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Una acción filantrópica de la masonería; la Cruz Roja.
La Cruz Roja, una obra filantrópica de inspiración masónica, pretende sustituir la caridad cristiana por un humanitarismo sentimental. (*)
En la historia nada es del todo blanco o
negro. Entre los temas más seductores y morbosos, más rodeados
de misterio, está la masonería, de cuya trayectoria general no
nos ocuparemos aquí.
Dicen que el diablo es más fuerte cuanto menos se menciona. Algo
así pasa con esta sociedad secreta, o discreta si prefieren. De
ella no se habla salvo para reparar, si se está iniciado en la
simbología, en su rico folklore particular, y ella misma gusta
de ocultarse con humildad. Así es posible pasar capítulos
enteros de libros de historia en la que no se la menciona, pese a
proporcionar, por ejemplo, la mitad justa del gobierno y el
parlamento en la II República. Ocurre, a la inversa, que se la
ha demonizado de un modo un tanto infantil a veces, por parte de
sectores católicos y reaccionarios. En algún caso, la fuente
principal es un doble agente francés, Leo Taxil, que después de
ordeñar a ambos campos en liza se dedicó a escribil folletones
en los que las misas negras y la obscenidad garantizaban la
comercialidad de su descripción de las tenidas masónicas. Los
excesos de tintas negras pueden a veces resultar
contraproducentes porque ridiculizan luego la crítica más
racionalizada.
Nada más lejos de mi voluntad que defender a esa poderosa
institución, ni a sus tentáculos cuyos miembros a veces
desconocen la identidad de la cabeza del pulpo. Pero sí hay que
hacer honor a la verdad, y eso nos obliga hoy a señalar algunas
realizaciones de la filantropía masónica, que quiso desplazar a
los valores cristianos, y no cabe duda que con algún éxito.
Cabría señalar varios. Así por ejemplo en carácter el
carácter filantrópico, "iniciático", ecumenista
"avant la lettre", imperial-británico del movimiento
scout, -incluso un original saludo con dos dedos en la frente-,
con el que el coronel Baden Pawell obtuvo la bendición de la
corona inglesa para universalizar un experimento juvenil durante
el sitio de Lady Smith a cargo de los boer. Lo inofensivo y
educativo de ese movimiento, que ha tenido rama católica
también, hizo que hasta el general Primo de Rivera apuntase a
sus hijos.
Organizaciones tentaculares, como el Club de los Leones y el club
Rotario, que suelen servir de caja de reclutas y en los cuales
muchos miembros jamás se perciben como masones, recaudan, con un
porcentaje sobre sus cenas y otras actividades, dinero, con el
que, por ejemplo la vacuna de la polio ha de erradicar esa
enfermedad.
El olimpismo es en sí mismo un ideal repaganizante masónico. De
hecho las olimpiadas griegas originales se prolongaron durante el
Imperio Romano, hasta que Teodosio oficializó el cristianismo.
No se asusten pero la filantropía masónica del marqués de
Coubertín dio para mucho. Naturalmente no se obtiene una tregua
total entre todas las polis cada año olímpico, pero el culto al
cuerpo, y el fuego sagrado, no es la única vez que la referencia
helénica se usa para contender con la cristiana, pretendían
esos valores de universalismo de sustitución. El saludo solar, o
romano o como queramos llamarlo, no era usado por fascista, si no
con la referencia pagano-clásica, en el cartel de la Olimpiada
de París, justo vísperas de la toma del poder italiano por el
Duce. Hoy en día las instituciones mundiales deportivas más
poderosas siguen dirigidas por "hijos de la Luz".
Otro rico filántropo que nos interesa hoy más es Henry Dunant.
Su pertenencia a una logia no está probada, aunque el Boletín
Oficial del Supremo Consejo del Grado 33 lo incluya entre los
masones que tuvieron el premio Nobel, casi todos de la Paz. Es
uso en medios masónicos autoasignarse a personalidades del
pasado prestigiosas, a veces con excesiva generosidad. La
cuestión es que la Cruz Roja, nacida cuando este suizo vio la
hecatombe de la batalla de Solferino, e ideó la Convención de
Ginebra, a la que aquella está asociada, formó su primer
gobierno con el "Comité de los Cinco", cuyos otros
cuatro miembros, Gustave Moyier, el general Dufour, y los
médicos Appia y Maunoir, sí que lo eran con toda certeza.
Pertenecían a la "Sociedad Ginebrina de Utilidad
Pública", de la masonería suiza. La bandera de la Cruz
Roja no procede de la Cruz cristiana, como torpemente han
interpretado musulmanes y judíos para constituir en el s. XX la
"Media Luna Roja" y la "Estrella de David
Roja", ni tampoco de la Cruz de Malta, generosamente
sanitaria y hospitalaria también,. Si no de la inversión de los
colores de la bandera suiza. No creo provenga tampoco de la
"rosacruz". La patria de Dunant era además, un estado
tradicionalmente neutral desde hacía siglos.
Moyiner era un socialista utópico, de raíz roussoniana. No es
casualidad el papel de la Ginebra de Rousseau, y antes de
Calvino; el mal no está en el hombre, si no en la sociedad.
Éste es el organizador nato, complemento adecuado al idealismo
estricto de Dunant. El primer presidente del Comité fue el
general Dufour, Dunant sería el secretario.
El jesuita y director del "Centro de Estudios Históricos de
la Masonería Española", Ferrer Benimelli, considerado
filomasón por su oponente Ricardo de la Cierva, señala que las
instituciones fundadas por masones, -Cruz Roja, Olimpiadas,
Scout, Conferencia de la Haya, ONU, Unicef etc. tienen por
ideario "el mismo en el que está basado la masonería
universal, es decir, la fraternidad de los pueblos por encima de
las razas, naciones y creencias religiosas, el pacifismo...los
Derechos del Hombre...y el arbitraje internacional..."
A partir de 1921, la Cruz Roja y la Media Luna Roja sistematizan
sus bases filosóficas; que se conocen como "Principios
Fundamentales". Los 7 principios coinciden punto por punto
con los enunciados masónicos tradicionales, como ha estudiado
Carles Clement.
En España, el aspecto filantrópico, tradicional campo de
interés de las damas, sirvió de trampolín para que la
masonería, tradicionalmente machista, se abriese a mujeres, como
Rosario Acuña y Concepción Arenal. Ésta dirigió la primera
revista de la C.R.; "La Voz de la Caridad", cuya
cabecera adolece una resonancia católica. Además de interesarse
en la reforma penitenciaria, se ocupó también de la
emancipación de la mujer. A la vez, 1872, escribía en "Las
Hijas del Sol", la revista masónica femenina.
En España, la C. R: original se confunde, en 1864, con la Orden
Hospitalaria de S. Juan de Jerusalén. Los caballeros de Malta
son de indiscutible raigambre católica, pero un sector
disidente, importante en esos años, mantuvo conexiones con los
"Caballeros Teutónicos" de Alemanía y, luego con la
masonería. Las vanidades del aristocratismo pueden a veces
contaminar el ideal de la caballería.
Hoy el Comité Internacional de la Cruz Roja está gobernado por
25 miembros, sólo suizos, muchas veces vinculados a la eficaz
banca suiza, y elegidos por cooptación, una estructura tan
discreta como no del todo democrática. Los miembros cesantes
pasan a otras organizaciones afines. Así en 1988, el comunicado
1571 del CICR indicaba que el cesante Jacques Moreillon pasaba a
Secretario general del Movimiento Scout.
Vaya todo lo anterior, que en nada empaña la abnegada entrega
durante siglo y medio de voluntarios, cooperantes, sanitarios,
soldados camilleros, como Gandhi en Sudáfrica, etc., a
enriquecer la perspectiva con que a veces se percibe, esta
poderosa sociedad, nunca del todo bien conocida, que es la
masonería.
Francisco D. de Otazu
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Para saber más "Historia y Vida" artículos sobre la
CR en los números. 31,110,202,252 y 325.
* "Por voluntad del Papa
Clemente, alrededor del 1600, Camilo de Lellis, con los suyos, se
aventura hasta los tremendos campos de batalla para recoger
heridos y moribundos. En el siglo pasado un filántropo suizo,
Henri Dunant, tuvo la idea de fundar la Cruz Roja precisamente
después de haber visto en los campos de batalla de Solferino,
Pastrengo y Custoza, aquellos soldados de Cristo identificados
con una gran cruz roja, entre los lamentos y los llantos de los
moribundos. Donde nace la filantropía moderna, celebrada y
exaltada, la caridad ya estaba presente desde hacía siglos.
Camilo no fue un filántropo. En su testamento explica que un
amor tan grande no puede nacer de una elección filosófica; es
posible sólo para un hombre que ha sido muy amado, que ha tenido
una gran gracia, al que mucho le ha sido perdonado".
Antonio Socci, 30 Giorni Nº 7, julio de 1990, pág. 75..
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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