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Algunas notas sobre la personalidad de Navarra .
A través de un breve recorrido histórico se aclaran algunos puntos de las relaciones entre Vascongadas y Navarra, hoy manipuladas para justificar la consecución de entes políticos artificiales
El poblamiento del País Vasco y de
Navarra son diferentes, mientras el reino pirenáico, al igual
que una parte de Aragón, fue poblado en su origen por los
vascones, de los cuales existen indicios en las crónicas de
viajeros griegos y romanos (Estrabón). En el actual País Vasco,
las tribus que lo habitaban eran vardulos, caristios y autrigones
que constan como pertenecientes por su cultura celta a los
pueblos cantábricos y no al vascón, que pasó a denominarse
después de la invasión árabe del 711 como navarro, según los
autores francos del siglo VIII, que citan por primera vez a los
habitantes de Pamplona como navarros. A parte, los romanos
solían tener la costumbre de poner sus límites con una cierta
homogeneidad etnica, caso que no ocurrió con los vascones y las
tribus de cultura celta habitantes del actual País Vasco.
Bajo la romanización, Navarra se ve fuertemente influida excepto
algunas zonas de las montañas y en clara diferencia con el País
Vasco, que únicamente tuvo asentamientos de tipo secundario. A
nivel lingüístico, en Navarra se llegarán a hablar cuatro
idiomas diferentes. El euskera propio de las montañas y
subdividido en dialectos, el latín que dio pase al romance y que
se hablaba en las ciudades y centros importantes. Esta lengua
romance derivada del latín, que Gonzalo de Berceo escribió en
las Glosas Emilianenses (La Rioja estaba en el reino de Navarra
en aquella época, incluso llegando a ser Najera la capital) fue
declarado lengua oficial del reino de Navarra cincuenta años
antes que lo fuese en la corona de Castilla el romance
castellano. Al mismo tiempo, la numerosa inmigración de colonos
y comerciantes francos introdujo la lengua provenzal en las
poblaciones que recorrían el Camino de Santiago. En la Ribera de
Navarra por pervivencia de poblaciones musulmanas se mantendría
durante un tiempo el árabe. La navarridad del euskera y del
romance que se fusionó con el de Castilla nacieron de forma
libre y voluntaria de la voluntad popular y por ello, los fueros,
expresión primordial de la personalidad navarra se redactaron en
una lengua propia como era la lengua romance o española. En
aquel momento, Navarra era una de las zonas de mayor apertura a
la europeización feudal y se demuestra con su contribución al
arte románico y gótico europeo.
Con respecto sí Navarra y el País Vasco tenían un pasado
común y una misma personalidad que fue violentada por sus
vecinos, la realidad es muy diferente. Aunque los reyes de
Navarra fueron los que fundaron San Sebastián y Vitoria, se
olvida que el fuero de formación fue el de Jaca y que en el caso
de la ciudad donostiarra se prohibía a los subditos navarros el
establecimiento en la nueva urbe. A parte, las provincias vascas
tuvieron su personalidad y sus propios intereses desvinculándose
de Navarra para integrarse en Castilla por su mayor conveniencia.
Alava fue de Navarra 79 años, Guipúzcoa 84 y Vizcaya 58 años.
Desde 1155 en que lo había hecho Vizcaya, en 1200 Guipúzcoa se
integró de forma pacífica en Castilla, renegando de cualquier
posible historia común con Navarra, en cuanto a Alava mantuvo la
defensa en Vitoria por la presencia de una guarnición navarra y
al hecho de que la personalidad alavesa estaba salvaguarda en las
Juntas de Arriaga. A parte, cuando estuvieron formando parte de
Navarra bajo el reinado de Sancho III el Mayor, éste comenzó a
titularse rey de Castilla, Astorga, Alava (donde se englovaba a
Vizcaya y Guipúzcoa), Pamplona, Aragón, León, Asturias y
Gascuña. Como se ve otorgaba una entidad diferenciada a los
"vascos" cantábricos de los naturales de Navarra,
entonces conocida como reino de Pamplona desde su fundador Iñigo
Aristza.
En 1512 cuando Navarra después de un largo período de
decadencia es anexionada por los reyes Católicos, el viejo reino
pirenáico estaba en una guerra civil, protagonizada por los
agramonteses y beaumonteses. Los primeros defensores en su origen
del derecho del príncipe de Viana y luego de la nueva dinastía
de Albret, han pasado a la historia como los más auténticos
defensores de Navarra, porque se opusieron en Maya-Amayur a los
soldados de la corona de Castilla (principalmente guipuzcoanos)
del duque de Alba y ayudaron a los franceses en las sucesivas
invasiones de Navarra. Este bando obtiene sus apoyo en las villas
y pueblos de la Ribera, Roncal y sur de la Tierra de Estella. En
cuanto a los beaumonteses favorables al rey consorte de Navarra,
padre de Fernando el Católico, fueron los que se mostraron de
una forma activa partidarios de la integración en la
confederación de reinos liderados por los reyes Católicos. Este
bando procastellano, o más especificamente proaragonés,
asentaba su base en Pamplona y comarcas de los alrededores y
Pirineo central especialmente. En uno de los intentos de
conquista francés en que fueron utilizados agramonteses y
mercenarios alemanes se produjo la derrota de Beotíbar en el
siglo XIV por los guipuzcoanos. Esta victoria fue reflejada en
los cañones que se añadieron al escudo de Guipúzcoa.
Desde entonces Navarra conservó la peculiaridad de sus
instituciones, siendo los vascos considerados según el fuero
navarro hasta 1839, fecha de la transformación de sus esencias,
extranjeros en el reino como el resto de los no navarros. Aunque
la política internacional depende de la Corona, la política
interior es autónoma compeltamente. El rey estaba autorizado
únicamente para introducir a cinco "extranjeros" o sea
castellanos (termino que englobaba a los vascos). Las
instituciones navarras mantendrán la personalidad de Navarra
hasta la Ley Paccionada de 1841, cuando se acomoden las leyes del
viejo reino al sistema constitucional.
El comienzo de una cierta solidaridad y fraternidad entre las
provincias vascas y Navarra empezó en 1821, cuando frente al
uniformismo liberal que pretendía homogeneizar España con una
reorganización territorial nueva y una jurisdicción a nivel
nacional, pretendía suprimir los fueros como reminiscencia del
antiguo régimen. El peligro común hizo que se crease un frente
común, pero defendiendo cada uno la peculiaridad propia de cada
territorio y ni mucho menos un ente nuevo federativo y menos la
posibilidad de separación de España. Durante la III Guerra
Carlista, cuando se fundó un miniEstado carlista que abarcaba
parte del País Vasco y Navarra, Estella hacía de capital de la
España carlista, mientras los asuntos de Navarra quedaban
centrados en Elizondo, que ejercía de capital del viejo reino al
residenciar a la Diputación.
Los fueros aseguraban el derecho a la autonomía de los
territorios vascos, pero no del País Vasco como una comunidad
política unitaria. Cuando se habla de derechos históricos se
está reconociendo implícitamente la pluralidad de los mismos.
El intento de manipular la voluntad popular y de constituir una
Euzkadi conjunta con un estatuto de autonomía viene de 1933,
cuando fue aprobada por referendum, pero rechazada tal
posibilidad en Navarra. El carlismo fue el movimiento político
que mejor supo aunar en su ideología la defensa de estas
peculiaridades forales. Sin embargo, en la primera guerra
carlista cuando se firma el Convenio de Vergara que establece la
paz en el territorio vasconavarro bajo dominio carlista, se puede
realizar por el compromiso de los carlistas vascos, pero no así
de los navarros, cuyos principales dirigentes fueron fusilados
unos días antes en el Santuario del Puy de Estella, por orden
del general Maroto. Posteriormente, Navarra llegaría a un
acuerdo con el gobierno mediante la ley paccionada de 1841, en la
cual se establecía de forma definitiva la compatibilidad del
régimen foral con el gobierno constitucional.
Navarra aceptaba acomodar su sistema a la unidad constitucional.
Con arreglo al art. 2 de la ley de 1839, negoció con el gobierno
y concluyó el 10 de diciembre de 1840 un acuerdo, que fue
sometido a la ratificación del parlamento y promulgado mediante
ley del 16 de agosto de 1841. La diputación liberal de Navarra
llegó a la conclusión de que no se podía mantener la
estructura constitucional transformando la soberanía política
en autonomía foral. Desapareciendo las Cortes, el virrey, el
consejo real, aduanas, diputación del reino, pero manteniendo un
amplia autonomía regida por una diputación foral, que ha pasado
en la actualidad a denominarse gobierno foral.
La distinción viene de que los territorios vascos disfrutaban de
un régimen foral dentro de la soberanía indiscutible de
Castilla. El caso navarro era diferente, porque disponía de la
organización política de un Estado soberano, asociado a
Castilla mediante una unión personal que fue estrechándose,
pero que desde 1515 se trataba de una unión indisoluble. Navarra
hasta 1839, constituyó un reino con leyes, jurisdicción y
gobierno propios, sin poseer órganos comunes con Castilla,
excepto la figura del monarca común y una identidad común dada
por la pertenencia a la misma religión y a la SPANIDAD,
expresión utilizada en las Cortes navarras en 1542.
Por el contrario, las diputaciones vascas decidieron a diferencia
de la navarra no cooperar con el gobierno liberal de 1839. De
este modo, los fueros vascos se mantuvieron hasta 1876, que bajo
la ley de 21 de julio fueron suprimidos por los liberales como
modo de castigo por su participación en la tercera guerra
carlista. A principios de este siglo aparecerá el nacionalismo
vasco en su forma bizkaitarra que se fue implantando en el resto
de las provincias. Aunque el nacionalismo vasco utilizó el
foralismo como modo de conseguir alianzas tácticas, únicamente
la defensa de la religión contra la legislación anticlerical de
la II República producirá la formación de una minoría
parlamentaria vasconavarra. Cuando esta causa desapareció por no
contener el estatuto referencias hacia la defensa de la
religión, Navarra mediante referendum rechazó su pertenencia a
un estatuto que englobase al País Vasco y Navarra. Después
mantendría su régimen foral durante el régimen del general
Franco. En el sistema actual, Navarra volvió a adaptar sus
sistema foral al régimen autonómico. Sin embargo, la necesidad
del gobierno centrista de contar con la integración de los
nacionalistas vascos en el consenso general del nuevo abanico
democrático, obligó a poner una excepcionalidad en la
constitución de 1978. Si en la constitución se prohibía
cualquier confederación de autonomías, se permitía el caso de
Navarra con el País Vasco, siempre que fuese por la aceptación
mayoritaría de los navarros.
José Luis Orella
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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