La familia se funda, en el más
profundo sentido, en el matrimonio, unión
perdurable de varón y mujer. "El
matrimonio no es una unión cualquiera entre
personas humanas... tiene una naturaleza propia,
propiedades esenciales y finalidades"(Gaudium
et spes no. 48) La familia es la célula
básica de la sociedad, pues la sociedad está
constituida por familias, y de cómo vaya la
familia, va la sociedad. La familia tiene un rol
social insustituible porque, entre otras, tiene
las siguientes funciones:
- Función subsidiaria en la cual, los
padres apoyan a los hijos por medio de su
guía, educación y formación hasta que
puedan valerse por si mismos.
- Función solidaria en la familia se da
una interrelación familiar y apoyo mutuo
entre todos los miembros en forma
desinteresada.
- La enseñanza del bien común y la vida
en sociedad para que sean gente de bien
que sirva a la sociedad y a su Patria,
ciudadanos íntegros: hombres con valores
éticos universales a la vez libres y
responsables de su misión y de sus
propios actos: conscientes de lo que es
bueno y lo que es malo.
"La familia y la persona humana,
caminan indisolublemente unidas, la familia,
antes que lugar de íntima convivencia, antes que
organismo nuclear de la sociedad, antes que forma
celular tributaria de un modelo socioeconómico,
es la revelación al hombre de la identidad del
hombre. Es el primero, el más fundamental, el
más específico, el más real y concreto
encuentro humano del hombre" (Documento
40 ONG¨S sobre la familia, Instituto de Ciencias
para la familia, Pamplona 1995).
Es en la familia, donde el amor adquiere su
máxima expresión, donde se ama a la persona
desnuda de forma absoluta, radical,
incondicional, se le ama, por ser él, por ser
ella, como expresión prolongada del amor
conyugal entre los esposos.
A la familia, no "se le conceden"
derechos, los tiene de modo natural, "surgen
de un fondo propio, autónomo, de poder... Este
poder auténtico, en estado químicamente puro,
que se expresa como la soberanía de la familia,
está destinado a revolucionar muchas cosas"
(Pedro Juan Viladrich, La familia soberana).
No cualquier convivencia humana puede ser
considerada familia, no todas poseen soberanía,
no articulan la sociedad entera con efectos
humanizadores, y si sociedades de convivencia son
reconocidas como familia sin serlo, la identidad
de la familia se diluye, se esfuma, se pierde, se
pervierte, dañando de raíz a la sociedad misma
ya que la familia es el núcleo, la célula de la
sociedad, alcanzando una desarticulación
deshumanizante.
Normal: Se dice de lo que se adapta a la
norma, aquello que por su acomodación a la
naturaleza o al uso no produce extrañeza...
Soslayar que las sociedades de convivencia entre
personas del mismo sexo nos causan extrañeza es
negar el propio sentido común, dicha extrañeza
NO nos exime de nuestro deber caritativo para con
aquellos que tengan estas tendencias, pero ellos
también deben comprender nuestra extrañeza y
que por tanto, debemos rehusarnos a su
legislación, pues la ley constituye en amplia
medida el "ethos" del pueblo. No se
trata de marginar a los homosexuales, pero no
podemos darles un derecho que la misma naturaleza
les ha negado, la de procrear. No reneguemos de
nuestras raíces, no queramos destruir nuestra
naturaleza con tal de participar en el
incluyentismo.
"Debemos desenmascarar el uso
instrumental o ideológico que se puede hacer de
la tolerancia, afirmar claramente el carácter
inmoral de este tipo de uniones, recordar al
Estado la necesidad de contener el fenómeno
dentro de límites que no pongan en peligro el
tejido de la moralidad pública y que no expongan
a las nuevas generaciones a una concepción
errónea de la sexualidad y del matrimonio, que
las dejaría indefensas y contribuiría, además,
a la difusión del fenómeno mismo"
(Consideraciones de la Congregación para la
Doctrina de la fe)
"Reconocer la verdadera identidad de
la familia supone que su fuerza, su naturaleza de
sujeto social, la titularidad de sus propios
derechos fundamentales y por fin, la soberanía
específica de la familia, radica en la fuerza de
otra secuencia, a saber, la inseparabilidad real
entre matrimonio y familia como estructura
interna de la identidad de la verdadera familia,
la única que, por ello posee soberanía."
(Mujer y Familia, EDAC).
"Sólo la familia, fundada en el
matrimonio, es la que contiene un propio y
especifico poder soberano, esto es, un patrimonio
innato de derechos fundamentales y un poder real
de articular humanizadoramente a la persona
concreta y a la sociedad entera" (Pedro
Juan Viladrich, La familia soberana).
Es por esto que no se puede
"redefinir" el concepto de familia,
tratando de llamar "familias" a
sociedades de convivencia, uniones y relaciones
que existen de hecho, pero que no responden a la
esencia del ser y al fundamento sano
social, psicológica y éticamente en un ser
humano o en una sociedad.
Si no existe el padre o la madre, hay una
familia disfuncional, en las uniones de personas
con el mismo sexo, necesariamente hay un vacío
de paternidad o maternidad, que trae como
consecuencia, desorden y confusión, dando como
resultado una desintegración que desembocará en
corrupción, delincuencia, adicciones y
disfunciones sociales.
"El reconocimiento de la familia
soberana, más previa y radical que la soberanía
del Estado, conllevaría su aceptación como
sujeto social primordial. Esta aceptación no
podría ser inocua. Traería muchas
consecuencias. Por lo pronto, los miembros de la
familia soberana están más articulados en su
identidad y relaciones básicas. Constituyen un
tipo de ciudadano arraigado, acompañado, menos
individualista y solitario, más personalizado.
El deber de respetar en forma efectiva los
derechos fundamentales, (sus contenidos
materiales) de la familia soberana, aportaría al
sistema algunos nuevos y esenciales elementos
para un profundo cambio hacia otro modelo social
y económico más humanizado. Y quizás puede
aventurarse que estos nuevos modelos de
ciudadanos y de sistema, limitarían
durísimamente aquel otro modelo social y
económico que los grupos que detentan el poder,
amparándose en la gran coartada de la absoluta
soberanía estatal, están interesados en imponer
a un tipo de
individuo-vasallo-invertebrado-desarraigado-materializado.
Un individuo condenado a la soledad de sí mismo
y a la impotencia frente al sistema. En suma, la
soberanía de la familia aparece como una carga
explosiva para cualquier sistema socioeconómico
alienante de la persona. Pero al mismo tiempo, y
esta es la conclusión, la soberanía de la
familia, fundada en el matrimonio, es una gran
carga de esperanza para quienes están buscando
hoy la verdad del amor y de los lazos humanos de
solidaridad y compañía. Y es también una gran
carga de esperanza para quienes están dispuestos
a articular una nueva sociedad más
humanizada" (Pedro Juan Viladrich, La
familia soberana).
Como se dijo en el Documento 40 ONG´S sobre
la familia en 1995, "en la adaptación a
los cambios, la familia deberá mantener su
propia identidad, como aquel hábitat amoroso y
solidario donde cada ser humano nace, crece y es
acompañado hasta la muerte, precisa y
exclusivamente por ser, de manera
incondicional, una irrepetible persona. Un
espacio primario de convivencia humana, cuya
seguridad y permanencia se articulen sobre la
fuerza unitiva y generadora de la relación
interpersonal entre el hombre y la mujer, unidos
en matrimonio, de forma integrada y plena, tanto
en los aspectos afectivos y sexuales, cuanto en
los demás aspectos humanos, abiertos al servicio
de la procreación, crianza y educación de los
hijos, constituyendo un ámbito de convivencia
íntima y de transmisión de valores entre
todos sus miembros, frente a los riesgos de
masificación y despersonalización de la vida
moderna".
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Rosa Martha Abascal de Arton
rosyvcr@yoinfluyo.com
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