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por Gonzalo Rojas Sánchez Un millón de semillas. Con esa
cantidad, se puede conseguir una cosecha muy abundante, como bien lo
saben tanto los agricultores como los educadores, ya que ambos
realizan la misma actividad: cultivar. |
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| Un millón de personas
-menores de 30 años en su casi totalidad- acaban de salir disparadas
en todas las direcciones desde Colonia, con un mandato muy claro:
mejorar el mundo. Se los ha dicho con toda claridad Benedicto XVI: "Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos. ¡Caminemos con Cristo y vivamos nuestra vida como verdaderos adoradores de Dios! Amén." Un millón de compromisos. Eso es lo que el mundo espera anhelante. Y un millón crecedor desde el primer instante en que esas semillas juveniles tomen contacto con tierras muy diversas, porque cada compromiso suscita siempre otros muchos, como en racimo generoso. En primer lugar, caerán muchas semillas en la secularizada Alemania. Han pasado justo 60 años desde el día en que el mundo miró la derrota final del nazismo, a la vez con alivio e indignación. Qué justo y adecuado resulta que sea esa misma Alemania la tierra primera en que caiga la nueva semilla, para reformarse ella desde dentro y ser, una vez más, ejemplo para tantas naciones. Qué duda cabe: la nueva juventud católica alemana logrará escribir páginas heroicas que rehabiliten tantas penas que sus antepasados le causaron al mundo entre 1933 y 1945. Y, en paralelo, otros cientos de miles de compromisos se concretarán en los pujantes cristianismos de Africa, Asia y Oceanía, en las restantes tierras resecas de la triste Europa (¡España, ya vienen a rescatarte!), en los surcos esperanzados de la fértil Hispanoamérica, en la satisfecha América del Norte, siempre dispuesta, eso sí, a conmoverse con las grandes aventuras del espíritu. Pero no todo será coser y cantar, ya que para que estos compromisos juveniles sean duraderos y fecundos, los agricultores del espíritu deberán exigir, formar, alentar, conducir. Gran ejemplo para ellos también el del Papa alemán, tan exigente y rotundo, como pastor y comprensivo. Por eso le ha dicho tanto a los jóvenes como a sus mayores: "la religión se convierte casi en un producto de consumo. Se escoge aquello que place, y algunos saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la Omedida de cada uno a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte. Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que indica el camino: ¡Jesucristo! Tratemos nosotros mismos de conocerlo siempre mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia Él." Prepararse para verlo con detalle y para no quedarse fuera ni atrás: estamos frente a una nueva etapa de lo que hemos llamado el nuevo PC, el que superará definitivamente al arcaico Partido Comunista, al Personal Computer y a lo Políticamente Correcto. Asistimos a la consolidación del comienzo de una era de gente Personalmente Comprometida. ·- ·-· -···
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