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¿Qué es y cómo se divide la Filosofía?.
Un resumen básico del concepto y los problemas que trata de estudiar la filosofía
Amor a la sabiduría.
Si nos ceñimos a la etimología de la palabra «filosofía»,
ésta significa «amor a la sabiduría». Los griegos fueron los
inventores de la palabra y si hemos de creer a Diógenes Laercio
fue Pitágoras el primero en emplearla estando en conversación
con Leonte de Sición, tirano de los sicioneses. El sentido
etimológico está hoy lejos del que tiene entre los filósofos
profesionales actuales, pero, sin embargo, la raíz original de
la palabra continúa teniendo vigencia porque el auténtico
filósofo quiere saber, saber por encima de todo. El hecho de que
la Filosofía se ha a transformado hoy en una ciencia casi tan
rigurosa como las matemáticas no debilita su impulso inicial
basado en un amor apasionado por la sabiduría.
¿Qué es la
sabiduría?
No es, por descontado, una recopilación de datos enciclopédicos
y librescos. No es tampoco la adquisición de una determinada
técnica especializada y aplicable a operaciones específicas de
la vida. La sabiduría y, más concretamente, el sabio, es quien
ha llegado a penetrar hondamente en las cuestiones básicas de la
existencia humana, del mundo, del Ser supremo, y vuelve con su
presa dispuesta a vivir de acuerdo con lo que su saber le dicta.
El hombre sabio es quien vive en consonancia con su conocimiento.
En este sentido hay muchos filósofos que nunca han tenido
noción de que lo fuesen. Ahora bien, el hombre que dedica su
vida a indagar las razones últimas de su existencia, y que
trabaja con la precisión y utillaje mental del científico, es
quien, realmente, es filósofo de hecho y derecho.
La historia de la Filosofía ha sido una continua depuración de
los temas propios a esta ciencia, lo cual significa que en la
actualidad las cuestiones filosóficas están limitadas a una
serie de problemas precisos y determinados, a los cuales tratan
de encontrar solución los filósofos. Los temas de la Filosofía
son, en ocasiones, comunes a los de otras ciencias. Por ejemplo,
el estudio del hombre es propio de la Filosofía -Antropología-
y de la Medicina. Los fines que persigue la Filosofía son, sin
embargo, distintos de las demás ciencias. El filósofo desea
conocer el porqué de las cosas, su raíz última, su origen,
más aún, el destino final de su existencia. Quiere saber,
cuando estudia al hombre, quién es, por qué está sobre la
tierra y por qué es distinto a los demás seres; para que ha
sido creado y cuál es su destino. Quiere saberlo, y no por
medios fuera del alcance normal del propio hombre; no por
aivinación, sino por razonamiento. Quiere, en definitiva,
encontrar la respuesta a los problemas por su propia cuenta
usando la razón.
División de la
filosofía
Varias son las divisiones propuestas para la Filosofía desde la
Antigüedad clásica. Tradicionalmente se ha dividido en Lógica,
Cosmología, Ética, Sicología y Metafísica. Sin embargo, y a
causa de una continua ampliación de los temas que caen bajo la
mirada curiosa de los filósofos, esta división no agota todos
los posibles campos que la Filosofía cultiva. La Sociología,
por ejemplo, ha sido tema predilecto de algunos filósofos.
También la Estética, la Religión y el Derecho han sido
tratados filosóficamente. El esquema tradicional tiene la
ventaja de simplificar los asuntos propios a la Filosofía, mas
deja fuera una serie de temas de importancia filosófica
El estudio del
mundo que nos rodea.
Una de las primeras preocupaciones filosóficas, surgida como el
primer tema tratado por la filosofía griega, fue el del
universo. Los griegos sintieron una gran curiosidad por conocer
en qué consistía la naturaleza del mundo, cuáles eran sus
principios y leyes rectoras y cómo estaba constituido. La
Cosmología se ocupa de todas estas cuestiones y ha intentado
desentrañar el misterio del universo a través de una búsqueda
constante de sus leyes y composición.
La idea
cosmológica.
La idea que preside las investigaciones cosmológicas es
conseguir una interpretación total del universo, es decir,
sintetizar las leyes y datos científicos en un sistema que
ofrezca una visión cabal de la naturaleza y forma del mundo y de
las leyes que regulan su actividad. Debido a esto está
estrechamente vinculada a otras ciencias de la naturaleza, tales
como la Astronomía y la Física. Los cosmólogos también se
preocupan de otras cuestiones, por ejemplo, de si el mundo ha
sido creado o es eterno; si tiene un fin o no; si es de
composición estática o dinámica. En general, pues, la
Cosmología es la ciencia que estudia el universo, sus leyes y
composición, origen y destino
El arte de pensar.
¿Qué es el pensamiento humano? ¿cómo funciona? ¿qué
relación existe entre el pensamiento y las cosas pasadas? ¿qué
reglas debemos seguir si queremos pensar correctamente? Éstas y
otras preguntas parecidas como, por ejemplo, qué relación
existe entre el pensamiento y su expresión hablada o escrita,
son cuestiones que se tratan en Lógica.
La lógica clásica era concebida como un «órgano» o
instrumento para pensar correctamente, y con este sentido
perduró largamente en la historia de la Filosofía. Aunque en
los tiempos modernos esta acepción ha sido abandonada por
ciertos filósofos, que conciben la lógica como el estudio de
las expresiones mentales en forma de signos, mantiene su vigor la
idea tradicional que considera esta ciencia como el arte del
pensar rectamente (scientia recte judicandi). Se ocupa, por lo
tanto, de las estructuras del pensamiento. Estudia los elementos
que integran éste, es decir, el concepto, el juicio y el
razonamiento. Analiza las formas típicas del razonamiento, o sea
los silogismos, y busca, en último extremo, dar normas que rijan
el pensar científico, riguroso y cierto
¿Qué es el
hombre?
La pregunta que interroga acerca de la naturaleza del hombre, su
puesto en el Cosmos, su destino final, es tan antigua como la
misma humanidad. Es propio de la Filosofía la preocupación
insistente y perdurable a lo largo de su historia por la
naturaleza del hombre. En esto entronca con otras ciencias, en
realidad con casi todas las que, directa o indirectamente, se
ocupan del hombre y sus obras. Sin embargo, la antropología
filosófica ha mantenido una clara delimitación frente a las
demás ciencias en sus aspiraciones respecto a lo que quiere
saber acerca del hombre. De aquí que la antropología
filosófica haya conservado un lugar central Y de privilegio en
el conjunto de las disciplinas propias a la Filosofía. Tanto si
se busca un conocimiento final acerca del mundo o acerca de Dios
esta búsqueda está determinada por la condición humana y, en
último término, los resultados que alcance revierten en una
interpretación del ser y naturaleza del hombre.
¿Cuál es mi
destino en el mundo?
De todas las cuestiones que surgen en la mente del filósofo
ninguna es más acuciante ni espolea con más vigor su
pensamiento que la eterna pregunta del ¿quién soy yo y cuál es
mi destino en el mundo? Para contestar a este interrogante el
filósofo echa mano a todos los conocimientos que caen bajo su
alcance: ciencias naturales, sociología, historia, sicología
todo, en fin, cuanto pueda aportar un dato valioso para ver el
problema de su naturaleza y destino. A medida que su conocimiento
del mundo y los hombres se amplía el filósofo va descubriendo
nuevos datos que aportan un rayito de luz más al caudal de
conocimientos que posee sobre su naturaleza. De aquí que la
antropología, como en general todas las ciencias filosóficas,
haya estado, y aún está, sometida a un proceso de continuo
crecimiento y ampliación. Casi cada época histórica ha visto
la aparición de una nueva teoría sobre el hombre, que, haciendo
uso de todos los conocimientos contemporáneos, ha pretendido
resolver el problema central de la antropología filosófica. Con
lentitud, pero con una seguridad cada vez mayor, el hombre va
adquiriendo un conocimiento cada día más profundo de su
naturaleza. Sin embargo, las respuestas definitivas a todas las
cuestiones planteadas están lejos aún de haber sido alcanzadas.
Idea de la
metafísica.
Entre las disciplinas filosóficas no existe ninguna que haya
estado sometida a más incidencias, ataques, defensas y
controversias, ni que esté más erizada de problemas qué la que
los filósofos denominan Metafísica. El origen mismo de la
palabra es ya de por sí curioso: apareció como consecuencia de
una ordenación en el primer siglo de nuestra era. Después de
una clasificación de las obras aristotélicas, Andrónico se
encontró con una serie de escritos que no "iban bien"
con ninguno de los títulos dados a los libros clasificados. Pues
bien, ante esta dificultad se le ocurrió una solución sencilla:
titularlos de acuerdo con el lugar que ocupaban en la colección.
Como los libros ordenados anteriormente trataban de cuestiones
físicas denominó a los siguientes Ta meta physika -los después
de los físicos-. Ocurrió que estos libros «sin títulos» se
ocupaban de una difícil cuestión filosófica: el estudio del
ser. Según las palabras del propio Aristóteles «Hay una
ciencia que estudia el ser en tanto que ser y los accidentes
propios del ser. Esta ciencia es diferente de todas las ciencias
particulares, porque ninguna de ellas estudia en generales ser en
tanto que ser».
Esta ciencia, también denominada por el propio Aristóteles
«sabiduría» o «filosofía primera», o «teoría de la
verdad», es lo que Andrónico denominó Metafísica.
La dificultad estriba precisamente en saber qué cosa es la
verdad, y es aquí donde filósofos de distintas escuelas han
mantenido encarnizados combates ideológicos.
Ateniéndose escuetamente a la definición clásica, la verdad
consiste en descubrir los primeros principios de todas las cosas,
su última raíz por la que son. Para Aristóteles, una tal
ciencia debe ocuparse de tres cuestiones básicas: primero del
ser en cuanto tal; además de la divinidad; y también de la
sustancia.
Para la Metafísica tradicional, el ser es lo primero que la
mente percibe al enfrentarse con las cosas. La noción de ser es
intuitiva e inmediata y, por ser una acepción simple, incapaz de
ser dividida para su análisis, el objeto central de la
Metafísica, el ser, no puede ser definido. Sin embargo, al
considerar el ser puede apreciarse que tiene modos de
manifestarse. Los principales son la sustancia y el accidente.
Por estos modos puede abordarse el estudio del ser y, en
consecuencia, crearse una ciencia que se ocupe de él como su
objeto.
La sustancia en Aristóteles y la Metafísica clásica es «el
último sujeto, que no es atributo de ningún ser». Es decir, es
la que una cosa es en sí. En cuanto a los accidentes,
Aristóteles enumera diez, que, además de la sustancia, son
manifestaciones del ser: cantidad, cualidad, relación, lugar,
tiempo, posición, estado, acción y pasión.
Resulta que, en virtud de esta preocupación por la última raíz
de las cosas, la Metafísica se transforma en una ciencia que
intenta dar con una interpretación radical y verídica de todos
los seres. Esta pretensión ha hecho de ella la reina de todas
las disciplinas filosóficas y la que se enfrenta con los más
profundos problemas.
Otros problemas
filosóficos.
Además de las cuestiones enumeradas, que pueden considerarse
básicas, los filósofos se han ocupado de otros problemas. Los
más importantes son el problema de la conducta humana que es
estudiado por la Ética; el de la sociedad, tratado por la
Sociología; el del alma, del cual se ocupa la Sicología; el de
la belleza, discutido por la Estética, y otros muchos que
pudiéramos enumerar aquí, pero que rebasan los límites
impuestos a este artículo.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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