El intenso debate europeo sobre
el Plan de Estabilidad ha generado situaciones de
enorme tensión en el seno de los Quince. El eje
franco-alemán se encuentra sumnido en una
profunda crisis económica y confían en las
políticas keynesianas para recuperar el
crecimiento. "Un poco de inversión
pública y otro poco de rebaja de impuestos
seguramente supondrán un empujón a nuestras
economías", debe de pensar el tandem
Chirac-Schröder. No cuentan los mandamases
europeos con que la política keynesiana sólo
surte efecto en situaciones de gran depresión,
cuando el sector privado resulta incapaz de
acumular capital para afrontar los necesarios
proyectos de inversión. No es el caso. El sector
privado tiene capacidad de acumulación de
capital hasta producir el actual océano de
liquidez. Lo que falta es apuesta por el futuro,
perspectiva de negocio, los "espíritus
animales" a los que se refería Keynes.
Por su parte, la rebaja de impuestos sólo
servirá para reducir la recaudación fiscal. Las
bondades de la curva de Laffer magsitralmente
aplicada en la economía española se convierten
en "maldades" cuando la economía se
encuentra estancada. Alemania ya ha entrado en
recesión. Francia, casi. Pero cuando se confirme
la crisis francesa, el 75 por ciento de la zona
euro se encontrará en situación de
"crecimientos negativos". Una
situación que sin duda tendrá "efecto
rebote" sobre la economía española,
imbricada en la economía comunitaria.
No obstante el Ejecutivo Aznar se empeña en
"predicar" crecimientos del 3 por
ciento para el 2004. Unas previsiones tan
creíbles como el resultado operativo positivo de
Terra para el segundo trimestre... Sin embargo,
la economía española crecerá este 2003 cerca
de un 2 por ciento, más del doble que la media
comunitaria. Una situación envidiable para
nuestros socios comunitarios en permanente
recorte de sus previsiones económicas...
La economía española crece más porque ha
sido capaz de aflorar el empleo oculto, explotar
el yacimiento de empleo de la construcción, y
aprovechar las bondades de la floreciente
industria turística. La combinación de trabajo,
esfuerzo, creatividad, productividad y
estabilidad política han permitido el logro del
"milagro" económico español. Un
"milagro" por otra parte facilmente
explicable, y que no nos ha salido gratis. El
esfuerzo de disciplina de la administración
central se ha realizado gracias al recorte en los
programas sociales, la racionalidad en el gasto,
y la escasa dotación del Ejército y cuerpos y
fuerzas de seguridad del Estado.
No obstante, no se puede decir lo mismo de las
comunidades autónomas, que acumulan un
endeudamiento del 6 por ciento del PIB español.
El ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, se
dispone a controlar los presupuestos de las CCAA
y sus entes empresariales cuando tendría un
sistema muy sencillo para limitar el
endeudamiento autonómico: no avalar la emisión
de deuda. Si el gobierno no lo ha hecho es porque
existen intereses políticos con las CCAA,
especialmente Cataluña, que acumula el grueso de
la deuda autonómica...
Por su parte, otros países no han querido
afrontar ese esfuerzo por el equilibrio
presupuestario y ahora se encuentran encajados
entre la crisis productiva y el endeudamiento
descontrolado. Entonces la estrategia es decir
digo cuando se dijo "Diego". Es decir,
transformar el Pacto de Estabilidad por Pacto de
Crecimiento... Fracasada su burda estrategia, el
canciller Schröder se ha lanzado a la arena más
sensible: España no tendría el crecimiento que
tiene si no fuera por las ayudas comunitarias,
equivalentes al 1 por ciento de nuestro PIB.
Aplauso en las filas socialistas, siempre
dispuestas a desgastar al gobierno, haciendo un
irresponsable ejercicio del sentido de Estado...
Schröder tiene razón. Sólo que siguiendo en
su lógica monetarista, Alemania sólo aporta el
25 por ciento del presupuesto comunitario. Es
decir, que "le debemos" el 0,25 por
ciento de nuestro crecimiento económico,
aproximadamente el 10 por ciento de lo que
lograremos. Pero Alemania no debería de olvidar
que el incremento de las exportaciones alemanas
en España se producen gracias al consumo de
españoles que propicia el mantenimiento del
empleo y la producción germanas.
Y tampoco debe de olvidar que las ayudas no
nos salen gratis. Europa nos marca la pauta de
las infraestructuras a desarrollar, construyendo de
facto corredores comerciales para las
producciones franco-alemanas. El error de
Schröder es confundir la economía con la
moneda. Y es un error grave. Porque resulta
fácilmente observable como los euros enviados a
la Alemania del Este resultan escasamente
útiles, mientras que la ayuda comunitaria
invertida en España produce infraestructuras,
empleo, producción y riqueza.
Schröder cae en el mismo espejismo que el
nacionalismo catalán, siempre quejoso del
déficit fiscal. "De cada 100 euros que
aportamos al Estado, sólo regresan 60",
afirman los catalanistas. Se les olvida
incorporar a su contabilidad las bondades de
poder disponer de un mercado de 40 millones de
consumidores en lugar de 6. Y se les olvida
también que el desarrollo industrial y
empresarial catalán no habría sido posible sin
la mano de obra barata proviniente de Andalucía
y Extremadura. Y es que ya se sabe que en la vida
hay mentiras, grandes mentiras y contabilidad...
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- Luis Losada Pescador
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