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España entre religión civil y religión política
...Se trataría, pues, de dar una solución política al problema de las contradicciones de la postmodernidad. En vez de acudir a la ley natural con su obligada apertura a la ley divina y revelada, se opta por proseguir por el sendero tendencialmente totalitario de la "nueva religiosidad" en el cual, junto a manifestaciones de cerrazón sectaria, nos encontramos con manifestaciones opuestas "sincretistas" y "pluralistas" que a su vez culminan en el neototalitarismo de lo políticamente correcto...
La expresión religión civil
se remonta originariamente a Juan Jacobo Rousseau, Benjamin
Franklin y George Washington y ha sido, se diría, exhumada en
1967 por el sociólogo americano Robert Bellah, razón por la
cual ha penetrado en el lenguaje especializado de habla inglesa.
Él escribió: "Solamente pocos han entendido que hoy en
día existe en América, junto a las Iglesias y claramente
diferenciada de ellas, una acusada e, incluso institucional,
religión civil... Esta religión o, mejor, esta dimensión
religiosa es, a su manera, seria y honrada y su comprensión
exige la misma atención que la comprensión de cualquier otra
religión" (R. Bellah, "Civil Religion in
America", en Beyond Belief: Essays on Religion in a
Post-Traditional World, Harper & Row, Nueva
York-Evanston-Londres, 1970, pág. 168). Es verdad que el mismo
Bellah predijo ya en 1975 el inminente final de esta religión
civil, pero la experiencia histórica nos enseña que con esta
profecía ha cometido un error bastante evidente. Evidente
también en lo que se refiere a su mismo país, donde
secularización y secularismo, según los cuales el hombre es
suficiente por sí mismo y por lo tanto es su propio dios, han
sido, y todavía lo son, un terreno muy fértil para el
desarrollo de la religión civil.
Pasando a los contenidos doctrinales: "El punto de
partida de los partidarios de la religión civil es la
convicción de que hombres de distintas confesiones religiosas e
ideológicas pueden participar en pie de igualdad en un proceso
político que, en el absoluto respeto de la libertad de
conciencia, favorezca el progreso y el bienestar de la nación.
Con la sacralización de valores inmanentes, aunque a menudo
auténticos, la religión civil genera y favorece un
comportamiento civil íntegro y honrado y el desarrollo de
sentimientos ciertamente positivos y de alto valor ético, como
el amor de patria, la justicia, la solidaridad entre
compatriotas, el compromiso por el bien común, etc,. Actualmente
la religión civil se fundamenta cada vez más en una ética
post-confesional, demócrata-liberal, que considera a la
religión como un "asunto privado", estríctamente
separado de la vida pública y privada. Esta privatización de la
religión del ciudadano por Una parte, y la insistencia en su
capacidad de hacer política por otra parte, componen dos polos
de una relación de tensión dentro del Estado liberal, en el que
este ciudadano percibe sus propias obligaciones".
Y ya bajando a los ejemplos concretos: "La religión
civil se remonta en los Estados Unidos a los Pilgrim Fathers, los
"Padres Peregrinos", que en el siglo XVII colonizaron
los Estados hoy conocidos como New England, por reverencia al
país de origen de estos inmigrantes que habían abandonado su
patria para poder practicar líbremente su religión puritana, de
inspiración calvinista. Rasgos puritanos y calvinistas
caracterizan también la religión civil por ellos instaurada, la
"piedad civil", que convierte a los Estados Unidos en
una especie de "nuevo Israel", un pueblo elegido, cuyo
destino está guiado por una no bien precisada providencia. En
nombre de esta religión civil, el americano se dirige muy
frecuentemente a Dios, incluso en un contexto profano".
"Esta fe y religión civil se han desarrollado -otro
de los rasgos característicos de la situación americana- en
una sociedad en la que rige la más clara separación entre
religión y Estado, junto a la tolerancia religiosa garantizada
por la Constitución. Pero precisamente porque el Estado como tal
es absolutamente irreligioso, se ve en la obligación de
convertirse en melting pot, en crisol para ciudadanos de diversas
procedencias nacionales, y necesita una fuerza de convicción que
esté por encima de la simple legislación. Se sirve por lo tanto
de un simbolismo religioso y de actitudes religiosas para poder
ejercer una influencia sobre las conciencias de sus
ciudadanos".
"Una expresión palpable de la traducción a la
práctica de la religión civil en la vida diaria de los
americanos es la omnipresencia de la bandera nacional: se
encuentra en los museos, en las tiendas, en los restaurantes, en
los cines, etc., como símbolo de una identidad nacional que no
se limita a la posesión de un pasaporte con la leyenda United
States of America. Y saber que esta misma bandera está puesta
incluso en la luna es con toda seguridad la más grande conquista
de la religión civil americana". (Elisabeth Peter en, "Religione
civile e religione religiosa", actos del seminario
organizado por el CESNUR, Centro Estudios sobre lasNuevas
Religiones, en Turín el 14 de enero de 1992. Actos recogidos en
el libro: "Tra Leghe e nazionalismi",
editato por effedieffe, Milán, 1992).
Como puede desprenderse de la lectura de estos párrafos, son
evidentes las semejanzas entre el concepto de religión civil y
la "sacralización" de valores inmanentes como
democracia, constitución, libertad de expresión, etc., en
Europa, y en particular -con la excepción de los países
escandinavos- en España. No estoy seguro que entre nosotros se
pueda ya hablar líbremente de religión civil, pues para ello
falta el espacio abierto necesario para que la religión y la
cultura políticamente dominante, se encuentren, y puedan entrar
en un sistema de relaciones genuinamente bilaterales. Lo que sí
me temo es la formación de una "religión
política". Muchas señales inquietantes parecen abonar
el camino. Me refiero sobre todo a la absolutización que se hace
de términos como el diálogo y la paz social a toda costa -con
el expediente de evitar una nueva contienda nacional-, la
democracia como fin y no como un medio entre otros de organizar
la representación social, la constitución como "marco
de convivencia de todos los españoles" sometida a su
vez al principio soberano del juego democrático, esto es, a las
opiniones cambiantes del sufragio inducidas por las centrales del
poder, forman ese sistema cerrado que podríamos denominar como
triunfo de la ideología de lo "políticamente
correcto".
Si se ahonda bien en el fenómeno pueden observarse parecidos
-aunque más acertado sería decir "seudoparecidos"
en tanto que en una situación de confesionalidad católica,
además de los obligados deberes del Estado con respecto a la
verdadera religión, también existen obligaciones, en sus justos
límites, hacia las minorías religiosas- con una situación de
confesionalidad cuasi religiosa: el culto público a realidades
inmanentes como la constitución (Día de la Constitución), a
las elecciones generales (con toda la parafernalia mediática y
la "veneración" machaconamente reiterada a la
"voluntad popular"), la exclusión de toda
disidencia por parte de los católicos mediante ataques feroces y
continuos a sus valores e historia, o bien, a través de la
práctica totalitaria del silencio.
Incluso las distinciones clásicas entre la izquierda y la
derecha se disuelven en nombre de la política del consenso. La
asunción por parte del centro derecha de la ideología dominante
de izquierdas ha llevado a la paradoja de tener un electorado, al
menos todavía en parte, firme en algunos valores cristianos, que
apoya políticas ideológicas de izquierda. Todo, pues, queda en
casa. Y no cabe duda que esta situación tiene todos los visos de
convertirse en un nuevo totalitarismo, y por lo tanto, en "políticamente
religiosa".
Por otro lado podemos constatar el carácter gnóstico de la
religión política como respuesta al pluralismo doctrinal. Como
observa el sociólogo de las religiones y dirigente de Alianza
Católica de Italia Massimo Introvigne, hablando de "la
necesidad que tiene el hombre de poseer una "verdad"
que apuntale su vida y la profunda desazón de vivir en un mundo
de contradicciones": "Cuando en la sociedad
pluralista moderna se manifiestan contradicciones, los hombres
reaccionan de tres modos: primero, sienten la necesidad de
resolverlas; segundo, si no pueden resolverlas, optan por una
evasión, buscando refugio en el sectarismo; tercera, tratan de
dar una razón que haga compatible las contradicciones mediante
el "relativismo y el sincretismo". (Qué
es la masonería. El problema del origen y el origen del problema,
resumen del artículo publicado por el mismo autor en la revista
"CHRISTUS" año 4, Nr. 8, 2/1994)".
Se trataría, pues, de dar una solución política al problema de
las contradicciones de la postmodernidad. En vez de acudir a la
ley natural con su obligada apertura a la ley divina y revelada,
se opta por proseguir por el sendero tendencialmente totalitario
de la "nueva religiosidad" en el cual, junto a
manifestaciones de cerrazón sectaria, nos encontramos con
manifestaciones opuestas "sincretistas" y "pluralistas"
que a su vez culminan en el neototalitarismo de lo políticamente
correcto, y en documentos internacionales como la "Carta
de la Tierra" o la "Carta de los Derechos de
la UE" que recogen, sobre todo el primero teniendo el
segundo un cariz mucho más laicista -aunque a pesar de ello no
menos "sacro" en lo que a los valores
inmanentes se refiere-, proyectos, para con la excusa de vencer a
los fundamentalismos, fundar una "religión"
sincretista.
No sería de extrañar, pues, que como brazo temporal del nuevo
orden que se intenta imponer a nivel mundial, se sirvieran
también de los movimientos anti-sectas con su concepción
totalitaria de la intervención del Estado, mediante el
instrumento jurídico de las legislaciones extraordinarias, en el
fuero más íntimo de los ciudadanos como es el de la búsqueda
libre de coacciones de la Verdad. Con ello evidentemente no se
desea legitimar una falsa concepción de la libertad religiosa
que las iguale relativísticamente, sino alertar sobre el peligro
que supone poner en manos de unos Estados como los actuales un
instrumento de control de las conciencias -sirviéndose entre
otras cosas del absurdo pretexto de limitarse a juzgar los
comportamientos y no las ideas- que les permitiría dedidir cómo
se deberían vivirse las creencias y, por lo tanto, influir
indirectamente sobre las doctrinas. El Estado en la situación
actual de plurireligiosidad ha de limitarse a imponer el código
penal en los casos que sean necesarios, y no inmiscuirse
-mediante tribunales especiales- en la vida religiosa de sus
ciudadanos.
Muy distinta debe ser en cambio la actitud de los católicos
frente a los retos planteados por la proliferación de creencias
y movimientos religiosos -con la agravante añadida representada
por la difusión organizada, y bien financiada por países
foráneos, de esa actitud de cerrazón a la Verdad, que en parte
podría también encajar en el perfil "sectario"
de reacción a la modernidad, encarnada por el Islam-. Nuestra
arma debe ser la profundización de nuestra fe en todos sus
aspectos, incluido el social, para de esta forma confrontarnos
con las nuevas creencias y dar su verdadero sentido al ansia de
verdad que se cobija en los corazones de nuestros
contemporáneos. También considero de la máxima importancia la
colaboración de todos los movimientos (políticos, culturales o
de apostolado) fieles al Magisterio de la Iglesia, que aspiren a
defender y difundir los valores católicos. Manteniendo cada uno
su identidad e historia pueden crear una magnífica plataforma de
presión para, entre otras cosas, dar al traste con la idea de
muchos asesores políticos (sobre todo del Partido Popular),
según la cual el voto católico no existe o bien es exíguo y
sin importancia. Todo ello nos servirá además para dar el
verdadero significado a los valores temporales legítimos y, por
lo tanto, para luchar contra una sacralización indebida de los
mismos. Otro elemento que considero fundamental es la superación
del voto cautivo del "mal menor". En España,
prácticamente, ya no existe un partido con representación
parlamentaria que corresponda a tal definición -salvo que se
quiera considerar como mal menor la falta (al menos aparente) de
espíritu jacobino y la honradez personal de algunos dirigentes
del Partido Popular que empero nada quita a la substancia
tecnócrata y fuertemente anticristiana del mismo-. Es necesario
que se tengan en cuenta las opciones políticas auténticamente
cristianas, que a pesar de ser minoritarias, existen. Pienso en
movimientos políticos como la Comunión Tradicionalista
Carlista, admirable en su esfuerzo por inculturar su maravillosa
historia e identidad en la situación política actual. No hay
que desalentarse porque tales opciones no tengan posibilidades de
victoria rápida, sino que hay que ser conscientes de que la
instauración/restauración de la Cristiandad requiere plazos que
nosotros no podemos vislumbrar, pero que tenemos que acompañar
con una conducta coherente y no resignada.
Ya terminando recojo las excelentes consideraciones del profesor
Plinio Corrêa de Oliveira a propósito de nuestra actividad
apostólica actual con referencia al pasado y al futuro: "La
naturaleaza humana tiene sus constantes, que son invariables para
todos los tiempos y para todos los lugares. También los
principios básicos de la civilización cristiana son inmutables.
Por lo tanto, sin lugar a dudas, este nuevo orden de cosas, esta
nueva civilización cristiana será profundamente semejante, o
mejor idéntica a la antigua en sus líneas esenciales. Y será,
si Dios lo quiere, en el siglo XXI la misma que en el siglo XIII.
Pero por otra parte las condiciones técnicas y materiales de la
vida sufrieron profundas transformaciones, y no cabría
imaginarse nada de más inorgánico que abstraerse de estas
modificaciones. Sobre este punto específico es necesario no
hacer muchos planes. Los fundadores de la civilización cristiana
en el alto Medievo no tenían presente el siglo XIII así como
existió. Tenían sencillamente la intención genérica de hacer
un mundo católico. Por ello cada generación fue solucionando
con profundidad de visiones y sentido católico los problemas que
estaban a su alcance. Y por lo que se refería a los demás, no
se perdía en conjeturas. Hagamos como ellos. En líneas
generales, todo el armazón nos es conocido por la historia y por
el Magisterio de la Iglesia. Y respecto a los particulares,
avancemos paso a paso, sin planes puramente teóricos, elaborados
en despachos asépticos: "sufficit diei
malitia sua"". (Libertà
religiosa, "sette" e "diritto di
persecuzione", Giovanni Cantoni y M. Introvigne, págs. 47 y
48).
Ángel Espósito Correa
Para profundizar:
- Sobre los movimientos anti-sectas y su peligrosidad, ver la voz
del Diccionario del Pensamiento Fuerte "Movimientos y
campañas anti-sectas" (en español);
www.alleanzacattolica.org - Sobre el Islam y sus muchas
corrientes ver los artículos de esta misma revista números 51,
52, 53, respectivamente: "Consideraciones acerca del 11 de
septiembre" Ángel Espósito Correa; "El milenarismo
revolucionario de Osama Ben Laden" e "Islam,
fundamentalismo, terrorismo", ambos de Massimo Introvigne. -
Sobre el posible retorno en Estados Unidos a una "religión
civil" de tipo cristiano-conservador tras la crisis
provocada por la aparición del pensamiento utilitarista e
individualista en los siglos XIX y XX, ver el artículo de
Ignacio San Miguel "El combate en Estados Unidos", en
el número 54 de esta revista.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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