Si naciste en España después de
1985 eres un superviviente con suerte Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero |
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El papel de los padres en la educación.
La educación de los hijos es un deber inexcusable y un derecho inalienable de los padres, y además constituye una exigencia de la libertad educativa el que éstos puedan exigir una educación católica
Deber inexcusable
Hasta hace unos años, escuela y familia colaboraban
conjuntamente en las tareas educativas. Padres y profesores
tenían muy claro cuales eran sus respectivas competencias. Hoy
parece que esto ya no es así. Reiteradamente nos llegan las
quejas justificadas de los profesores, que se sienten abrumados e
incapacitados para llevar cabo unas funciones que les desbordan.
Por muy buena voluntad, que a éstos se les suponga, es claro,
que nunca podrán asumir el papel que sólo a los padres
corresponde representar y no les falta razón cuando nos dicen,
que para llevar a cabo su función adecuadamente necesitan la
colaboración paterna. ¿Por qué esta falta de colaboración
familiar? ¿Por qué los padres están haciendo dejación del
sagrado deber de educar a sus hijos?
Las causas pueden ser de diversa índole: Digamos que por una
parte la actual situación sociológica favorece poco a la
intercomunicación y de dedicación. Al drama de la ausencia
prolongada del hogar por parte del padre, se ha unido el drama de
la ausencia de la madre por idénticas razones. A ello habría
que añadir la inestabilidad familiar, con divorcios y
separaciones incluidos, que rompen el equilibrio emocional del
niño.
Existen además razones de otro tipo, que nos remiten a la
perniciosa influencia de un tipo de pedagogía que se ha dedicado
a impartir principios, que comprometen la misma educación y el
ejercicio de autoridad, que la hace posible. Alguien durante
estos últimos años ha hecho creer a los padres, que la mejor
educación es la que no existe.
Me gustaría decir que ya pasaron aquellos tiempos en los que se
creía que había que dejar al niño a su suerte, para que se
desarrollara autónomamente, sin ningún tipo de intervención.
En todo esto ha tenido mucho que ver la izquierda
"progre" que ha dominado prácticamente toda la
pedagogía del pasado siglo acabando por arruinar la escuela con
sus despropósitos. Algunos de estos "progres" a la luz
de los resultado tan nefastos que estamos presenciando, han
comenzado a dar marcha atrás; aunque el mal está ya hecho y
habrá de pasar mucho tiempo para enmendar tanto desaguisado.
Quienes todavía parece, no haberse enterado son los propios
padres, a juzgar por la dejación de que vienen haciendo gala en
su deberes educativos. Tal vez continuen creyéndose las
patrañas de estos pedagogos iconoclastas y como ellos sigan
pensando que hay que ser omnitolerantes y omnipermisivos, dejando
que sea el niño quien se eduque a sí mismo
No creo revelar ningún secreto si digo, que es el principio de
autoridad el que está fallando en las escuelas y en las
familias; allí por que no dejan hacer uso de él y aquí porque
hay miedo a ejercerle. Todo menos pasar por padre autoritario, a
lo más amigo o hermano mayor. La crisis de autoridad en la
familia es alarmante, ella es un tipo de responsabilidad que
nadie parece dispuesto a asumir. El hijo que se ha dado cuenta de
la situación, se ha dicho. Muy bien. ¿Nadie quiere mandar? Lo
haré yo. Y ahí tenemos a la criaturita convertida en pequeño
déspota inmisericorde con padres y profesores. Porque vamos a
ver ¿ Quienes son los que mandan en las escuelas y en las
familias? Ésta entre otras es la triste consecuencia de la
"Pedagogía Negativa" que predica el no
intervencionismo, que aconseja dejar al niño que se desarrolle
espontáneamente. Nada de imposiciones, nada de disciplina.
Dejémosle sin dirección para que crezca sin complejos y sin
prejuicios. Dejémosle que sea el "salvaje perfecto".
Lo malo es, que lo del salvaje perfecto es una utopía, como lo
es la pretendida autosuficiencia del niño.
La realidad es bien distinta y no es otra, que la que nos hace
ver lo necesaria que es la educación, sobre todo en las edades
más tempranas.
La experiencia nos demuestra cada día que hemos nacido para ser
educados, a menos que renunciemos a ser hombres. Es un hecho que,
la educación va ligada a nuestra condición humana, que es una
tarea del hombre y para el hombre.
Tal como están las cosas, los padres debieran ser los primeros
de quitarse la venda de sus ojos y cuanto antes lo hagan mejor
para todos. No pueden seguir por más tiempo confundiendo
autoridad con autoritarismo despótico, disciplina con coerción,
comprensión con claudicación, tolerancia con omnipermisividad.
Los padres han de comenzar a comprender que se les ha tratado de
meter gato por liebre. Han de saber que no es cierto que
reprender al niño crea en ellos frustraciones y complejos, sino
más bien lo contrario, que son las correcciones oportunas las
que hacen de barreras protectoras, dando seguridad a su inestable
personalidad, al tiempo que le ponen a salvo de muchos peligros
que él no puede prever. Más aún, es el propio niño quien se
siente decepcionado cuando no recibe la corrección que él
espera, por parte de quien debiera hacerlo. Algún día estos
niño consentidos y caprichosos nos echarán en cara con toda la
razón del mundo, que les hemos dejado crecer sin los valores y
exigencias para afrontar una vida llena de riesgos y compromisos.
Los padres han de decidirse de una vez por todas a afrontar sin
miedos la difícil tarea de educar a sus hijos, conscientes que
la influencia que ellos no ejerzan, otros con menos garantías la
ejercerán.
Nadie pone en duda las dificultades que entraña hoy ser educador
o simplemente ser padre, en una cultura desprovista de
seguridades y de referencias. Son los tiempos en los que no
existe un claro modelo educativo; por supuesto que los padres han
dejado de ser espejo donde los hijos quieren mirarse, más bien
es a la inversa. Son los mayores los que tratan de imitar y
parecer ser joven, en un mundo donde quien no es joven no es
nadie.
Sucede que en los tiempos que vivimos, no se tienen muy claros
los ideales ni siquiera si merece la pena tenerlos, no se está
seguro que la educación de hoy pueda ser la que se necesitará
mañana. No se está seguro de nada , porque los tiempos que nos
están tocando vivir vienen marcados por la decepción y el
relativismo, por el pensamiento débil y la falta de seguridades
en todos los órdenes. Tiempos en los que cada cual trata de
apañárselas como puede. No, no es fácil ser educador y padre.
De lo que sí estamos seguros es de que los padres seguimos
queriendo a nuestros hijos y para ellos queremos lo mejor. Lo
cual no es poco. Ahora nos hace falta el coraje suficiente. Para
ir contracorriente, si es preciso, empeñándonos y
comprometiéndonos en esta tarea, que es la nuestra y que
nuestros hijos están necesitando con urgencia.
Derecho inalienable
A poco que reparemos, podremos darnos cuenta, cómo a lo largo de
la historia, han existido Estados que han pretendido arrogarse
para sí la prerrogativa de educar a todos los ciudadanos,
considerando que éstos eran propiedad suya. De esta forma
usurpaban el derecho a la educación que pertenece a los padres,
dado que ellos son los que han engendrado a sus hijos viniendo a
ser éstos como una prolongación suya. Son los padres pues, los
que tienen el derecho a educar a sus hijos.
El controlar y moldear las mentes a través de la educación, ha
constituido una tentación permanente de los Estados, porque con
ello pueden hacer realidad sus ideales políticos y sociales.
No resultaría difícil, recordar en nuestra reciente historia un
ramillete de manifestaciones de líderes políticos, que ponen
bien de manifiesto, una cierta intencionalidad política de la
educación. Recordemos entre otras la de Lenin cuando decía:
"Si tenemos la educación nos mantendremos en el
poder". Rodolfo Llopis proclamaba que la revolución habría
de ser obra de los educadores en las escuelas. Gramsci, marxista
italiano, pensaba que había que apoderarse de la escuela con el
fin de utilizarla como caldo de cultivo para llegar al poder. En
su momento, también el político socialista Javier Solana
manifestó que había que cambiar la escuela para cambiar la
sociedad
Es en el orden natural, donde vemos a la familia constituirse
como la primera escuela para el niño, siendo los padres los
educadores natos de sus hijos; de aquí que, sean ellos a quienes
se les reconozca tal derecho, lo que conlleva la capacidad de
poder elegir el tipo de educación que consideren más oportuna,
siempre dentro de las exigencias de la ley natural. Así lo
reconoce la Declaración Universal de Derechos Humanos de la
O.N.U. en su artículo 25, apartado 3, donde se dice: "Los
padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de
educación que habrá de darse a sus hijos".
La Constitución Española en su artículo 27, apartado 3, con su
calculada ambigüedad, reconoce la libertad de enseñanza y nos
habla de que los poderes públicos habrán de garantizar el
derecho que asiste a los padres, para que sus hijos reciban la
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.
La Iglesia por su parte, en el Documento del Concilio Vaticano II
"Gravissimum Educationis", Documento sobre la
educación, nos dice que el poder público debe procurar
distribuir los subsidios públicos de modo que los padres puedan
escoger con libertad absoluta según su propia conciencia las
escuelas para sus hijos. Más adelante sigue diciéndonos que
aplaude cordialmente a las autoridades y sociedades civiles que,
teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna y
favoreciendo la debida libertad religiosa, ayudan a las familias
para que pueda darse a sus hijos en todas las escuelas una
educación conforme a los principios morales y religiosos de las
familias.
Parece claro que los padres tienen el derecho, no sólo a educar
por sí mismos, sino a exigir al Estado que les ayude en esta
tarea y les facilite el tipo de educación que ellos libremente
elijan, de acuerdo con sus principios y convicciones morales y
religiosas.
La cuestión es de capital importancia, por eso hemos de comenzar
preguntándonos, si este derecho preferente de los padres frente
al Estado, está siendo respetado en España. Fundamentalmente de
lo que se trata es saber, si la educación hoy es verdaderamente
libre; es decir, si los padres pueden libremente elegir la
educación que quieren para sus hijos, o se tienen que conformar
con un tipo de Escuela que viene impuesta ya por el Estado.
Exigencias de la
libertad educativa.
El 15 de Marzo de 1.984, siendo Ministro de Educación D. José
Antonio Maravall se aprobaba la L.O.D.E ( Ley Orgánica del
Derecho a la Educación), por la que se rige nuestro actual
sistema educativo. Curiosamente un día antes de que el
Parlamento Europeo publicara la Resolución LUSTER, donde se dice
en su punto 10, que espera, que España respete los principios de
libertad de enseñanza, algo que no sentó nada bien por cierto
al Ministro socialista. En realidad lo que la L.O.D.E. establece
es la escuela única, común para todos, que responde al modelo
socialista de educación. Desde entonces en España la Escuela
Pública es única, común para todos, laica, aconfesional,
ideológicamente pluralista y gratuita, coexistiendo con la
Escuela privada, que dispone de sus propios idearios; pero el que
la quiera, se la tiene que pagar.
El problema de la financiación educativa ha sido y sigue siendo
una cuestión fundamental. De este modo las familias que disponen
de recursos podrán elegir el Centro que deseen para sus hijos,
eso sí, pagando por partida doble; pero no así la mayoría de
los españoles, que han de conformarse con el tipo de Escuela
impuesta, única, común para todos, quedando así quebrado el
principio de igualdad de oportunidades.
La Escuela Pública que tenemos, no responde a las exigencias de
pluralismo social, que se manifiestan en la sociedad, donde
existen diferentes concepciones de la enseñanza y de la
educación. Puede que el modelo educativo L.O.D.E., aprobado por
las Cortes en un momento en que el S.O.E. tenía mayoría
absoluta, satisfaga a algunos, pero no a todos. De aquí que a la
Escuela Pública haya que pedirle, una razonable pluralidad, en
consonancia con el pluralismo existente en la sociedad, porque si
no es así no podemos hablar de libertad de enseñanza.
Cuando el 15 de Marzo de 1.984 el Ministro socialista Sr.
Maravall, dirigiéndose al Congreso de los Diputados, pronunció
la famosa frase, proclamando que la L.O.D.E. era una ley
socialista y además una ley para todos, estaba diciendo algo que
es cierto. Es una ley para todos; pero por imposición y no por
libre aceptación, como lo había puesto de manifiesto la inmensa
manifestación en contra de esta ley, que tuvo lugar el día 17
de Diciembre de 1.983 por la Castellana, donde se gritaba en
contra de la L.O.D.E. y a favor de la libertad de enseñanza.
La Enseñanza Pública para ser libre ha de ser pluralista, lo
que quiere decir que ha de respetar las convicciones y creencias
religiosas de los padres y ello no es ninguna utopía, sino que
es totalmente realizable. Lo único que está haciendo falta, es
voluntad política de llevarla a cabo. Una Escuela Pública
monolítica, aunque sea ideológicamente pluralista, está
vulnerando el derecho que tienen los padres a elegir libremente
el modelo de educación , que los padres quieren para sus hijos;
aunque ésta sea de tipo confesional.
Con todo esto no estoy queriendo decir, que el tipo de Escuela
ideológicamente pluralista vigente por la ley, sea contra
derecho y haya que suprimirla; lo que quiero decir, es que no
debe ser excluyente, que debe coexistir con otros tipos de
educación.
Entre los modelos educativos posibles nos podemos encontrar:
a).- Con la Escuela única
b)- Con la Escuela pluralista
c).- Con la Escuela plural
En la primera sólo se admite una ideología, con exclusión de
las demás. En la segunda caben todas, o casi todas las
ideologías y en ella se pueden defender distintos códigos de
valores, incluso contrapuestos entre sí. Por fin en el modelo de
Escuela Plural es donde se pueden defender de forma confesional,
ideologías específicas, coexistiendo dichas ideologías en
escuelas diferentes, siendo esto el reflejo de una sociedad
plural, es decir, coexisten escuelas de diferentes signo:
confesionales, no confesionales, neutras, ideológicamente
pluralistas o con ideario definido, según las exigencias de la
sociedad, tal como es el modelo existente en Bélgica y en
Holanda. De este modo, al haber diferentes Escuelas Públicas,
son tomadas en consideración las diferentes opciones educativas.
Los padres pueden
exigir una educación catolica
Por lo que se refiere a los padres que desean que sus hijos sean
educados de acuerdo con los principios de la religión católica,
mayoritaria en España, lo que la Iglesia pide al Estado, es que
les dé la posibilidad de recibir la educación, de acuerdo con
sus creencias y convicciones religiosas, siendo así que tales
padres pueden legítimamente exigir que sean atendidas tales
demandas. No es suficiente con la clase de religión para
satisfacer esas exigencias. La clase de religión puede ser un
subterfugio para un problema que requeriría una solución más
profunda. Impartir la clase de religión una vez a la semana, o
dos, puede significar poco en la formación de un niño, cuando
en el Centro se ponen en práctica unos valores y se vive en una
atmósfera que nada, o muy poco, tienen que ver con el espíritu
religioso, cuando lo que allí se ven reflejadas son unas
actitudes y unos comportamientos, tanto de palabra como de obra,
que distan mucho de los principios y orientaciones cristianas. La
atmósfera de incredulidad, a veces incluso irrespetuosa, que se
respira en muchos Centros Públicos de Educación, es
desgraciadamente más frecuente de lo que fuera de desear. El
pretendido neutralismo de la Escuela Pública, prácticamente no
existe. La Escuela Laica a la que se intenta hacer pasar por
escuela neutralista, en realidad lo que mejor la define, es su
irreligiosidad.
No nos engañemos, frente a la religión hay dos posturas: la del
creyente que la acepta y la del no creyente que no la acepta. El
creyente tiene un tipo determinado de confesionalidad; pero bien
mirado; también la tiene el laico, más aún, éste en
ocasiones, manifiesta un tipo de confesionalidad bastante
intransigente e intolerante, por cierto. Nada por tanto de que el
laicismo sea igual a neutralismo, nada de que en España hay
libertad de enseñanza, porque si en realidad existiera; debieran
existir escuelas confesionales gratuitas.
Esto fue así con los socialistas y continua prácticamente lo
mismo con los populares; y uno se pregunta ¿ que piensan hoy los
parlamentarios populares, (con mayoría absoluta) quienes física
o espiritualmente se manifestaron aquel 17 de Diciembre de 1983
en contra de la L.O.D.E. y a favor de la libertad de enseñanza?
Angel Gutiérrez Sanz.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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