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¿Un partido político católico?: el gran silencio. Reflexiones en torno al futuro de la acción política de los católicos españoles.
La propuesta de posible creación de un partido político católico, realizada por Monseñor Gea Escolano, apenas ha sido debatida o comentada en la mayoría de medios de comunicación. Esta reacción, entre los propios católicos, ¿ha sido distinta?
La propuesta de Monseñor Gea.
Monseñor Gea
Escolano, Obispo de Mondoñedo-Ferrol, realizó recientemente la
insólita propuesta, políticamente incorrecta, de considerar la
creación de un partido católico como posible alternativa ante
la actual evolución de la vida política española, en
particular en lo que respecta a la defensa del derecho a la vida.
Esta propuesta, en buena medida, es una de las reacciones
producidas ante la situación existente entre los católicos y el
rumbo adoptado por el Partido Popular, que considera al voto
católico como bien amarrado, lo que le permite actuar a espaldas
de los intereses y valores de ese sector social que, mayor o
menor, es una realidad.
La voz de alarma ya se había dado anteriormente. Así lo
analizamos en un artículo anterior (La crisis abierta entre los
católicos españoles y el Partido Popular, número 40 de esta
misma publicación digital).
Esta propuesta de un partido católico ha pasado, de todas
formas, sin pena ni gloria.
Apenas le han querido dar repercusión entre los tertulianos,
columnistas de los medios de comunicación y nuestros políticos.
Entre los propios católicos españoles, la reacción ha sido, en
general, similar.
Sólo ha tenido resonancia en los reducidos círculos más
concienciados de algunos movimientos eclesiales y grupos de
católicos con cierta, pero imprecisa, vocación política.
Apenas comentarios y artículos al respecto. ¿Cómo es posible
esto?
Dalmacio Negro, desde el diario La Razón, publicó un
interesante artículo en el que alertaba de los peligros del
poder estatal, también, para los católicos, a la vez que
marcaba el acento en el importante papel cultural y espiritual de
la Iglesia.
Antonio Martín Beaumont, desde elsemanaldigital.com, realizaba
una tremenda crítica, tanto a la Jerarquía católica española,
como a los políticos de corte "democristiano". Y poco
más.
En las publicaciones católicas apenas han figurado comentarios
al respecto. Uno de éstos ha sido el desarrollado por José
Antonio Ullate en "Católicos del siglo XXI", en el
sentido militante y contracorriente que le caracteriza.
La web del magnífico periodista Eulogio López, Hispanidad.com,
acogió, con concienzudas matizaciones, la propuesta (edición
del 22/01/01, por ejemplo), así como algunas aportaciones de sus
lectores.
Ciertas "cartas al director", publicadas en
determinados medios, acogían con mayor o menor agrado, la citada
propuesta. Incluso, algunas de ellas, recordaban la existencia de
pequeñas formaciones políticas inspiradas, de alguna manera, en
la Doctrina Social Católica; partidos, recordemos, sin apenas
incidencia en la vida social española.
Un gran silencio y una ausencia casi total de réplicas, en
definitiva, también por parte de otros obispos y de los
políticos a los que pudiera afectar, a medio y largo plazo, un
evento de este tipo.
La naturaleza de la propuesta.
Para el
pensamiento predominante, reflejado en la inmensa mayoría de los
medios de comunicación, la cultura, la política y la
Universidad, sin duda, se habrá tratado de una propuesta
reaccionaria, retrógrada, fuera de la historia y, por ello, sin
posibilidad alguna de concreción y espacio propio relevante.
En este sentido, en el número correspondiente a la semana del 15
al 21 de enero, el semanario de actualidad, muy próximo al PSOE,
El Siglo, interpretó las manifestaciones de algunos obispos,
respecto a la evolución ideológica del Partido Popular, como un
elemento más de la supuesta lucha existente entre halcones y
palomas dentro del partido gubernamental. Esta interpretación
ratifica que, para ese sector del pensamiento dominante, es
inconcebible que la Iglesia pueda tener sus propios criterios
también en la vida pública. Un reflejo más del dualismo
imperante.
También para muchos católicos se habrá tratado de una
propuesta ajena a la realidad; no en vano el dualismo se ha
impuesto en casi todos los ambientes, incluidos los católicos.
Y, en tales circunstancias, los políticos católicos
difícilmente podían ser una excepción.
Este dualismo nos indica que el cristianismo sólo es aceptable
en el fuero interno, en la catequesis, incluso en algunos
ámbitos culturales y familiares. Pero no es admisible, desde esa
perspectiva mayoritaria, que la fe tenga repercusión, ni nada
que ver, con la política, la economía, la generación de
realidades sociales, el consumo, etc. Además, a tales
consideraciones acompaña la constatación de la progresiva
pérdida de influencia social de la Iglesia católica.
Por ello es comprensible el silencio general, tan evidente que
parece se hubiera seguido una imperativa consigna coactiva.
Volvamos a la propuesta de Monseñor Gea. ¿Cuál era su
verdadera naturaleza? Tal vez una iniciativa personal no
contrastada con otros miembros de la Conferencia Episcopal.
Pudiera ser, acaso, un "globo sonda" para pulsar los
ambientes católicos españoles. Incluso podría tratarse de una
"advertencia", más dirigida a los políticos
católicos que al propio Partido Popular.
De tratarse de una iniciativa personal, ya hemos visto el
resultado: un silencio significativo por parte de sus compañeros
obispos, lo que quiere decir que se trata de una opinión
personal que no responde al criterio mayoritario de los mismos.
Si se ha pretendido, con tal propuesta, pulsar los ambientes
católicos españoles, también es significativo el escaso eco
producido entre los mismos. Naturalmente que se ha hablado de
ello en muchas familias y círculos con vocación política; pero
se trata de excepciones.
En el supuesto de tratarse de una advertencia, ya se verá el
resultado a corto y medio plazo. Pero, en cualquier caso, el
rumbo marcado por el Partido Popular hacia el "centro
reformista" parece firme y decidido. Así parece avalarlo
los últimos movimientos realizados por José María Aznar a
nivel internacional. Y en ese camino, las iniciales referencias
cristianas del Partido Popular serán soltadas, cual pesado
lastre que impide sintonizar con el electorado mayoritario del
país.
Veamos, ahora, un poco su contenido. La propuesta de Monseñor
Gea Escolano parecía circunscribirse, fundamentalmente, a la
necesidad de afrontar el reto que presenta hoy día la defensa de
la vida en la sociedad española, cuya expresión más dramática
es la actual situación permisiva ante el aborto y otros
fenómenos asociados al mismo.
Sin embargo, si volvemos al valiente artículo publicado por el
escritor Alex Rosal en "Fe y Razón" del sábado 25 de
noviembre de 2000, son bastantes más los problemas que están
ensanchando la brecha entre el Partido Popular y los católicos
españoles. Por ello, limitar la existencia de un partido
político católico a la defensa de la vida, siendo en todo caso
un aspecto fundamental de la acción pública de los católicos,
desnaturaliza y limita, en alguna medida, el sentido y finalidad
de la misma.
Algo se mueve en la "escena" católica española.
La movilización
de los católicos vascos realizada el pasado sábado 13 de enero
en Vitoria, convocados por los obispos vascos y el navarro para
una jornada de oración por la paz, pese a todas las matizaciones
y críticas que pueden realizarse, ha podido inducir a la
reflexión de nuestros políticos. Ha podido irritar, se ha
intentado "quitar hierro" al asunto, pero es indudable
la capacidad de convocatoria de esta Iglesia local, movilización
que pocas realidades sociales vascas pueden arrogarse.
Recordemos otro asunto: las manifestaciones de algunos católicos
a favor del "voto en blanco" con ocasión de las
pasadas elecciones legislativas españolas del 12 de marzo de
2000.
Más elementos a tener en cuenta. Así, el descontento y la
abierta crítica hacia la actual política gubernamental que se
percibe en los núcleos más comprometidos de algunos de los
nuevos movimientos eclesiales españoles.
Algo se está moviendo, parece indicar todo lo anterior, en la
"escena" católica española.
Y que todo ello pueda concretarse en una iniciativa que movilice,
llegado el día, unas decenas de miles votos, puede ser decisivo
y fundamental para el mantenimiento en el Gobierno de España del
Partido Popular, más cuando la erosión lógica del ejercicio
del poder le está afectando y sus perfiles netamente originarios
se difuminan en la porosa frontera con el espacio propio del
PSOE.
La pregunta que nos hacíamos, en definitiva, al inicio del
artículo era: el voto católico, ¿realmente se encuentra
"amarrado"?
Pero en un ejercicio de realismo, después de las anteriores
consideraciones, tendríamos que plantearnos otros interrogantes.
¿Qué sentido de pertenencia a la Iglesia tenemos los católicos
españoles y, en particular, nuestros políticos? La pérdida de
"espacio" de los católicos en el Partido Popular, ¿no
es acaso paralela a la pérdida de incidencia real en la vida
social española de la Iglesia?
Sin duda, tales interrogantes son fundamentales, pero exceden,
con mucho, este artículo y la capacidad de su autor.
Consecuencias de un modesto artículo de opinión.
Con todo, en
nuestro caso tenemos que relatar unas reacciones, no buscadas e
insospechadas, de nuestro anterior artículo La crisis abierta
entre los católicos españoles y el Partido Popular. Y lo
ocurrido ha sido la recepción de correos electrónicos y
llamadas telefónicas procedentes de miembros cualificados de
grupos con vocación pública y de movimientos significativos del
panorama eclesial español, manifestando su adhesión a los
contenidos del texto.
Recordemos las tesis centrales del artículo:
1) El rumbo actual del Partido Popular está orientado en una
dirección distinta, y en algunos asuntos fundamentales de forma
antagónica, de la marcada por la Doctrina Social Católica.
2)
3) El pueblo cristiano español empieza a rehacerse, en parte de
la mano de los nuevos movimientos eclesiales. No olvidemos la
pluralidad y variedad de los mismos.
4)
5) La constatación de la necesidad de la creación de
instrumentos formativos de futuros políticos católicos,
sustentados en un diálogo vivo y real con el pueblo cristiano y
en una pertenencia carnal a la Iglesia.
6) Con mayores o menores matizaciones, estos juicios son
compartidos por los comunicantes.
Este hecho no es especialmente trascendente. No pasará a la
historia. Faltaría más. Pero constata la progresiva creación
de una red informal de relaciones personales en la que confluyen
voluntades con vocación política y una conciencia de la
necesidad de "hacer política" con un nuevo sentido de
la misma.
Sin embargo, aunque se percibe esa necesidad de una "nueva
política" y una "nueva presencia", no está claro
qué hacer exactamente y para qué.
"La necesidad crea el órgano".
En esta
"red", de la que hablamos párrafos arriba, se percibe
la necesidad de que alguna institución católica, con vocación
de servicio, tome la iniciativa. Varias han sido las posibles
alternativas barajadas, a desarrollar en un futuro no lejano: un
foro permanente de discusión en internet, una revista
especializada, una Escuela de Formación Política de ámbito
nacional, la convocatoria de un nuevo "congreso Católicos y
vida pública" centrado en "lo político", la
creación de un "lobby" católico, etc.
Ideas no han faltado. Pero seguimos sin saber exactamente qué es
lo que hay que hacer. Y en esta labor de discernimiento, la
orientación paterna de nuestros obispos puede ser un medio
extraordinario y adecuado.
El objetivo último no tiene que ser, necesariamente, la
creación de un partido político. Pero esta inicial
movilización de voluntades no debiera desaprovecharse. Si se
llegara a fundar un nuevo partido político (improbable en
cualquier caso), un "lobby", una Escuela de Formación,
o incluso si se continúa exactamente como hasta ahora, la
realidad se impone. Sigue siendo necesaria la presencia de
católicos en la vida política española; y alguna atención a
los mismos habrá que prestarles desde organizaciones católicas
o desde las propias estructuras eclesiales.
Históricamente, tenemos la rica y aleccionadora experiencia del
siglo XX. Los católicos españoles realizaron una importante
aportación al panorama político del momento, renovando la
escena pública mediante instrumentos como el PSP de los años
20, la CEDA en el período republicano, la ACNP, los sindicatos
católicos, etc. Y nos hemos limitado a recordar unos pocos
ejemplos.
Es necesario un cauce en estos momentos, en cualquier caso,
aunque sea modesto. Primero, echarse a andar. La realidad
política y el diálogo con el pueblo católico ayudarán a
concretar las decisiones tácticas precisas en un futuro
próximo.
José Basaburua.
jbasaburua@hotmail.com
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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