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Los democristianos españoles en la oposición al franquismo. Un libro esclarecedor de Donato Barba.
Un episodio histórico que, por el fracaso político de sus protagonistas, lleva el camino de diluirse y de desaparecer de la memoria colectiva, es el protagonizado por los democristianos españoles opositores al franquismo. Un libro lo rescata del olvido. Algunas enseñanzas de una frustrada experiencia política
Introducción.
"Pocos, poderosos, traidores". Con esos crueles
adjetivos calificaba, presuntamente, un alto cargo del Partido
Popular a sus correligionarios democristianos, en un artículo
publicado en "El País" en el que se estudiaba el
proyecto de fusión de la mayoría de las Fundaciones del entorno
de ese partido en una única dirigida -o al menos controlada- por
el propio José María Aznar.
Esos mismos adjetivos resumirían, también de forma un poco
cruel, las impresiones que pudiera producir una lectura rápida y
superficial del libro "La oposición durante el
franquismo/1. La Democracia Cristiana. 1936 - 1977", de
Donato Barba (Ediciones Encuentro. Con prólogo de Javier Tusell
y presentación a cargo de José Andrés Gallego. 302 páginas.
Madrid 2001. www.ediciones-encuentro.es).
Pero, realmente, el libro aporta mucho más de lo que esas
primeras impresiones transmiten. El autor, formado en la UNED,
realiza interesantes aportaciones que no deben ignorarse y que
pueden ser motivo de reflexión hoy día.
Hay que partir de una premisa. La clandestinidad, incluso en el
supuesto de que no sea implacable y continua, no permite
agregaciones humanas numerosas, favoreciendo, al contrario,
fenómenos chocantes como la incorporación de personalidades
excéntricas y su desarrollo en minoritarios círculos.
El libro de Donato
Barba.
Sin duda, en el franquismo, actuaron otros políticos, de
convicciones que podríamos calificar genéricamente como
democristianas, que no compartieron la estrategia de los que sí
se situaron en clara oposición al "régimen". Este
libro se centra en quienes optaron, de forma decidida, por la
lucha en favor de la instauración de un régimen
"democrático", "a lo occidental": pluralista
en su entender liberal.
Este movimiento opositor, semitolerado en buena medida, giró en
torno a dos personalidades históricas cuya mayor relevancia la
protagonizaron, años atrás, en la fenecida segunda república:
José María Gil Robles (y su Democracia Social Cristiana,
posteriormente Federación Popular Democrática) y Manuel
Giménez Fernández (con Izquierda Demócrata Cristiana, devenida
en Izquierda Democrática). Una vez fallecido quien fuera
ministro de agricultura en 1934 por la CEDA, Giménez Fernández,
su partido se acogió al paraguas protector y carismático de
Joaquín Ruiz Giménez.
El libro describe magníficamente la vida interna y externa de
ambos partidos políticos (por llamarlos de alguna manera): desde
su nacimiento y desarrollo hasta su desaparición.
Con una cuidada y dinámica prosa, el autor se centra,
especialmente, en las reuniones de carácter interno de cada uno
de esos grupos y en sus contactos con las organizaciones
internacionales democristianas; estudiando para ello los aspectos
más relevantes de las correspondencias personales consultadas,
prensa nacional e internacional de la época y la escasa
documentación generada por ambos grupos.
Las aparentemente inexistentes relaciones formales con la
jerarquía de la Iglesia católica, el impacto del Vaticano II,
las problemáticas y cambiantes relaciones de Gil Robles con Don
Juan, el timorato comportamiento de Giménez Fernández, el
relativo confusionismo ideológico de Ruiz Giménez, las
relaciones internacionales de ambos grupos; todo ello es narrado
sin disimulo ni velo alguno.
Algunas
conclusiones.
Intentaremos, a continuación, extraer algunas conclusiones y
reflexiones que puedan derivarse de su lectura.
1º. Ambos grupos políticos democristianos estuvieron
determinados, en gran medida, por las personalidades de sus
fundadores, tanto a nivel táctico y de organización, como a
nivel ideológico (accidentalidad de la forma de gobierno,
relaciones con otros partidos democráticos y con los restantes
grupos democristianos, etc.). También fueron determinantes las
figuras de sus secretarios generales, en varios casos de ellos,
en abierta discrepancia y ruptura con sus presidentes
respectivos; lo que derivó en diversas escisiones.
2º. Se trató, en todo caso, de experiencias muy minoritarias.
En contraste con ello, encontramos en sus filas a algunos de los
principales protagonistas de la transición democrática, buena
parte de los cuáles desembarcaron en Unión de Centro
Democrático. También encontramos a otros, también
significativos, en el PSOE. El número de adheridos a sus
partidos políticos no era una obsesión para sus dirigentes;
convencidos como estaban de que llegado el momento, ya en una
situación de normalidad democrática, o de clara transición
hacia ella, se produciría un ingreso masivo de nuevos afiliados,
en ambos grupos, procedentes de los movimientos apostólicos de
laicos de la Iglesia católica.
3º. El "humus" humano y educativo del que nacen es la
Asociación Católica Nacional de Propagandistas. No se trata,
pues, de una realidad que surgiera de la nada; por el contrario,
se genera en un medio muy concreto en el que la vocación
política se cultivaba, expresamente, al servicio de un pueblo
católico que precisaba de políticos que lo representaran y
lideraran de forma coherente, conforme los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia.
4ª. El papel de la jerarquía católica es determinante en el
nacimiento, impulso y desarrollo de un partido político
inspirado en los valores cristianos. En esos concretos momentos
históricos, ese apoyo no se produjo: ni durante el franquismo,
ni a lo largo de la transición. Sus efectos fueron evidentes:
desaparición de los partidos democristianos (salvo PNV y UDC,
con las matizaciones que ambos casos requieren).
Tales conclusiones pueden ser motivo de reflexión, hoy día,
para los católicos interesados -o implicados- en la vida
pública española y en la política activa.
El grupo Tácito.
El libro también dedica un importante espacio al colectivo
Tácito, que agrupó a importantes personalidades democristianas,
fundamentalmente aunque no forma exclusiva, y que jugaron con sus
escritos y su implicación personal un papel esclarecedor en el
diseño de la transición.
En un lugar determinado del libro se afirma que las ideas de este
grupo llegaron a prevalecer en la transición. Pero, en contraste
con ello, aunque fuera cierto, es evidente que no ocurrió así
en los años posteriores. La España de los socialistas ayer, y
la de los "populares" hoy, difícilmente puede
reconocerse en el proyecto democristiano: libertad religiosa y de
educación, aplicación del principio de subsidiariedad, justicia
social, defensa de la vida, apoyo a la familia, etc.).
Hemos visto que ambos partidos, y el propio grupo Tácito, nacen
y se alimentan de un entorno social muy determinado: la ya citada
Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Ello nos
demuestra, una vez más, que toda acción política de los
católicos debe partir de un pueblo que le impulse, con el que se
reconozca, en diálogo permanente con el mismo, y con el apoyo
(por lo menos sin su oposición) de la jerarquía. Ese fue,
precisamente, el precioso papel que jugó durante décadas dicha
asociación.
En definitiva: sus ideas triunfaron en la transición, para ser
desbordadas en los años posteriores, siendo este fenómeno
paralelo (y tal vez una consecuencia) de su incapacidad para
crear una alternativa unitaria y nacional democristiana que
proporcionara rostro a un porcentaje importante de la sociedad
española que así lo demandaba.
En esta paradoja histórica se concreta el fracaso político de
los democristianos españoles.
Fernando José Vaquero Oroquieta.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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