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Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero

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¿En defensa de Occidente? Indice de Revistas Un clarificador estudio del Premio Nacional de Historia

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

El papel de los padres en la educación.

La educación de los hijos es un deber inexcusable y un derecho inalienable de los padres, y además constituye una exigencia de la libertad educativa el que éstos puedan exigir una educación católica

Deber inexcusable

Hasta hace unos años, escuela y familia colaboraban conjuntamente en las tareas educativas. Padres y profesores tenían muy claro cuales eran sus respectivas competencias. Hoy parece que esto ya no es así. Reiteradamente nos llegan las quejas justificadas de los profesores, que se sienten abrumados e incapacitados para llevar cabo unas funciones que les desbordan. Por muy buena voluntad, que a éstos se les suponga, es claro, que nunca podrán asumir el papel que sólo a los padres corresponde representar y no les falta razón cuando nos dicen, que para llevar a cabo su función adecuadamente necesitan la colaboración paterna. ¿Por qué esta falta de colaboración familiar? ¿Por qué los padres están haciendo dejación del sagrado deber de educar a sus hijos?

Las causas pueden ser de diversa índole: Digamos que por una parte la actual situación sociológica favorece poco a la intercomunicación y de dedicación. Al drama de la ausencia prolongada del hogar por parte del padre, se ha unido el drama de la ausencia de la madre por idénticas razones. A ello habría que añadir la inestabilidad familiar, con divorcios y separaciones incluidos, que rompen el equilibrio emocional del niño.

Existen además razones de otro tipo, que nos remiten a la perniciosa influencia de un tipo de pedagogía que se ha dedicado a impartir principios, que comprometen la misma educación y el ejercicio de autoridad, que la hace posible. Alguien durante estos últimos años ha hecho creer a los padres, que la mejor educación es la que no existe.

Me gustaría decir que ya pasaron aquellos tiempos en los que se creía que había que dejar al niño a su suerte, para que se desarrollara autónomamente, sin ningún tipo de intervención. En todo esto ha tenido mucho que ver la izquierda "progre" que ha dominado prácticamente toda la pedagogía del pasado siglo acabando por arruinar la escuela con sus despropósitos. Algunos de estos "progres" a la luz de los resultado tan nefastos que estamos presenciando, han comenzado a dar marcha atrás; aunque el mal está ya hecho y habrá de pasar mucho tiempo para enmendar tanto desaguisado. Quienes todavía parece, no haberse enterado son los propios padres, a juzgar por la dejación de que vienen haciendo gala en su deberes educativos. Tal vez continuen creyéndose las patrañas de estos pedagogos iconoclastas y como ellos sigan pensando que hay que ser omnitolerantes y omnipermisivos, dejando que sea el niño quien se eduque a sí mismo

No creo revelar ningún secreto si digo, que es el principio de autoridad el que está fallando en las escuelas y en las familias; allí por que no dejan hacer uso de él y aquí porque hay miedo a ejercerle. Todo menos pasar por padre autoritario, a lo más amigo o hermano mayor. La crisis de autoridad en la familia es alarmante, ella es un tipo de responsabilidad que nadie parece dispuesto a asumir. El hijo que se ha dado cuenta de la situación, se ha dicho. Muy bien. ¿Nadie quiere mandar? Lo haré yo. Y ahí tenemos a la criaturita convertida en pequeño déspota inmisericorde con padres y profesores. Porque vamos a ver ¿ Quienes son los que mandan en las escuelas y en las familias? Ésta entre otras es la triste consecuencia de la "Pedagogía Negativa" que predica el no intervencionismo, que aconseja dejar al niño que se desarrolle espontáneamente. Nada de imposiciones, nada de disciplina. Dejémosle sin dirección para que crezca sin complejos y sin prejuicios. Dejémosle que sea el "salvaje perfecto". Lo malo es, que lo del salvaje perfecto es una utopía, como lo es la pretendida autosuficiencia del niño.

La realidad es bien distinta y no es otra, que la que nos hace ver lo necesaria que es la educación, sobre todo en las edades más tempranas.

La experiencia nos demuestra cada día que hemos nacido para ser educados, a menos que renunciemos a ser hombres. Es un hecho que, la educación va ligada a nuestra condición humana, que es una tarea del hombre y para el hombre.

Tal como están las cosas, los padres debieran ser los primeros de quitarse la venda de sus ojos y cuanto antes lo hagan mejor para todos. No pueden seguir por más tiempo confundiendo autoridad con autoritarismo despótico, disciplina con coerción, comprensión con claudicación, tolerancia con omnipermisividad. Los padres han de comenzar a comprender que se les ha tratado de meter gato por liebre. Han de saber que no es cierto que reprender al niño crea en ellos frustraciones y complejos, sino más bien lo contrario, que son las correcciones oportunas las que hacen de barreras protectoras, dando seguridad a su inestable personalidad, al tiempo que le ponen a salvo de muchos peligros que él no puede prever. Más aún, es el propio niño quien se siente decepcionado cuando no recibe la corrección que él espera, por parte de quien debiera hacerlo. Algún día estos niño consentidos y caprichosos nos echarán en cara con toda la razón del mundo, que les hemos dejado crecer sin los valores y exigencias para afrontar una vida llena de riesgos y compromisos. Los padres han de decidirse de una vez por todas a afrontar sin miedos la difícil tarea de educar a sus hijos, conscientes que la influencia que ellos no ejerzan, otros con menos garantías la ejercerán.

Nadie pone en duda las dificultades que entraña hoy ser educador o simplemente ser padre, en una cultura desprovista de seguridades y de referencias. Son los tiempos en los que no existe un claro modelo educativo; por supuesto que los padres han dejado de ser espejo donde los hijos quieren mirarse, más bien es a la inversa. Son los mayores los que tratan de imitar y parecer ser joven, en un mundo donde quien no es joven no es nadie.

Sucede que en los tiempos que vivimos, no se tienen muy claros los ideales ni siquiera si merece la pena tenerlos, no se está seguro que la educación de hoy pueda ser la que se necesitará mañana. No se está seguro de nada , porque los tiempos que nos están tocando vivir vienen marcados por la decepción y el relativismo, por el pensamiento débil y la falta de seguridades en todos los órdenes. Tiempos en los que cada cual trata de apañárselas como puede. No, no es fácil ser educador y padre. De lo que sí estamos seguros es de que los padres seguimos queriendo a nuestros hijos y para ellos queremos lo mejor. Lo cual no es poco. Ahora nos hace falta el coraje suficiente. Para ir contracorriente, si es preciso, empeñándonos y comprometiéndonos en esta tarea, que es la nuestra y que nuestros hijos están necesitando con urgencia.

Derecho inalienable

A poco que reparemos, podremos darnos cuenta, cómo a lo largo de la historia, han existido Estados que han pretendido arrogarse para sí la prerrogativa de educar a todos los ciudadanos, considerando que éstos eran propiedad suya. De esta forma usurpaban el derecho a la educación que pertenece a los padres, dado que ellos son los que han engendrado a sus hijos viniendo a ser éstos como una prolongación suya. Son los padres pues, los que tienen el derecho a educar a sus hijos.

El controlar y moldear las mentes a través de la educación, ha constituido una tentación permanente de los Estados, porque con ello pueden hacer realidad sus ideales políticos y sociales.

No resultaría difícil, recordar en nuestra reciente historia un ramillete de manifestaciones de líderes políticos, que ponen bien de manifiesto, una cierta intencionalidad política de la educación. Recordemos entre otras la de Lenin cuando decía: "Si tenemos la educación nos mantendremos en el poder". Rodolfo Llopis proclamaba que la revolución habría de ser obra de los educadores en las escuelas. Gramsci, marxista italiano, pensaba que había que apoderarse de la escuela con el fin de utilizarla como caldo de cultivo para llegar al poder. En su momento, también el político socialista Javier Solana manifestó que había que cambiar la escuela para cambiar la sociedad

Es en el orden natural, donde vemos a la familia constituirse como la primera escuela para el niño, siendo los padres los educadores natos de sus hijos; de aquí que, sean ellos a quienes se les reconozca tal derecho, lo que conlleva la capacidad de poder elegir el tipo de educación que consideren más oportuna, siempre dentro de las exigencias de la ley natural. Así lo reconoce la Declaración Universal de Derechos Humanos de la O.N.U. en su artículo 25, apartado 3, donde se dice: "Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos".

La Constitución Española en su artículo 27, apartado 3, con su calculada ambigüedad, reconoce la libertad de enseñanza y nos habla de que los poderes públicos habrán de garantizar el derecho que asiste a los padres, para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

La Iglesia por su parte, en el Documento del Concilio Vaticano II "Gravissimum Educationis", Documento sobre la educación, nos dice que el poder público debe procurar distribuir los subsidios públicos de modo que los padres puedan escoger con libertad absoluta según su propia conciencia las escuelas para sus hijos. Más adelante sigue diciéndonos que aplaude cordialmente a las autoridades y sociedades civiles que, teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna y favoreciendo la debida libertad religiosa, ayudan a las familias para que pueda darse a sus hijos en todas las escuelas una educación conforme a los principios morales y religiosos de las familias.

Parece claro que los padres tienen el derecho, no sólo a educar por sí mismos, sino a exigir al Estado que les ayude en esta tarea y les facilite el tipo de educación que ellos libremente elijan, de acuerdo con sus principios y convicciones morales y religiosas.

La cuestión es de capital importancia, por eso hemos de comenzar preguntándonos, si este derecho preferente de los padres frente al Estado, está siendo respetado en España. Fundamentalmente de lo que se trata es saber, si la educación hoy es verdaderamente libre; es decir, si los padres pueden libremente elegir la educación que quieren para sus hijos, o se tienen que conformar con un tipo de Escuela que viene impuesta ya por el Estado.

Exigencias de la libertad educativa.

El 15 de Marzo de 1.984, siendo Ministro de Educación D. José Antonio Maravall se aprobaba la L.O.D.E ( Ley Orgánica del Derecho a la Educación), por la que se rige nuestro actual sistema educativo. Curiosamente un día antes de que el Parlamento Europeo publicara la Resolución LUSTER, donde se dice en su punto 10, que espera, que España respete los principios de libertad de enseñanza, algo que no sentó nada bien por cierto al Ministro socialista. En realidad lo que la L.O.D.E. establece es la escuela única, común para todos, que responde al modelo socialista de educación. Desde entonces en España la Escuela Pública es única, común para todos, laica, aconfesional, ideológicamente pluralista y gratuita, coexistiendo con la Escuela privada, que dispone de sus propios idearios; pero el que la quiera, se la tiene que pagar.

El problema de la financiación educativa ha sido y sigue siendo una cuestión fundamental. De este modo las familias que disponen de recursos podrán elegir el Centro que deseen para sus hijos, eso sí, pagando por partida doble; pero no así la mayoría de los españoles, que han de conformarse con el tipo de Escuela impuesta, única, común para todos, quedando así quebrado el principio de igualdad de oportunidades.

La Escuela Pública que tenemos, no responde a las exigencias de pluralismo social, que se manifiestan en la sociedad, donde existen diferentes concepciones de la enseñanza y de la educación. Puede que el modelo educativo L.O.D.E., aprobado por las Cortes en un momento en que el S.O.E. tenía mayoría absoluta, satisfaga a algunos, pero no a todos. De aquí que a la Escuela Pública haya que pedirle, una razonable pluralidad, en consonancia con el pluralismo existente en la sociedad, porque si no es así no podemos hablar de libertad de enseñanza.

Cuando el 15 de Marzo de 1.984 el Ministro socialista Sr. Maravall, dirigiéndose al Congreso de los Diputados, pronunció la famosa frase, proclamando que la L.O.D.E. era una ley socialista y además una ley para todos, estaba diciendo algo que es cierto. Es una ley para todos; pero por imposición y no por libre aceptación, como lo había puesto de manifiesto la inmensa manifestación en contra de esta ley, que tuvo lugar el día 17 de Diciembre de 1.983 por la Castellana, donde se gritaba en contra de la L.O.D.E. y a favor de la libertad de enseñanza.

La Enseñanza Pública para ser libre ha de ser pluralista, lo que quiere decir que ha de respetar las convicciones y creencias religiosas de los padres y ello no es ninguna utopía, sino que es totalmente realizable. Lo único que está haciendo falta, es voluntad política de llevarla a cabo. Una Escuela Pública monolítica, aunque sea ideológicamente pluralista, está vulnerando el derecho que tienen los padres a elegir libremente el modelo de educación , que los padres quieren para sus hijos; aunque ésta sea de tipo confesional.

Con todo esto no estoy queriendo decir, que el tipo de Escuela ideológicamente pluralista vigente por la ley, sea contra derecho y haya que suprimirla; lo que quiero decir, es que no debe ser excluyente, que debe coexistir con otros tipos de educación.

Entre los modelos educativos posibles nos podemos encontrar:

a).- Con la Escuela única
b)- Con la Escuela pluralista
c).- Con la Escuela plural

En la primera sólo se admite una ideología, con exclusión de las demás. En la segunda caben todas, o casi todas las ideologías y en ella se pueden defender distintos códigos de valores, incluso contrapuestos entre sí. Por fin en el modelo de Escuela Plural es donde se pueden defender de forma confesional, ideologías específicas, coexistiendo dichas ideologías en escuelas diferentes, siendo esto el reflejo de una sociedad plural, es decir, coexisten escuelas de diferentes signo: confesionales, no confesionales, neutras, ideológicamente pluralistas o con ideario definido, según las exigencias de la sociedad, tal como es el modelo existente en Bélgica y en Holanda. De este modo, al haber diferentes Escuelas Públicas, son tomadas en consideración las diferentes opciones educativas.

Los padres pueden exigir una educación catolica

Por lo que se refiere a los padres que desean que sus hijos sean educados de acuerdo con los principios de la religión católica, mayoritaria en España, lo que la Iglesia pide al Estado, es que les dé la posibilidad de recibir la educación, de acuerdo con sus creencias y convicciones religiosas, siendo así que tales padres pueden legítimamente exigir que sean atendidas tales demandas. No es suficiente con la clase de religión para satisfacer esas exigencias. La clase de religión puede ser un subterfugio para un problema que requeriría una solución más profunda. Impartir la clase de religión una vez a la semana, o dos, puede significar poco en la formación de un niño, cuando en el Centro se ponen en práctica unos valores y se vive en una atmósfera que nada, o muy poco, tienen que ver con el espíritu religioso, cuando lo que allí se ven reflejadas son unas actitudes y unos comportamientos, tanto de palabra como de obra, que distan mucho de los principios y orientaciones cristianas. La atmósfera de incredulidad, a veces incluso irrespetuosa, que se respira en muchos Centros Públicos de Educación, es desgraciadamente más frecuente de lo que fuera de desear. El pretendido neutralismo de la Escuela Pública, prácticamente no existe. La Escuela Laica a la que se intenta hacer pasar por escuela neutralista, en realidad lo que mejor la define, es su irreligiosidad.

No nos engañemos, frente a la religión hay dos posturas: la del creyente que la acepta y la del no creyente que no la acepta. El creyente tiene un tipo determinado de confesionalidad; pero bien mirado; también la tiene el laico, más aún, éste en ocasiones, manifiesta un tipo de confesionalidad bastante intransigente e intolerante, por cierto. Nada por tanto de que el laicismo sea igual a neutralismo, nada de que en España hay libertad de enseñanza, porque si en realidad existiera; debieran existir escuelas confesionales gratuitas.

Esto fue así con los socialistas y continua prácticamente lo mismo con los populares; y uno se pregunta ¿ que piensan hoy los parlamentarios populares, (con mayoría absoluta) quienes física o espiritualmente se manifestaron aquel 17 de Diciembre de 1983 en contra de la L.O.D.E. y a favor de la libertad de enseñanza?

Angel Gutiérrez Sanz.



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