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Mujer, ¿trabajadora o esclava?.
Si la función de la mujer es tan importante para la sociedad. ¿Por qué tiene, sobre todo el pequeño empresario, que cargar en el "debe" de su empresa unos gastos que en buena lógica corresponden a la sociedad entera?
Basta entrar en Internet, y buscar en
español "mujer y trabajo" para encontrar más de
214.000 referencias sobra la mujer trabajadora. Informarse
aceptablemente cuando existe tanta información es tan difícil
como cuando no hay ninguna. Pasa como con las pastillas y jarabes
para la tos: hay tantas porque ninguna cura. En España la
legislación es bastante buena, otra cosa es que se cumpla. La
información es abundante en todos los medios de difusión, y la
Opinión Pública muy favorable. Sin embargo, la igualdad
prometida está muy lejos de alcanzarse. Esto significa que la
causa real no reside, hoy y aquí, en la legislación ni en la
información ¿ Dónde, entonces? Leamos, pero sobre todo,
observemos lo que pasa a nuestro alrededor, sin pasar a
considerar aquí la terrible situación de la mujer en el tercer
mundo.
Por una parte, comprobamos que en España, en general, en los
puestos de la Administración del Estado, Autonomías,
Ayuntamientos y similares la mujer es muy bien tratada y
considerada en todos sus derechos legales y sociales. Además es
corriente que no se trabaje por las tardes. Cuentan con la
ventaja de que los empleadores tiran "Con pólvora del
rey" . Vaya el negocio bien o mal todo el mundo cobra a
final de mes. Si falta dinero, se suben los impuestos y "San
se acabó". El puesto de trabajo está seguro, tanto para
los buenos trabajadores como para los ineptos.
La empresa privada es otro mundo. En esta es el empresario quien
arriesga su dinerito, el suyo propio, no el de los demás. Si
gana, se cobra; si nó, nó. En un momento en que la
globalización impone la flexibilización del empleo y de las
relaciones laborales, la lógica predominante está basada
fundamentalmente en la productividad. Las necesidades y derechos
de las y los trabajadores como personas no cuentan, o pasan a
segundo plano; olvidando, estúpidamente, que lo principal de
cualquier empresa son sus empleados. En esta " lógica
", la mujer tiene otros inconvenientes añadidos: Los
embarazos y la crianza son una de las causa principales para ser
discriminadas. Un embarazo la puede apartar de su puesta de
trabajo durante meses, creando serios conflictos en la empresa.
Unas veces, es difícil encontrar a una sustituta por las
características del puesto, y además, conlleva gastos extras
difíciles de soportar para los empresarios. Por otra parte, se
olvida con demasiada frecuencia que las mujeres raramente tienen
más de uno o dos hijos a lo largo de su vida laboral, por lo que
las ausencias por este motivo no son mayores que la de los
hombres, que nos ponemos más veces "malitos" cada
año.
En los trabajos donde se requiere esfuerzo físico, también las
mujeres están en desventaja, pero ¿cuántos trabajos exigen hoy
esos esfuerzos?. Se da por supuesta, la necedad de que
"todas" las mujeres deben cobrar menos que los hombres
porque rinden menos ; pero ¿cuántos hombres rinden menos que
las mujeres y, sin embargo, cobran todos lo mismo por igual
trabajo? En compensación, las mujeres están dotadas de una
notable intuición para las personas, de un trato más delicado y
paciente con el cliente, de menor agresividad que los hombres,
son más constantes, más responsables, y se dan cuenta enseguida
de ese conjunto de pequeños detalles, aparentemente sin
importancia, que hacen la vida agradable a quienes las rodean.
También faltan menos al trabajo que los hombres, y van muchas
veces menos al lavabo o a tomar un cafelito al bar de al lado.
Además, en la Universidad y en las oposiciones, están
demostrando que obtienen mejores notas y son más inteligentes
que los hombres.
El empresario, que es un trabajador más, también ha de luchar
con Hacienda, con la competencia, sindicatos, empleados, leyes
innumerables y deudas sin cobrar. Sobre todo, los pequeños y
medianos, que son más del 90% están muy quemados, y no menos
discriminados que las mujeres. Frecuentemente, trabajan diez o
doce horas diarias. Cuando tienen una, dos o tres empleadas, la
falta de una de ellas puede hacer chirriar el negocio. No, no es
fácil para el pequeño empresario la vida.
A estas alturas, todos sabemos, aunque no siempre reconozcamos,
el enorme esfuerzo que está haciendo la mujer para poder atender
con dignidad a su hogar y al trabajo. En el trabajo cumple igual
o mejor que el hombre. En el hogar, las mujeres siguen trabajando
siete veces más que sus parejas, tres veces más que sus hijas y
hasta 10 veces más que los vástagos, lo que no aventura grandes
cambios en un futuro inmediato. En el hogar, el hombre racanea y
escurre el bulto de forma indecente ; unas veces por la fuerza de
la costumbre; otras, porque la mujer, reina de la casa, no tolera
que nadie meta las narices en su campo. Afortunadamente, en las
parejas jóvenes, la igualdad se está imponiendo aceleradamente,
tanto por la mayor formación de ambos como por las necesidades
de los tiempos.
En la fábrica, en el comercio lo que realmente importa es quien
resuelve los problemas, lo demás son estupideces y ganas de
marear la perdiz Los empresarios inteligentes pagan más al que
trabaja mejor, sea hombre o mujer. Los patrones mezquinos se
aprovechan de la inercia de todo cambio para intentar justificar
el menor sueldo del que parezca más débil. Eso se llama, sin
paliativos, robo.
Las diferentes administraciones y gobiernos tienen aún algunas
funciones básicas que cumplir : Primero, hacer que se cumplan
las leyes vigentes; segundo legislar para acelerar las
integraciones y para evitar tantos despidos injustos por motivos
de sexo. Reconozcamos que los sindicatos están empezando a tener
bastante éxito en esta lucha.
A la mujer trabajadora, en el momento del embarazo, de la crianza
o cuando los hijos son de corta edad, se le presenta un problema
grave y de difícil solución: Como atender al hogar y al trabajo
simultáneamente, sin que la expulsen de este. La existencia de
guarderías, de abuelas o familiares pueden ser soluciones; pero
ni hay guardería suficientes, ni todo el mundo tiene abuelas o
familiares o reside en la misma población que estas.
Por otra parte, el problema de la mujer trabajadora desborda el
ámbito personal y del trabajo para convertirse en un grave
problema social y familiar. Si no hay niños, no habrá sociedad
ni buena ni mala; la familia estará coja. Si hay niños, hay que
criarlos y educarlos, y en esta tarea el amor de los padres no
admite sustituciones. El corazón de la familia es la mujer, la
madre, la esposa, y si este corazón no está un tiempo
suficiente en el hogar, la familia - el primer elemento de la
sociedad- se irá al garete, y con ella, la sociedad. Ya se está
yendo.
Si la función de la mujer es tan importante para la sociedad.
¿Por qué tiene, sobre todo el pequeño empresario, que cargar
en el "debe" de su empresa unos gastos que en buena
lógica corresponden a la sociedad entera? El patrón ya tiene
suficiente con mirar por un negocio en el que, si las ganancias
no existen o se tambalean, puede mandar a la calle a todos sus
trabajadores y a él mismo. Pero el patrón, si ve algo más
allá de la punta de sus narices, debe darse cuenta que seguir
discriminando a las mujeres es como escupir al cielo, antes o
después la saliva le caerá en la cara.
Hasta ahora, todas las leyes y buenas intenciones no han
convencido a los empresarios- que son a los que hay que
convencer- para contratar a hombres y mujeres en igualdad de
condiciones. Si se subvenciona al aceite, al trigo, a las vacas y
corderos, y a un sinfín más de actividades ¿ Por qué no
podríamos subvencionar a las mujeres y/o a los empresarios
cuando concurran circunstancias especiales? Esta solución
requeriría elevados gastos, pero ¿ Cuántos nos costará no
gastarlos? ¿Cuánto nos está costando? Y ¿Cuáles son los
daños personales, familiares y sociales que están produciendo?
Alejo Fernández Pérez ( alejo_fp@terra.es )
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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