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El gnosticismo .
Un grupo de corrientes filosófico-religiosas antiguos, que nunca desaparecio pero que renace, con los mismos fundamentos, desarrollándose en movimientos religiosos heterodoxos, y en movimientos políticos y "culturales", como la masonería y el "new age".
El gnosticismo en la antigüedad
Con la palabra "gnosticismo" se designa un
grupo de corrientes filosófico-religiosas de la antigüedad, que
tuvieron su máxima difusión en los siglos II y III de la era
cristiana en los mayores centros culturales del área
mediterránea, como Roma y Alejandría de Egipto.
En algunos casos se trata de escuelas fundadas por personajes de
renombre, como Basílides, Marcione o Valentín -todos vivieron
en el II siglo-, en otros casos de grupos de los cuales se
desconocen sus fundadores y cuyas denominaciones derivan de
elementos doctrinales: por ejemplo, los ofitas atribuyen un papel
importante a la serpiente, en griego ofis; los cainitas se
remiten a Caín, etc.
Hasta el hallazgo en 1945 en Nag Hammadi, en el Alto Egipto, de
una entera biblioteca gnóstica, los estudiosos disponían de
pocos textos originales e integrales, hallados en el transcurso
del tiempo, y las fuentes para el estudio de las teorías
gnósticas las constituían sobre todo las descripciones y las
citas contenidas en las refutaciones de autores cristianos, que
escribían en defensa de la ortodoxia, como san Ireneo, obispo de
Lyon (II siglo) en la obra Denuncia y refutación de la
seudo-gnosis.
En los primeros siglos el cristianismo se ve amenazado por el
gnosticismo tanto desde el exterior, por movimientos que se
plantean como alternativa declarada contra él, como desde el
interior, por grupos que trataban de infiltrarse en los ambientes
cristianos remitiéndose a veces a escritos, como los evangelios
apócrifos -o sea no reconocidos por la Iglesia como inspirados-,
estimados con mayor autoridad que los canónicos: éstos
recojerían solamente las enseñanzas de Jesús destinadas a las
masas y tendrían un carácter exotérico, mientras que otros
textos como La Sofía de Jesucristo o el Apócrifo
de Juan contendrían una doctrina revelada por Jesús
solamente a algunos apóstoles o a discípulos y destinada a
pocos adeptos.
Dualismo radical
Un carácter fundamental del gnosticismo es el dualismo radical.
También en la tradición bíblica hay un dualismo entre Dios
creador por una parte y el hombre y el universo por otra, pero
tanto la creatura como el creado corresponden a un proyecto
divino y éste les confiere su dignidad: el hombre es hecho a
imagen y semejanza de Dios, y la creación lleva el sello del
creador. Para el gnosticismo, al contrario, hay una diferencia
abismal entre Dios y la realidad material: el espíritu es
substancialmente ajeno al universo y la relación con el mundo
material no puede contribuir de ninguna manera a la elevación
espiritual del hombre.
Los especialistas distinguen dos tipos principales de dualismo
gnóstico: el tipo iránico admite la contraposición de dos
principios en lucha entre ellos y considera al mundo material
como al dominio de una potencia negativa, mientras la
especulación siriaco-egipcia -según el historiador de las
religiones y filósofo Hans Jonas (1903-1993) -"[...]
remite la idea misma de dualismo, y su posterior situación del
divino en el sistema de la creación, a la única e indivisible
fuente del ser, mediante una genealogía de estados divinos
personificados que evolucionan el uno del otro y describen el
oscurecimiento progresivo de la Luz originaria en categorías de
culpa, error y fracaso. Esta interna "involución"
divina desemboca en la decadencia completa de la alienación de
sí mismos representada por este mundo".
Otra característica de muchos sistemas gnósticos es la
descripción mitológica de los pasajes intermedios.
Tanto si admiten un proceso de degeneración, con la aparición
de un estado inferior, como la creación por parte de un ser
malvado, el demiurgo, ni la creación del mundo ni el orden de la
naturaleza se corresponden con la voluntad del Ser Supremo. Las
leyes de la naturaleza estarían dictadas por el demiurgo el
cual, orgulloso de su propio dominio, trata de inducir al hombre
a reproducirse, aumentando y prorrogando la condición de
alienación del espíritu en la materia.
Dualismo
antropológico
Al irreducible conflicto entre el Ser Supremo y la naturaleza
corresponde otro entre el espíritu y la materia, y, a nivel
antropológico, entre alma y cuerpo. El espíritu se corresponde
con una partícula divina, con la vocación a reunirse con el Ser
Supremo y por consiguiente eterna, mientras que el cuerpo
constituye la cárcel en la que el alma está cautiva o exiliada,
y está destinado a disolverse en la nada.
Algunos sistemas gnósticos engarzan esta teoría en una visión
astrológica basada en la concepción geocéntrica. Para unirse
al cuerpo el espíritu tiene que llegar a la tierra después de
ir atravesando una tras otra las esferas de los planetas. Durante
la "caída" en el mundo sublunar, antes de
penetrar en el cuerpo material, el espíritu recibe como un
envoltorio, "el cuerpo astral", que va en
aumento a cada pasaje por las esferas planetarias. Finalmente el
cuerpo queda revestido, oculto por las estratificaciones, que son
el supuesto de las correspondencias cósmicas y de las
influencias astrales que condicionan la existencia humana.
En la condición terrenal el hombre se habría olvidado de su
origen y se encontraría como en un estado de ebriedad, de sueño
o de olvido, que lo llevaría a someterse a las leyes demiurgicas
de la naturaleza o a las influencias cósmicas. Para algunos
sistemas gnósticos no todos los hombres estarían capacitados
para acceder al conocimiento, a la gnosis, y por ende superar la
condición de alienación. Según el sistema valentiniano, por
ejemplo, los hombres de nacimiento son de tres tipos distintos:
los "espirituales" tienen la posibilidad de
acceder al conocimiento y, una vez alcanzado ése nivel, están
por encima de las leyes; los "psíquicos"
necesitan para su realización de las leyes y doctrinas de una
religión, mientras que los "hílicos" son
incapaces de superar los condicionantes materiales. Solamente con
un acto de recuerdo o de reavivamiento el hombre, o al menos
quien posea la vocación necesaria, puede reconocer su propia
naturaleza espiritual y encarar el camino de la liberación
progresiva de los condicionantes sufridos al paso de cada esfera.
Ello es posible merced a un proceso descrito como ascesis del
alma, en el cual el adepto, recorriendo hacia atrás el
itinerario de la caída, debe encarar en cada esfera a los seres
espirituales que la dominan, los arcontes, y conseguir pasar
gracias a las formulas y palabras aprendidas en la iniciación
gnóstica.
Durante este proceso el hombre también tiene que desasirse de
los elementos materiales de la propia individualidad,
reconociendo que su propio espíritu es solamente una chispa del
Ser Supremo y a él idéntico, en otras palabras que él mismo es
Dios.
La concepción negativa de la existencia terrenal y de la vida
también condiciona profundamente las relaciones entre los sexos.
Supuesto que el placer sexual es una suerte de señuelo con la
que el demiurgo induce al hombre a reproducirse, el gnóstico
tiene dos opciones: abstenerse de toda actividad sexual, o bien
separar la sexualidad de la reproducción, para poder disfrutar
del placer sexual evitando la procreación.
De hecho en los movimientos gnósticos se pueden observar tanto
un ascetismo radical como el libertinaje, actitudes opuestas pero
que presentan un elemento común: el desprecio por la vida.
El rechazo de la
tradición bíblica
La identificación del Dios creador de la Bíblia con el
demiurgo, en consecuencia, con una figura negativa, conlleva pues
un trastocamiento en la valoración de los personajes bíblicos,
con la idealización de quien infringió las leyes del Creador,
como Caín. El paraíso terrenal se convierte en una especie de
jardín encantado en el cual el Dios bíblico tiene a Adán y a
Eva en la ignorancia. En el Apócrifo de Juan el mismo
Cristo Salvador incita a los progenitores a comer del fruto del
árbol del conocimiento del bien y del mal, con una
interpretación que introduce una clara fractura entre el Dios
creador del Antiguo Testamento y el Salvador que proclama la
emancipación de la Ley.
Si algunos estudiosos han considerado excesivo y parcial el
esmero de los apologístas cristianos en su lucha contra el
gnosticismo y por considerarlo ajeno al cristianismo, no obstante
las pretensiones de algunos grupos de representar su más
auténtica tradición, los hallazgos de Nag Hammadi ratifican las
tesis de los apologístas. Por ejemplo, uno de los textos
hallados es La Sofía de Jesucristo, en el cual Cristo
enseña a algunos discípulos contestando a sus preguntas: pues
bien, resulta ser la transcripción en forma de diálogo de un
texto gnóstico más antiguo, Eugnosto el Beato, remontante
quizás al I siglo a. C., ratificando con ello el origen
precristiano o cuando menos no cristiano de temas fundamentales,
siquiera se prescinda del hecho que contactos seculares con el
cristianismo pueden haber llevado a cierta cristianización de un
gnosticismo originariamente ajeno al mismo.
Implicaciones
sociales
Las teorías gnósticas no están exentas de consecuencias
sociales: en efecto, si la concepción de la realidad terrenal
como "acósmica", "sin orden",
pone en entredicho la existencia del derecho natural, el juicio
negativo sobre la vida y sobre la procreación destruyen los
cimientos de la sociedad, de la familia y de la civilización en
general. Por consiguiente, el gnosticismo no solamente es
alternativo al cristianismo, sino también al pensamiento griego
y al derecho romano.
La afirmación del cristianismo sobre el gnosticimo no representa
solamente una cuestión interna de la Iglesia, sino el punto de
partida para la formación de una civilización, la cristiana,
con el reconocimiento del valor tanto espiritual como temporal.
Por todo ello el politólogo Eric Voegelin (1901-1985) interpreta
la secularización del Occidente cristiano como el efecto de la
acción de una serie de movimientos revolucionarios, entre los
que enumera a la Reforma protestante, a la Revolución francesa y
al marxismo, en los que reconoce rasgos gnósticos comunes.
Elementos
gnósticos en el Medievo y en el mundo moderno
Si la relevancia del gnosticismo decae a partir del IV siglo, a
raíz del cual para los estudiosos ya no se puede hablar de
gnosticismo en sentido auténtico, el fenómeno sobrevive en los
siguientes, asumiendo nuevas formas y alcanzando a veces
dimensiones inquietantes, como con los cátaros. Ciencias como la
alquimia y la astrología además de la publicación por parte
del humanista Marsilio Ficino (1433-1499), en 1463, del Corpus
Hermeticum, una colección de escritos sapienciales de la época
helenística atribuídos a Hermes Trismegisto, contribuyen a la
difusión de temas gnósticos en la cultura renacimental.
En la época contemporánea además de movimientos, sobre todo
elitistas, que se remiten explícitamente a corrientes gnósticas
del pasado, no faltaron características gnósticas en fenómenos
culturales modernos muy dispares entre ellos: la falta de sentido
de la existencia terrena, como en el caso del nihilismo o del
existencialismo, el rechazo de la realidad natural con proyectos
de intervención radicales, como es el caso de las manipulaciones
genéticas. Características gnósticas también se pueden
observar en cierta mitología relativa a Internet: si "[...]
la pretensión gnóstica - como escribe Giovanni Cantoni -
estriba en reconstruir la realidad atribuyendo un estatuto
ontológico distinto a "entes de razón" o a
"actos de fantasía"", Internet ofrece la
posibilidad de modificar la realidad de forma más radical de lo
que hasta ahora había sido posible mediante la ideología o la
manipulación creando una realidad virtual en cyberspace, en el
que cada uno pueda "navegar", desvinculado de los
límites del cuerpo.
por Ermanno Pavesi y T. Angel Expósito
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Para consultar: ver algunos textos de Nag Hammadi, en Testi
gnostici, a cura de Luigi Moraldi, Unione Tipografico-Editrice
Torinese, Turín 1982; un cuadro del gnosticismo antiguo, en Hans
Jonas, Lo gnosticismo, trad. it., SEI, Turín 1991; del
neo-gnosticismo, en Massimo Introvigne, Il ritorno dello
gnosticismo, con una introducción de Giovanni Cantoni, SugarCo,
Carnago (Varese) 1993; sobre las características gnósticas de
la modernidad política, ver Eric Voegelin, Il mito del mondo
nuovo. Saggi sui movimenti rivoluzionari nel nostro tempo, trad.
it., Rusconi, Milán 1976; y de la filosófica, Emanuele Samek
Lodovici (1942-1981), Metamorfosi della gnosi. Quadri della
dissoluzione contemporanea, Ares, Milán 1979; y Ioan Petru
Couliano (1950-1991), I miti die dualismi occidentali. Dai
sistemi gnostici al mondo moderno, trad. it., Jaca Book, Milán
1989.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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