Portada revista 46

Sexualidad ecológica Indice de Revistas De sistemas y perversiones

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Cargando la Cruz. Una aproximación a la visión cristiana del sufrimiento y el dolor.

En el sufrimiento, al poderse distinguir claramente entre físico y moral, pone en evidencia la doble dimensión humana: un cuerpo material perecedero y un alma espiritual inmortal.

El tema del sufrimiento y del dolor es un tema universal que acompaña al hombre a lo largo y ancho de la geografía y durante la práctica totalidad de su vida. En cierto sentido, coexiste con él en el mundo y por ello hay que volver sobre él constantemente. Y es que aunque en su dimensión subjetiva, como hecho personal encerrado en el concreto e irrepetible interior de cada hombre, el sufrimiento parece casi inefable e intransferible, quizá al mismo tiempo ninguna otra cosa exige, en su realidad objetiva, ser tratada, meditada y concebida en la forma de un problema explícito, exigiendo también que en torno a él se formulen preguntas de fondo y se busquen respuestas.

El hombre conoce bien y tiene presentes los padecimientos del mundo animal, sin embargo, lo que expresamos con la palabra "sufrimiento" parece ser particularmente esencial a la naturaleza del ser humano. Ello es tan profundo como el hombre mismo, precisamente porque manifiesta a su manera la profundidad propia de éste y de algún modo la supera. Y este sufrimiento, humano, pues, por definición, suscita compasión, respeto y, a su manera, atemoriza y angustia.

Por ello, la gran mayoría de las doctrinas filosóficas y religiosas han tratado con amplitud el tema del dolor y el sufrimiento, siendo quizá el estoicismo y el cristianismo las que más han ahondado en esta cuestión. De hecho, podemos afirmar que en lo que respecta a la explicación metafísica del sufrimiento y el dolor, el estoicismo de la época romana (cuyo máximo exponente es Lucio Anneo Séneca) y el cristianismo comparten enseñanzas casi idénticas. (1)

Para los estoicos, el dolor no es un mal, sino un bien desde el momento en que pone a prueba el ánimo del "varón fuerte".

Se marchita la virtud sin oposición: conócese cuán grande es y las fuerzas que tiene cuando prueba en el sufrimiento lo que puede. (...) Las cosas prósperas suceden también a la plebe y a las almas viles; en cambio, dominar las calamidades y las cosas que son el terror de los mortales es propio del hombre grande. Eres un gran varón, pero ¿cómo lo sé si la fortuna no te da la ocasión de probar tu virtud? (...) El fuego prueba al oro, la desgracia, a los hombres fuertes. (2)

En el cristianismo, religión y cosmovisión imperante en Occidente y que influye incluso entre los que no se consideran seguidores de la misma, se retoman y enriquecen muchos de los postulados estoicos en relación con el sufrimiento. Se considera que el hombre está llamado a la alegría y a la vida feliz (no se cae en el extremo estoico de ver con cierta aversión la felicidad), pero se reconoce que experimenta diariamente muchas formas de dolor que no puede evitar, siendo la enfermedad quizá la expresión más frecuente y más común, aunque evidentemente no la única, del sufrir humano. Solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre y se pregunta por qué; y sufre de manera humanamente aún más profunda si no encuentra una respuesta satisfactoria. Es una pregunta acerca de la causa, la razón; una pregunta acerca de la finalidad (para qué); en definitiva, acerca del sentido. Es entonces cuando se afirma que las preguntas que buscan aclarar el por qué del sufrimiento o el significado de ese dolor no son interrogantes sin respuesta.

En el pensamiento cristiano se parte de la base de que el dolor es un misterio, muchas veces inescrutable para la razón. Se sabe, empero, que el hombre sufre a causa del mal, que es una cierta falta, limitación o distorsión del bien. Sufre en particular cuando "debería" tener parte - en circunstancias normales-en este bien y no lo tiene. Así pues, en el concepto cristiano la realidad del sufrimiento se explica por medio del mal que está siempre referido, de algún modo, a un bien y que forma parte del misterio de la persona humana, que sólo se esclarece en Jesucristo, que es quien revela al hombre su propia identidad. Así, la grandeza y dignidad del hombre, que radican en ser hijo de Dios y estar llamado a vivir en íntima unión con Cristo, llevan consigo compartir el dolor que él, siendo el hombre más inocente, tuvo que soportar en la cruz.

Cristo, aunque inocente, se carga con los sufrimientos de todos los hombres, porque se carga con los pecados de todos (...) todo el pecado del hombre en su extensión y profundidad es la verdadera causa del sufrimiento del Redentor. (3)

De esta forma, para los cristianos el sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión y muerte de Jesús. Y a la vez ésta ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unida al amor, por lo que afirman que, junto con la pasión de Cristo, todo sufrimiento humano se ha encontrado en una nueva situación, ya que el Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación en la redención: cada uno está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Consiguientemente, todo hombre, en su dolor y sus penas, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.

Así, en la visión cristiana del dolor existe una íntima relación entre la Cruz de Jesús (símbolo del dolor supremo) y las desgracias, sufrimientos, aflicciones, penas y tormentos que pueden pesar sobre las almas de los hombres. El sufrimiento se transforma y sublima cuando se es consciente de la cercanía y solidaridad de Dios en esos momentos.

Además, el sufrimiento, al poderse distinguir claramente entre físico y moral, pone en evidencia la doble dimensión humana: un cuerpo material perecedero y un alma espiritual inmortal.

Por otro lado, el sufrimiento desde la óptica cristiana es también un llamado a manifestar la grandeza moral del hombre, su madurez espiritual, la cual se demuestra, precisamente, cuando la tristeza lo invade. De esta forma, en el cristianismo se considera también al sufrimiento como una prueba -a veces bastante dura-a la que es sometida la humanidad, que debe provocar una particular llamada a la virtud, que el ser humano debe ejercitar por su parte. Esta es la virtud de la perseverancia al soportar lo que molesta y hace daño, abriendo el camino a la gracia que transforma a las almas.

Pero además de eso, la cosmovisión cristiana mira al sufrimiento como una maravillosa oportunidad para irradiar el amor al hombre en desgracia mediante la solidaridad y el amor (como ocurre en la célebre parábola del Buen Samaritano), precisamente ese desinteresado don del propio "yo" a favor de los demás, de los hombres que sufren, postulando así que el sentido salvífico del sufrimiento no se identifica de ningún modo con una actitud de pasividad, sino, por el contrario, se afirma que en el programa mesiánico de Cristo, que es a la vez el programa del reino de Dios, el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la "civilización del amor".

Vistos así, el dolor, la enfermedad, las penurias, las desgracias, el sufrimiento y, en suma, todos los momentos oscuros de la existencia humana, adquieren en el pensamiento cristiano una dimensión profunda e, incluso, esperanzada, ya que se considera que jamás se está solo frente al gran misterio del sufrimiento, sino que se está nada menos que con Cristo, quien para esta idea otorga sentido a toda la vida, tanto a los momentos de alegría y paz como a los de aflicción y pena.

Esta visión acerca del sufrimiento y del dolor expuesta a grandes rasgos, ha tenido críticos y opositores, algunos de renombre considerable. Ni siquiera dentro de las diferentes ramas del cristianismo existe un completo consenso en torno a este tema.

Los calvinistas, por ejemplo, sostienen la tesis de la predestinación, según la cual el hombre no es libre debido al pecado original y a su naturaleza corrompida, por lo que no puede hacer nada en pro de su destino eterno. Y es en esta vida terrenal donde se manifiesta con claridad cuál será ese destino. La doctrina de la predestinación conduce a una de las cuestiones más importantes del calvinismo: cómo averiguar los "signos de Dios" que se muestran al "predestinado"; la respuesta dada a ese trascendental problema es la de la recompensa en este mundo, ya que todo lo que le ocurra al ser humano es señal de salvación o de condenación. Así, si un hombre acumula triunfos, placeres, riquezas y victorias, será salvo; pero si un hombre sufre, es pobre, enfermo o es vencido, es señal inequívoca de que su alma será arrojada al fuego eterno. (4) De ahí que los calvinistas (cuyos hijos ideológicos son los utilitaristas) consideren al dolor como un gran mal, y a quienes sufren como almas que con toda seguridad quedarán exentas de la gloria eterna.

Karl Marx, reprueba la actitud cristiana sobre el sufrimiento y el dolor argumentando que, con el pretexto de buscar la felicidad en la otra vida y no en ésta, desoye los llamados a la lucha contra las injusticias, propiciando la apatía, la resignación, la conformidad, la mediocridad e incluso el mantenimiento de la sociedad opresora. Friedrich Nietzsche, por su parte, asegura que esta forma de pensar conduce irremediablemente a una mentalidad derrotista, seguidora de lo que él llama "una moral de esclavos":

Dicen que la miseria es una elección y una distinción de Dios, que a los perros que más se quiere se los azota; que quizás esa miseria sea también una preparación, una prueba, una ejercitación, y acaso algo más, algo que alguna vez encontrará su compensación, y será pagado con enormes intereses en oro, en felicidad. A es lo llaman "la bienaventuranza". Ahora me dan a entender que ellos no sólo son mejores que los poderosos, sino que también "les va mejor", o, en todo caso, alguna vez les irá mejor. Pero, ¡basta!, ¡basta! Ya no lo soporto más. ¡Aire viciado! Ese taller donde se fabrican ideales me parece que apesta a mentiras. (5)

Pero esta visión del sufrimiento también ha tenido entusiastas seguidores, algunos incluso desde fuera de los dominios del cristianismo, como es el caso del psicólogo y filósofo judío Erich Fromm, el cual hace notar que todas las estadísticas revelan que los países católicos son los que tienen el índice más reducido de suicidios, lo cual puede deberse, entre otras cosas, a la canalización esperanzadora y constructiva que emplea el cristianismo para tratar el sufrimiento, imprimiéndole a éste un sentido de trascendencia. (6)

De cualquier manera, se compartan o no sus puntos de vista y apreciaciones, es indudable que la visión cristiana del sufrimiento y del dolor ofrece una alternativa para todos aquellos que se encuentren en una de esas situaciones difíciles y dolorosas que tanto abundan en nuestra corta vida. Cada cual es libre de aceptarla, rechazarla, o, simplemente, permanecer indiferente ante ella.

Fernando Rodríguez Doval



Notas

1 El estoicismo romano tiene muchos otros puntos en común con el cristianismo: el parentesco de todos los hombres con Dios, la fraternidad universal, la necesidad del perdón, el amor al prójimo y hasta el amor hacia los enemigos. Algunos autores coinciden en que, de alguna forma, el estoicismo abonó el camino para que las enseñanzas de Cristo germinaran rápidamente en todos los rincones del Imperio.

2 Lucio Anneo Séneca. "De la Providencia" en Obras Completas. México, UNAM, 1946. Tomo II, pp. 237, 242, 248.

3 Juan Pablo II. Carta Apostólica Salvifici Doloris. México: Ediciones Paulinas, 1984. P. 31

4 Max Weber asocia esta manera de pensar con el desarrollo del capitalismo. Véase Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, trad. de José Chávez Martínez, Premia, Puebla, 1984.

5 Friedrich Nietzsche. La Genealogía de la Moral. Un escrito polémico. Madrid, Alianza Editorial, 1986. P. 54.

6 Véase Erich Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. México, FCE, 1970.



Sexualidad ecológica Portada revista 46 De sistemas y perversiones

Cartas al director, sugerencias y colaboraciones

Buzon Pulse aquí para enviar correo



"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y citando su origen.