Portada revista 46

De la verdadera naturaleza del protestantismo Indice de Revistas En torno a la futura Universidad San Jorge de Zaragoza: catolicismo y misión.

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Breves datos y notas sobre inmigración en la España contemporánea.

Ante la caída demográfica, fruto de una lamentable política social y de valores de las últimas décadas, el Estado debe hacer una apuesta, mientras se vuelven a retomar los valores familiares que hagan crecer la población de forma natural, por la atracción de emigrantes Hispanoamericanos y de europeos orientales.

El desarrollo económico experimentado por España a partir de los años 50 del siglo XX ha provocado profundos cambios sociales en el país.

El aumento de la calidad de vida de los españoles la convierte en receptora de emigrantes.

Los cambios sociales como la entrada de la mujer en el trabajo ha motivado la necesidad de las familias de demandar servicio doméstico. La necesidad de hacer frente a los gastos con dos sueldos ha creado en los matrimonios jóvenes con algún hijo y sin asistencia de familiares cercanos la demanda de alguien que ayude en las labores hogareñas.

La situación geográfica de nuestro país le convierte en la puerta de entrada a la unión europea de los contingentes africanos que ven desde el limes del Mediterráneo a Europa como la panacea de sus problemas.

Esta situación de España, la convertía sin embargo, en tierra de paso, pero no de acogida, el cambio profundo en esta década es la saturación de las sociedades europeas y la búsqueda de nuevos países receptores como Italia y España que han empezado a sustituir a los de la parte norte. Ambos países tienen una población inmigrante en torno al millón de personas. En España los residentes en situación "regular" han pasado de 181.544 en 1980 a 600.000 en 1997. Esta población inmigrante regular se encuentra concentrada en un 74 % en las regiones costeras y en los grandes centros urbanos de Madrid y Barcelona. Por continentes y con cifras de 1997:

· Los europeos son 274.081, un 50´6%, en su mayor parte jubilados alemanes y británicos que vienen por la calidad de nuestro clima. No obstante, este número esta en proceso descendente a cuenta de la llegada de nuevos contingentes jóvenes de otros continentes.

· Los iberoamericanos son 104.049, un 19´3%, con una clara mayoría de argentinos y peruanos. Este colectivo esta en claro ascenso, son jóvenes y no plantean ningún tipo de problema de integración por la afinidad cultural y religiosa. Especialmente vienen de la América andina (Peru y Ecuador) por las dificultades económicas de allí. En cuanto a los países caribeños la inmigración es esencialmente femenina y alimenta la oferta del servicio doméstico.

· Los africanos son 98.820, un 18'3%, hace diez años eran el 2´5% de la inmigración en España. Este colectivo esta claramente en ascenso, norteafricanos y sursaharianos, jóvenes que llegan a Marruecos y donde las mafias del transporte les pasa en pateras a territorio español. Entre ellos sube en gran número la presencia de mujeres con niños pequeños, fruto en algunos casos del pago del viaje a los traficantes de personas.

· Los asiáticos son 43.886, un 8´1%, son el colectivo más pequeño, esencialmente filipinos y chinos. Los primeros dedicados al servicio doméstico y los segundos al comercio. Los japoneses trabajan en sus empresas pro un tiempo limitado.

El trabajo que realizan los inmigrantes esta centrado en un 64´4% en el sector servicio (hostelería y servicio doméstico), el 15´2% agricultura (invernaderos y pastoreo), el 8´8% construcción y el 6´9% en la industria. Los inmigrantes realizan un trabajo de baja cualificación y de ingresos escasos, resulta curioso que tengan una alta demanda en Andalucía en el sector agrario, cuando el paro rural andaluz es esencialmente agrario y vive de las subvenciones.

En cuanto a las respuestas que las instituciones pretenden dar al fenómeno inmigratorio, la primera es coordinar con el resto de los países europeos un control de flujos migratorios, desarrollar acciones en el campo de la integración e igualdad. Hay que tener en cuenta que a diferencia de nuestra emigración, que fue de carácter temporal y volvió en la década de los ochenta a España, la inmigración a España es de permanencia y no quieren volver a su país, pero si conservar sus usos y costumbres. También el desarrollo de planes de cooperación con los países emisores, aunque se pretende exista una reciprocidad. España es el principal país receptor de marroquíes, sin embargo, nuestro país es altamente castigado en la política pesquera por Marruecos.

No obstante, el estudio progresivo de la inmigración en los países occidentales del norte plantea problemas que hay que evitar en los del mediterráneo. La afluencia masiva de inmigrantes de culturas muy diferenciadas a la nuestra produce una saturación que impide la integración. La imposibilidad de canalizar esa masa humana a ofertas de trabajos seguras, provocando el tráfico clandestino de trabajos sin seguridades aumenta la formación de guetos de pobreza y exclusión social. Estos barrios marginales formados por inmigrantes se convierten en una traslación de la miseria de sus países, el fracaso de su integración les imposibilita su promoción social y les convierte en cebo de traficantes de trabajos esclavistas y mafias delictivas.

En Alemania y Francia, la presencia de cuatro millones de musulmanes en cada país choca con la cultura del país receptor. Como señaló hace poco el cardenal Biffi, la ausencia de crecimiento vegetativo en la población europea esta causando ante la llegada masiva de inmigrantes de culturas muy diferentes a la nuestra la configuración de centros físicos de culturas diversas sin posibilidad de integración.

Por esta razón apostaba por la preeminencia de inmigrantes de culturas afines, que no plantean problemas de integración, no de asimilación, porque tienen derecho a conservar sus peculiaridades nacionales. Sin embargo, su característica de permanencia les marca la necesidad de integrarse en plano de igualdad con la población autóctona y aceptar nuestros valores. Costumbres como la poligamía o la extirpación genital del clítoris a las niñas chocan con nuestra mentalidad y no pueden pervivir en una sociedad con unos valores enraizados en una cultura de raíz cristiana, donde el respeto a la mujer se realiza en un plano de igualdad con el hombre.

En definitiva, hay que aprender de la experiencia de los países vecinos, que promueven la preeminencia de los colectivos de inmigrantes que mejor puedan integrarse en nuestra sociedad por afinidad cultural.

Asegurar la oferta de trabajo a la demanda de inmigrantes, regulando el flujo para que así se evite la explotación interesada de mafias del trabajo clandestino. Y ampliar la formación de cursos que ayuden a los inmigrantes a una compresión de los valores de nuestra sociedad para facilitar su integración social como ciudadanos y no se vean marginados a la exclusión social.

José Luis Orella



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