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CARTAS

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Revista Arbil nº 73

No es posible redefinir el concepto de familia

por Rosa Martha Abascal de Arton

Se apuntan algunas de las caracteristicas y funciones de la familia y se argumenta porque no entran en el concepto de familia otras sociedades de convivencia, uniones y relaciones que existen de hecho, pero que no responden a la esencia del ser y al fundamento sano social, psicológica y éticamente en un ser humano o en una sociedad.


La familia se funda, en el más profundo sentido, en el matrimonio, unión perdurable de varón y mujer. "El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas... tiene una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades"(Gaudium et spes no. 48)

La familia es la célula básica de la sociedad, pues la sociedad está constituida por familias, y de cómo vaya la familia, va la sociedad. La familia tiene un rol social insustituible porque, entre otras, tiene las siguientes funciones:

  1. Función subsidiaria en la cual, los padres apoyan a los hijos por medio de su guía, educación y formación hasta que puedan valerse por si mismos.
  2. Función solidaria en la familia se da una interrelación familiar y apoyo mutuo entre todos los miembros en forma desinteresada.
  3. La enseñanza del bien común y la vida en sociedad para que sean gente de bien que sirva a la sociedad y a su Patria, ciudadanos íntegros: hombres con valores éticos universales a la vez libres y responsables de su misión y de sus propios actos: conscientes de lo que es bueno y lo que es malo.

"La familia y la persona humana, caminan indisolublemente unidas, la familia, antes que lugar de íntima convivencia, antes que organismo nuclear de la sociedad, antes que forma celular tributaria de un modelo socioeconómico, es la revelación al hombre de la identidad del hombre. Es el primero, el más fundamental, el más específico, el más real y concreto encuentro humano del hombre" (Documento 40 ONG¨S sobre la familia, Instituto de Ciencias para la familia, Pamplona 1995). 

Es en la familia, donde el amor adquiere su máxima expresión, donde se ama a la persona desnuda de forma absoluta, radical, incondicional, se le ama, por ser él, por ser ella, como expresión prolongada del amor conyugal entre los esposos.

A la familia, no "se le conceden" derechos, los tiene de modo natural, "surgen de un fondo propio, autónomo, de poder... Este poder auténtico, en estado químicamente puro, que se expresa como la soberanía de la familia, está destinado a revolucionar muchas cosas" (Pedro Juan Viladrich, La familia soberana).

No cualquier convivencia humana puede ser considerada familia, no todas poseen soberanía, no articulan la sociedad entera con efectos humanizadores, y si sociedades de convivencia son reconocidas como familia sin serlo, la identidad de la familia se diluye, se esfuma, se pierde, se pervierte, dañando de raíz a la sociedad misma ya que la familia es el núcleo, la célula de la sociedad, alcanzando una desarticulación deshumanizante.

Normal: Se dice de lo que se adapta a la norma, aquello que por su acomodación a la naturaleza o al uso no produce extrañeza... Soslayar que las sociedades de convivencia entre personas del mismo sexo nos causan extrañeza es negar el propio sentido común, dicha extrañeza NO nos exime de nuestro deber caritativo para con aquellos que tengan estas tendencias, pero ellos también deben comprender nuestra extrañeza y que por tanto, debemos rehusarnos a su legislación, pues la ley constituye en amplia medida el "ethos" del pueblo. No se trata de marginar a los homosexuales, pero no podemos darles un derecho que la misma naturaleza les ha negado, la de procrear. No reneguemos de nuestras raíces, no queramos destruir nuestra naturaleza con tal de participar en el incluyentismo.

"Debemos desenmascarar el uso instrumental o ideológico que se puede hacer de la tolerancia, afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de uniones, recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo" (Consideraciones de la Congregación para la Doctrina de la fe)

"Reconocer la verdadera identidad de la familia supone que su fuerza, su naturaleza de sujeto social, la titularidad de sus propios derechos fundamentales y por fin, la soberanía específica de la familia, radica en la fuerza de otra secuencia, a saber, la inseparabilidad real entre matrimonio y familia como estructura interna de la identidad de la verdadera familia, la única que, por ello posee soberanía." (Mujer y Familia, EDAC).

"Sólo la familia, fundada en el matrimonio, es la que contiene un propio y especifico poder soberano, esto es, un patrimonio innato de derechos fundamentales y un poder real de articular humanizadoramente a la persona concreta y a la sociedad entera" (Pedro Juan Viladrich, La familia soberana).

Es por esto que no se puede "redefinir" el concepto de familia, tratando de llamar "familias" a sociedades de convivencia, uniones y relaciones que existen de hecho, pero que no responden a la esencia del ser  y al fundamento sano social, psicológica y éticamente en un ser humano o en una sociedad.

Si no existe el padre o la madre, hay una familia disfuncional, en las uniones de personas con el mismo sexo, necesariamente hay un vacío de paternidad o maternidad, que trae como consecuencia, desorden y confusión, dando como resultado una desintegración que desembocará en corrupción, delincuencia, adicciones y disfunciones sociales.

"El reconocimiento de la familia soberana, más previa y radical que la soberanía del Estado, conllevaría su aceptación como sujeto social primordial. Esta aceptación no podría ser inocua. Traería muchas consecuencias. Por lo pronto, los miembros de la familia soberana están más articulados en su identidad y relaciones básicas. Constituyen un tipo de ciudadano arraigado, acompañado, menos individualista y solitario, más personalizado. El deber de respetar en forma efectiva los derechos fundamentales, (sus contenidos materiales) de la familia soberana, aportaría al sistema algunos nuevos y esenciales elementos para un profundo cambio hacia otro modelo social y económico más humanizado. Y quizás puede aventurarse que estos nuevos modelos de ciudadanos y de sistema, limitarían durísimamente aquel otro modelo social y económico que los grupos que detentan el poder, amparándose en la gran coartada de la absoluta soberanía estatal, están interesados en imponer a un tipo de individuo-vasallo-invertebrado-desarraigado-materializado. Un individuo condenado a la soledad de sí mismo y a la impotencia frente al sistema. En suma, la soberanía de la familia aparece como una carga explosiva para cualquier sistema socioeconómico alienante de la persona. Pero al mismo tiempo, y esta es la conclusión, la soberanía de la familia, fundada en el matrimonio, es una gran carga de esperanza para quienes están buscando hoy la verdad del amor y de los lazos humanos de solidaridad y compañía. Y es también una gran carga de esperanza para quienes están dispuestos a articular una nueva sociedad más humanizada" (Pedro Juan Viladrich, La familia soberana).

Como se dijo en el Documento 40 ONG´S sobre la familia en 1995, "en la adaptación a los cambios, la familia deberá mantener su propia identidad, como aquel hábitat amoroso y solidario donde cada ser humano nace, crece y es acompañado hasta la muerte, precisa y exclusivamente  por ser, de manera incondicional, una irrepetible persona. Un espacio primario de convivencia humana, cuya seguridad y permanencia se articulen sobre la fuerza unitiva y generadora de la relación interpersonal entre el hombre y la mujer, unidos en matrimonio, de forma integrada y plena, tanto en los aspectos afectivos y sexuales, cuanto en los demás aspectos humanos, abiertos al servicio de la procreación, crianza y educación de los hijos, constituyendo un ámbito de convivencia íntima y de transmisión de valores entre todos  sus miembros, frente a los riesgos de masificación y despersonalización de la vida moderna".

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Rosa Martha Abascal de Arton
rosyvcr@yoinfluyo.com

 


Revista Arbil nº 73

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