|
Algunas apreciaciones a la actualidad del catolicismo social español de la mano del Presidente de Foro Arbil.
El Presidente de Foro ARBIL valora algunos aspectos de la realidad española en la actividad de los católicos.
El entrevistado es el Dr. Orella, navarro
de 34 años, autor de diversas monografías de temática
histórica, colaborador de diversas fundaciones culturales, de
entidades de ahorro, sociales y universitarias, donde da clase,
ponente invitado en multiples congresos de historia y actualidad,
portavoz del Foro El Salvador, del País Vasco, buen conocedor de
los ambientes católicos españoles y con muchos amigos y
ralaciones en diversos movimientos eclesiales y Universidades.
Pregunta: Edición nacional de "Alfa y
Omega", suplemento religioso del diario La Razón, creación
de nuevas universidades católicas, congreso de "Cristianos
y vida pública", debate público sobre las elecciones
organizado por la Compañía de las Obras, constitución de Foro
El Salvador. ¿Son hechos aislados o constituyen un síntoma de
que "algo se mueve" en el catolicismo social español?
Respuesta: Es un síntoma de madurez y de que
los frutos del Concilio Vaticano II, bien encauzados por Juan
Pablo II, están incentivando la participación en la sociedad de
unas generaciones de jóvenes católicos que no tienen vergüenza
de decir públicamente que lo son y que intentan construir una
realidad desde su laicado.
P.: Foro Arbil, ¿puede jugar un papel en este
movimiento?
R.: Desde luego. Nuestro Foro nació para ayudar
a cristianizar la calle desde el ámbito cultural: Desde las
tertulias de café, conferencias, publicaciones y colaborando con
todos los grupos especializados en una acción positiva. Por esta
cuestión, Arbil ha fomentado las iniciativas provida, la
convivencia en las regiones supeditadas a nacionalismos
intransigentes y la realización del hombre a través de un
trabajo en justas condiciones.
P.: En el origen de varias de las iniciativas
citadas, está la Asociación Católica de Propagandistas.
¿Puede convertirse la AC de P en factor de unión e impulso de
todos los católicos y grupos españoles interesados en la praxis
social?
R.: La AC de P ha demostrado en su historia, su
capacidad de formar un laicado católico acorde con los tiempos y
que ha respondido con brillantez al reto de la presencia de los
católicos en la sociedad. En su momento consiguió aglutinar a
personas de diversas ideologías. En la actualidad, su papel a
través de los "congresos de católicos y vida
pública" está en servir de punto de unión e ignición
conjunta de todos los grupos católicos con ganas de transformar
la sociedad en un sitio donde el hombre disfrute de su vida.
P.: La sociedad española se convierte,
progresivamente, en un desierto. El modelo relativista-consumista
se impone desde el poder, contando para ello con la mayor parte
de los medios de comunicación, la política, gran parte de los
medios educativos. La Iglesia católica, ¿puede constituirse en
una alternativa cultural a la mentalidad dominante, con una
presencia social activa, o debe replegarse en la práctica
litúrgica y sacramental?
R.: De ningún modo la Iglesia debe replegarse.
El católico, de por sí, es un ser sociable y como tal,
protagonista de la historia. Sin embargo, el relativismo actúa
en nuestras conciencias con la fuerza de un ácido, al meter la
desesperanza y empujar a la juventud a vivir el presente, por la
desconfianza que presenta un futuro incierto en lo personal y
profesional. La Iglesia tiene la misión de preservar, como lo
hizo en el pasado, los valores de nuestra cultura -que nacen de
la experiencia cristiana- y difundirlos para contrarrestar el
efecto nocivo de un relativismo que esteriliza la sociedad.
P.: El envejecimiento de los integrantes de las
órdenes religiosas, junto al factor demográfico, implica el
cierre de decenas de colegios católicos cada año. ¿Qué
alternativas se le ocurren para suplir esas graves carencias de
la enseñanza católica?
R.: La participación de un laicado preparado en
la educación y la aparición de iniciativas de asociaciones de
padres que buscan en los nuevos movimientos eclesiales la
inspiración espiritual que quieren para sus hijos, está
rejuveneciendo -en cierta medida- el panorama educativo,
proporcionándole mayor vigor. No obstante, la caída de la
natalidad es otro de los problemas capitales, que los centros
católicos intentan suplir dando una mayor calidad.
P.: Un tema muy difícil, y que genera división
entre los católicos, es el de la acción política. Parece, a
priori, que solo es posible trabajar en política, bien desde
posiciones testimoniales o bien integrándose en el sistema de la
mano de algún partido parlamentario con pérdida de la identidad
católica. ¿Existe alguna alternativa a esa dualidad?
R.: Los católicos deben actuar en todas las
actividades de la sociedad. En el campo de la política, la
posibilidad de actuar dentro de los partidos del sistema es
plausible, siempre que se pueda influir en las decisiones finales
y no se sirva de falsa pluralidad. Por tanto, como ya ocurrió en
el pasado, ante la evidente sequía de alternativas políticas
coherentes con el catolicismo, los activistas católicos deben
crear ámbitos -concretos y reconocibles- donde se forje esa
respuesta católica fresca a la demanda social. El problema de la
marginalidad de estas propuestas lo es por la ausencia de apoyo
de los medios católicos y del respaldo de personalidades, hechos
que favorecen la dispersión de fuerzas y que las iniciativas
queden colapsadas por la falta de apoyos.
P.: En la campaña electoral se ha desarrollado
un fenómeno novedoso. En diversos movimientos eclesiales,
páginas web, incluso en algunos medios de comunicación, se han
expresado diversas opiniones sobre el voto de los católicos.
¿Significa el inicio de una mayor conciencia entre sectores
católicos de nuestra sociedad?
R.: No cabe duda. Los católicos deben influir
con su voto en el modelo de sociedad que queremos construir y no
debemos darlo de forma gratuita a personas que luego llevan
políticas contrarias a nuestra conciencia. Por tanto, la
presencia valiente y militante de los católicos hará un bien
para sanear un ambiente que necesita limpieza y la necesaria
sustitución de una generación gastada que reduce al catolicismo
al ámbito erróneo de lo privado.
P.: En el País Vasco, la situación política
es de una fuerte confrontación social. ¿Cuál puede ser el
papel de los católicos en un conflicto tan complejo?.
R.: La fuerte influencia nacionalista en la
sociedad vasca ha impedido una mayor sensibilidad hacia los
ciudadanos no nacionalistas. Hasta ahora la Iglesia, por la
simpatía de mucho clérigos hacia el nacionalismo, no ha
permitido ver la marginación de una parte importante de la
ciudadanía, que estaba perdiendo a muchos de sus miembros en
cruentos ataques terroristas. La ausencia de ese apoyo materno ha
posibilitado una frialdad hacia la Iglesia, en una región rica
en densidad religiosa. No obstante, la aparición de colectivos
como el Foro de El Salvador ayuda a combatir la idea de que las
víctimas del terrorismo o que los ciudadanos que carecen de voz
por la imposición en la política, y especialmente en el mundo
laboral, del nacionalismo, están olvidadas.
P.: ¿Puede la Iglesia crear una alternativa de
amor a la cultura del egoísmo etnocéntrico?
R.: La misión de la Iglesia en el País Vasco
debe ser la de crear los cimientos de la cultura del amor, de un
nuevo sujeto que incentive la convivencia y rechace la formación
de una sociedad uniforme en los principios del nacionalismo que
excluye, a parte de los ciudadanos, por pensar de una manera
diferente.
José Basaburua jbasaburua@hotmail.com.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
La reproducción total o parcial de estos documentos esta a
disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y
citando su origen.