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El hombre del milenio: Santo Tomás de Aquino.
Para él, la Política no es un negocio pragmático carente de valores, como propondrá más tarde Maquiavelo, sino una ciencia, ya que es parte de la moral
Está a punto de concluir el segundo
milenio de la era cristiana. Un milenio que se inició con las
Cruzadas y con el Cid Campeador y que terminará con un mundo
repleto de millones de pobres y países en guerra. Un milenio
que, a pesar de todo, dio a la humanidad grandes héroes y
grandes santos. ¿Quién de ellos lo fue más? ¿Quién de ellos
no será olvidado jamás? ¿Quién de ellos tendrá una
trascendencia permanente, a través de los años, de las
décadas, de los siglos y aún de los milenios, bien sea por su
legado o por la fuerza de su personalidad? La respuesta, desde
luego, no es fácil, pero trataremos de encontrarla.
Uno de esos hombres, que bien podría ser calificado como el más
grande del milenio, es Santo Tomás de Aquino, filósofo en el
sentido etimológico de la palabra ("un amigo de la
sabiduría") y hombre destacado que supo dar respuestas
concretas a los problemas más perentorios de su tiempo, que eran
la conexión entre razón y fe, y la mejor constitución
política para una ciudad.
Nació Santo Tomás cerca de Aquino, en el Reino de Sicilia,
hacia 1225. Era hijo de una noble familia, emparentada con
importantes casas reales de la Europa Medieval. Después de estar
algún tiempo en el monasterio benedictino de Monte Casino, pasó
por las mejores Universidades europeas. Esta genial lumbrera de
Occidente, ingresó más tarde en la Orden de los Predicadores,
también llamados dominicos. Fue entonces cuando sacó a relucir
su extraordinaria capacidad intelectual.
Santo Tomás de Aquino es, indiscutiblemente, la figura más
emblemática de la filosofía católica. Llevó a cabo la
gigantesca tarea de incorporar el pensamiento aristotélico,
hasta entonces visto con escepticismo, al dogma católico. Para
él fue esencial establecer la relación entre Filosofía y
Teología, es decir, entre Razón y Revelación. Mientras que la
Filosofía tiene como punto de partida la luz natural de la
Razón, la Teología, aunque requiere de la Razón, se fundamenta
en la luz de la Fe, si bien es cierto que en ambas el fin último
y permanente es Dios.
La Fe y la Razón no están enfrentadas, sino que, por el
contrario, se complementan mutuamente, ya que el Cristianismo
tiene muchísimas verdades que se pueden razonar. Hay otras
verdades que superan a nuestra limitada Razón y que sobrepasan a
nuestras capacidades mentales, como podría ser el misterio de la
Santísima Trinidad. Pero podemos afirmar con Santo Tomás que la
Verdad que no se alcanza por la Razón sino que sólo se logra
por la Fe también tiene muchísimo provecho.
Asentir a las verdades de Fe, aunque estén sobre la Razón, no
es, de manera alguna, señal de ligereza. Y es que si sólo
pudiéramos llegar a Dios por medio de la Razón muy pocos
serían los que podrían conseguirlo, ya que hay muchos
imposibilitados por una mala complexión fisiológica, por el
trabajo diario o por pereza, además de que dicha Verdad se
alcanza después de largo esfuerzo y mucho tiempo de ejercitarse
en la abstracción. Es por eso que Dios quiso que algunas
verdades sólo se alcanzaran por la Fe, y de paso, demostrarle al
hombre soberbio que no debe sentirse perfecto y autosuficiente.
Al existir verdades que la Razón humana no puede descubrir,
todos podemos participar fácilmente del conocimiento de lo
divino sin ninguna duda ni error. Siguiendo esta postura de
complementar la Fe y la Razón, Santo Tomás de Aquino probó
racionalmente la existencia de Dios, mediante sus célebres e
incontestables "Cinco Vías" (contenidas en su obra
cumbre, la "Suma Teológica"), así como la libertad e
inmortalidad del hombre y la existencia de una ley natural
impresa en el alma de cada ser humano.
Pero el Doctor Angélico no sólo se preocupó por los asuntos
espirituales, sino que también lo hizo por los problemas de este
mundo. Fue así como este auténtico Maestro elaboró verdaderos
tratados sobre Política y Derecho.
Para él, la Política no es un negocio pragmático carente de
valores, como propondrá más tarde Maquiavelo, sino una ciencia,
ya que es parte de la moral. Santo Tomás de Aquino manifestó
que el hombre ha sido hecho para vivir en sociedad, pero sin una
autoridad no puede haber sociedad, ya que la anarquía es
esencialmente antisocial. La autoridad puede ser transmitida por
la multitud, en una sociedad que se constituye por Dios, como su
primer autor, y el gobierno, el cual debe procurar el Bien
Común. Este gobierno debe ser, al mismo tiempo, monárquico, es
decir, que el poder resida en una sola institución;
democrático, o sea, querido y deseado por el pueblo; y
aristocrático, o lo que es lo mismo, con la colaboración de los
mejores hombres de la sociedad, formando estas tres jerarquías
una estructura piramidal.
En el terreno jurídico, el Santo de Aquino expresa que el hombre
es dirigido a su fin por la Ley, la cual es "una ordenación
de la razón, dirigida al Bien Común, promulgada por quien tiene
a su cargo el cuidado de la comunidad". Afirma que el
Derecho Natural es una parte de la Ley Natural; justifica al
Estado como consecuencia de la naturaleza sociable del hombre y
señala a la comunidad como sujeto y titular del poder público.
Por todo lo anterior y por la trascendencia que ha tenido en el
pensamiento occidental, podemos afirmar, sin temor a
equivocarnos, que Santo Tomás de Aquino es una de las mentes
más lúcidas, geniales y brillantes, por no decir la más, de
toda la historia de la humanidad. Por eso, no es arriesgado
proponer a este genial santo como el hombre del milenio.
Fernando Rodríguez Doval (ferrodo@hotmail.com)
P.D. : Apretando aquí puede encontrar un trabajo sobre Santo Tomás de
Chesterton, con el siguiente contenido
INTRODUCTORY NOTE
I ON TWO FRIARS
II THE RUNAWAY ABBOT
III THE ARISTOTELIAN REVOLUTION
IV A MEDITATION ON THE MANICHEES
V THE REAL LIFE OF ST. THOMAS
VI THE APPROACH TO THOMISM
VII THE PERMANENT PHILOSOPHY
VIII THE SEQUEL TO ST. THOMAS.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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citando su origen.