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Oriente y Occidente.
Cuando dos mentiras rigen su actuación política: una religión falsa y el relativismo moral. La Civilización desarmada frente a unas conviciones fuertes aunque sean equívocas.
Con motivo del monstruoso crimen cometido
en el World Trade Center de Nueva York, seguido del antentado
contra el Pentágono, no han faltado voces que han planteado una
situación de guerra entre islamismo y cristianismo. Pero esto es
falso; si no totalmente, por lo menos en gran medida.
Hay que tener en cuenta que Occidente es muy débilmente
cristiano. Es decididamente capitalista y en gran parte
decididamente agnóstico. En Europa quedan residuos de
cristianismo, pero no en cuantía que justifique hablar de una
Europa cristiana. En América la situación es algo distinta,
aunque el "progresismo" ha hecho también allí enormes
estragos, alcanzando posición predominante en la actualidad.
Realmente, parece absurdo sustentar la teoría de que los
terroristas del martes 11 de Septiembre pretendían realizar un
ataque contra el cristianismo. Más exacto sería decir que
actuaron contra el capitalismo prepotente y, además, contra ese
progresismo que resulta ser un veneno también para el islamismo.
A los islamistas no les interesa contagiarse de ese capitalismo
relativista, pluralista, amoral, cultivador del homosexualismo,
la pederastia (cada vez más potente), esa industria del
asesinato de niños no nacidos, y esas otras características del
mundo occidental que consideran perversas y repugnantes. Y si a
eso se añade la prepotencia y la explotación, el odio está
asegurado. Pero está claro que no hay que responsabilizar del
atentado a "los musulmanes", sino a los musulmanes
asesinos, que es algo muy distinto.
Lo cierto es que las naciones musulmanas aventajan enormemente en
religiosidad a las naciones llamadas -cada vez más
indebidamente- cristianas. Los musulmanes viven su vida
religiosamente, distando mucho de relegar la religión al nivel
de una afición particular, camino adecuado para su
desaparición, que es lo que ha ocurrido en la mayor parte de
Occidente.
Diversos pensadores se han ocupado de esta disparidad, pensando
correctamente que Occidente se encuentra en inferioridad de
condiciones en una pugna ideológica religiosa con el Islam.
Haciendo de la necesidad virtud, algunos, como Bernard- Henri
Lévy o Isaiah Berlin, han tratado de ensalzar el relativismo, el
pluralismo, la tolerancia, etc. al rango de una nueva religión.
Y, además, presentan todo esto como si fuese "la
civilización", algo que comenzó con la Ilustración según
creen estar convencidos. No quieren reconocer lo que en el fondo
saben: que ninguna civilización ha subsistido sin el cemento de
una religión auténtica, es decir, fundamentada en lo
trascendente. Así lo reconoce Houellebecq, ese escritor francés
de última hora, lúcido, desesperado, y enemigo a ultranza de la
revolución del sesenta y ocho.
Por tanto, es necesario reconocer nuestra gran inferioridad
religiosa frente al Islam. ¿Podemos acaso ofrecer como
alternativa a una religión vivamente sentida y creída, la
triste impotencia del relativismo? Porque el relativismo es eso:
impotencia. El relativismo penetra en nuestras mentes cuando
somos incapaces de optar entre diversas formulaciones. Faltos de
carácter para hacerlo, nos limitamos a constatar que hay muchos
modos de pensar, diversas cosmovisiones, y nos quedamos con esa
constatación, atribuyendo el mismo valor a las diversas
creencias o no atribuyéndolas ninguno, lo cual es equivalente. Y
esta situación relativista, que conduce a la aceptación del
pluralismo como situación idónea y a la tolerancia como la
virtud fundamental, algunos ingenuos piensan absurdamente que
acabará doblegando a la cosmovisión religiosa islámica. O lo
que es lo mismo, y dicho cínica y realistamente, aspiran a
contaminar a los musulmanes de nuestra enfermedad moral.
Y no se trata sólo de pensamiento, sino de conducta. El
relativismo intelectual ha llevado aparejado fatalmente el
relativismo moral y, en consecuencia, el permisivismo más
absoluto plasmado en leyes.
Y las preguntas a los ingenuos surgen espontáneamente: ¿Acaso
podremos convencer algún día a los musulmanes de que el ideal
de vida consiste en la relajación más completa en el
comportamiento moral? ¿Les podremos convencer de que la sodomía
es una práctica tan lícita como la relación normal
heterosexual? ¿Y que, por tanto, es necesario legalizar los
matrimonios entre homosexuales? ¿Y que la pornografía entra
lícitamente dentro del campo de la libertad de expresión? ¿Y
que las relaciones sexuales entre adolescentes resultan lo más
lógico y natural? ¿Y que no hay que poner trabas de edad en las
relaciones de hombres con niños? ¿Y de que la codicia y la
ambición sin límites no son vicios sino buenas cualidades que
promueven la riqueza? Y, sobre todo: ¿llegaremos a convencerles
algún día de que el aborto forma parte de los derechos
inalienables de la mujer y que, por tanto, debe ser legalizado,
como así lo está en la mayoría de los países de Occidente?
George W. Bush hizo una declaración interesante con motivo de la
tragedia. Dijo que comenzaba una guerra larga y gigantesca del
Bien contra el Mal. Podemos admitir fácilmente que el terrorismo
forma parte del Mal. Sobre esto hay pocas dudas. Pero sí las
hay, por el contrario, y teniendo en cuenta lo arriba expuesto,
sobre que Occidente, y su nación líder, representen el Bien.
Por tanto, y en principio, estas declaraciones pueden
clasificarse en una primera lectura como altisonantes,
propagandísticas e irreales.
Sin embargo, estas palabras podrían tener un significado más
valioso. Alguien ha manifestado (Frank Joseph, comentarista de
"Daily Catholic") que hay que dar gracias a Dios por la
victoria de Bush sobre Al Gore. El motivo es que éste, así como
el anterior Presidente Bill Clinton, representan la parte más
podrida, más inmoral, de Estados Unidos. Las últimas elecciones
posiblemente hayan sido las más importantes del último medio
siglo. Si hubiese ganado Gore, los vicios del
"progresismo" hubiesen avanzado imparablemente, sin la
menor traba, consolidándose definitivamente en Estados Unidos y
en todo el planeta. Bill Clinton fué siempre el niño mimado de
los progresistas, digno representante de la generación del
sesenta y ocho, y Al Gore era su delfín. Por tanto, ha sido una
gran suerte que ganase Bush. Las personas avisadas, tanto
conservadoras como "progresistas", estábamos
pendientes desde hacía tiempo de estas elecciones, aunque los
últimos disimulasen, declarando que daba igual que ganase uno u
otro. En realidad, temblaban ante la idea de la victoria de Bush.
Algunas cosan están cambiando. No habrá fondos federales para
organizaciones que promuevan el aborto, la clonación ha sido
prohibida, no se financiarán investigaciones con células madre
de embriones humanos provocando su muerte, etcétera.
En la reciente cumbre de las Naciones Unidas sobre el virus VIH,
la Unión Europea quiso imponer medidas de lucha (?) contra el
sida, como el reconocimiento jurídico del matrimonio entre
homosexuales con todos sus supuestos derechos, el aborto por
parte de adolescentes, una amplia gama de servicios reproductivos
a los niños sin el consentimiento de sus padres, la
legalización de la prostitución... No aportaron razones
comprensibles sobre la manera en que estas medidas pudieran
servir para combatir el sida. Pero es que tanto si se habla de
sida, como de hábitat, de población, de condición de la mujer
o de los niños, las cumbres de la ONU están asistiendo, desde
1994, a esta serie de debates de grupos interesados en promover
esta filosofía de vida, que no tiene nada que ver con los
asuntos tratados.
La Unión Europea mostró una vez más el estado de coma ético
en que se encuentra. Encontró, sin embargo, apoyo en Canadá. La
Santa Sede, países de Iberoamérica y musulmanes (cosa no
extraña) se opusieron al texto, el cual fué finalmente
derrotado, y esto es lo interesante, cuando Estados Unidos se
unió a los opositores. Es más, propuso incluir, y lo logró,
una referencia a la eficacia de la abstinencia sexual y la
fidelidad. Esto último fué ridiculizado por diversos países
europeos, que dieron la talla de su degeneración.
Era impensable en los tiempos de Clinton que la delegación
estadounidense adoptase esta actitud. Esto quiere decir que desde
que llegó Bush a la Casa Blanca se están produciendo los
oportunos cambios de personal en entidades clave, y es de esperar
que este proceso continúe debidamente.
Esta nueva situacion, unida al tremendo ataque sufrido en Nueva
York y Washington, junto con la moral de lucha que se está
gestando, permite albergar alguna esperanza de que el Gobierno de
Estados Unidos se decida a lanzar una campaña de rearme moral a
todos los niveles. Este es el momento apropiado.
Es el momento de decir a los americanos que ha llegado la hora
del saneamiento moral y de la vuelta a las buenas costumbres que
aún regían en época no lejana. De que cazar a terroristas
está bien, pero es necesario algo más. Pues el capitalismo puro
y duro y una vida bajo el signo de la depravación no son cosas
muy dignas de ser defendidas. La contramoral vigente debe ser
destruída. El crimen del aborto debe ser ilegalizado de nuevo.
El capitalismo debe dejar de ser puramente salvaje y comenzar a
regirse por códigos justicieros.
Son cosas que Bush puede predicar en la situación presente, al
tiempo que prepara a su pueblo para la lucha. Puede explicar que
existe un nexo muy fuerte entre la pérdida de la moral y
creencias de una sociedad y los desaforados ataques de los
terroristas, que son los nuevos bárbaros y que atacan a las
sociedades debilitadas en su armazón espiritual.
Habrá que ir atendiendo a las próximas acciones y palabras de
Bush. Cabe la posibilidad de que no pierda la ocasión y que
dedique esfuerzos a la regeneración moral de su país. En tal
caso, podrían alcanzar a tener mayor sentido sus palabras sobre
la lucha del Bien contra el Mal.
Si así fuese, todos saldríamos ganando. La misma Europa podría
empezar a reirse menos de los valores morales. No debemos caer en
la tentación de pensar que ésto sea absolutamente imposible.
Ignacio San Miguel .
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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