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Los presos de ETA: termómetro del "conflicto" vasco.
El acercamiento y reagrupamiento de los presos de ETA en las prisiones del País Vasco y Navarra, son dos de las revindicaciones históricas del autodenominado MLNV y su principal palanca movilizadora. Por otra parte, persiste la política de dispersión de los presos de ETA desplegada por el Gobierno socialista y mantenida, actualmente, por el Partido Popular. Aquí veremos algunos aspectos relativos a la situación real de los presos de ETA y su papel en el llamado "conflicto" vasco.
Introducción.
El intento de fuga protagonizado, recientemente, por el miembro
de ETA Igor Solana en la prisión alavesa de Nanclares de Oca, ha
situado en primera plana de la actualidad informativa algunas
circunstancias de la situación de los presos de esa banda
terrorista en las prisiones españolas.
Por otra parte, también se sacó a relucir el tema con ocasión
de una declaraciones realizadas, el pasado día 27 de enero, por
el ex magistrado del Tribunal Supremo y consejero de Estado José
Luis Manzanares quien manifestó en el programa "el primer
café" de Antena 3 que: "la represión judicial
contra el terrorismo no es seria en España".
Cuestionó, igualmente, la aplicación real de la libertad
condicional y la concesión del tercer grado penitenciario a los
presos de ETA, realidad que afecta tanto a los Juzgados de
Vigilancia Penitenciaria como a la propia Administración.
No es un tema desconocido o poco tratado por los medios de
comunicación españoles. Ya el pasado 27 de noviembre de 2000,
el diario madrileño "La Razón" dedicó al tema dos
páginas exclusivas, con motivo de que los fiscales de Madrid
denunciaron que los presos de ETA gozaban, a su juicio, de
privilegios e impunidad en las cárceles. Refiriéndose a la
situación de las prisiones madrileñas, los fiscales
consideraban adecuada la propuesta de creación de un Juzgado de
Vigilancia Penitenciaria en la Audiencia Nacional, especializado
en los asuntos concernientes a los presos pertenecientes a bandas
armadas. Ello podría conseguir una unificación del criterio
judicial aplicable en asuntos como la obtención de redenciones
extraordinarias pese haber incurrido en múltiples procedimientos
disciplinarios (que por no haberles notificado se admite, lo que
implica un sustancial acortamiento de su tiempo real de condena),
los aspectos relacionados con la celebración de comunicaciones
("vis a vis" y llamadas telefónicas), etc. En dicho
artículo se afirmaba, por último, que el colectivo de
funcionarios de prisiones se encontraba desmoralizado.
La denuncia de un
sindicato de funcionarios de prisiones.
Ahondando en estos temas, el número 86, correspondiente a enero
de 2001, de la revista del sindicato mayoritario de los
funcionarios de prisiones españolas, ACAIP (Agrupación Cuerpo
de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias), ha puesto sobre la
mesa su propia versión acerca de esta problemática.
En un artículo publicado en sus páginas 27 a 29 se denuncia la
situación de inoperancia de los directivos de muchos Centros
Penitenciarios, lo que ha permitido que los presos de ETA
disfruten de un régimen de vida que se sale en muchos aspectos
de lo reglamentario.
El artículo concreta varios de esos presuntos desajustes: un
etarra por celda en contraste con la mayoría de los internos que
generalmente la comparten con otro recluso, internos clasificados
en artículo 10 o primer grado (régimen de aislamiento)
cumpliéndolo en módulos de vida ordinaria sin apenas
limitaciones horarias ni otro tipo de restricciones, línea
directa con los directores o subdirectores en la resolución de
"sus cosas", la falta de apoyo que sufren estos
funcionarios por parte de su Dirección General de Prisiones ante
las denuncias de torturas y, por último, la poca participación
de personal penitenciario especializado en la elaboración de los
informes que ilustran -previamente- muchas de las comprensivas
decisiones de los Jueces ante las pretensiones de los presos de
ETA.
Podemos, por ello, preguntarnos si existe un trato privilegiado a
este tipo de presos o, por el contrario, esta situación,
extraña y ajena para la mayoría de los ciudadanos, es fruto de
un contexto en el que confluyen circunstancias excepcionales.
De entrada, podemos afirmar que se trata, sin duda, de una
situación compleja desbordada por varios factores: la concreta
práctica judicial (no existe unanimidad en muchas de las
decisiones adoptadas por las diversas instancias judiciales), la
multiforme realidad penitenciaria en la que "cada prisión
es un mundo" y, por último, la acción y presión del
entorno de apoyo a los presos de ETA.
La política de
"dispersión" de los presos de ETA.
Los reclusos pertenecientes a la banda ETA (cuyo número, en las
prisiones españolas, alcanza aproximadamente el de 450) son
objeto de una atención extraordinaria desde el conjunto de
organizaciones del llamado MLNV.
Siempre ha sido así, pero esa atención prioritaria,
especialmente, se evidenció a partir de la puesta en marcha de
la política de "dispersión" de estos presos por parte
del Gobierno socialista, cuya finalidad era intentar controlar el
llamado "frente carcelario" de ETA, romper la unidad de
sus integrantes y favorecer la "reinserción"
individual de algunos de sus antiguos integrantes. Un ataque tan
directo contra la línea de flotación de ETA no podía quedar
sin respuesta. Por ello, poco a poco, de forma muy trabajosa y
con una constancia admirable, las organizaciones del
autodenominado MLNV diseñaron una estrategia de respuesta a
largo plazo, que podría resumirse en varias consignas: apoyo
incondicional a los presos, empleo de TODOS los medios al
alcance, movilización permanente, presión.
Sin entrar de lleno en un análisis de esta política
antiterrorista, se puede concluir que la misma, en buena medida,
se encuentra hoy día agotada: la unidad de los integrantes del
autodenominado "colectivo de presos políticos vascos"
es evidente y apenas se han producido abandonos de la
organización en los últimos años. Y para que se pueda hacer
esta valoración, es preciso conocer la situación real de los
presos de ETA y las labores de apoyo (también puede entenderse
que se trata de una evidente "presión" cuyo objetivo
último es mantener la disciplina de los "militantes"
encarcelados e impedir deserciones) que se viene realizando a lo
largo de todos estos años.
La situación real
de los presos de ETA.
Los presos de ETA disfrutan, en primer lugar, de un importante
apoyo por parte de sus abogados, que les permite
"exprimir" la normativa penitenciaria. Varios despachos
de abogados están entregados, en cuerpo y alma, con empleo de
abundantes medios, a la causa de sus presos: Ione Gorizelaia en
Bilbao, Iñigo Iruin en San Sebastián, Txemi Gorostiza en
Pamplona, etc. Otros abogados, ya en un segundo plano,
pertenecientes a turnos de oficio penitenciarios así como a
algunas asociaciones de apoyos a presos (Salhaketa), también
hacen sentir los efectos de su persistente labor jurídica, entre
los muros de las prisiones y los despachos de los Juzgados de
Vigilancia Penitenciaria y Audiencias Provinciales, con notable
eficacia. Así, realizan un seguimiento exhaustivo de la
génesis, elaboración, y contenidos de cada una de las
resoluciones judiciales que, en las distintas instancias, se
emiten, mediante una presencia personal y una sutil presión
sobre los funcionarios judiciales y los propios jueces (en
ocasiones, no tan sutil). Ese constante trabajo les permite
extraer todas las consecuencias beneficiosas de la normativa
penitenciaria, sirviéndose de las contradicciones materiales y
de las lagunas reglamentarias; lo que no siempre es posible para
el resto de los internos, al carecer éstos de unos apoyos
humanos tan entregados como especializados.
Por otra parte, existen, en muchas prisiones, cauces
"informales" de comunicación entre representantes del
"colectivo de presos políticos vascos", tal como ellos
mismos se denominan, y la dirección de algunos centros
penitenciarios. El director, un subdirector, un educador que goce
de crédito; será la persona, que por parte del equipo directivo
de una prisión, periódicamente hablarán con representantes del
"colectivo" sobre asuntos de interés común, para
buscar un "status quo" que haga más llevadera la vida
cotidiana. Esa es una realidad que genera frutos: un preso de ETA
por celda, llamadas telefónicas extraordinarias, comunicaciones
extraordinarias adicionales, coladas con jabón y suavizantes
para los miembros de la banda en la propia lavandería del
centro, adquisiciones de comida del exterior, espacios propios de
convivencia bajo fórmula de talleres ocupacionales, etc. Y en la
configuración de ese régimen de vida real también influyen, de
forma notable, las resoluciones emitidas, vía queja, por los
Jueces de Vigilancia Penitenciaria y las Audiencias Provinciales,
autorizándoles, por ejemplo, la tenencia de ordenador personal
en su celda, comunicaciones de convivencia (en sala sin rejas ni
cristales) con la pareja habitual aunque no tengan hijos en
común, traslados a otros centros para que mantengan relaciones
con sus parejas también encarceladas, comunicaciones orales con
expresos de ETA, permisos extraordinarios por diversas causas,
etc.
Así, con la intervención de esos "actores", la
realidad desborda las previsiones reglamentarias, lo que en
ocasiones lleva a desnaturalizar, en alguna medida, el régimen
restrictivo de vida en el que muchos de estos presos debiera
desenvolverse.
Otro aspecto a considerar, que proporciona otra perspectiva
importante sobre la situación real de estos presos, es el de las
movilizaciones que realizan los mismos en el interior de los
diversos centros penitenciarios. La casuística es muy variada.
En cada centro se mantiene una estrategia distinta, en función
de su realidad material, del cansancio de los miembros de ETA,
del espacio "ganado" y del seguimiento real de las
consignas recibidas: huelgas de hambre, ayunos, colocación de
carteles y banderas, denuncias, resistencia pasiva a determinadas
órdenes, negativas a entrar en celda o a abandonar un local
concreto, etc. Con la práctica de ese "tira y afloja",
en cada centro penitenciario cuaja un modelo particular de
convivencia en el que confluye el estilo directivo de sus mandos,
el voluntarismo de los presos de ETA, el apoyo exterior a los
mismos, la acción de los abogados y las resoluciones judiciales,
y los traslados de los propios presos a otros centros
penitenciarios.
El entorno de apoyo
a los presos de ETA.
Hemos mencionado el apoyo prestado por abogados vinculados al
entorno del autodenominado MLNV a estos presos de ETA.
Veamos otros aspectos.
Cada fin de semana, varios miles de personas se ponen en marcha
desde el País Vasco en dirección a muchas prisiones españolas,
en autobuses y furgonetas, con el objetivo de visitar a sus
familiares y amigos encarcelados. Esos viajes constituyen, sin
duda, ocasión de adoctrinamiento, cohesión y movilización de
esos miles de familiares afectados por la separación física de
sus hijos, padres, hermanos, tíos, etc.
No en vano, desde hace muchos años, Gestoras Pro-Amnistía y
posteriormente Senideak, han buscado la cohesión y agrupación
de los parientes y amigos del casi medio millar de presos de la
banda (si sumamos a los encarcelados en España los que
permanecen en prisiones francesas). El balance que debe hacerse
respecto al seguimiento que realizan de las consignas a ellos
destinadas, es el de muy alto. Por ello, la labor de estos
familiares y amigos de los presos de ETA es un factor fundamental
para el mantenimiento de su moral y la fijeza de sus posturas.
Expresión simbólica de su importancia es el lugar preferente
que ocupan en las numerosas manifestaciones organizadas en apoyo
a los presos: en la cabecera de las mismas portando la pancarta
de la convocatoria junto a destacados líderes de Herri Batasuna
y desfilando, a continuación, varias hileras de familiares con
fotografías (tamaño cartel) de los presos.
Otro aspecto muy concreto, que ilustra su situación real, es el
apoyo económico que les presta el entorno de ETA, lo que se
traduce en la subvención de esos numerosos viajes de los
familiares y el dinero que a través de ellos hacen llegar a los
mismos presos (entre 20.000 y 40.000 pesetas, según el estado de
las finanzas de la banda). Ello permite a los presos de ETA una
mejora en sus condiciones materiales de vida que se concreta en
la adquisición de libros, aparatos musicales, ordenadores,
comidas extraordinarias (langostinos para cumpleaños y otras
celebraciones festivas, comida macrobiótica, complementos
alimenticios), ropa, incienso, material deportivo, etc.
Las mujeres también han retomado la tradicional lucha e
implicación femenina en el mundo nacionalista, adaptada, eso sí
a los tiempos modernos. La "amatxo" (mamá) ha sido
figura fundamental en la transmisión de la mentalidad
nacionalista en el hogar vasco. Herederas de un discutible
matriarcado vasco que gestionaba el caserío y el ámbito
doméstico y familiar, han tomado el relevo las jóvenes
radicales. Todos los fines de semana cientos de mujeres, esposas,
hermanas o simplemente amigas, recorren las carreteras y
autopistas para dar apoyo afectivo y político a sus presos. No
han sido pocas las parejas que se han establecido en las
cárceles: primero a través de los barrotes de los locutorios,
después a través de los encuentros "vis-vis".
Finalmente, estabilizando su relación. Todo ello, generalmente,
en el marco del modelo de pareja que se extiende en la sociedad
actual: uniones de hecho, con o sin hijos, emancipadas de los
valores opresivos de la Iglesia, liberados del modelo patriarcal
y machista. El papel de estas mujeres, para el mantenimiento de
la moral de combate de los presos, ha sido determinante.
A nivel local, periódicamente, se organizan plataformas de apoyo
a presos concretos, cuyas bases de partida son las organizaciones
abertzales radicales de la localidad o barrio donde residía
hasta su detención. Procuran arrastrar a otros colectivos:
parroquias, asociaciones de vecinos, grupos de danzas y
deportivos, partidos políticos nacionalistas con presencia en
ese municipio o barrio, sindicatos nacionalistas, grupos
ecologistas, etc. Realizan, entonces, movilizaciones de todo
tipo: visitas a los presos, manifestaciones, recogidas de fondos,
presentación de mociones en los ayuntamientos, etc. Y con esas
movilizaciones locales extienden su influencia, a la vez que
ejercitan una fiscalización de la vida social en el ámbito
territorial de que se trate.
El numeroso correo remitido por personas y colectivos del
entorno, las publicaciones y libros de todo tipo que reciben
constantemente, las visitas de profesores de la Universidad del
País Vasco, la asistencia de abogados, incluso de médicos y
ópticos afines; todo ello conforma un tejido social
extraordinario de apoyo incondicional a los presos de ETA, que
bien pueden sentirse "sacrificados protagonistas de la lucha
por la liberación nacional" y "lo mejor de
Euskadi".
El papel de los
presos en ETA.
Los presos han jugado, tradicionalmente, un papel fundamental en
la organización: tanto en la toma de muchas decisiones, como en
la determinación de las tácticas concretas de atención a los
mismos.
Es significativo que su situación siempre haya sido objeto de
una atención preferente en la determinación de los objetivos y
prioridades de la organización terrorista, lo que se refleja en
sus documentos de debate y difusión interna, comunicados
públicos, etc.
También tiene su importancia simbólica y organizativa, lo que
se concreta, por ejemplo, en la inclusión en puestos de salida
de presos de ETA en espera de juicio en las listas de candidatos
de Herri Barasuna en las diferentes convocatorias electorales.
No en vano, durante la llamada "tregua", los
interlocutores que hizo públicos ETA eran tres miembros
encarcelados muy significativos de la banda, lo que proporcionó
algunas pistas acerca de la voluntad real de diálogo de la
organización en esa coyuntura.
Sin embargo, se viene observando, por parte de expertos analistas
del mundo de ETA, que a partir del recrudecimiento de la actual
ofensiva terrorista, los presos han perdido espacio en la toma de
decisiones del conjunto de la organización, lo que se ha
reflejado en una menor atención en los escasos comunicados
emitidos por la banda en estos meses.
Seguramente, ello sea consecuencia del movimiento interno del
entorno de ETA, que parece indicar una redistribución de
fuerzas, consecuencia de la nueva fase táctica que vive el
autodenominado MLNV y que parece concretarse en la progresiva
asunción de responsabilidades por parte de los
"cachorros" del movimiento: los jóvenes de Haika
(levantarse). Ello manifiesta una clara radicalización del
conjunto del MLNV, acreditada con la abultada victoria de la
ponencia "bateginez" en el proceso de debate interno
"batasuna". Por el contrario, la corriente minoritaria
Aralar, crítica con la "lucha armada", no ha llegado
al 10% de apoyos. En ese sentido, las actuaciones policiales
desarrolladas contra ETA, en este último año, han permitido
confirmar, sin lugar a dudas, la integración en la banda de
numerosos miembros de Haika, su incorporación al aparato
leninista de control del movimiento en que ha devenido el partido
político ilegal EKIN y, por último, el desplazamiento por estos
jóvenes cachorros de algunos militantes históricos (moderados o
quemados). Todo ello ratifica la radicalización de la que
hablábamos.
Algunas
reflexiones.
Este artículo pretende resaltar, en primer lugar, una compleja
realidad que sufren, en primer lugar, los mismos funcionarios
judiciales y de prisiones, atenazados entre las decisiones
desconcertantes de sus responsables y la presión del terrorismo
de ETA.
En todo ámbito social, ante todo, es necesaria una coherencia de
las normas escritas con las no escritas. En el medio
penitenciario la reglamentación es muy detallista; pero las
normas no escritas también son fundamentales. Esas aparentes
contradicciones, materiales y fácticas, son campo abonado para
las reivindicaciones judiciales de los abogados de los presos de
ETA, ganadas muchas de ellas por falta de apoyo de los servicios
centrales de Prisiones a sus equipos directivos. Se precisa, por
tanto, una asignación de los medios personales y materiales
precisos para cubrir las necesidades judiciales abiertas en los
concretos centros penitenciarios.
Para ETA, la actual situación se define por una expresión
terrible: ¡estamos en guerra!. Y en una guerra, aseguran ellos
mismos, el empleo de cualquier tipo de medios está justificado.
No se trata, evidentemente, de responder con los mismos medios
desde el Estado de Derecho, pero en lo que respecta a las
"confrontaciones judiciales" y otros frentes abiertos
por el terrorismo, hay que implicarse con todos los medios
posibles y lícitos, si realmente se tiene voluntad de lucha y de
victoria por parte del Estado democrático.
Otro aspecto que puede estudiarse es el de algunas reformas
legales, en lo que respecta al acceso de estos presos al tercer
grado, la libertad condicional y a las redenciones de penas por
el trabajo, en su caso. Además, esa deseable reforma legal
podría extenderse a otros ámbitos, al objeto de evitar que
muchas prisiones españolas sean un "coladero" que
permite la fácil y rápida comunicación de los presos de ETA
con los "correos" de su organización que, sin duda,
figuran entre las numerosas personas que, con uno u otro, motivo
les visitan.
Podemos concluir que el actual sistema judicial y penitenciario
tiene, por los motivos analizados en este artículo, importantes
quiebras que restan eficacia a los objetivos marcados por la
política antiterrorista de los gobiernos democráticos. Tales
deficiencias deberán subsanarse, en un elemental ejercicio de
coherencia, si existe voluntad de victoria.
Aitor Loiola.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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