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Contexto histórico del nacimiento del Islam; raíces socio-religiosas en el tronco de Abraham.
Mahoma, miembro de la tribu de coraix, un camellero en situación holgada tras su matrimonio con una viuda rica, dice recibir el Corán, primero en una visión de conjunto y luego en detalle y por entregas, (años 612-632), mediante la recitación que del mismo le haría el arcángel Gabriel.
El Islam hace su aparición en la Arabia
del s. VII. Nace, pues, muy cerca del origen geográfico de las
otras religiones reveladas, en la encrucijada de las "tres
partes" del mundo conocido.
Arabia es cuatro veces la península Ibérica. La población
árabe, escasa, vivía y vive en vastos desiertos. La inmensidad
de la aridez del desierto ha marcado al tipo humano de esta
región de un modo distinto que el de los valles del Creciente
fértil. Nomadeo, tribalismo, fatalismo, un determinado sentido
del tiempo..., construyeron un pueblo bien diferente al de las
populosas ciudades de entorno agrícola que eran alimentadas por
cíclicas y generosas inundaciones fluviales.
Las ferias de los tratantes de ganado se acomodaban con las
peregrinaciones, con la "umra" de la Kaaba y con el
"hadjdj" de Arafa, según una fórmula que R.
Brunschvig ha descifrado. Las operaciones comerciales eran
santificadas por una serie de ritos, como los sacrificios en
Miná.
Hay muchas referencias a la influencia cristiana. En la Arabia
meridional hubo estados, vasallos de Abisinia, cristianos
monofisitas. Un virrey del Yemen atacó La Meca en 570, es
Abraha, importante en la tradición árabe, que es derrotado por
cristianos nestorianos aliados de los sasánidas persas.
Desde la referencia coránica, más importante es la influencia
judía. Formaban grupos apartados aunque ocasionalmente en
estrecha alianza con alguna tribu árabe, como los judíos de
Khaibar con los beduinos thaqif. Lo que sí hay de cierto es que
en los oasis del sur de Arabia había colonias judías, con
rabinos y escuelas, y también cristianos, como en el oasis de
Najran. Incluso en La Meca se nos habla de la presencia esclavos,
monjes y mercaderes cristianos. Uno de estos últimos, que leía
hebreo, era primo de Jadiya, esposa de Mahoma. Este personaje,
Waraqa ben Nawfal, conocía la Biblia. Un primo de Mahoma se
hará cristiano al emigrar a Etiopía, en vida de éste. Las
narraciones bíblicas eran conocidas como para que los
adversarios de Mahoma contestasen a su nueva: "Son ya
cuentos viejos".
No sabemos a qué secta podían pertenecer estos árabes
cristianos, pero debía ser una corriente marginal respecto al
conjunto: En efecto, la doctrina del Corán se parece más a un
judaísmo con algunos elementos cristianos que al cristianismo de
los Evangelios y la gran iglesia. Al principio, Mahoma decía que
estaba de acuerdo con esos cristianos de La Meca. Los
heresiólogos mencionan a los elquisaítas, grupo que esperaba a
un profeta cercano.
La Meca era un importante centro comercial, intermedio entre los
caminos de la India, Siria y Egipto. Rica ciudad, manifestaba
grandes diferencias sociales que contrastaban con la sencillez
patriarcal de los clanes nómadas. Algunos historiadores han
querido ver en el Islam un movimiento social, porque el egoísmo
de los clanes ricos chocaría con el mensaje de fraternidad de
Mahoma. Eso sería un reduccionismo simplista, pero una de las
razones de su éxito fue el de una solidaridad más amplia que la
de las tribus, con su preocupación por los huérfanos, pobres y
débiles, aguardando días mejores cuando los éxitos guerreros
fueron fuente de un inmenso botín. Antes, en los años de
pobreza, la ayuda mutua y los bienes de los musulmanes más
afortunados permitieron superarlos.
En el santuario cúbico de La Meca había toda clase de figuras
sagradas, en número de 360, como días tiene el año lunar. La
Kaaba, además de la piedra negra que sobrevive, reunía todo el
eclecticismo del mundo antiguo. El santuario habría sido
consagrado por Abraham y su hijo Ismael, padre de los árabes,
pero tenía toda clase de estatuas, incluso algunos textos
incluyen un icono de Jesús y de María.
Una divinidad suprema se caracterizaba por su transcendencia,
moraba en los cielos y no tenía imagen. Convivía con cultos de
fecundidad, a los que estaba vinculado el pozo nutricio de
Zamzam, con rastros de hermetismo, zurvanismo; culto a tiempo,
animismo y totemismo. Había figuras mediadoras; diosas
helenísticas, ángeles iranios, "yinn"; espíritus
intermedios que, pese a su origen pagano, encontraron su
alojamiento en el Corán, y "profetas" espontáneos.
La influencia de los astros, que encabezaba Athar, un dios-rey
estelar, fue abatida por el Corán (53,30) Y (6,76), aunque el
papel icónico de la luna recoge un cierto papel de la divinidad
masculina "qamar". El Corán (71,22), (12,39), reprueba
las pervivencias paganas. Entre ellas, una divinidad femenina,
"Dtat-Gimyam", el Sol. El rito musulmán pone mucho
cuidado en no regirse por las posiciones anuales del astro, para
evitar toda confusión con esta adoración. La fiesta de la
primavera en Irán sería un ejemplo de pervivencias paganas
excepcionales.
Una piedra blanca, "marwa", en Tabala, al sur de La
Meca, rivalizaba con la piedra negra, siendo también islamizada
con una mezquita. La custodia y administración de los santuarios
estaba confiada a un linaje vinculadamente, los banu-xaiba, que
guardaban la kaaba antes y después del Profeta, hasta el día de
hoy.
En todo este complejo contexto, Mahoma, miembro de la tribu de
coraix, un camellero en situación holgada tras su matrimonio con
una viuda rica, dice recibir el Corán, primero en una visión de
conjunto y luego en detalle y por entregas, (años 612-632),
mediante la recitación que del mismo le haría el arcángel
Gabriel.
Esta "dicción directa", concepto bien diferente al de
inspiración, será un importantísimo determinante de esta
revolución religiosa del s. VII.
Exhaustos por secular conflicto, los dos imperios vecinos; el
persa y el bizantino, serían sus primeras víctimas. Tras mirar
con desdén a los nómadas, cuyas incursiones rechazaban
periódicamente, éstos se convirtieron en sus iguales, con su
propia religión, su propio profeta y libro. El mismo Corán se
hace eco de su triunfo. Dios reveló el Corán a los árabes para
que éstos no tengan que decir: "La Escritura sólo bajó de
arriba sobre dos comunidades" (6,157/156). En la línea de
la tradición inicial bíblica, el Islam se presentaba en un
primer instante como una religión árabe para los árabes, en
una corta fase henoteista, como conocieron también los judíos,
antes de ser proclamada como la única religión querida por Dios
para todos los hombres y toda la historia. Más tarde, cuando el
Islam se extiende por pueblos no árabes intervinieron otros
factores, que habrá que examinar entonces.
En conclusión, el árabe del s. VII combina en su religión
diversas tradiciones antiguas con una tendencia unificadora. A la
multitud de dioses se opone la similitud de cultos, que aproximan
a los clanes, con un cierto paralelismo con las ferias
comerciales. Hay importantes influencias extranjeras; iranias,
bizantinas, judías. La poderosa personalidad de Mahoma y la
atmósfera profética de la Arabia del 600 se sumaron para
posibilitar una gran revolución religiosa.
Francisco Díaz de Otazu. *
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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