El lector quizá tenga un vago
recuerdo de lo que fue el "futurismo";
un movimiento estético, no sólo literario, de
canto a la "modernidad", que precedió
y que se vinculó de algún modo al fascismo.
Todo lo más asociará a su más acabado
representante, Filippo Tommasso Marinetti con la
celebérrima frase en la que un coche de
competición es más hermoso que la escultura Victoria
de Samotracia. Un artículo específico sobre
el futurismo italiano del novelista español Juan
Bonilla, se puede encontrar en la revista
literaria Clarin, nº 34. En primer
lugar hay que decir que los futuristas no eran,
pese a sus retóricos y epatantes gestos, unos
rompedores con la idea de arte, armónico,
sensible, bello y vinculado a emociones
positivas, tal y como, con menos escándalo, ha
implicado un basto movimiento que ha rendido
culto al feismo, y que va, desde el arte
abstracto y el cubismo, a las más diversas
ridiculeces o abominaciones, que se exponen con
rango de "arte" desde Nueva York a
Bilbao, en las que es posible que un cuadro esté
colgado cabeza abajo, por error, o que
defecaciones del artista estén enlatadas y
expuestas con deferencia. En ese sentido, los
futuristas eran más clásicos que modernos, en
cuanto no rompían con la idea de belleza, de lo
hermoso, sólo que las aplicaban a nuevos
referentes e iconos.
Marinetti fue, además de cuestionado artista,
sobre todo un propagandista magnífico.
Consiguió una expansión rápida y amplísima.
En 1918, justo al acabar la IGM, fundó el
Partido Político Futurista. Lo mismo pregonaba
vender todo el patrimonio artístico italiano,
destruir las iglesias...que iluminar los templos
de un modo acorde con el nuevo orden futurista.
El futurismo alcanzaba a todos los campos de la
cultura y de la vida, desde el cine y la
literatura a la cocina y la guerra. Su apuesta
por todo lo "moderno" va a coincidir
con la especulación teórica de algún militar
adelantado sobre la preponderancia que tendría
el arma aérea en el futuro. Hay que señalar el
papel militante, deportivo y de icono de las
vanguardias que tendrán los aviadores de ese
tiempo: En Italia, el cuadrunviro del fascismo
Italo Balbo y el soldado poeta D`Annuncio, cuya
ocupación del Fiume como aventura retórica y
privada fue el hecho más futurista, con una
constitución redactada de un modo fascinante,
antes, en la guerra, había sobrevolado el
palacio Imperial de Viena arrojando propaganda a
mano. En España dos hombres del vuelo del
"plus Ultra", Ramón Franco, el
"cabeza loca" de una saga castrense, el
hombre que en un complot republicano se abstuvo
de bombardear el Palacio de Oriente porque
jugaban niños en el patio, y el triunviro de
Falange Ruiz de Alda.
Algunos elementos de la retórica futurista
alcanzan incluso al fundador de la Legión
Millán-Astray, mucho más relacionado con el
mundo artístico, cinamatográfico y literario de
lo que se cree, como recoge su estupenda y
reciente biografía por Togores, pero sobre todo
su representante en España sería
"GeCé", Ernesto Giménez-Caballero. La
Vanguardia literaria española cerncana a Falange
ha sido estudiada con rigor por la profesora de
la misma facultad que Togores, Romero Samper, en
la revista histórica Aportes nº 50. Hay
que señalar que pionero, incluso por delante de
los italianos, con un Manifiesto Futurista
en 1909, publicado en Prometeo, fue Ramón
Gómez de la Serna. En 1928, la Gaceta
Literaria, que dirige GeCé, reproduce una
proclama de Marinetti a los españoles,
modernizante y anticlerical, además de
republicana. La visita de Marinetti y esposa a
España es el comienzo de la relación española
con el fascismo, al margen de una curiosa y
anecdótica doble influencia en Barcelona de tipo
sindicalista o catalanista que ha estudiado el
que fuera embajador israelí Slomo Ben Ami.
Gimenez Caballero reconocerá, con gran dolor,
que él fue el segundo en alzar el brazo en
España, el primero, en las oficinas de la
Gaceta, habría sido el poeta, luego
comunista, Alberti. La censura de Primo de Rivera
no impide las licencias radicalizantes de esta
publicación cultural, donde hace sus primeras
armas, recomendado como reseñista filosófico
por Ortega, Ramiro Ledesma. Todo un credo
confesado:
"¿Marinetti!. Te saludamos con la
eterna admiración español ante lo que se mueve,
grita, se desenfrena y revoluciona: A ti, enlace
en España era éste: Unamuno, Baroja, Ramón, De
Torre: Antipasatistas, vulcanizadores...te
saludamos con la convicción galileica frente al
esceptisimo; e pur si muove."
Para GeCé, "...el mito de la
juventud se va cerniendo sobre el país...la
violencia -en arte, ideas y política-por amor y
renovación. Y el coraje por una España de
estilo joven. Es decir, de estilo liberador más
que liberal. Y más que constitucional,
constituidor." El concepto de
"estilo" aparece, se repetirá hasta la
saciedad en el falangismo futuro, y es el máximo
exponente de "lo estético" llevado a
"lo político".
Mientras el pintor del decorado de La
Barraca, Ponce de León, se hace falangista,
para GeCé, "ese carro de La Barraca,
del "avarguandista" Lorquita, no es
otra cosa que el Carro de Tepsis fascista,
de pueblo a pueblo". Entre las exageraciones
de GeCé, Mainer descubre la aportación
fundamental de Giménez Caballero; la exaltación
juvenil y un nacionalismo cultural, en
asociación con el casticismo lorquiano, el
regreso a la Tradición, representada por
Góngora para la generación del 27, en una
época revolucionaria e internacionalista.
Otro escritor, De Torre, recuerda al
D´Annunzio más nietzscheano, para Milagros
Romero; "sensualismo, irracionalismo,
concepción violenta y heroica de la vida,
nacionalismo, imperialismo..." De Torre
y su esposa Norah Borges, forman el grupo ADLAN
(amigos del arte nuevo), en 1935, junto con
Moreno Vila, Gustavo Pittaluga, Marichalar,
Altolaguirre, Gimenez Caballero, Giménes Siles,
Lafuente Ferrari, Maruja Mallo, Samuel Ros, el
citado pintor Ponce de León, y Maria Zambrano.
Volviendo a Italia, en arquitectura hay que
destacar a Antonio Sant´Elia, sobre todo por sus
proyectos y dibujos magníficos, diseñando la
Cittá Nuova en 1914 con el grupo Nuova Tendenza.
El Messagio del catálogo de su primera
exposición sienta los patrones de esa nueva
corriente. Toda la ciudad de construye pensando
en la sensibilidad del hombre nuevo, en
asociación con el mundo industrial, coincidiendo
con Marinetti en hacer escarnio del esteticismo
de Jhon Ruskin a favor de lo práctico, lo
higiénico, lo rápido, asociado a la democracia,
la "rebelión de las masas", que ellos
aplauden, no lamentan como hace el liberalismo
aristocrático de Ortega. Sant´Elia ha triunfado
si nos atenemos a sus diseños de "la
casa de hormigón, de vidrio, de hierro, sin
pintura y sin escultura, rica solamente en la
belleza congénita de sus
líneas...extraordinariamente fea en su mecánica
simples...". Sus especulaciones con los
ascensores, los varios niveles del terreno con
tráfico y pasarelas, impensables en 1914, se han
ido imponiendo.
El movimiento alcanza a Papini y Soffici,
fundadores de la revista Lacerba; afimación de
juventud, vitalidad energía, violencia... Papini
se considera poeta y destructor, "el
hombre que no acepeta el mundo", el
arte es para el destrucción y construcción...."¡tengamos
el valor de ser bestiales, brutales,
bárbaros!", así como a Rusia, donde
será influyente en el cine, Einsestein, en la
carteleria de propaganda, muy importante en la
Rusia del momneto, y en Jlenikov y Maiakovski. El
arquitecto y el poeta redactarán el Manifiesto
de la arquitectura futurista. Adivinan que "los
edificios durarán menos que las personas que los
habiten". El manifiesto está asociado
con el nuevo nacionalismo expansivo como el arte.
Sant´Elia muere en el frente en 1916, pero su Cittá
Nuova es una realidad alcanzada, a juzgar por
muchas de nuestras urbes modernas.
El regreso de las trincheras asociará a
Marinetti con Mussolini, y al futurismo con el
fascismo. Giacomo Balla pinta en un lienzo por un
lado Velocidad abstracta y por el otro Marcha
sobre Roma. Otro lienzo futurista es
reaprovechado para pintar al boxeador Primo
Carnera. Este autor acabará luego despegándose
del movimiento, pintando en un realismo muy
convencional.Carrá y Sironi , evoluncionarán
hacia lo "metafísico". Palazzeschi es
un gran orador popular, autor de El
incendiario, poemario del futurismo
inaugural, mientras el fútbol, -que, como
fenómeno de masas es un fenómeno fascista-, los
bólidos dan grandes victorias deportivas a
Italia. Los Ferrari y Fiat, estos últimos
también ágiles aviones, son tan futurismo como
las tarjetas dadaistas de Marinetti. Hasta algo
tan poco futurista como la hípica se ve
revolucionada por Italia; sus jinetes ganan
siempre con un nuevo estilo, saltan inclinándose
hacia delante, no hacia atrás como se hacía
antes. Mussolini se retrata saltando reparos a
caballo, "Despunta el sol y canta el
gallo, y Musssolini monta a caballo",
creo que escribe Malaparte, lo mismo que se
atreve a pilotar aviones. El espíritu
"sportivo" lo inunda todo. También el
valor físico es muy importante. La campaña de
Abisinia, que se representa como la modernidad
técnica y política contra un imperio medieval,
los voluntarios legionarios en España, los
únicos bien uniformados y motorizados en la
infantería de Franco...son exponente estético
de esta actitud, que se presenta como heroica,
pero que aplaude, sin las hipocresías que
entonces -y ahora, en Irak, por ejemplo-,
presentaban en Inglaterra o Francia, el bombardeo
sobre una tribu descalza y mal armada.
Lo olímpico tiene matices de neoclasicismo
pagano y de vanguardismo al mismo tiempo. Los
carteles de propaganda olímpica son su
expresión más acabada. El exilio expresionista
ruso no es ajeno. En la olimpiada de París, casi
coincidente con la Marcha sobre Roma, aparecen,
tanto en el cartel oficial como en el desfile
inaugural los atletas haciendo el saludo solar y
romano.
Marinetti está en las listas del partido
Fascista en 1919, y compartirá cárcel con el
Duce. En el 2º Congreso del partido los
planteamientos más radicales fueron arrumbados,
Pero Mussolini seguirá apreciando a Marinetti.
El acercamiento de Letrán de Mussolini con el
Vaticano, hacia 1931, suaviza los tintes
anticlericales del futurismo, que llega a exaltar
"los misterios suprarraciones de los
dogmas católicos". Mientras se
revoluciona una técnica, que se eleva a arte, la
tipografía. No es del todo casualidad que
Giménez Caballero procediese de una imprenta
como negocio familiar. La tipografía y la
edición fueron elevadas por el futurismo a sus
mayores cotas, predominando en esto de un modo
total la forma sobre el fondo.
Quienes querían al principio destruir la
glorias del pasado y las iglesias, aparecen, a la
par del proceso de pragmatización del fascismo,
vinculados a un régimen patriótico y en algunos
aspectos conservador, si no en sus elementos
socioeconómicos, al menos en sus valores de
jerarquía y autoridad. Pondrán una nota de
color divertida, a veces disidente, y
representarán en el orden estético el matiz
libertario de los fascios originales. El
espíritu antiburgués fue común al futurismo y
al fascismo. Éste aunaba a los escultores
clásicos de tradición grecorromana, atletas
musculados y césares, como también los
trabajadores-soldados en la URSS y en la Alemania
de Arnold Breker, con los acelerones llamativos y
desafiantes. El fascismo no persiguió a los
movimientos de vanguardia, más bien se valió de
ellos. Mussolini nunca hubiese cerrado la
Bauhaus, como hizo Goebbels. Los planes
urbanísticos de Roma son confiados al autor de Archittetura
oggi, Marcello Piacentini, audaz teórico de
una arquitectura racionalista a la vanguardia de
entonces, como son exponente la Casa del Fascio
de Terragni, la estación de Florencia etc. No
era fácil aunar un cierto toque imperial con
otro decandente, como el Stadio del Foro
Mussolini, hecho por Debbio. Entrada racionalista
y atletas romano-fascistas, alguno de los cuales,
para disgusto del Duce, aparece en la muy gay guía
Spartacus, ¡! Los historiadores del arte,
sobre todo los italianos, pasan sobre el periodo
de un modo veloz y acomplejado, un poco como en
España con tantas cosas, por ejemplo con la
Universidad Laboral de Gijón.
En literatura hay que mencionar a Papini,
figura del Novecentismo, como Bontempelli,
para quien "la obra más urgente del
s.XX será edificar de nuevo el Tiempo y el
Espacio." Los novecentistas serán más
filosóficos, pero no ajenos al futurismo, ay
Dino Campana, y a Bruno Aschieri autor de Aereopoema
futurista de los Legionarios de España, que
se inscribe en ese culto a las formas que
mencionábamos al hablar de la tipografía.
El futurismo conservó ese rol de anomalía
aceptada, que permitió al fascismo seducir lo
mismo al muy clásico corresponsal de ABC
Sanchez-Mazas, como al rompedor director de la
Academia Española en Roma, en su último años
de vida, Valle-Inclán. El futurismo atrajo a los
jóvenes, "primavera de belleza" les
canta el himno fascista. Para G. Mosse,
Proporcionó un matiz distinto al nacionalismo
italiano, menos romántico que el alemán, "gracias
a un común estilo personal y político: un modo
de ver el mundo, de actuar y comportarse basado
en la aceptación sobria y antisentimental de la
nueva velocidad del tiempo, así como en el amor
a la lucha y el enfrentamiento." Esta
visión antisentimental y antirromántica del
patriotismo creemos tiene que ver con la que se
refleja en el ensayo "La gaita y la
lira", de José Antonio. Bien es cierto que
Papini indica que "Sobre la misma
palabra Italia coloca (el futurismo) la
palabra Libertad, y sobre todas las palabras; las
de Genio, y Originalidad." Marinetti
escribió que "Sólo los artistas, con
el fuego sagrado de su genialidad, podrían
renovar la nación y prepararla para vivir la
época futurista". "no tendremos el
paraíso terrenal,( el futurismo nunca
llegó al utopismo de la izquierda) pero el
infierno económico será alegrado y pacificado
por innumerables fiestas del arte". Ese
punto de frivolidad, más que su accidental
vinculación al fascismo, es el mayor reporche
que puede hacerse a ese movimiento.
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Francisco D. de Otazú
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