto en marcha varios proyectos educativos en diversas ciudades de Cataluña. •- •-• -••• •••-• José Luis Orella
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