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Revista Arbil nº 73

Las vanguardias; futurismo, fascismo y arte

por Francisco D. de Otazú

El autor presenta una visión general y contextualizada del futurismo como movimiento estético, literario y artístico, que influyó en España


El lector quizá tenga un vago recuerdo de lo que fue el "futurismo"; un movimiento estético, no sólo literario, de canto a la "modernidad", que precedió y que se vinculó de algún modo al fascismo. Todo lo más asociará a su más acabado representante, Filippo Tommasso Marinetti con la celebérrima frase en la que un coche de competición es más hermoso que la escultura Victoria de Samotracia. Un artículo específico sobre el futurismo italiano del novelista español Juan Bonilla, se puede encontrar en la revista literaria Clarin, nº 34.

En primer lugar hay que decir que los futuristas no eran, pese a sus retóricos y epatantes gestos, unos rompedores con la idea de arte, armónico, sensible, bello y vinculado a emociones positivas, tal y como, con menos escándalo, ha implicado un basto movimiento que ha rendido culto al feismo, y que va, desde el arte abstracto y el cubismo, a las más diversas ridiculeces o abominaciones, que se exponen con rango de "arte" desde Nueva York a Bilbao, en las que es posible que un cuadro esté colgado cabeza abajo, por error, o que defecaciones del artista estén enlatadas y expuestas con deferencia. En ese sentido, los futuristas eran más clásicos que modernos, en cuanto no rompían con la idea de belleza, de lo hermoso, sólo que las aplicaban a nuevos referentes e iconos.

Marinetti fue, además de cuestionado artista, sobre todo un propagandista magnífico. Consiguió una expansión rápida y amplísima. En 1918, justo al acabar la IGM, fundó el Partido Político Futurista. Lo mismo pregonaba vender todo el patrimonio artístico italiano, destruir las iglesias...que iluminar los templos de un modo acorde con el nuevo orden futurista. El futurismo alcanzaba a todos los campos de la cultura y de la vida, desde el cine y la literatura a la cocina y la guerra. Su apuesta por todo lo "moderno" va a coincidir con la especulación teórica de algún militar adelantado sobre la preponderancia que tendría el arma aérea en el futuro. Hay que señalar el papel militante, deportivo y de icono de las vanguardias que tendrán los aviadores de ese tiempo: En Italia, el cuadrunviro del fascismo Italo Balbo y el soldado poeta D`Annuncio, cuya ocupación del Fiume como aventura retórica y privada fue el hecho más futurista, con una constitución redactada de un modo fascinante, antes, en la guerra, había sobrevolado el palacio Imperial de Viena arrojando propaganda a mano. En España dos hombres del vuelo del "plus Ultra", Ramón Franco, el "cabeza loca" de una saga castrense, el hombre que en un complot republicano se abstuvo de bombardear el Palacio de Oriente porque jugaban niños en el patio, y el triunviro de Falange Ruiz de Alda.

Algunos elementos de la retórica futurista alcanzan incluso al fundador de la Legión Millán-Astray, mucho más relacionado con el mundo artístico, cinamatográfico y literario de lo que se cree, como recoge su estupenda y reciente biografía por Togores, pero sobre todo su representante en España sería "GeCé", Ernesto Giménez-Caballero. La Vanguardia literaria española cerncana a Falange ha sido estudiada con rigor por la profesora de la misma facultad que Togores, Romero Samper, en la revista histórica Aportes nº 50. Hay que señalar que pionero, incluso por delante de los italianos, con un Manifiesto Futurista en 1909, publicado en Prometeo, fue Ramón Gómez de la Serna. En 1928, la Gaceta Literaria, que dirige GeCé, reproduce una proclama de Marinetti a los españoles, modernizante y anticlerical, además de republicana. La visita de Marinetti y esposa a España es el comienzo de la relación española con el fascismo, al margen de una curiosa y anecdótica doble influencia en Barcelona de tipo sindicalista o catalanista que ha estudiado el que fuera embajador israelí Slomo Ben Ami. Gimenez Caballero reconocerá, con gran dolor, que él fue el segundo en alzar el brazo en España, el primero, en las oficinas de la Gaceta, habría sido el poeta, luego comunista, Alberti. La censura de Primo de Rivera no impide las licencias radicalizantes de esta publicación cultural, donde hace sus primeras armas, recomendado como reseñista filosófico por Ortega, Ramiro Ledesma. Todo un credo confesado:

"¿Marinetti!. Te saludamos con la eterna admiración español ante lo que se mueve, grita, se desenfrena y revoluciona: A ti, enlace en España era éste: Unamuno, Baroja, Ramón, De Torre: Antipasatistas, vulcanizadores...te saludamos con la convicción galileica frente al esceptisimo; e pur si muove."

Para GeCé, "...el mito de la juventud se va cerniendo sobre el país...la violencia -en arte, ideas y política-por amor y renovación. Y el coraje por una España de estilo joven. Es decir, de estilo liberador más que liberal. Y más que constitucional, constituidor." El concepto de "estilo" aparece, se repetirá hasta la saciedad en el falangismo futuro, y es el máximo exponente de "lo estético" llevado a "lo político".

Mientras el pintor del decorado de La Barraca, Ponce de León, se hace falangista, para GeCé, "ese carro de La Barraca, del "avarguandista" Lorquita, no es otra cosa que el Carro de Tepsis fascista, de pueblo a pueblo". Entre las exageraciones de GeCé, Mainer descubre la aportación fundamental de Giménez Caballero; la exaltación juvenil y un nacionalismo cultural, en asociación con el casticismo lorquiano, el regreso a la Tradición, representada por Góngora para la generación del 27, en una época revolucionaria e internacionalista.

Otro escritor, De Torre, recuerda al D´Annunzio más nietzscheano, para Milagros Romero; "sensualismo, irracionalismo, concepción violenta y heroica de la vida, nacionalismo, imperialismo..." De Torre y su esposa Norah Borges, forman el grupo ADLAN (amigos del arte nuevo), en 1935, junto con Moreno Vila, Gustavo Pittaluga, Marichalar, Altolaguirre, Gimenez Caballero, Giménes Siles, Lafuente Ferrari, Maruja Mallo, Samuel Ros, el citado pintor Ponce de León, y Maria Zambrano.

Volviendo a Italia, en arquitectura hay que destacar a Antonio Sant´Elia, sobre todo por sus proyectos y dibujos magníficos, diseñando la Cittá Nuova en 1914 con el grupo Nuova Tendenza. El Messagio del catálogo de su primera exposición sienta los patrones de esa nueva corriente. Toda la ciudad de construye pensando en la sensibilidad del hombre nuevo, en asociación con el mundo industrial, coincidiendo con Marinetti en hacer escarnio del esteticismo de Jhon Ruskin a favor de lo práctico, lo higiénico, lo rápido, asociado a la democracia, la "rebelión de las masas", que ellos aplauden, no lamentan como hace el liberalismo aristocrático de Ortega. Sant´Elia ha triunfado si nos atenemos a sus diseños de "la casa de hormigón, de vidrio, de hierro, sin pintura y sin escultura, rica solamente en la belleza congénita de sus líneas...extraordinariamente fea en su mecánica simples...". Sus especulaciones con los ascensores, los varios niveles del terreno con tráfico y pasarelas, impensables en 1914, se han ido imponiendo.

El movimiento alcanza a Papini y Soffici, fundadores de la revista Lacerba; afimación de juventud, vitalidad energía, violencia... Papini se considera poeta y destructor, "el hombre que no acepeta el mundo", el arte es para el destrucción y construcción...."¡tengamos el valor de ser bestiales, brutales, bárbaros!", así como a Rusia, donde será influyente en el cine, Einsestein, en la carteleria de propaganda, muy importante en la Rusia del momneto, y en Jlenikov y Maiakovski. El arquitecto y el poeta redactarán el Manifiesto de la arquitectura futurista. Adivinan que "los edificios durarán menos que las personas que los habiten". El manifiesto está asociado con el nuevo nacionalismo expansivo como el arte. Sant´Elia muere en el frente en 1916, pero su Cittá Nuova es una realidad alcanzada, a juzgar por muchas de nuestras urbes modernas.

El regreso de las trincheras asociará a Marinetti con Mussolini, y al futurismo con el fascismo. Giacomo Balla pinta en un lienzo por un lado Velocidad abstracta y por el otro Marcha sobre Roma. Otro lienzo futurista es reaprovechado para pintar al boxeador Primo Carnera. Este autor acabará luego despegándose del movimiento, pintando en un realismo muy convencional.Carrá y Sironi , evoluncionarán hacia lo "metafísico". Palazzeschi es un gran orador popular, autor de El incendiario, poemario del futurismo inaugural, mientras el fútbol, -que, como fenómeno de masas es un fenómeno fascista-, los bólidos dan grandes victorias deportivas a Italia. Los Ferrari y Fiat, estos últimos también ágiles aviones, son tan futurismo como las tarjetas dadaistas de Marinetti. Hasta algo tan poco futurista como la hípica se ve revolucionada por Italia; sus jinetes ganan siempre con un nuevo estilo, saltan inclinándose hacia delante, no hacia atrás como se hacía antes. Mussolini se retrata saltando reparos a caballo, "Despunta el sol y canta el gallo, y Musssolini monta a caballo", creo que escribe Malaparte, lo mismo que se atreve a pilotar aviones. El espíritu "sportivo" lo inunda todo. También el valor físico es muy importante. La campaña de Abisinia, que se representa como la modernidad técnica y política contra un imperio medieval, los voluntarios legionarios en España, los únicos bien uniformados y motorizados en la infantería de Franco...son exponente estético de esta actitud, que se presenta como heroica, pero que aplaude, sin las hipocresías que entonces -y ahora, en Irak, por ejemplo-, presentaban en Inglaterra o Francia, el bombardeo sobre una tribu descalza y mal armada.

Lo olímpico tiene matices de neoclasicismo pagano y de vanguardismo al mismo tiempo. Los carteles de propaganda olímpica son su expresión más acabada. El exilio expresionista ruso no es ajeno. En la olimpiada de París, casi coincidente con la Marcha sobre Roma, aparecen, tanto en el cartel oficial como en el desfile inaugural los atletas haciendo el saludo solar y romano.

Marinetti está en las listas del partido Fascista en 1919, y compartirá cárcel con el Duce. En el 2º Congreso del partido los planteamientos más radicales fueron arrumbados, Pero Mussolini seguirá apreciando a Marinetti.

El acercamiento de Letrán de Mussolini con el Vaticano, hacia 1931, suaviza los tintes anticlericales del futurismo, que llega a exaltar "los misterios suprarraciones de los dogmas católicos". Mientras se revoluciona una técnica, que se eleva a arte, la tipografía. No es del todo casualidad que Giménez Caballero procediese de una imprenta como negocio familiar. La tipografía y la edición fueron elevadas por el futurismo a sus mayores cotas, predominando en esto de un modo total la forma sobre el fondo.

Quienes querían al principio destruir la glorias del pasado y las iglesias, aparecen, a la par del proceso de pragmatización del fascismo, vinculados a un régimen patriótico y en algunos aspectos conservador, si no en sus elementos socioeconómicos, al menos en sus valores de jerarquía y autoridad. Pondrán una nota de color divertida, a veces disidente, y representarán en el orden estético el matiz libertario de los fascios originales. El espíritu antiburgués fue común al futurismo y al fascismo. Éste aunaba a los escultores clásicos de tradición grecorromana, atletas musculados y césares, como también los trabajadores-soldados en la URSS y en la Alemania de Arnold Breker, con los acelerones llamativos y desafiantes. El fascismo no persiguió a los movimientos de vanguardia, más bien se valió de ellos. Mussolini nunca hubiese cerrado la Bauhaus, como hizo Goebbels. Los planes urbanísticos de Roma son confiados al autor de Archittetura oggi, Marcello Piacentini, audaz teórico de una arquitectura racionalista a la vanguardia de entonces, como son exponente la Casa del Fascio de Terragni, la estación de Florencia etc. No era fácil aunar un cierto toque imperial con otro decandente, como el Stadio del Foro Mussolini, hecho por Debbio. Entrada racionalista y atletas romano-fascistas, alguno de los cuales, para disgusto del Duce, aparece en la muy gay guía Spartacus, ¡! Los historiadores del arte, sobre todo los italianos, pasan sobre el periodo de un modo veloz y acomplejado, un poco como en España con tantas cosas, por ejemplo con la Universidad Laboral de Gijón.

En literatura hay que mencionar a Papini, figura del Novecentismo, como Bontempelli, para quien "la obra más urgente del s.XX será edificar de nuevo el Tiempo y el Espacio." Los novecentistas serán más filosóficos, pero no ajenos al futurismo, ay Dino Campana, y a Bruno Aschieri autor de Aereopoema futurista de los Legionarios de España, que se inscribe en ese culto a las formas que mencionábamos al hablar de la tipografía.

El futurismo conservó ese rol de anomalía aceptada, que permitió al fascismo seducir lo mismo al muy clásico corresponsal de ABC Sanchez-Mazas, como al rompedor director de la Academia Española en Roma, en su último años de vida, Valle-Inclán. El futurismo atrajo a los jóvenes, "primavera de belleza" les canta el himno fascista. Para G. Mosse, Proporcionó un matiz distinto al nacionalismo italiano, menos romántico que el alemán, "gracias a un común estilo personal y político: un modo de ver el mundo, de actuar y comportarse basado en la aceptación sobria y antisentimental de la nueva velocidad del tiempo, así como en el amor a la lucha y el enfrentamiento." Esta visión antisentimental y antirromántica del patriotismo creemos tiene que ver con la que se refleja en el ensayo "La gaita y la lira", de José Antonio. Bien es cierto que Papini indica que "Sobre la misma palabra Italia coloca (el futurismo) la palabra Libertad, y sobre todas las palabras; las de Genio, y Originalidad." Marinetti escribió que "Sólo los artistas, con el fuego sagrado de su genialidad, podrían renovar la nación y prepararla para vivir la época futurista". "no tendremos el paraíso terrenal,( el futurismo nunca llegó al utopismo de la izquierda) pero el infierno económico será alegrado y pacificado por innumerables fiestas del arte". Ese punto de frivolidad, más que su accidental vinculación al fascismo, es el mayor reporche que puede hacerse a ese movimiento.

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Francisco D. de Otazú

 


Revista Arbil nº 73

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