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Las prácticas homosexuales.
Para mostrar la verdad sobre la homosexualidad puede que el artículo sea muy explícito en la descripción fisiológica, pedimos disculpas por anticipado, de los "actos homosexuales" en sus practicas más comunes según las estadísticas de un estudio hecho por investigadores homosexuales.
Pienso que ha llegado el momento de
tratar el tema de la homosexualidad y más específicamente las "prácticas"
o los "actos" homosexuales en forma franca,
directa, sin ambigüedades y eufemismos. Pues, hay un esfuerzo
creciente (que se está ahora extendido a través de los medios
de comunicación y la cultura) de presentar "esas
prácticas" como si fueran una expresión éticamente
neutral e incluso éticamente loable y valiosa para el expresar
el amor humano; y eso es algo que considero falso y desviado.
Esos actos homosexuales son un desorden profundo, y es equivocado
el negarse a reconocerlos y a señalarlos como tales.
La situación ya sería bastante penosa si los homosexuales
decidieran mantener sus practicas con discreción y en privado,
pero desafortunadamente la tendencia actual es la de declarar su "orgullo
gay" y manifestar abiertamente su homosexualidad en un
afán no sólo de imponer una aceptación sino incluso de
exigirla a todos los demás.
Para agravar más todavía esta imposición y exigencia se
pretende justificarla ideológicamente e incluso legalmente con
variados argumentos apelando a los derechos humanos, a la "no"
discriminación, a la naturaleza, y a la genética, entre muchos
otros.
Un ejemplo de esta justificación ideológica lo vemos en Rebecca
J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y
redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, donde señala
que los géneros masculino y femenino, serían una "construcción
de la realidad social" que deberían ser abolidos.
Increíblemente, en ese documento ella afirma que "los
sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se
debería hablar de hombre y mujer, sino de "mujeres
heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales,
hombres homosexuales y bisexuales".
La "libertad" que quieren los propulsores de
esa ideología de "género" para afirmar la
existencia de cinco sexos, contrasta con todas las pruebas
científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones
desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer,
no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté
en el medio.
Para pensar con precisión y cuidadosamente sobre este asunto
necesitamos ser muy explícitos y muy gráficos, por lo que pido
disculpas, pues el hacerlo me obliga desafortunadamente a caer en
el terreno de lo indecente, de lo vulgar y hasta de lo
patológico.
Vamos a ver: ¿cómo puede llamarse opción sexual a algo que
consiste en introducir a alguien de su mismo sexo un pene por el
ano o un plástico por la vagina? ¿Es eso algo normal o sano?
No reparen en la dureza de las palabras, lo duro no son las
palabras, sino la realidad que se oculta bajo eufemismos como "libertad
de opción sexual" o "tercer sexo".
Y la realidad que oculta es lo que acabamos de describir... como
todo el mundo sabe, aunque a menudo no se exprese.
Y de ella se deriva toda la estética homosexual que nos entra
por los ojos, y que tanto repele, chirría, a tantos hombres y
mujeres, incluidos muchos de los que apoyan el reconocimiento de
las parejas homosexuales.
Analicemos por un momento los "actos homosexuales" en
sus practicas más comunes según las estadísticas de un estudio
hecho por investigadores homosexuales:
- 93% informaron mantener relaciones sexuales anales
- 92% informaron mantener relaciones sexuales orales y anales
- 17% informaron restregar sus cuerpos con las heces de su
compañero y hasta ingerirlas
- 29% informaron orinar dentro de sus compañeros
- 37% informaron prácticas sadomasoquistas
- 42% informaron realizar "fisting", insertar
la mano o el brazo por el recto del compañero
- 12% informaron usar enemas por placer
- 15% informaron mantener sexo con animales
A esto debemos añadir el alto nivel de promiscuidad entre los
homosexuales que según un estudio hecho en los EE.UU por los
Centros para el Control de Enfermedades (Centers for Disease
Control), señalaba que un 50% de los varones homosexuales
habían tenido más de 500 compañeros sexuales diferentes, y
según el estudio anterior ya mencionado el 73% de los varones
homosexuales adultos mantuvieron relaciones sexuales con
muchachos de 19 años o menores.
En general, los varones homosexuales desean insertar sus penes
por el ano y el recto de otros varones, o que otros varones
inserten sus penes en su propio ano y recto.
El ano está diseñado para la defecación, es decir, la salida
de excrementos, es un orificio de salida y no de entrada y no un
órgano para el sexo. El excremento es un derivado neutro y
natural de los animales y de la vida biológica humana que es
ética y estéticamente aceptable siempre que se disponga de él
de una forma apropiada.
La práctica del "acto homosexual" es
inherentemente "antinatural, antihigiénico, sucio,
asqueroso y repugnante", en el sentido escatológico,
ético, estético, médico, y psicológico de esos adjetivos y
términos. (Es interesantemente notar que las prácticas de las
mujeres homosexuales o lesbianas se las haya visto comúnmente
con una luz más favorable que las relaciones de los varones
homosexuales).
EL RECTO "NO" ESTA DISEÑADO -por Dios, si usted es un
creyente, o por la naturaleza, si usted es un evolucionista no
creyente; elija su posición- PARA SER UN ORGANO SEXUAL. El sexo
anal contamina el pene con excremento y el canal rectal con
semen. El recto no tiene lubricación natural conectada al sexo,
como es el caso de la vagina. Los tejidos rectales se rasgan
fácilmente y se dañan con cicatrices, por eso la transmisión
de enfermedades venéreas ocurre más frecuentemente en el sexo
anal que en el sexo natural de pene y vagina. La transmisión del
SIDA en heterosexuales, por ejemplo, es menos frecuente que en
las relaciones anales homosexuales. De hecho, si no fuera por
esta razón y por la promiscuidad de los homosexuales y
bisexuales varones, el mal del SIDA no estaría tan extendido hoy
en el mundo.
EN CAMBIO EL PENE Y LA VAGINA "SI" ESTAN DISEÑADOS
-por Dios, si usted es un creyente, o por la naturaleza, si usted
es un evolucionista no creyente; elija su posición- EL UNO PARA
EL OTRO. Todo hombre que desea insertar su pene en la vagina de
su esposa, o toda mujer que desea tener el pene de su marido
inserto en su vagina, no desea algo que es inherentemente o
estéticamente repugnante o éticamente extraviado. Al contrario,
esos deseos y ese acto heterosexual es inherentemente "natural,
bueno, excelso y sublime", en el sentido escatológico,
ético, estético, médico, y psicológico de esos adjetivos y
términos. El pene y la vagina están diseñados (por el numero
uno de los sexólogos que es Dios o por la naturaleza si usted no
es creyente) para acomodar y dar la bienvenida el uno al otro.
Por eso, cuando la mujer y el hombre se preparan a expresar su
amor y se excitan sexualmente ocurren diversos cambios favorables
en la vagina y el pene
Cada experiencia de amor, debería ser una regocijante explosión
celestial de energía y creatividad. Debería tener una
dimensión mística y sagrada, pues es la unión íntima entre el
marido y la esposa para disfrutar del amor conyugal que Dios
(como el más grande sexólogo) originalmente diseñó.
Ese amor debería ser lo más valioso y sagrado en la vida. Sin
embargo, cuando el amor sexual se experimenta de forma inmadura o
equivocada nos degrada y produce trágicos resultados.
Por lo tanto, en la búsqueda de nuestra felicidad necesitamos
establecer un principio imprescindible: Las relaciones sexuales,
como la expresión de un amor verdadero y eterno, deben de
realizarse única y exclusivamente dentro del matrimonio; y el
matrimonio es inherentemente y necesariamente una relación entre
un hombre y una mujer. Ninguna otra relación puede constituir un
verdadero matrimonio.
Ninguna relación
homosexual puede constituir un matrimonio.
El matrimonio absolutamente "no" se basa en
una noción subjetiva, personal o relativa de "lo que me
gusta a mi" o "lo que me hace sentirme bien a
mí" o "mi comprensión del amor" o "este
amor es muy especial para mí", o "yo quiero
tener una relación exclusiva con esa persona", u otras
muchas expresiones similares que se dan en este tiempo en un
intento por justificar el desorden o la desviación.
El matrimonio es una institución protegida legalmente porque
regula la íntima relación de amor entre un hombre y una mujer
que debido a la naturaleza humana perfecciona a los cónyuges y
beneficia a la sociedad entera. No se trata por tanto de su "opción
sexual" sino del seguimiento de las reglas de la
naturaleza humana en la búsqueda de la felicidad a la que
tendemos todos los seres humanos.
No puede darse por tanto un "matrimonio"
homosexual, las relaciones homosexuales son "siempre"
doblemente desviadas: son fornicación, y al mismo tiempo
los participantes están involucrados en una relación sexual
antinatural, que es en si misma equivocada.
No está claro de donde provienen las tendencias y los impulsos
de la homosexualidad.
Pero actualmente hay un esfuerzo manifiesto y muy extendido entre
los homosexuales de exigir que se acepten esas proclividades y
orientaciones como algo innato, porque posiblemente sean
genéticamente determinadas. No sé si esas aseveraciones o
demandas son verdad o no, pero aunque fuesen ciertas eso "no"
es razón o prueba para determinar que las prácticas
homosexuales son éticamente aceptables o buenas.
Sabemos que algunas personas, por naturaleza o genética, tienen
propensiones hacia alcoholismo o hacía la violación o el
homicidio, pero esto no hace del alcoholismo o de la violación o
del homicidio algo éticamente aceptable.
Lo mismo ocurre con la homosexualidad. También sabemos que los
niños nacen con muchas proclividades e impulsos que tienen que
ser suprimidos o redirigidos y educados.
Personalmente estoy bastante inclinado a pensar (y hay varios
estudios sobre este enfoque) que la homosexualidad y los impulsos
homosexuales aparecen, además de los reconocidos factores
físicos, genéticos, afectivos o psicológicos, por fuerzas y
factores espirituales (influencias espirituales). Por eso la
conocida expresión: "me siento como una mujer atrapada
en el cuerpo de un hombre" y viceversa.
Pero ese sería un tema a tratar por separado.
Tampoco quiero apelar a la autoridad de las escrituras de la
Biblia como una fuente de juicio o condena de las prácticas
homosexuales, aunque de hecho la Biblia "si"
condena esas prácticas con términos muy duros calificándolas
de "abominación". La Biblia reconoce que esas
"prácticas" son malas, y como ya hemos dicho,
no es sólo porque esté escrito en la Biblia la razón y la
causa del por qué "esas practicas" están
equivocadas.
Normalmente los homosexuales reaccionan muy fuerte en contra del
planteamiento "odiar el pecado pero amar al
pecador" cuando se les aplica a ellos.
No quieren aceptar que sus "practicas" son
algo desviado.
Trabajan arduamente en conseguir que la homosexualidad no se
perciba como una "patología sexual", y hacen
muy bien en exigir no ser discriminados por su condición y la
sociedad debería dar un paso más ofreciéndoles los medios y
las herramientas de ayuda para superar su patología sexual.
Pero de ahí a tratar de convertir en "normal"
lo que es una patología, hay un abismo. Algo así como si
pusiéramos a un atleta de las paraolimpiadas a competir en las
olimpiadas.
Es necesario exponer el mal, los vicios y el pecado, pero siempre
y sin excepción necesitamos respetar y amar incondicionalmente a
la persona que comete esos actos, es decir, aborrecer los vicios,
no las personas.
Pero "no pueden" esperar, de personas que
desean mantener una posición ética y un discernimiento claro,
que amemos sus "prácticas" homosexuales, de
la misma forma que un asesino o un violador o un ladrón no puede
esperar que le amemos por ser asesino, violador o ladrón;
necesariamente tenemos que discernir, separar y rechazar el
aspecto de asesino, violador o ladrón del aspecto original y
verdadero de la persona para poder amar ese aspecto original y
verdadero.
La única forma en que ética y genuinamente podemos amar a los
homosexuales es si pasamos por alto sus "practicas"
homosexuales, o los tratamos de la misma forma como Jesucristo
trató y amó a la mujer sorprendida en adulterio.
Pero por mucho que nos esforcemos en desarrollar una actitud de
tolerancia, de no querer juzgar y mucho menos de condenar, eso no
significa que tenemos que tener que aceptar unas "practicas"
que consideramos desviadas y que se nos imponga o exija (incluso
con leyes) su aceptación como pretenden ahora muchas
organizaciones de homosexuales.
Miguel Calvis.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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