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Las trampas de la globalización .
En la "mundialización" se ve una nueva tentativa de instaurar la famosa "Internacional" soñada por los marxistas del siglo XIX. Los marxistas del siglo pasado (Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, Castro, etc.) no consiguieron imponerla. Pero hoy día, con los ataques a las personas, a las familias, a los Estados, observamos una reviviscencia preocupante del internacionalismo de inspiración marxista, y esto podría llevar a una situación desastrosa.
La "globalización" es un poco la misma cosa, pero en la perspectiva de ideología liberal. El mundo es visto como un inmenso mercado que debemos integrar.
¿Por qué la bioética y la vida
son temas de actualidad?
Lo primero que hay que señalar es que hoy en día ha habido un
cambio radical en el contexto en que se plantean los problemas de
bioética. El punto central sigue siendo el respeto de la vida
humana. Pero lo que sucede es que cuando nos referimos a la
problemática de hace unos 25 años, el problema se planteaba en
términos de derogación. Así, por ejemplo, la ley francesa que
legalizó el aborto en 1975 lo admitía como una excepción. Era
una derogación al principio general sembrado a guisa de
preámbulo, en el articulo 1° de la ley. Según este principio
general, la ley protege a todos los seres humanos desde el inicio
de la vida. Entonces el aborto era una excepción prevista por la
ley. En inglés se diría "release", en alemán
"Freigabe". Es como un permiso. Esa era la
problemática de hace 25 años.
Hoy la problemática se ha deteriorado radicalmente desde que en
los ambientes de la ONU se requiere, con insistencia cada vez
mayor, que el aborto sea proclamado como un "nuevo
derecho" humano. Ya no se trata de una derogación, de un
permiso, de una excepción, de un gesto que se tolera mas del
cual se sabe en realidad que no es bueno. Ahora se trata de un
"nuevo derecho", que, por cierto, no es el único,
desde que también se promueve el "derecho" a la
homosexualidad, a la esterilización, a la eutanasia, etc. De
modo que la gran "novedad" es que ahora disponer de la
vida de un ser humano en su pequeñez, en su inocencia, puede ser
presentado como un "nuevo derecho" humano. La gran
preocupación, al poco tiempo de la reunión Beijing+5 en Nueva
York y de la Asamblea del Milenio en septiembre, es que el aborto
quisieron proclamarlo como un "nuevo derecho". Esto
significaría una revolución funesta, fatal, desastrosa en la
historia de los derechos humanos.
¿Podría
explicarnos porque la Santa Sede se opone a estos supuestos
"derechos" que promueve la ONU?
Desde hace unos cuarenta años, a través de algunas de sus
agencias especializadas, la ONU lanzó un programa internacional
de control de la natalidad, nítidamente maltusiano. Entre estas
agencias, figuran, por ejemplo, el FNUAP (Fondo de las Naciones
Unidas para la Población); la OMS (Organización Mundial de la
Salud); el Banco Mundial, el PNUD (Programa de las Naciones para
el Desarrollo), y varias otras, incluso ONG como el IPPF. El
punto focal de este programa es que, a través de su plan de
acción, la ONU quiere proponer el control de la natalidad como
una meta o condición previa - según ella - para el desarrollo
de los pueblos.
Esta postura merece algunas consideraciones. Lo primero en lo que
hay que ser enfático es que científicamente nunca ha sido
demostrado que exista una relación entre el efectivo de la
población de un país y el desarrollo. Hay países poco poblados
que son desarrollados, como Australia, y otros poco poblados que
son subdesarrollados, como es el caso de los países de África
Central. Inversamente hay países muy poblados que son
desarrollados, como Holanda, que tiene más de 400 personas por
kilómetro cuadrado, y hay países muy poblados y
subdesarrollados como el Bengladesh. Quiere decir que no hay
relación entre las dos cosas; depende de cada caso.
Pero la ONU se comporta como si hubiera una relación
determinante entre las dos cosas y dice a los países:
"Controlen su población y van a desarrollarse". Pero
los países pobres lo que necesitan son remedios, escuelas,
saneamiento de las aguas, hospitales, etc. Recursos que realmente
favorezcan su desarrollo y no un control de la población. La
Iglesia no puede y no quiere aprobar, y mucho menos promover, una
política de desarrollo basada en una mentira científica; en una
hipótesis que nunca fue demostrada, es decir la ideología
maltusiana.
Pero hay otro motivo por el que la Iglesia no puede admitir las
posturas de la ONU. Resulta obvio que es poco simpático y poco
admisible decir: "Los ricos debemos contener el crecimiento
de las poblaciones pobres". Por lo tanto, se busca utilizar
un lenguaje mentiroso, ideológico: el lenguaje de los derechos
humanos: "Ustedes los pobres tienen derecho a la
contracepción, al aborto, a la eutanasia. Estos son los
"nuevos derechos" humanos. Nosotros, los ricos,
queremos ayudarlos a ejercer este derecho nuevo y vamos a
ayudarlos a desarrollarse mandándoles métodos anticonceptivos,
dispositivos intrauterinos y aparatos para realizar abortos con
equipos especializados...". La Iglesia no puede admitir este
tipo de política.
Quisiera mencionar aquí una cosa que muchas veces no está
siendo muy bien explicada al público: además de las
consideraciones de ética privada, personal, la Iglesia se opone
a estas campañas y prácticas por motivos de ética social,
política. La Iglesia no puede permitir una explotación de los
pobres y mucho menos una especie de colonización mental donde se
dicta a los pobres lo que deben hacer o querer para su supuesto
desarrollo.
Por lo tanto la
Iglesia se opone porque defiende la dignidad de cada persona...
Exactamente, y en nuestra sociedad, en el contexto actual, esta
cuestión de la dignidad de todo ser humano merece ser
especialmente destacada. Cuando vemos los primeros años del
pontificado de Juan Pablo II, vemos que el gran problema era
entonces la negación de la dignidad de todos los seres humanos
por parte del sistema comunista. Para éste, el hombre era apenas
una rueda en la máquina productiva, en el Estado líder del
Internacionalismo. El hombre era un instrumento al servicio del
Partido y lo que valía en él era su capacidad de servir la
Causa del Partido. Felizmente este régimen ha caído.
Gracias al impulso decisivo del Papa Juan Pablo II, conseguimos
revelar la mentira de esa ideología; pero actualmente en el
contexto de la ideología neoliberal encontramos una situación a
primera vista muy diferente mas que en realidad es muy parecida.
En el sistema neoliberal, lo que importa es que el hombre
produzca, que sea un consumidor; el hombre vale lo que hace y lo
que consume.
La dignidad humana no es honrada en ninguno de los dos casos. La
Iglesia no puede admitir una visión totalmente utilitarista del
hombre, que se sitúa perfectamente en la línea del liberalismo
puro y duro de Adam Smith del S. XVIII, que pasa por Malthus, por
Bentham y que continúa siendo muy peligroso en la actualidad.
Como Jesús, no podemos adherirnos sin discernimiento cuidadoso a
las verdades que están de moda y que dominan una época. Y en
este sentido, pienso que debemos redescubrir algunas frases del
Evangelio donde Jesús aparece como una señal de contradicción.
Los cristianos hoy debemos ser aquellos que proclaman que
disponer de la vida del inocente es una cosa escandalosa; que eso
trastorna el corazón humano y trastorna también la razón
humana. El cristiano es aquel que no puede admitir la
colonización ideológica por la que se considera como bueno lo
que es malo y como verdadero lo que es falso.
¿No se puede
alcanzar la verdad a través de la mayoría?
La crisis que estamos viviendo es realmente una crisis de
valores, es la crisis de la Verdad. Por eso considero que,
además de varias otras encíclicas, una de las más importantes
del pontificado de Juan Pablo II es la Encíclica Veritatis
Splendor. Este documento toca la cuestión del relativismo: la
verdad no puede resultar de un voto de la mayoría. La regla de
la mayoría es una simple regla de funcionamiento práctico de
una sociedad, pero no es una regla que puede proporcionar la
verdad. Antes que se utilice esta regla de la mayoría, hay que
reconocer, constatar ciertos valores fundamentales. Es a partir
de estas constataciones, de las "declaraciones", que la
regla de la mayoría podrá funcionar al servicio de los valores
reconocidos. Es justamente lo que no hace la sociedad actual
porque hace depender los valores de un voto.
¿Cómo se vincula
el tema de la globalización con estos desafíos?
Cuando en la actualidad se habla de "globalización" en
realidad se está tocando dos temas. El de la
"mundialización" y el de la "globalización"
propiamente dicho. Yo quisiera distinguirlos - aunque estén muy
ligados entre sí - pues me parece que la distinción ayuda a
comprender con más profundidad este fenómeno de dos facetas.
Ambos temas tienen en común el hecho de que el mundo se hace
más pequeño y que las comunicaciones son más fáciles.
Significan también que hay intercambios de todo tipo, cada vez
más intensos y numerosos. Es un hecho que, en si, es neutro y
incluso bueno.
Pero cuando uno habla de "mundialización" en general
se insinúa que estamos caminando hacia un gobierno mundial,
hacia una sociedad soñada por algunos autores o políticos
famosos. Podría mencionar a unos de ellos: Zbigniew Brzezinski,
consejero de varios presidentes de los Estados Unidos; Willy
Brandt, que fue canciller de Alemania; o Jan Tinbergen, un
holandés que ganó el Premio Nobel de Economía en 1969. Ellos
desarrollaron esta idea de la mundialización. Con diversos
matices, para ellos la época de las naciones soberanas ya pasó.
Conviene que poco a poco la ONU se torne en un gobierno mundial y
que sus agencias se transformen en los ministerios de este
gobierno.
Esto es una cosa peligrosa, porque así como en los países hay
regiones con características variadas y organizaciones de
distintos tipos, así también las naciones tienen su identidad.
Hay que respetar la diversidad de la familia humana, de las
personas, de las comunas, de las provincias, de los países. No
vamos a querer una especie de capa impuesta a todo el universo
bajo el gobierno de un centro único de poder, de decisión.
Además, esta "mundialización" merece una atención
mayor aún porque - como ya lo comentamos - las ideologías
muchas veces sobreviven a los regímenes en los que se
encarnaron. En concreto, en esta "mundialización" veo
una nueva tentativa de instaurar la famosa
"Internacional" soñada por los marxistas del siglo
XIX. Los marxistas del siglo pasado (Lenin, Stalin, Mao Tse Tung,
Castro, etc.) no consiguieron imponerla. Pero hoy día, con los
ataques a las personas, a las familias, a los Estados, observamos
una reviviscencia preocupante del internacionalismo de
inspiración marxista, y esto podría llevar a una situación
desastrosa.
La "globalización" es un poco la misma cosa, pero en
la perspectiva de ideología liberal. El mundo es visto como un
inmenso mercado que debemos integrar. El problema se da cuando a
través del control de las cosas, de las materias primas, de las
industrias, etc. se llega al control de los hombres. Este es el
peligro de la globalización: al controlar, a través de un
centro de decisión mundial, todo el sistema económico, desde la
materia prima hasta la producción más sofisticada, se acaba
controlando toda la comunidad humana, incluso la producción de
la ciencia y de las técnicas. Esto abre una perspectiva terrible
porque en una sociedad que se globaliza bajo la inspiración del
liberalismo desmedido, son necesariamente los más
"vivos", los más poderosos - económica, técnica y
científicamente - los que van a explotar a los pequeños. Y se
va caminando en este proceso hacia una jerarquización de la
humanidad donde habrán hombres que, en la mejor de las
hipótesis, serán capaces de extraer minerales, producir
plantas, etc., encima de los cuales habrán otros capaces de
hacer una primera transformación industrial. Pero los mas
dotados y astutos van a ser aquellos que aplican una plusvalía
muy alta a productos naturales. Se podría llegar a un sistema
que paralice la movilidad entre las naciones y al interior de las
naciones fijando, petrificando, por así decirlo, a los pobres en
su situación de pobreza, imposibilitando la salida de la pobreza
y "legitimando" la explotación de los más pobres bajo
el rótulo del mercado o de la libre circulación de los bienes.
¿Cómo explica la
asociación de ciertas teologías con el feminismo, la ecología
u otras agendas relacionadas a las políticas de la ONU, y con el
problema de la globalización en los términos en que los ha
descrito ahora?
La cuestión del feminismo, o la cuestión del género, se
tornaron cruciales y ambas son motivo de muchas preocupaciones.
Desde la conferencia de Beijing en el 95, estos temas aparecen en
todas las reuniones de la ONU. Se trata de una reinterpretación
de la lucha de clases. Marx tenía un colaborador, Engels, el
cual dio una interpretación de la lucha de clases distinta de la
de Marx. Para Marx la lucha de clases opone el capitalista y el
proletario; pero para Engels es primordialmente la lucha que
opone al hombre y a la mujer en el matrimonio monogámico.
Conviene, por consiguiente, acabar con el matrimonio monogámico,
y liberar a la mujer de los cargos de la familia, de la
maternidad, del marido, etc. para que pueda dedicarse a la
producción en la sociedad industrial.
Esta temática reaparece hoy. Se dice que los papeles del hombre
y de la mujer son el producto de una historia, de una cultura.
Los dos tienen papeles que son intercambiables. Las diferencias
genitales entre el hombre y la mujer no tienen significado real,
tanto es que cada uno puede escoger su sexo.
Entonces las feministas actuales desarrollan mucho esta temática
para decir que las mujeres deberían librarse del peso de la
maternidad, de la familia, del marido, etc. a fin de afirmar su
libertad. El matrimonio, la unión sexual monogámica y
heterosexual, serian apenas uno de los casos de unión sexual. En
realidad habría muchos otros tipos de unión: homosexuales,
lesbianas, familias monoparentales, travestismo, etc. Habría
varios "modelos" de uniones y uno, entre muchos otros,
sería la unión heterosexual monogámica. El matrimonio así
pierde su carácter específico y único. Podemos ver ya una
afirmación provocadora de este tipo de mentalidad en el PACS
(Pacto de asociación civil y de solidaridad), que fue aprobado
en Francia. En realidad, es una manera de rebajar al matrimonio,
aprovechando todas las ventajas civiles del matrimonio pero sin
ninguno de sus apremios o obligaciones.
Este tipo de feminismo es espantoso porque justamente diluye la
identidad y especificidad femenina. Así mismo, esta ideología
del género tiene adeptos incluso dentro en la Iglesia.
Conocen-se algunos casos de religiosas que militan en esta
línea. Infelizmente, estas mujeres no se dan cuenta que son
"inocentes útiles". No perciben que se trata de una
ideología desarrollada en el ambiente de la ONU, que en realidad
desprecia a la mujer, la destruye y además destruye lo más
bonito que la mujer tiene: su capacidad de hacer que las
relaciones de amor prevalezcan sobre las relaciones de fuerza. De
hecho, desde la noche de los tiempos, las mujeres tuvieron el
cuidado de proteger su ventaja comparativa fantástico:
transmitir y proteger la vida con amor. Este es el privilegio de
la mujer; el privilegio de la bondad, de la maternidad, de la
ternura, de la belleza. Mentalmente reprogramadas por la
ideología del género, las feministas radicales se alienan de la
ventaja comparativa inherente a su identidad. Estas mujeres se
auto-deprecian; a veces llegan a descuidar de su hermosura; se
auto-destruyen y acaban favoreciendo la homosexualidad.
¿Esta ideología
feminista del género tiene una relación con la ecología?
El tema de la ecología también es muy importante; es típico
del New Age y rechaza totalmente el antropocentrismo cristiano y
de la tradición occidental. De acuerdo con esta tradición, el
hombre emerge del mundo ambiente; es un ser creado, encarnado,
pero tiene un estatuto específico, una capacidad de raciocinio,
una voluntad libre. Es imagen de Dios, lo que las otras criaturas
no son. Al hombre fue confiada la tierra para que sea buen
administrador de la creación gracias a su trabajo, a su
inteligencia, a su sociabilidad. Pero de acuerdo con la
ideología del ecologismo radical, somos una partícula en el
universo, un mero producto de la evolución, un ser efímero.
Así como aparecimos, vamos a desaparecer definitivamente y a
reintegrar este mundo ambiente del que salimos.
Lo que se está poniendo aquí en cuestión es el estatuto único
del hombre en el mundo y en la historia. El hombre es
interpretado desde una perspectiva monística, panteística. En
este caso, la única ética que se impone al hombre es
inmanentista y fatalista: si somos una partícula en el medio
ambiente, debemos conformarnos a esta situación, y si esta lo
exige, vamos a sacrificar hombres a la supervivencia del medio
ambiente. Es la temática del "desarrollo sostenivel"
ya desarrollada en Río de Janeiro en 1992 en la reunión
"Cumbre de la Tierra". Pero es una ideología que sigue
desarrollándose y que somete al hombre al medio ambiente. La
ética aparece como una sumisión a la madre Gaia, la tierra
endiosada.
Con este tipo de determinismo ético, el hombre debe admitir su
situación de mortalidad definitiva e integral. No hay otra
perspectiva de una vida fuera de la vida que conocemos en la
tierra. Estamos encerrados en este mundo que nos oprime y debemos
aceptar lo que dicen y piensan los que supuestamente entienden
este medio ambiente. Por eso hay bromistas como Jack Cousteau,
que, junto con varios ideólogos de este tipo, recomiendan la
eliminación de 3 o 4 millones de habitantes de la tierra,
justamente para que no haya "contaminación", porque el
hombre es el mayor "contaminador" y predador. Mas solo
locos pueden querer construir una sociedad humana basándose en
una antropología suicidaría.
Entrevista de Michel Schooyans por Carlos Neuenschwander (Amigos
de la vida)
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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