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Portada revista 55 Indice de Revistas Chateaubriand y McCarthy.

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

¿Y si España fuera, algún día, de mayoría musulmana?.

Para paliar el invierno demográfica que padecemos, y, a la vez, evitar en el futuro la persecución religiosa de los cristianos en Europa, debemos propiciar la emigración de cristianos.

Hace pocos meses, Donnie Lama, un seglar católico, fue expulsado de Arabia Saudí, tras pasar 18 meses en la cárcel. Donnie había sido detenido por la policía por llevar una fotografía de una celebración clandestina de la Palabra de Dios. Le acusaron de ser sacerdote. Fue interrogado y torturado, y querían obligarle a firmar una declaración reconociendo su culpabilidad en un asesinato, que, por supuesto, no había cometido. «Me salvó mi fe y la de las personas que rezaron por mí», dice Lama. Y es que Arabia Saudí, que tiene una población flotante de más de seis millones de personas -la mayoría de ellas de creencia cristiana-, no permite a los no musulmanes construir lugares de culto ni celebrar actos litúrgicos, ni en público ni en privado. No se pueden realizar actividades misionales, y un árabe musulmán que se convierte al catolicismo sabe que ese acto está señalado con la pena capital.

Desgraciadamente, es raro el día en el que no aparecen en los periódicos noticias de persecuciones de cristianos por parte de fundamentalistas musulmanes. Si no es en la India, es en Pakistán; o en Argelia. Recientemente, los cristianos han sido expulsados de Molucas, perseguidos en Egipto o abrasados en Timor. En todos aquellos países en donde los musulmanes son mayoría, aplastan inmisericordemente a las minorías cristianas. Y es que el Islam no sólo es una religión. Es mucho más. Quien se convierte al Islam, realiza no sólo un gesto religioso, sino también una elección política, social, cultural y jurídica. El fin último del Islam es una sociedad basada íntegramente sobre determinadas visiones políticas. Por eso, no hay espacio para otras creencias. No se concibe el derecho de profesar otra fe que no sea el Islam.

Y digo toda esta parrafada para comentar las declaraciones que realizó hace ya un tiempo el cardenal Biffi, arzobispo de Bolonia, solicitando que se prime en Italia la inmigración cristiana, con el fin de mantener la cohesión social. No es tema baladí. La envejecida Europa necesita en los próximos años de muchos millones de personas que puedan garantizar la productividad de las empresas. Y surgen muchas preguntas delicadas: ¿Qué pasaría si España o Europa fuera algún día de mayoría musulmana? ¿Tendríamos, los cristianos, los mismos derechos religiosos que disfrutan en la actualidad, y en nuestro entorno, los seguidores de Alá, o, por el contrario, nos veríamos relegados al «infierno» que soportan «nuestros hermanos en la fe» en los países de mayoría musulmana? ¿Deberíamos primar la inmigración cristiana que viene del Tercer Mundo, o, por el contrario, no hacer distingos de religión? O acaso, ¿no será también una oportunidad para dar a conocer a Jesucristo a los musulmanes? Todas estas preguntas tienen difícil respuesta, pero hay que comenzar a formularlas. No son escenarios virtuales o historias de ciencia -ficción. La Historia pasada, y el presente, nos facilitan muchos datos para contestar. Hay que agradecer al cardenal Biffi que haya agitado la caja de Pandora para que reflexionemos un poco a la luz del Evangelio. El debate está servido. ¿Quién coge el guante?

Alex Rosal.



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